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VIH, sexo y suicidio: la evolución de la sociedad a través de sus tabúes
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Pudor y miedo a hablar de ciertos temas

VIH, sexo y suicidio: la evolución de la sociedad a través de sus tabúes

Los expertos consultados coinciden en que esa pregunta aborda un supuesto inalcanzable para la sociedad: "Siempre va a haber cuestiones de las que no se puede hablar"

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Pese a que la libertad de expresión es un derecho inalienable de las personas, los tabúes se mantienen a la orden del día. En pleno siglo XXI, la sociedad sigue impregnada de cuestiones sobre las que todavía cuesta hablar abiertamente, como el suicidio, la salud mental, el sexo o el sida. No obstante, cada vez es más habitual escuchar conversaciones que giran en torno a estos temas en las mesas de los restaurantes o en las bancadas del Congreso de los Diputados. Sin duda, poco a poco se está consiguiendo normalizar alguno de estos asuntos, pero ¿se puede alcanzar una sociedad sin tabúes?

Todos los expertos consultados por El Confidencial coinciden en señalar que esa pregunta aborda un supuesto inalcanzable para cualquier sociedad. "Siempre va a haber cuestiones de las que no se puede hablar o que hay que tratar de determinada manera porque es una forma de regular comportamientos", sentencia el profesor e investigador de la Facultad de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, Pablo Santoro. De hecho, sostiene que "ahora mismo no hay menos tabúes que el siglo pasado, sino que son diferentes y funcionan de otra forma".

Santoro plasma su razonamiento con el ejemplo del suicidio. Explica que cuando imperaban los dogmas de la religión, hablar de quitarse voluntariamente la vida estaba muy mal visto, pero una vez que las sociedades se han vuelto más laicas se mantiene la costumbre de no tratar nunca este tema. "Ahora que no tenemos la noción del pecado, la salud mental se ha comido esa significación", remarca. Es decir, el tabú del suicidio se mantiene en el tiempo, aunque ahora funciona de manera diferente.

Foto: Juan Soto Ivars. (Jeosm Photography)

Este tabú está instaurado en la esfera pública, política y mediática porque se considera que hablar del suicidio puede suponer un efecto llamada. Sin embargo, con esta mentalidad no se ha podido evitar que durante los últimos años haya sido la primera causa de muerte no natural en España, con más de 3.600 fallecimientos al año y 200 intentos cada día. Frente a esta situación, Santoro considera que "es bueno que se hable del suicidio porque el silencio ahonda en el sufrimiento". Y así está ocurriendo cada vez con más frecuencia, sobre todo más allá de nuestras fronteras, en países como Japón, que ha creado un Ministerio para la Soledad para reducir el número de suicidios.

Está demostrado que visibilizar este tipo de problemas funciona para paliar la gravedad de los mismos, siempre y cuando se aborde de manera adecuada. Así se puede observar en las duras campañas de seguridad vial que prácticamente cada año consiguen reducir el número de fallecidos en carretera. También en la violencia de género, donde los continuos recuerdos del número 016 han salvado la vida de muchas mujeres maltratadas. Por este motivo, conviene recordar que existe el Teléfono Contra el Suicidio (911 385 385) y el Teléfono de la Esperanza (717 003 717).

Si se habla cada vez más del suicidio es porque en los últimos años se ha roto otro de los grandes tabúes de la sociedad española: la salud mental. Sobre todo después del confinamiento obligado por el coronavirus, que ha provocado un aumento del 168,6% de las consultas de psicología desde el inicio del estado de alarma, según el estudio 'Psicología y terapia online en España en la era del Covid-19'. "El ser humano es social por antonomasia, por lo que estar solo, como durante la pandemia, genera situaciones conflictivas", señala el psicólogo sanitario José Elías Fernández.

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Pese al considerable aumento de las consultas, Fernández sostiene que sus pacientes "reconocen que tienen que ir al psicólogo, pero les cuesta mucho decirlo (en público)". En su opinión, la salud mental "está generalizada, pero no está particularizada". Es decir, la sociedad en su conjunto aprueba la terapia psicológica, pero como personas individuales todavía cuesta admitirlo abiertamente, de la misma manera que se habla de ir al dentista, por miedo a ser rechazado o a que le tilden de loco.

El futbolista Leo Messi es un ejemplo de las reticencias que existen a la hora de acudir al psicólogo. En una entrevista en La Sexta con el periodista Jordi Évole, reconoció que debía haber ido al psicólogo en uno de los momentos más complicados de su vida personal y profesional, pero nunca dio el paso. "Yo sé que lo necesito por lo que hago, por el día a día, lo que me toca hacer y que me haría bien, pero no lo hago", admitió el jugador argentino en el programa Lo de Évole.

Más allá del debate político en el Congreso, donde Íñigo Errejón pidió al Gobierno un plan de salud mental, para cambiar esta mentalidad es necesaria la implicación de otros personajes famosos que hablen de los tabús desde una perspectiva inesperada para la sociedad. Así lo hizo el 'streamer' Ibai Llanos, cuando admitió sin tapujos que llevaba meses acudiendo a terapia con una psicóloga. "Empiezo a cuidar mucho mi salud mental y va a ser una de mis prioridades en 2021", apuntó durante una entrevista con el 'youtuber' Jordi Wild.

Foto: El líder de Más País, Íñigo Errejón. (EFE)

Salvando las evidentes distancias, se vivió una situación similar cuando Magic Johnson admitió en 1991 que tenía VIH, una enfermedad que por aquel entonces se relacionaba con el sexo entre homosexuales. Aunque otras estrellas mediáticas, como el cantante Freddie Mercury, también habían contado que eran portadores de la enfermedad, la opinión pública solo cambió con la revelación del jugador de baloncesto. ¿La razón? Porque se trataba de la confesión de un heterosexual que hacía mirar el problema del sida desde una perspectiva diferente, consiguiendo que muchas más personas se sintieran identificadas.

Para José Elías Fernández, "en una sociedad madura no caben los tabúes y se debe hablar abiertamente de cualquier tema, aunque se establezcan edades de acceso a algunos contenidos". Sin embargo, durante la conversación con este medio, admite que "cuanto más vayamos descubriendo, más tabúes habrá", aunque defiende que "tenemos que aprender a hablar abiertamente y normalizar preocupaciones sobre algunos temas encubiertos socialmente".

El tabú del sexo

Otro de los grandes temas prohibidos es el sexo. "Hay reticencias al hablar de este tema porque siempre hay algo de pudor y es una faceta muy íntima de la persona", explica la psicóloga y sexóloga miembro de la Asociación Española de Profesionales de la Sexología (AEPS), Mariela Martínez Ramos. Además, "hay gente más mayor que arrastra cierta tradición religiosa con una educación más rígida en ese sentido", añade. En cualquier caso, depende de con quién se hable sobre el tema, porque no son lo mismo los comentarios entre amigos que las conversaciones de los padres con sus hijos.

Para Martínez Ramos, este tabú supone un problema porque "la educación sexual no la está haciendo nadie, ni los colegios ni las familias" y, al final, los niños terminan por aprender de la pornografía. "Si empezamos la educación sexual en los institutos llegamos tarde", apunta esta experta. En su opinión, "si desde pequeñito, cuando surgen preguntas, las abordas y las respondes de forma acorde a su edad les transmites tus valores y creencias". Eso sí, advierte de que "no hace falta ser muy explícito, solo utilizar palabras sencillas y acordes a lo que el niño necesita saber".

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En este ámbito, otra de las barreras dialécticas que se ha roto en los últimos tiempos es la de la masturbación femenina, gracias a los movimientos feministas que están consiguiendo situar poco a poco a hombres y mujeres en un mismo nivel como sujetos deseantes. No obstante, esta sexóloga considera que, de un tiempo a esta parte, "la masturbación femenina ha tomado mucho auge por la cuestión del consumo" y se habla mucho sobre el tema por los juguetes sexuales que se están comercializando.

Pese a todos estos avances, Martínez Ramos entiende que "el tema del tabú va ligado a lo cultural, por lo que siempre habrá alguna cosa que resulte engorrosa de hablar". Y en el caso concreto de la sexualidad, remarca que "dependiendo de las épocas, será considerado más tabú los temas que se consideren fuera de la norma o que se penalicen por algún sector".

Pese a que la libertad de expresión es un derecho inalienable de las personas, los tabúes se mantienen a la orden del día. En pleno siglo XXI, la sociedad sigue impregnada de cuestiones sobre las que todavía cuesta hablar abiertamente, como el suicidio, la salud mental, el sexo o el sida. No obstante, cada vez es más habitual escuchar conversaciones que giran en torno a estos temas en las mesas de los restaurantes o en las bancadas del Congreso de los Diputados. Sin duda, poco a poco se está consiguiendo normalizar alguno de estos asuntos, pero ¿se puede alcanzar una sociedad sin tabúes?

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