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Usas mal el desodorante, te lo estás aplicando por la mañana. Error
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Te equivocas de hora

Usas mal el desodorante, te lo estás aplicando por la mañana. Error

Sea cual sea el momento del día en el que te duches, nunca sales de casa sin haberte dado mínimamente un lavado en las axilas. ¿Y si te dijesen que no sirve para lo que crees?

Foto: No son ni las 09:00 y mírate. (iStock)
No son ni las 09:00 y mírate. (iStock)

El ser humano es un animal de costumbres. Por lo general, y aunque no todos cumplamos escrupulosamente con los mismos horarios cada día, solemos responder ante determinadas rutinas impuestas como despertarnos, vestirnos, desayunar, ir al trabajo, comer, tomar café, salir de la oficina, cenar, dormir y vuelta a empezar.

Con mejor o peor cara, asumimos y automatizamos quehaceres diarios como trabajar, dormir, comer o asearnos. Porque, con mayor o menor destreza y habilidades, se espera de nosotros que en la medida de lo posible cuidemos de nuestra higiene personal siguiendo las pautas del ritual mañanero generalizado: un poco de agua, nos enjabonamos la piel, aclaramos, secamos y nos echamos desodorante. Otra vez lo has hecho, cometer un error que tus axilas y hedores corporales pagarán bien caro.

Los niveles de sustancias químicas presentes en nuestro cuerpo a primera hora del día son clave para que nuestro sistema inmunológico responda mejor

Resulta que día tras día estas repitiendo un fallo colosal que hasta ahora nadie había advertido. Hay quienes culpan a la ausencia del 'modo de uso' en la mayoría de estos productos –¿estás seguro o has podido obviar esta etiqueta?– como principal responsable de que hayamos aplicado la lógica de que es mejor usarlos al empezar el día para evitar que nuestros efluvios corporales se hagan fuertes a medida que avanza la jornada y podamos frenar a tiempo un incómodo olor, especialmente molesto para quienes nos rodean.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Birmingham acaba de señalar que el mejor momento para utilizar antitranspirantes no es, ni de cerca, por las mañanas antes de salir de casa: hay que aplicarlos a última hora de la noche. De otra manera, los productos no nos protegen adecuadamente e incluso pueden ponernos en apuros.

La hora de la verdad

Los expertos aseguran que el uso de productos para el cuidado y protección de la piel pueden ser fundamentales para que nuestro organismo sea capaz de repeler infecciones ambientales e incluso virus como el de la gripe. Tal y como explicaron los investigadores, los niveles de sustancias químicas presentes en nuestro cuerpo a primera hora del día son clave para que nuestro sistema inmunológico responda mejor a las vacunas y tratamientos médicos.

Así, los expertos insisten en que hay que aplicarlo de noche, justo antes de irnos a la cama, y con la piel seca: “Los productos antisudorales actúan introduciendo sustancias como las sales de aluminio en las entradas a los conductos de las glándulas sudoríparas afectando directamente a la producción de anticuerpos”, advertían. Y no son los primeros en destapar que llevamos décadas haciéndolo mal.

Al margen de poder cogernos un catarro por el mal uso del desodorante, el hecho es que hace tiempo que los dermatólogos coinciden en que el mejor momento para echarse el desodorante y que sus propiedades sean lo más eficaces posibles sobre el cuerpo es por la noche. ¿La explicación? No se aleja demasiado de la que ya habrás escuchado en cuanto al uso de cremas hidratantes: durante las horas de sueño los productos antitranspirantes penetran mejor en las axilas y realicen adecuadamente su función.

Los productos antisudorales actúan introduciendo sustancias como las sales de aluminio en las entradas a los conductos de las glándulas sudoríparas

Ya lo alertó la doctora Anna Glaser, presidenta y fundadora de la Sociedad Internacional de Hiperhidrosis en 'The Huffington Post', cuando recordó que por la noche producimos la cantidad justa de sudor como para permitir que la piel absorba el componente activo del antitranspirante y se prepare adecuadamente para asumir una jornada de calor extremo. “Por la mañana, lo más probable es que empecemos a sudar mucho antes de que el producto haya comenzado a hacer efecto, por lo que su eficacia se ve reducida sensiblemente”, explicaba la doctora, quien además añadía una muy buena advertencia para aquellos que ya pensaban que iban a quedar exentos del aseo mañanero: “No debemos tener ningún miedo a la ducha o al afeitado, puesto que no acaban con la eficacia del desodorante aunque, en caso de tener dudas, podemos volver a aplicarlo tras el lavado”.

Restablece tus rutinas

También conocido como nuestro ritmo circadiano, nuestros horarios asumidos y automatizados son capaces de controlar todo: desde los patrones de sueño a los niveles de hormonas, el metabolismo, los movimientos intestinales, la presión sanguínea y las funciones de nuestros órganos.

De ahí que determinados fármacos, tratamientos médicos o productos de higiene de uso cotidiano como el que nos compete; tengan que consumirse en un momento determinado del día con el objetivo de que nuestro organismo esté en las circunstancias óptimas para reconocerlo y aprovechar al máximo su efecto. Y sí, ahora ya lo sabes: con los antitranspirantes la hora ideal es por la noche.

Ojo con una pequeña aclaración: tanto este estudio como investigaciones anteriores, se refieren a los productos antitranspirantes que tienen como objetivo acabar con el sudor de nuestra piel y no al desodorante que se aplica para mejorar nuestro olor y taponar los hedores que emanamos. En España tendemos a utilizar ambas palabras indistintamente, aunque hoy en día la mayor parte de desodorantes que utilizamos son antitranspirantes, por lo que esta enseñanza se aplica a la mayor parte de productos que se comercializan en cualquier supermercado. Si tan sólo queremos tapar nuestro olor, utilizar el desodorante después de ducharnos, como lo haríamos con la colonia o el perfume, será igual de útil. Aunque no te emociones: así no frenarás el posible 'efecto Camacho' si la temperatura ambiental invita a sudar más y más durante el día.

El ser humano es un animal de costumbres. Por lo general, y aunque no todos cumplamos escrupulosamente con los mismos horarios cada día, solemos responder ante determinadas rutinas impuestas como despertarnos, vestirnos, desayunar, ir al trabajo, comer, tomar café, salir de la oficina, cenar, dormir y vuelta a empezar.

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