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¿El nuevo Puerto Hurraco? Crimen en el pueblo de 10 habitantes donde todos se odian
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¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN LARRIMAH?

¿El nuevo Puerto Hurraco? Crimen en el pueblo de 10 habitantes donde todos se odian

Hace ya siete meses que Paddy Moriarty, querido por unos y odiado por otros, desapareció cuando volvía a su casa a cenar. Los investigadores tienen 10 sospechosos: el pueblo entero

Foto: El añorado Paddy Moriarty.
El añorado Paddy Moriarty.

Era 16 de diciembre de 2017, un día caluroso si vivías en el hemisferio sur; concretamente, en Australia. Paddy Moriarty, un hombre de origen irlandés que llevaba décadas trabajando en la isla de las Antípodas como peón de obra, salió a tomar una cerveza (y otra y otra) al hotel Pink Panther, como era habitual. Al final cayeron ocho XXXX Golds (una popular lager), una constante en la rutina diaria del señor Moriarty, que salió del establecimiento camino de su casa junto a su fiel perro Kellie, un kelpie. No volvió a ser visto con vida. Ni él, ni su mascota. Ambos se esfumaron en los metros que separan el local de la casa del anciano.

Se trataría de un crimen sin resolver más si no fuese porque Larrimah, la localidad del Territorio del Norte donde vivió Moriarty durante gran parte de su vida, es un lugar especial. En ella apenas viven 12 personas (ahora 11), nada bien avenidas, como ha demostrado la posterior investigación policial. No solo había un puñado de personas que no tenían un gran aprecio por Moriarty (¡casi la mitad del pueblo!), sino que los residentes restantes parecen dividirse en dos bandos, como si se tratase de un nuevo Puerto Hurraco a escala aún más pequeña. Para la policía, todos son sospechosos. Y cada uno tiene una teoría diferente sobre quién pudo liquidar a Paddy.

El pueblo tiene 10 habitantes, y están divididos en dos facciones que ocasionalmente se insultan

Porque esa es la clave. Las autoridades están casi convencidas de que se trata de un homicidio tras peinar durante tres días los terrenos que rodean el pueblo. El problema es que, tras registrar una y otra vez los domicilios de todos los vecinos, no hay ninguna pista concluyente capaz de resolver el engima. El caso ha despertado la atención de los grandes medios internacionales: desde 'The New York Times' hasta 'The Guardian' pasando por la cadena ABC han enviado a sus periodistas al lugar de los hechos para intentar adivinar qué pasó exactamente en este Cluedo rural.

“De hecho, nadie en Larrimah le cae bien al resto de habitantes”, recordaba en el rotativo inglés Kylie Stevenson, que fue amigo personal del desaparecido y que había estado con él un año antes de su muerte, enterrando a un amigo común en el diminuto cementerio (cuatro tumbas) que hay en Larrimah. “La población ronda las 10 personas, y están divididas en dos facciones. Algunos vecinos llevan sin hablar a los demás durante más de una década, y otros ocasionalmente se gritan y se insultan”. Conozcamos a los misteriosos habitantes de Larrimah.

Quién es quién

Sospechosa número 1: Fran Hodgetts, la propietaria de la House of Tea de Larrimah, una mujer de 75 años moderadamente famosa por sus pasteles de carne de búfalo. A la sazón, la vecina de enfrente de Moriarty (su casa estaba al otro lado de la carretera), con el que discutía regularmente y a quien denunció a finales de 2016. A este no le gustaba un pelo que los clientes del establecimiento aparcasen en su propiedad, así que se vengaba diciéndoles que la comida de Fran era una porquería. Hodgetts le dijo a los investigadores que recibía insultos constantes por parte de Moriarty: concretamente, “cerda salvaje” ('bush pig'). Apenas cuatro días antes de la desaparición del hombre habían tenido sus más y sus menos, cuando ella le acusó de haber depositado el cadáver de un canguro cerca de su casa. Hodgetts se ha defendido razonablemente recordando que, a sus 75 años, la posibilidad de asesinar, arrastrar y enterrar los cuerpos de un varón y de su perro es, cuando menos, remota.

El antiguo camarero del Pink Panther fue citado por algunos de los vecinos como culpable. Él, en respuesta, afirmó que son todos “gilipollas”

Sospechoso número 2: Owen Laurie, el jardinero de la House of Tea. Tres días antes de la desaparición de Moriarty, este hombre de 71 años introvertido y, como él ha reconocido, con muy mal pronto, había tenido una fuerte discusión con el desaparecido a causa de su perro. Concretamente, Kellie se había puesto a ladrar en mitad de la carretera a los clientes del establecimiento. La conversación terminó con Laurie amenazando a Moriarty con que si no hacía callar a su perro lo haría él mismo. ¿Giro de guion? Hodgetts confesó en el juzgado que había tenido que detener a su jardinero fiel y le había avisado de que no hiciese “nada estúpido”.

Sospechoso número 3: Richard Simpson, camarero del Pink Panther que fue despedido poco después de la desaparición. Fue una de las últimas personas en ver con vida a Moriarty. Alguien de quien su antiguo jefe en el bar no guarda muy buen recuerdo, ya que “estaba todos los días borracho antes del almuerzo”. El problema, añadía, no era solo su ebriedad, sino su mal carácter y su inestabilidad, que le hicieron firme candidato a convertirse en uno de los primeros sospechosos. Al menos, por parte de algunos vecinos, que citaron repetidamente su nombre como potencial homicida. ¿La respuesta de Simpson? Que son todos unos “malditos gilipollas”.

placeholder Un kelpie australiano como el desaparecido Kellie.
Un kelpie australiano como el desaparecido Kellie.

Amigo número 1: Barry Sharpe, dueño del Hotel Pink Panther. El hombre que descubrió que Moriarty había desaparecido cuando este no se presentó a la “Iglesia”. Nada que ver con la misa salvo por su carácter dominical: se trataba de una quedada entre vecinos en el salón principal del local para ver, entre cervezas (obvio), las noticias locales el domingo por la mañana. “Pensé que podía estar malo, así que fui a su casa, y cuando no le encontré pensé que se habría ido a ver a algún amigo. Pero al ver que tampoco volvía, acudí a la policía”, explicó en 'The Guardian', donde añadía que la desaparición ha dejado un gran hueco en sus vidas.

Sospechoso número 4: Sam, el cocodrilo. Al parecer, una de las teorías más populares en el pueblo –todo lo popular que puede ser un secreto compartido por, como mucho, una decena de personas– es que Moriarty (o su cadáver) fue devorado por Sam, el cocodrilo de Barry Sharpe, que colecciona animales exóticos. El animal ha mantenido un sospechoso silencio.

En el hotel señalan a la casa de té como el lugar donde se encuentra el asesino. Y en la casa de té hacen lo mismo con el hotel

Amiga número 2: Karen Rayner, antigua encargada del Pink Panther. Llevó el bar durante dos años, es decir, pasó dos años sirviéndole a diario cervezas a Paddy, con el que veía programas de cocina y al que define como un tipo simpático y pulcro que hacía planes con mucha antelación, lo que en su opinión descarta que se fugase. “Que la gente sepa que era un buen tío”, añadía Karen.

Actor secundario número 1: Robyn Duignan, una visitante de Victoria. Es una de las personas entrevistadas por Jacqueline Williams para 'The New York Times', que confiesa que cogió el coche para visitar Larrimah después de ver en las noticias locales lo que se estaba cociendo. ¿Su teoría? Que Hodgett echó a Moriarty en la picadora y lo ha utilizado para su famoso pastel de carne.

Actor secundario número 2: Bobby Roth, un lugareño de 19 años que lavaba platos en la cafetería de Hodgetts y que ha desvelado que a su jefa no le gustaba Moriarty. 'Vox populi'.

placeholder Un cocodrilo de agua salada como Sam. (CC/AngMoKio)
Un cocodrilo de agua salada como Sam. (CC/AngMoKio)

Actor secundario número 3: el sargento detective Matt Allen, responsable del caso y que ha asegurado que “nunca dejaremos de buscar a Paddy y Kelly, lleve el tiempo que lleve, haga falta lo que haga falta”. Tan solo tiene una certeza, o al menos eso cuenta a los medios: Moriarty está muerto.

Red de odios

Si bastante enrevesada es la trama de por sí, esta se complica aún más cuando se dibuja un mapa de odios y filias del pueblo. Simpson el camarero, por ejemplo, cree que el asesino se encuentra en el salón de té de la localidad. Por su parte, el jardinero Laurie considera que el verdadero culpable trabaja, o más bien, trabajaba, en el Pink Panther. Todos, claro, aseguran que no lo han hecho, y que sus vecinos capciosos están intoxicando. La guerra entre un bando y otro hizo que, hace un tiempo, algunos de los pavos reales del dueño del hotel terminasen siendo plato fresco de Sam el cocodrilo, como ha confirmado él mismo. ¿La razón? Venganza por una receta de tarta de búfalo sospechosamente parecida a la de House of Tea.

Sin embargo, Allen el investigador recuerda que, a pesar de la animosidad en el pueblo, no tiene por qué haber sido uno de sus vecinos el que acabó con Moriarty. “Ha habido muchos problemas en la comunidad, y gente que no se habla”, explicaba en 'The Guardian. “Pero que discutan no quiere decir que hayan salido y lo hayan matado”. Pero el refrán mexicano reza aquello de “pueblo pequeño, infierno grande”. Y Larrimah es pequeño, muy pequeño.

Era 16 de diciembre de 2017, un día caluroso si vivías en el hemisferio sur; concretamente, en Australia. Paddy Moriarty, un hombre de origen irlandés que llevaba décadas trabajando en la isla de las Antípodas como peón de obra, salió a tomar una cerveza (y otra y otra) al hotel Pink Panther, como era habitual. Al final cayeron ocho XXXX Golds (una popular lager), una constante en la rutina diaria del señor Moriarty, que salió del establecimiento camino de su casa junto a su fiel perro Kellie, un kelpie. No volvió a ser visto con vida. Ni él, ni su mascota. Ambos se esfumaron en los metros que separan el local de la casa del anciano.

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