¿Por qué las tapas se llaman así? El origen del nombre del plato español más típico
Aunque parece que llevan con nosotros toda la vida, este término es relativamente reciente, pero su nacimiento nos traslada a historias y leyendas de otras épocas
Es muy probable que la costumbre que más llame la atención a cualquier persona extranjera que venga a nuestro país, ya sea para residir de forma permanente o simplemente de visita, sea la de comer a base de tapas. No hay plan de fin de semana mejor que compartir un buen vino o una refrescante cerveza con amigos alrededor de una mesa repleta de estos pequeños bocados tan famosos y típicos en nuestra gastronomía. Son una de nuestras señas de identidad y las protagonistas de importantes concursos de cocina a lo largo y ancho de nuestra geografía.
Ahora bien, ¿de dónde viene el nombre de "tapa"? ¿Tiene algo que ver con "tapar algo"? Efectivamente. Como su propio nombre indica, se cree que su origen etimológico parte de la costumbre que tenían nuestros antepasados de tapar las copas y vasos de vino con un trozo de pan o una rebanada de jamón. Todo con tal de evitar que entraran las moscas y mosquitos en estos brebajes, o bien que se depositara polvo en su interior, como explica el restaurador y escritor sevillano Enrique Becerra Gómez, autor de 'El gran libro de la tapa y el tapeo' (2009), en el que recorre los principales hechos históricos y culturales que rodean a esta deliciosa práctica.
Diversos autores aseguran que nacieron como producto de un período de escasez alimentaria durante la Guerra Civil española
La RAE define "tapa" como "una pequeña porción de algún alimento que se sirve como acompañamiento de una bebida", por lo que queda del todo claro la subordinación de estos productos gastronómicos al vino o la cerveza. Sin embargo, el término no cuenta con una gran historia, sino que es más bien relativamente nuevo, sobre todo si atendemos a que la primera definición que hace este preciso diccionario es en 1939. Además, no estaba circunscrita a todo el territorio español, sino que previamente se consideraba un andalucismo. No fue hasta 1970 cuando se empieza a generalizar en todo el país.
Como explica Néstor Luján en su libro 'El ritual del aperitivo. Avisillos, llamativos y tapas' (1998), lo que hoy atribuimos a un momento de fiesta o de relax entre amigos, en su momento nació como producto de un período de escasez alimentaria durante la Guerra Civil española, aunque también sostiene que la práctica de alimentarnos de pequeños bocados entre horas para eliminar el hambre se trata de una costumbre remota de nuestro país. De ahí que hayan surgido múltiples leyendas en torno a su aceptación por parte de la realeza y del pueblo.
Leyendas alrededor de la tapa
Una de ellas, quizá la más célebre, es la que se remonta al siglo XIII, cuando Alfonso X el Sabio comenzó a tomar vino acompañado de pequeños bocados para contrarrestar los efectos del alcohol debido a que estaba enfermo. Al parecer, le gustó tanto y le hizo tanto efecto que ordenó que en todos los mesones castellanos se acompañara este alcohol junto con una pequeña ración de comida. Todo con tal de evitar que sus súbditos cayeran en un tremendo sopor fruto de la borrachera. Una buena medida sin duda, que en su día el pueblo debió celebrar encantado.
Algo parecido debió ocurrírseles a los Reyes Católicos cuando observaban con estupor la gran cantidad de incidentes que emergían a la hora de cierre de las tabernas, cuando todos los clientes salían ciegos de vino y cerveza. A tal punto llegaba la borrachera que los reyes obligaron a servir a los taberneros una porción de comida con su correspondiente bebida, generalmente un embutido.
"Aquí tiene su tapa, majestad"
Otra de las teorías que da pie a la versión oficial de la etimología de "tapa" es que cuando estos mismos reyes visitaron Cádiz, pararon en un mesón de lo que hoy es el municipio de San Fernando. Al parecer, arreciaba un gran vendaval, lo que dificultaba de sobremanera la ingesta de bebidas y alimentos. Entonces, Fernando II de Aragón pidió al mesonero que tapase su copa de vino con algo que tuviera a mano, a lo que el tabernero le puso encima una loncha de queso.
Según narra la leyenda, los taberneros que servían las bebidas a Felipe II cubrían las jarras de vino con una gruesa loncha de jamón serrano
"Aquí tiene su tapa majestad", le espetó. A partir de entonces, comer queso, jamón o demás embutidos acompañados de bebida se convirtió en una tradición, pero solo como recurso para que las moscas e insectos no entrasen en las copas, en una época además en la que había muchos problemas de higiene y, con ello, de enfermedades infecciosas.
Por último, otra de las versiones data de la época de Felipe II y de la construcción del Monasterio de El Escorial. Según narra la leyenda, los taberneros que servían las bebidas al monarca cubrían las jarras de vino con una gruesa loncha de jamón serrano para evitar que tanto la copa como el contenido se llenara de polvo. Al parecer, ningún súbdito quería que el rey se enojara si encontraba suciedad en su copa. Y mucho menos, como ningún otro en épocas actuales, que el alcohol cayera al estómago sin un acompañamiento gastronómico tan sabroso. A fin de cuentas, ¿hay alguna otra mejor cosa que degustar un buen vino o cerveza con un buen jamón, un queso o unas aceitunas?
Es muy probable que la costumbre que más llame la atención a cualquier persona extranjera que venga a nuestro país, ya sea para residir de forma permanente o simplemente de visita, sea la de comer a base de tapas. No hay plan de fin de semana mejor que compartir un buen vino o una refrescante cerveza con amigos alrededor de una mesa repleta de estos pequeños bocados tan famosos y típicos en nuestra gastronomía. Son una de nuestras señas de identidad y las protagonistas de importantes concursos de cocina a lo largo y ancho de nuestra geografía.