Emma, la grotesca muñeca que anticipa tu futuro laboral

La vida laboral es casi siempre dura. Tanto si trabajas realizando trabajos físicos como si estás sentado toda tu jornada frente al ordenador en la oficina. Y precisamente sobre este tipo de personas nos alerta la protagonista de este artículo.

Su nombre es Emma y, la verdad, es que no tiene buen aspecto. No es cuestión de que sea guapa o fea, sino que sus piernas están hinchadas y con varices, su mirada está perdida, sus ojos están rojos, tiene abultado el vientre y su espalda está notablemente encorvada. ¿La conoces? ¿No? Pues quizás tú estés así dentro de unos años si no cambias tus malos hábitos en el trabajo.

Un equipo de investigadores, liderado por el futurista conductual William Higham, ha creado un grotesco maniquí a partir de entrevistas con más de 3.000 empleados de Francia, Alemania y Reino Unido sobre sus problemas de salud. El propósito del ejercicio fue examinar el efecto que tiene el lugar de trabajo sobre los empleados.

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En esas entrevistas, el 50% de los encuestados reconocían tener dolor de ojos, el 48% sufría dolor de espalda y el mismo porcentaje se quejaba de dolores de cabeza como resultado directo de su entorno de trabajo.

Nosotros en 20 años

Tomando como base estos testimonios, se ha diseñado a Emma, que también sufre de eccemas relacionados con el estrés, exceso de peso y extremidades hinchadas. Según este equipo de científicos, este aspecto es el que tendremos la mayoría de nosotros dentro de 20 años si no cambiamos nuestros hábitos laborales.

"A menos que hagamos cambios radicales en nuestra vida laboral, nuestras oficinas nos van a enfermar mucho"

"A menos que hagamos cambios radicales en nuestra vida laboral, como movernos más, mejorar nuestra postura frente al ordenador, tomar descansos regulares para caminar o mejorar nuestra configuración de la estación de trabajo, nuestras oficinas nos van a enfermar mucho", ha señalado Higham a Sciece Alert.

A pesar de que este no es un estudio científico revisado, sí que puede servirnos como una llamada de atención para replantearnos como afrontamos las ocho horas (como poco) que pasamos frente a un ordenador para no acabar como ella... o peor.