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El líder que salvará (o condenará) a Grecia
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TSIPRAS, DE SYRIZA, PUEDE SER EL PRIMER MINISTRO

El líder que salvará (o condenará) a Grecia

Se llama Alexis Tsipras, es líder de Syriza, tiene 40 años y todas las bazas para convertirse, tras una larga travesía política, en el próximo primer ministro

Foto: Alexis Tsipras, líder de Syriza, junto a Pablo Iglesias durante un encuentro de Podemos en Madrid celebrado el 15 de noviembre (Daniel Muñoz).
Alexis Tsipras, líder de Syriza, junto a Pablo Iglesias durante un encuentro de Podemos en Madrid celebrado el 15 de noviembre (Daniel Muñoz).

Se llama Alexis Tsipras, es líder del partido izquierdista Syriza, tiene cuarenta años y todas las bazas para convertirse, tras una larga travesía política, en el próximo primer ministro de Grecia. Un puesto por el que compite pero que no es, ni mucho menos, un regalo. Triunfar o fracasar, no hay término medio. Tras el golpe encima de la mesa de Andonis Samarás, que decidió adelantar la elección del presidente de la República a este mes de diciembre, la polarización del escenario político parece abocar a unas elecciones anticipadas en las que el centro-derecha, según las encuestas, perdería el poder.

Las tres rondas de votaciones para sustituir al actual jefe del Estado se llevarán a cabo antes de fin de año. En la última, Samarás necesita 180 diputados. Su partido, Nueva Democracia, posee 129 (por el bonus al ganador, al estilo italiano) y su aliado de Gobierno, el Pasok (socialistas), 33. Descartado el voto de Syriza (71 escaños), del KKE (comunistas, 12 escaños) y de Amanecer Dorado (extrema derecha, 17 escaños), el arco parlamentario se queda pequeño. Los negociadores de Samarás se han lanzado a por los Independientes Griegos –de centro derecha, pero muy críticos con el Gobierno y el rescate– y la Izquierda Democrática, cuya alianza previa con el Gobierno quedó plasmada... en un batacazo en las elecciones europeas. Stavros Dimas, el candidato de Nueva Democracia, tiene el apoyo de más de la mitad de los griegos para ocupar este puesto, fundamentalmente ceremonial.

Un Samarás apoyado por los mercados frente al “inexperto”

El primer ministro apostó fuerte por la demonización de su adversario hace una semana en el Parlamento heleno. Volvió a agitar el miedo a la salida o expulsión (Greek exit o Grexit) de la Unión Europea si su principal adversario sale elegido, una amenaza que no emergía desde el año 2012. “Syriza quiere un poder que no puede manejar –aseguraba Samarásy los diputados tienen que permitir que Grecia se quede dentro de la UE”. Tsipras como leviatán que no conseguirá, como el propio Samarás acaba de hacer, una prórroga de dos meses de la troika para negociar el tercer plan de rescate.

Samarás apuesta fuerte por la demonización de su adversario. Agita el miedo a la expulsión de la UE si gana Syriza, una amenaza que no emergía desde 2012. ‘Syriza quiere un poder que no puede manejar’, asegura

En términos ya familiares para los negociadores, Alemania cedió con palo y zanahoria: Grecia no deberá devolver de momento unos 11.500 millones y no perderá los 1.800 del siguiente tramo, pero que nada de esto se interprete como una cesión. Los dos anteriores rescates suman 240.000 millones de euros. ‘Prórroga’ puede significar que no sea un Gobierno de Nueva Democracia el que lo gestione y acuerde, sino un Ejecutivo “antimemorándum” de Tsipras. Un inexperto, deja entrever Samarás, que no tiene el apoyo de Bruselas o de las agencias de calificación.

La caída espectacular de la bolsa de Atenas hace días fue lo que necesitaba el primer ministro para apuntalar su argumento sobre el “terror” que despierta en los mercados financieros el líder izquierdista. Por otro lado, la visita el lunes de Pierre Moscovici, el comisario europeo de Economía, sumó otro apoyo implícito de la Comisión Europea unido al apoyo explícito del presidente de la misma, Jean-Claude Juncker, poco tiempo antes, cuando pidió a los griegos no “caer en el extremismo” si se llega a unas elecciones anticipadas.

Tsipras se cobrará en votos el hartazgo de los griegos

El día anterior a que Moscovici llegara a Atenas, decenas de refugiados sirios que se habían puesto en huelga de hambre en la plaza Syntagma, frente al Parlamento, fueron desalojados violentamente por la policía. Llevaban tres semanas de protesta porque la Administración no tramita sus papeles de asilo. Y es que Grecia es uno de los países de la UE que menos permisos de este tipo expide. El jefe de la oficina de Bruselas del Financial Times decía esto en su cuenta de Twitter: [¿En el centro de #Atenas, plaza #Syntagma con las luces de Navidad. #Crisisquécrisis?]. A lo que Jens Bastian, analista político, respondía con un sardónico “gracias a que los refugiados ya no te tapan la vista”.

Los que están hartos de que Bruselas les marque el paso se ven imantados por Tsipras, que ahora promete un plan de estímulo de 12.000 millones para el que dice haber encontrado fondos

Los griegos empiezan a estar cansados de que Bruselas les marque el paso sin ser consciente del sufrimiento que causa a la población de a pie; hartos de que el ex primer ministro de un país con una –moralmente– dudosa política fiscal (Juncker) y el exministro de Economía incapaz de reactivar a una potencia gripada (el francés Moscovici) inclinen la balanza de su voto. Entre los votantes de Syriza, son legión quienes sienten esto. O al revés: los que piensan esto se ven imantados por Tsipras, que ha esperado todo lo que ha podido para concretar sus propuestas –algo con lo que sus críticos han tenido un buena diana– y ahora promete renegociar la deuda y un plan de estímulo de 12.000 millones para el que dice haber encontrado fondos.

Sin embargo, ¿qué tipo de negociación es posible con un ministro de Economía, el alemán Wolfgang Schäuble, que repitió como un augurio en mayo que Tsipras quería que Grecia saliera del euro? La prórroga de la troika termina el 28 de febrero; las elecciones, si se produjeran, no serían antes del 25 de enero. Tsipras tendría que formar Gobierno y establecer prioridades en un escenario donde le faltan tiempo y aliados.

Nada garantiza que unas elecciones darán un Gobierno

Alexis Tsipras ha pedido en repetidas ocasiones un mandato claro –es decir, una mayoría absoluta– despreciando a su paso a algunos de sus posibles aliados como los centristas de To Potami (El Río), que podrían llevar su agenda liberal a la tercera posición en las generales. Un buen puñado de escaños. Ni hablar de Aurora Dorada o de los Independientes Griegos, cuyo único punto en común con Syriza es la manía a lo que suene a germano o a troika.

Syriza hace complicadas las alianzas. Sin poder controlar una mayoría propia, Tsipras no podrá ni empezar a negociar con la troika. De nuevo elecciones. Y más caos

Unas elecciones en estos términos son, por tanto, una apuesta muy grande también para el excandidato de Izquierda Europea, único grupo importante en Europa que le ha defendido y ha denunciado una “maniobra” de los poderes de Bruselas para desprestigiar a Tsipras. Lo cierto es que si el rescate podría haber unido a los descontentos bajo el mismo paraguas, al estilo Podemos, la ideología más claramente de izquierdas presente en Syriza hace complicadas las alianzas y los agrupamientos necesarios. Sin poder controlar una mayoría propia, Tsipras no podrá ni empezar a negociar con la troika, si es que aún queda algún margen. De nuevo elecciones. Y más caos.

No está todo perdido para el centro-derecha

En opinión de algunos analistas cercanos a la derecha, esta circunstancia puede convertirse en una situación de resultado “siempre positivo” para Samarás. Si gana la votación para elegir presidente, tiene margen para cumplir la legislatura. Si la pierde y hay elecciones, podría usar el temor al desorden para cargar contra Syriza. Incluso si Syriza ganara estos comicios, las luchas internas por el poder –es una coalición con no pocas tensiones de por sí– y fuera del partido en los acuerdos podrían hacer que esta colapsara.

Nueva Democracia podría guardar un as en la manga, si decide descartar a Samarás en una situación desesperada, contra Tsipras: Kyriakos Mitsotakis, miembro de una de las familias políticas más célebres de Grecia (junto a los Papandréu y Karamanlís), ministro de la reforma administrativa, más joven y al que la población considera más centrista. Un fusible de repuesto para el ‘quemado’ primer ministro. Otro nombre para la salvación o la condena de la economía helena.

Se llama Alexis Tsipras, es líder del partido izquierdista Syriza, tiene cuarenta años y todas las bazas para convertirse, tras una larga travesía política, en el próximo primer ministro de Grecia. Un puesto por el que compite pero que no es, ni mucho menos, un regalo. Triunfar o fracasar, no hay término medio. Tras el golpe encima de la mesa de Andonis Samarás, que decidió adelantar la elección del presidente de la República a este mes de diciembre, la polarización del escenario político parece abocar a unas elecciones anticipadas en las que el centro-derecha, según las encuestas, perdería el poder.

Grecia Jean-Claude Juncker
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