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Mr Marshall llega por mar: Rota se frota las manos por el desembarco americano
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HOTELES, TAXIS, COMERCIOS E INMOBILIARIAS DESEMPOLVAN EL INGLÉS

Mr Marshall llega por mar: Rota se frota las manos por el desembarco americano

A más de veinte millas mar adentro aún no se ve nada que no sea un pesquero despistado, pero Rota ha empezado a mirar de reojo

Foto: Mr Marshall llega por mar: Rota se frota las manos por el desembarco americano
Mr Marshall llega por mar: Rota se frota las manos por el desembarco americano

A más de veinte millas mar adentro aún no se ve nada que no sea un pesquero despistado, pero Rota ha empezado a mirar de reojo esperando a la flota americana, como si Mister Marshall llegara por el Atlántico dispuesto a acabar con la crisis de la Bahía. Más de tres mil nuevos vecinos estadounidenses, entre marines, técnicos y familias, son casi el doce por ciento de la población de una ciudad que con 28.000 habitantes supera los 3.500 parados. En Rota se habla inglés, así, para que nos entendamos, y la gente corriente tiene un sentimiento proamericano que no entiende de guerras. Cuando se habla de escudo antimisiles, el roteño saca la calculadora y ajusta los beneficios. Todo lo demás queda para los políticos.

Ya en el momento de pedir un taxi, la euforia contenida trasciende por el auricular, y desde la centralita, un señor que atiende por Jesús David no tiene demasiados problemas para elegir a uno de los 45 vehículos en servicio. “Aquí, los taxistas hablan inglés; claro, para entenderse con los americanos. La cosa está fatal y eso de los cuatro barcos que van a llegar con miles de personas nos viene muy bien”. 

El taxista con el marine

Por lo general, el americano de la Base suele coger taxis a partir de las siete de la tarde para ir a restaurantes, y los fines de semana para trasladarse a lugares de ambiente por las zonas de La Muralla o La Costilla. La relación es buena, los taxistas no tienen queja de la población militar, departen con ellos hasta donde ven que pueden hablar, practican el idioma y bajan la bandera… Son veinte euros. Lo demás queda para los ideólogos.

La gente del común se mueve como en un hormiguero con la cadencia de quienes se introducen en el otoño después de un verano que no ha sido de los mejores en Rota, una ciudad que además de la Base tiene su economía pendiente del turismo. Hay una mezcla de optimismo y escepticismo, un coctel de sentimientos que limita con el hecho de que las promesas de la llegada de la flota la hagan los políticos, en los que casi nadie cree, y la necesidad de que el milagro se produzca y la Base vuelva a ser lo que era hace cuarenta años.

Fuera la estacionalidad

Las cuentas que ha hecho Juan Señudo, director del Hotel Playa de la Luz, uno de los establecimientos más emblemáticos de la ciudad, en la misma orilla del Atlántico; un lugar con un encanto tradicional incluso bajo la vorágine del verano, apuntan a que el desembarco de los americanos puede romper la estacionalidad. “Ahora abrimos nueve meses y cerramos en invierno, pero si se confirma la llegada, podremos tener el hotel en funcionamiento todo el año”.

En este hotel como en otros de la ciudad, ya se alojan bastantes americanos de los que transitan por la aviación o la marina y van de paso. Pero el turismo nacional ha bajado este verano y todo lo que llegue es bien recibido. “La relación con el personal americano es muy buena y para nosotros es un cliente fundamental”,  dice el director como reflexionando sobre un futuro que puede acabar con la crisis, “y una cosa así va a crear puestos de trabajo y va a reactivar la economía de la zona”.

“Los americanos se traen hasta los pavos”

De la Base de Rota dependen casi dos mil familias. Es decir, la columna vertebral de la economía local discurre a la sombra de buques de guerra y aviones de combate. Y lo que se espera es que sean muchas más las que puedan hacerlo a partir de 2013. Juan Alberto Izquierdo, presidente de los empresarios del comercio y la industria, buen conocedor de los entresijos de la vida económica roteña, tiene sus dudas. “Si, sí… las expectativas son positivas, siempre que se cumplan las promesas y todo esto que se dice sea una realidad”. Juan Alberto está curtido en muchas batallas y ha visto caer cientos de pequeños y medianos establecimientos y reabrirse muchos después.

“Los americanos se traen hasta los pavos”, dice este empresario. Mal asunto. De hecho, los marines y técnicos con sus respectivas familias tienen en la Base sus supermercados y establecimientos comerciales. Otra cosa son los bares, restaurantes y, sobre todo, el sector inmobiliario. Las agencias esperan a los americanos que alquilan, que suelen ser muchos, a ver si con el desembarco se puede superar el hundimiento del sector. Y lo mismo ocurre con las empresas de mudanzas, los servicios de transportes...

De hecho, según ha podido observar Juan Alberto Izquierdo, “durante los dos últimos meses, ya se ha notado un movimiento de americanos” buscando inmuebles, como si de una avanzadilla de lo que está por llegar se tratara. La gente estaba expectante y al conocer lo del escudo piensa que sí, que Mister Marshall está al caer, y sigue mirando de reojo mar adentro.

“Esto se empezó con Bush y Aznar”

La alcaldesa, Eva Corrales, del PP, ve bien el desembarco, pero muestra su enfado por haber tenido que enterarse de la noticia por los periódicos. Ella sabía que desde hacía años se venían haciendo gestiones, “Si Zapatero no hubiera tenido una postura antimilitarista, a lo mejor estaríamos hablando de más militares para Rota. Es positivo, pero esto se empezó con Bush y Aznar".

Corrales recuerda que “hace un año aproximadamente se presentó al embajador de los EEUU en España y al Ministerio de Defensa un proyecto mediante el cual se ofrecía la Base como un recurso para aquellos militares europeos que quisieran elegir la localidad como un destino turístico, aprovechando no sólo las instalaciones de la Base Naval sino el buen sistema de comunicación aérea del que se dispone en el recinto. Aquel proyecto sólo tuvo respuesta del embajador que dijo que lo estudiaría, aunque a día de hoy, no sabemos nada”. 

A más de veinte millas mar adentro aún no se ve nada que no sea un pesquero despistado, pero Rota ha empezado a mirar de reojo esperando a la flota americana, como si Mister Marshall llegara por el Atlántico dispuesto a acabar con la crisis de la Bahía. Más de tres mil nuevos vecinos estadounidenses, entre marines, técnicos y familias, son casi el doce por ciento de la población de una ciudad que con 28.000 habitantes supera los 3.500 parados. En Rota se habla inglés, así, para que nos entendamos, y la gente corriente tiene un sentimiento proamericano que no entiende de guerras. Cuando se habla de escudo antimisiles, el roteño saca la calculadora y ajusta los beneficios. Todo lo demás queda para los políticos.