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Un naufragio de película: así se sobrevive 10 días perdido entre Japón y Hawái
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Un naufragio de película: así se sobrevive 10 días perdido entre Japón y Hawái

No solo lo consiguió Robinson Crusoe, algunas personas han podido luchar contra las fuerzas del océano y salir indemnes. Los más recientes, el año pasado

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Desde los niños de 'El señor de las moscas', que trataban de crear una sociedad emulando a los adultos, con terribles consecuencias anárquicas, a los protagonistas de 'Perdidos', que durante temporadas tuvieron en vilo a la audiencia sin saber en qué clase de limbo perdido se encontraban, las historias de naufragios tienen algo que agita el corazón de todos los que escuchan. Sobrevivir a la deriva, haciendo uso únicamente de tu ingenio y tus manos, luchando contra las fuerzas de la naturaleza o del océano, siempre es interesante.

Parecen cuentos, pero hay gente que lo ha conseguido. Gabriel García Márquez contaba en 'Relato de un náufrago' la improbable travesía de Luis Alejandro Velasco Sánchez, que estuvo diez días a la deriva en una balsa sin comer ni beber y fue proclamado héroe de la patria (después aborrecido por el gobierno y olvidado para siempre). Eso sucedió hace más de sesenta años, el 28 de febrero de 1955, y sin embargo no ha sido la única historia inverosímil pero cierta acontecida en el corazón del océano.

Diez días a la deriva

El 25 de noviembre de 2019, Chris Carney y su tripulación formada por otros dos hombres, partieron de Japón camino a Hawái en un velero llamado 'Coco-Haz III'. Tenían cuatro semanas para cruzar el océano más grande del mundo, desgraciadamente quedaron varados en medio del mar. "Fue un 19 de diciembre", cuenta el propio Carney a 'Outside Online', "estábamos solo a unas mil millas de Oahu y teníamos mucho combustible, pero una tormenta nos golpeó. Todo lo que habéis visto en la televisión no se puede comparar, las cosas volaban por todas partes, fue increíblemente violento y acabamos magullados. Tuvimos que tener mucho cuidado, porque una sola raja habría hundido el barco en cuestión de minutos".

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¿Cómo sobrevivir a algo así? El cocinero nigeriano Harrison Odjegva Okene, por ejemplo, estuvo tres días enteros bajo las aguas tras un naufragio y sobrevivió. Ese tiempo lo pasó rezando y pidiendo un milagro, según contó a 'CBC'. Consiguió seguir respirando gracias a una menguante reserva de oxígeno que había quedado en una bolsa de aire de la embarcación, naufragada y hundida frente al delta del Níger. Un vídeo de su rescate, que tuvo lugar el 26 mayo de 2013, se convirtió en viral y dio la vuelta al mundo rápidamente. Insólito pero cierto. Más increíble aún es la historia del salvadoreño José Alvarenga, que pasó más de 483 días a la deriva y apareció un 30 de enero en las Islas Marshall: había sobrevivido gracias a una dieta de pescado crudo, pájaros, tortugas, agua de lluvia y su propia orina.

No me había enfrentado a la mortalidad. No es lo mismo saber que vas a morir en un futuro a pensar que puede suceder en 40 días

Diez días son en este caso los que Carney y sus compañeros tuvieron que pasar sin rumbo. Tenían frío, no contaban con ropa seca y solo podían comer cinco almendras al día si querían sobrevivir. Racionaron la comida y el agua para poder sobrevivir unos 40 o 50 días. "Nunca antes me había enfrentado a la mortalidad, no es lo mismo saber que vas a morir en un futuro a pensar que puede suceder en 40 días", explica.

"Era imposible que el motor funcionara y el teléfono satelital estaba mojado, no se arregló aunque lo pusimos en arroz y lo secamos al sol. Uno de mis compañeros había tenido una conmoción cerebral grave y dormía 18 horas seguidas, el otro no hacía más que tocar un banjo que se había llevado y cantar acerca de cómo nunca volvería a ver a su familia". A pesar de ello, Carney no se dejó achantar y cada día se despertaba pensando que seguro que estaban más cerca del rescate. Ni siquiera se deprimió cuando un barco pasó delante de ellos y no paró, a pesar de que tiraron cohetes y comenzaron a llamarlo.

placeholder Oahu, la isla de Hawái a la que se dirigían los náufragos desde Japón.
Oahu, la isla de Hawái a la que se dirigían los náufragos desde Japón.

"Dos días después finalmente tuvimos suerte. El viento comenzó a hacernos avanzar. La Guardia Costera nos encontró el día 29; llevaba buscándonos desde el 24 y pensaba cancelar la búsqueda al día siguiente", cuenta. Sorprendentemente, cuando finalmente la Guardia localizó a otro barco que pudiera recogerles y llevarlos de nuevo a Hawái, Carney no quería marcharse. Sentía que, como los capitanes de barco, debía quedarse a bordo para evitar la vergüenza, pero sabía que si se quedaba ahí toda la misión habría sido un completo fracaso. "Subimos al otro barco al atardecer, nos dieron patatas y carne, nosotros nos reímos de nuestro destino".

La Guardia Costera nos encontró el día 29; llevaba buscándonos desde el 24 y pensaba cancelar la búsqueda al día siguiente

Según el náufrago, si alguna vez te encuentras en una situación parecida, debes seguir el plan que establezcas. "Nosotros, después de diez días nos encontrábamos tan solo a 12 kilómetros de donde creíamos que estábamos", explica, asegurando que durante todo ese tiempo pensó mucho en su familia. Conservar la calma y no dejarse llevar por la presión parece fundamental en estas situaciones tan extremas. Y, sobre todo, aprovechar las oportunidades. Como aquella historia de un náufrago que, varado en medio del océano, espera a que Dios le ayude. Los barcos pasan y le ofrecen una mano, pero él sigue pidiendo ayuda a Dios porque sabe que le salvará en algún momento. Cuando finalmente muere, le pregunta por qué no le ha ayudado: "Tonto", le contesta este, "te mandé dos barcos para que te salvaras y los dejaste pasar".

Desde los niños de 'El señor de las moscas', que trataban de crear una sociedad emulando a los adultos, con terribles consecuencias anárquicas, a los protagonistas de 'Perdidos', que durante temporadas tuvieron en vilo a la audiencia sin saber en qué clase de limbo perdido se encontraban, las historias de naufragios tienen algo que agita el corazón de todos los que escuchan. Sobrevivir a la deriva, haciendo uso únicamente de tu ingenio y tus manos, luchando contra las fuerzas de la naturaleza o del océano, siempre es interesante.

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