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Papeles de Panamá: cuando convertimos un Airbnb en una fábrica de copiar discos duros
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Papeles de Panamá: cuando convertimos un Airbnb en una fábrica de copiar discos duros

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Foto: Imagen: Pablo L. Learte | EC Diseño.
Imagen: Pablo L. Learte | EC Diseño.

Cuando los papeles de Panamá llegaron a mi mesa, yo pensaba que no había mucho más que contar sobre paraísos fiscales. En el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), junto con socios en cada país como El Confidencial en España, llevábamos ya dos años desvelando, exclusiva tras exclusiva, cómo ricos y poderosos usaban un sistema paralelo para ocultar sus fortunas.

En 2013, Offshore Leaks expuso cómo el secretismo de los paraísos fiscales ayudaba a figuras de alto nivel a moverse desde el anonimato para adquirir patrimonio o evitar pagar impuestos —en España, uno de los nombres más relevantes en salir fue el de Carmen Thyssen—. En LuxLeaks, publicado en 2014, el foco estuvo en las grandes multinacionales, como Pepsi o Deutsche Bank, que se beneficiaban de acuerdos secretos en Luxemburgo para minimizar sus impuestos, apoyados por PwC. Tan solo un año después, obtuvimos la lista Falciani y la llamada Swiss Leaks, donde vieron la luz detalles de las cuentas suizas de fortunas como las de Fernando Alonso o Emilio Botín. ¿Qué más se podría contar sobre este lado B de la economía al que solo tenían acceso los millonarios?

Como imagino ya sabrán, estaba equivocada.

“Hola. Soy Fulano de Tal. ¿Estás interesado en datos?”. Este fue el mensaje con el que empezó todo. Lo recibió mi colega Bastian Obermayer, del diario alemán 'Süddeutsche Zeitung'. La respuesta era evidente: por supuesto.

Cuando Bastian y su colega Frederik Obermaier empezaron a leer los documentos que les pasaron, no lo podían creer: había nombres de muy alto nivel, incluidos muchos políticos. En seguida llamaron al ICIJ para colaborar. 'A posteriori', Bastian mismo describió esta acción no tanto como altruista, sino como egoísta. Era tan grande y complejo lo que tenían entre manos que ellos solos no habrían podido bucear entre los 11,5 millones de documentos de la filtración.

En aquel momento, yo era jefa del equipo de datos y tecnología del ICIJ. En cuanto me llamó mi jefe para decirme que “los alemanes” podían tener algo gordo entre manos, cogí un avión a Múnich para comprobarlo con mis propios ojos. Me acompañó el científico de datos Rigoberto Carvajal. No tardé mucho en darme cuenta de que los documentos, que provenían de un bufete de abogados panameño llamado Mossack Fonseca, nos adentraban en el mundo de los paraísos fiscales de una manera nunca vista.

Y entonces comenzó la ‘operación de copiado’. Bajamos todas las persianas de la casa y convertimos el Airbnb que habíamos alquilado en una fábrica de copiar discos duros cifrados. Los millones de secretos que transferimos habrían ocupado camiones si hubiéramos tenido que imprimir los archivos. En 2015, cabían en un disco duro de 20 cm de largo.

Era tan grande y complejo lo que tenían entre manos que ellos solos no habrían podido bucear entre los 11,5 millones de documentos

Poco después, los terabytes de información acabaron en una plataforma segura en internet. Así, las personas de nuestro equipo podían hacer consultas desde cualquier parte del mundo cuando quisieran. Esto fue clave para que acabáramos juntando a más de 370 periodistas de casi 80 países, que colaboraron en secreto durante un año. En España, El Confidencial trabajó mano a mano con La Sexta. Ambos medios pusieron reporteros exclusivamente dedicados durante este tiempo a esta historia.

Al igual que los tres mosqueteros, todos los reporteros que trabajamos en los papeles de Panamá hicimos un pacto: publicaríamos a la vez. El día elegido fue el 3 de abril de 2016. Un domingo. A las 20:00 de la península Ibérica. Y después, empezó el tsunami de nombres en los más de 100 medios de comunicación que participábamos en la investigación. La información era tan rica que El Confidencial y La Sexta publicaron noticias durante seis semanas seguidas.

Foto: Imagen: Irene de Pablo / El Confidencial Diseño.

El primer ministro de Islandia, el rey Salman de Arabia Saudí, el presidente de Argentina… 140 políticos aparecían en la filtración. A los pocos días de comenzar a publicar, ya había dimisiones. El primer ministro islandés dejaba su puesto. En la segunda semana de publicación, fue un español el político en caer. El entonces ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, renunció a su cargo tras mentir sobre su vinculación con sociedades 'offshore'.

Además de cargos públicos, había miles de personas de relevancia. Desde la infanta Pilar de Borbón hasta el futbolista Leo Messi, pasando por Pedro Almodóvar o Bertín Osborne. No todos usaban los paraísos fiscales para evadir impuestos, pero muchos sí. De hecho, a día de hoy, la Agencia Tributaria ha recuperado 142 millones de euros gracias a nuestras informaciones. La cifra a nivel global es de más de 1.200 millones de euros.

Los papeles de Panamá, cinco años después

Me encuentro con mucha gente que me dice: “Una pena, al final lo de los papeles de Panamá no cambió las cosas”. Nada más lejos de la realidad. Lo que pasa es que el foco de ‘prime time’ que tuvimos aquel entonces es muy difícil de replicar y el impacto en el día a día no siempre es noticia. Y menos pasados ya cinco años. Quizá lo más vistoso es que se hizo una película. Pero más allá de esta anécdota, del dinero evadido recuperado y de las dimisiones políticas, la investigación tuvo consecuencias directas en la gran mayoría de países donde publicamos.

El Reuters Institute de la Universidad de Oxford analizó el impacto, tres años después, y las cifras hablan por sí solas: casi un tercio de las jurisdicciones realizó acciones contra individuos o compañías citadas en nuestros artículos. A nivel más sistémico también hubo muchas repercusiones: casi un quinto de los países u organismos internacionales estudiados había hecho "cambios sustanciales en la regulación fiscal, las leyes y las políticas públicas".

Lamentablemente, también hubo reacciones negativas, desde medidas que intentaban coartar la libertad de expresión hasta amenazas directas a compañeros. El caso más duro fue la muerte de la periodista Daphne Caruana Galizia, asesinada con un coche bomba en octubre de 2017, cuando investigaba conexiones de políticos malteses con los papeles de Panamá. El primer ministro maltés acabó dimitiendo, años después.

A nivel personal, a mí los papeles de Panamá también me cambiaron la vida. No solo porque ganamos el Pulitzer, el equivalente a los Oscar en el periodismo. La cantidad de trabajo que tuvimos, la hiperconexión continua y los niveles de estrés fueron tales que yo acabé sufriendo 'burnout'. Un tiempo después de la publicación dejé mi trabajo y he tardado varios años en volver a escribir. Creo firmemente que solo gracias a este tipo de trabajos de investigación podremos seguir construyendo un mundo mejor.

Cuando los papeles de Panamá llegaron a mi mesa, yo pensaba que no había mucho más que contar sobre paraísos fiscales. En el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), junto con socios en cada país como El Confidencial en España, llevábamos ya dos años desvelando, exclusiva tras exclusiva, cómo ricos y poderosos usaban un sistema paralelo para ocultar sus fortunas.

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