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Los camareros te enseñan cómo no meter la pata cuando estás ligando en un bar
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Los camareros te enseñan cómo no meter la pata cuando estás ligando en un bar

Más sabe el diablo por viejo que por el diablo, dice el refrán, y lo mismo ocurre con los bármanes que pasan ocho horas al día detrás de la barra. Lo han visto todo

Foto: La clave no se encuentra tanto en lo que haces como en lo que no haces. Regla nº1: no te pases de chulito. (iStock)
La clave no se encuentra tanto en lo que haces como en lo que no haces. Regla nº1: no te pases de chulito. (iStock)

Más sabe el diablo por viejo que por el diablo, dice el refrán, y algo semejante ocurre con los bármanes que pasan ocho horas al día detrás de la barra. Es un asiento de excepción desde el que ver a un montón de personas intentar conquistar a otras acompañados por ese lubricante social que constituyen el alcohol, la luz tenue y la música romántica. Todos ellos han visto centenares de intentos de conquista exitosos y unos cuantos miles de proposiciones fracasadas, así que han desarrollado un sexto sentido para saber qué funciona y qué no en un proceso de cortejo.

Un artículo publicado en Mic ha recogido algunos de los mejores consejos de los bármanes de ciudades como Chicago o Nueva York a la hora de afrontar una cita. Y, aunque el sentido común se impone, mucho de ellos suponen una buena lección para los gurús del ligoteo que consideran el cortejo una compleja ciencia.

No hables de tu ex

Como explicábamos recientemente a raíz de un experimento realizado por Arthur Aron, la intimidad es el paso previo al amor. Por eso, solemos buscar temas de conversación que reflejen experiencias en común. A partir de cierta edad, es probable que una de ellas sea lo mucho que nos amargan nuestras relaciones pasadas. Mala idea: como explica Franky Marshall, barman en Manhattan, “no hay que meterse en diatribas sobre lo horribles que son nuestros ex o lo maravillosos que eran y lo triste que nos sentimos por que la relación no saliese adelante”. Tú no quieres ser el próximo.

No vayas de guay

Conocer a una nueva persona hace que nos pongamos una máscara un tanto idealizada que refleja cómo queremos que la otra persona nos vea; no hay nada malo en ello, siempre y cuando no nos excedamos… o nos quedemos cortos. La coach y camarera Antonia Greco explica cómo muchas mujeres intentan desesperadamente jugar el papel de la tía guay a través de comportamientos antinaturales, como beber mucho y muy deprisa para parecer enrolladas, y cómo los hombres intentan, por el contrario, aparentar ser exageradamente naturales… Hasta el extremo de no tener ningún reparo en mordisquear unas alitas de pollo como si fuesen emperadores romanos en una bacanal. Ni tanto ni tan calvos.

No mires el teléfono, bajo ninguna circunstancia

“Sí, sí, qué interesante, por favor, cuéntame más”, dices mientras miras de soslayo cómo va el partido del Atleti en el smartphone. Mirar al teléfono es una forma de mostrar que no tenemos demasiado interés en lo que nos puedan contar. Como aseguraba una encuesta realizada por Qualified Impressions, los adultos sólo mantienen contacto ocular entre el 30 y el 60% del tiempo de la conversación gracias a estos dispositivos. El problema no es sólo que parezca que no tenemos ningún interés, sino que gracias a aplicaciones como Tinder, la otra persona puede pensar que estamos buscando nuevos candidatos ante la decepción que se acaba de llevar. Y quizá acierte.

Conserva las buenas maneras

Aunque ser un caballero parece algo del siglo pasado, los bármanes recomiendan a los hombres ser mínimamente galantes y realizar pequeños gestos como abrir la puerta o coger el abrigo de la mujer a la que quieren conquistar. Desde luego, lo que no puede faltar es un poco de deferencia hacia la otra persona, sea esta un hombre o una mujer: al fin y al cabo, a todos nos gusta sentirnos especiales.

La primera impresión es lo que cuenta

No importa que por internet parezcamos personas encantadoras y simpáticas. Un mal gesto puede echarlo todo por tierra, al igual que ocurriría en una entrevista de trabajo. En ambas situaciones, debemos vigilar todos los detalles de nuestro lenguaje corporal y verbal para no proporcionar una pista falsa: resulta mucho más cómodo y útil no equivocarse que intentar presentarse como una persona excepcional. Como sugería una investigación realizada por la profesora de la Universidad de Webster en San Luis Monica Moore, hay una serie de gestos que todos utilizamos para llamar la atención de las personas en las que estamos interesados, como sonreír, dejar que la otra persona hable más que nosotros o acercarnos físicamente.

Los detalles marcan la diferencia

Conquistar a alguien no consiste en venderte a ti mismo, sino más bien, en intentar entender a la otra persona y, sobre todo, en mostrar que nos preocupamos por sus puntos de vista, su bienestar, su situación y sus gustos. Así que los bármanes recomiendan que salgamos de nuestra zona de confort y nos pongamos en la piel de la otra persona. Es tan sencillo como mostrar curiosidad por lo que tienen que contarnos, como explica Jay Zimmerman, dueño de un bar en Queens, que tiene 16 años de experiencia a sus espaldas.

Más sabe el diablo por viejo que por el diablo, dice el refrán, y algo semejante ocurre con los bármanes que pasan ocho horas al día detrás de la barra. Es un asiento de excepción desde el que ver a un montón de personas intentar conquistar a otras acompañados por ese lubricante social que constituyen el alcohol, la luz tenue y la música romántica. Todos ellos han visto centenares de intentos de conquista exitosos y unos cuantos miles de proposiciones fracasadas, así que han desarrollado un sexto sentido para saber qué funciona y qué no en un proceso de cortejo.

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