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Los griegos talan hasta el olivo de Platón para calentarse ante la subida del gasoil
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ENCENDER LA CALEFACCIÓN YA ES UN LUJO NACIONAL

Los griegos talan hasta el olivo de Platón para calentarse ante la subida del gasoil

También a Grecia llega el invierno. La entrada de lleno en noviembre y las primeras jornadas de frío obligan a encender la calefacción de manera esporádica.

Foto: Un manifestante en una protesta contra las medidas de austeridad se protege del gas lacrimógeno en Atenas. (Reuters)
Un manifestante en una protesta contra las medidas de austeridad se protege del gas lacrimógeno en Atenas. (Reuters)

También a Grecia llega el invierno. La entrada de lleno en noviembre y las primeras jornadas de frío obligan a encender la calefacción de manera esporádica. Sin embargo, desde hace tres años muchos griegos ya no aprietan a ningún botón; han dado la espalda al modo tradicional, la calefacción central alimentada por gasoil, y se han pasado a una alternativa aún más castiza –y más barata–, aunque controvertida: la de quemar madera.

El origen de esta situación se remonta a 2011. Fue entonces cuando el Gobierno del primer ministro Andonis Samarás decidió armonizar el precio del gasoil dedicado a la calefacción con el de la gasolina de los vehículos a través de una subida los impuestos. Con ello, el coste de la primera aumentó en alrededor un 40%. La razón detrás de esta controvertida medida era que se había generalizado, según el Ejecutivo y las empresas petroleras, la picaresca y el contrabando, el comprar gasolina de menor precio que se utilizaba finalmente en los automóviles. Con la economía helena en caída libre, hasta la clase media se vio incapaz de pagar los entre 1,4 y 1,6 euros por litro que valía tras la armonización. Para calentar una casa en todo el invierno hacen falta miles de euros, un gasto que muchas familias no se podían permitir.

Con la economía en caída libre, hasta la clase media se vio incapaz de pagar los 1,6 euros por litro. Para calentar una casa en todo el invierno hacen falta alrededor de dos toneladas y media de gasoil. Miles de euros que desembolsar

Tener una chimenea funcional en casa –aunque esté pensada en principio para decorar– es algo mucho más habitual en Grecia que en España. Una tonelada de madera en 2011, por ejemplo, rondaba los 100 euros y puede durar casi todo el invierno. Así que para los consumidores helenos la decisión, además de impuesta, fue sencilla. En estos tres años se ha producido una caída del 70% en el consumo de gasoil para los depósitos de las casas y edificios, según las asociaciones de productores. Y los comerciantes de madera hacen el agosto con el precio de mercado: en 2012 la tonelada ascendía ya a los 200 euros, un costo que se ha mantenido casi estable hasta 2014.

Con todo, el precio colateral que paga Grecia por este nuevo y generalizado método es de gran calado y de posibles consecuencias perniciosas a largo plazo.

La contaminación despierta el fantasma del Londres de 1952

El fotógrafo local Yannis Larios tomó el mismo 2011 una instantánea para la inquietud: una enorme capa de contaminación cubre la capital griega, Atenas. Constituida en gran parte por las miles de partículas en suspensión procedentes de las chimeneas, una niebla blanca se resiste a abandonar la capital debido a la particular geografía de la ciudad, “protegida” por las montañas y el mar del viento, que podría hacerla desaparecer.

Stefanos Sampatakakis, director del Laboratorio Central de Salud Pública del Ministerio de Sanidad y supervisor de la Oficina de Salud y Medio Ambiente, saca a colación el ejemplo del Londres de 1952. Hasta 12.000 personas perecieron en la capital británica en apenas cuatro días a causa de la infame 'Gran Niebla', una nube letal provocada por la conjunción de dos factores: una alta concentración de partículas por la quema de combustibles fósiles y una “inversión térmica”, un fenómeno atmosférico que básicamente impide al aire escapar y reciclarse.

La quema de madera no crea un peligro real en lugares de poca concentración de población, como los pequeños pueblos esparcidos por la geografía helena. Pero en grandes concentraciones urbanas, como Atenas o Salónica, la amenaza se torna relevante. Sobre todo si se tiene en cuenta que entre las dos ciudades suman más de la mitad de la población del país.

Sampatakakis saca a colación el ejemplo del Londres de 1952. Hasta 12.000 personas perecieron en apenas cuatro días de diciembre a causa de la infame 'Gran Niebla', una nube letal causada por la quema de combustibles fósiles y una inversión térmica

Fue precisamente en 2012, meses después de la foto de Larios, cuando empezaron las mediciones para alertar a la población y poner coto a la amenaza. Una chimenea, dice Sampatakakis a El Confidencial, contamina como una estufa de gasoil de un edificio de 20 plantas. Una hoguera libera a la atmósfera, entre otros productos, micropartículas (PM10 y PM2,5) que tienen una alta tasa de penetración en el organismo (70% las primeras y 90% las segundas) y que pueden por tanto causar serias afecciones. Los picos de contaminación, debidos en buena parte a la generalización del uso de chimeneas, han llevado a decenas de personas al hospital en las grandes ciudades aquejadas de picor en ojos y garganta e, incluso, de enfermedades respiratorias. Los efectos a largo plazo de este fenómeno no han podido ser todavía demostrados, matiza Sampatakakis, aunque ni mucho menos se descartan. Y no solamente las micropartículas son nocivas: las hogueras también desprenden dioxinas, que son altamente cancerígenas.

La falta de conocimiento, que en muchos casos lleva aparejada una escasez de presupuesto, empuja imprudentemente a algunos ciudadanos a quemar mesas, sillas, papeles... cualquier cosa que arda. Todo ello sin saber que los productos químicos que se usan para tratar el mobiliario o la propia tinta son directamente tóxicos, apostilla Sampatakakis, y que se quedan en la atmósfera por un largo periodo de tiempo, algo que perjudica a la población en general. Otro de los residuos de la combustión, el monóxido de carbono, cuya inhalación puede causar la muerte, ha multiplicado los accidentes caseros.

El frío no respeta ni al olivo de Platón

Tras 2.400 años de existencia, el olivo bajo el cual Platón se sentaba a enseñar a sus alumnos en la Academia ateniense sucumbió a las hachas de varios desconocidos en 2013. Un tronco de dimensiones considerables que seguramente sirvió para calentar varios hogares, pero que tenía impreso un pedazo importante de la Historia. 'Eleonas' –así se llamaba el milenario árbol– es una víctima famosa de otra de las consecuencias negativas de este modo de calefacción, síntoma y consecuencia de la crisis: la tala indiscriminada e ilegal de bosques. Sólo en 2012, esta práctica creció un 300% y ni emblemas como el Monte Olimpo se han salvado de la profanación. Es cierto que no es este un fenómeno puramente nacional, sino regional. El incremento del contrabando de madera en los Balcanes –por muy anacrónico que esto suene– ha obligado a sentarse a la mesa a dos rivales en la zona, la propia Grecia y la Antigua República Yugoslava de Macedonia, para evitarlo a través de un programa llamado AITOLOS, que cuenta con el total respaldo de la Unión Europea, que a su vez implementó en 2010 su propia ley (la EUTR) para prevenir el comercio ilegal de madera.

Tras 2.400 años de existencia, el olivo bajo el cual Platón se sentaba a enseñar a sus alumnos sucumbió a las hachas de varios desconocidos. Un tronco de dimensiones considerables que seguramente sirvió para calentar varios hogares

Curiosamente Grecia, a pesar de los recortes, no se encuentra entre los países que peor lidian con este asunto según la Comisión Europea. Una categoría –la de los malos– en la que sí se encuentra España. El 30% de la superficie de Grecia está cubierta de bosque. En lugares como la región de Macedonia, en el norte, donde los termómetros durante lo más duro del invierno marcan dobles dígitos bajo cero, los habitantes se echan al monte a cortar leña para consumo propio, algo que generalmente está prohibido. Las autoridades de estas zonas, depauperadas, no tienen medios para hacer frente al fenómeno y dejan hacer.

Cuando el lujo es encender una hoguera

La clase media se lanza a comprar madera, los menos afortunados hacen lo que pueden. Y no son pocos. La cifra de los hogares griegos que no pueden acceder ni siquiera a este medio alternativo de calefacción ha ascendido dramáticamente. Casi el 30% de los griegos no puede calentar adecuadamente su casa en invierno, y la tendencia no se detiene ni se invierte. En este gráfico se compara el porcentaje de Grecia con el de España y la media de la Unión Europea, según datos de Eurostat. Desde 2010, el crecimiento es alarmante.

Los parches del Gobierno... ¿insuficientes?

Amenaza sanitaria, medioambiental, riesgo de exclusión... Desde el gabinete del primer ministro Andonis Samarás se ha planteado una respuesta tibia a la situación límite de muchos hogares y a la recomendación de los comités medioambientales en el Parlamento. Una primera acción ha sido una reducción del 30% en el tramo de impuestos al gasoil presentada en septiembre (sólo sobre los impuestos, no sobre el precio total). Consultada por El Confidencial, la central de asociaciones de petróleo de Grecia (SEEPE) considera que esta medida tendrá su doble filo.

Hace ya más de un año, el millonario George Soros intervino donando un millón de dólares para que 54 escuelas pudieran llenar los depósitos

Por el lado positivo estiman que registrarán un aumento de alrededor de un 10% en el consumo, algo que, comparado con la bajada de los últimos años, no parece demasiado esperanzador, y matizan que el decenso del precio del petróleo puede ser tanto o más importante para sus ingresos que la medida del Gobierno. La cruz, aseguran, será nuevamente el incentivo a los 'estraperlistas' de gasoil, sobre todo en las zonas rurales, para consumo de la maquinaria agrícola. En conclusión, el sector considera que la medida no es suficientemente atractiva para incitar el uso, pero traerá de nuevo las malas prácticas.

Por otro lado, el Gobierno de Samarás también anunció recientemente, a través del ministerio de Energía encabezado por Yanis Maniatis, otra iniciativa: el incentivo al gas natural. Los griegos con más renta ya habían visto con buenos ojos esta alternativa en los años anteriores. Durante este ejercicio, las transformaciones de gasoil a gas, según fuentes oficiales, ascendieron en un 200% en la región de Atenas, un 300% en Salónica y un 400% en la región de Tesalia, fronteriza con Bulgaria y Turquía. En 2015, el Ejecutivo pretende destinar 15 millones de euros, procedentes de fondos europeos, a subvenciones a particulares para la adaptación de sus instalaciones. Hasta 50.000 hogares, siembre según fuentes ministeriales, podrán acceder a este dinero.

Pronto se comprobará si estas medidas tienen efecto real y si no se vuelvan a dar casos extremos como los del pasado invierno, cuando muchas escuelas infantiles e institutos del norte del país no tuvieron acceso a calefacción. Hace ya más de un año, el millonario George Soros, a través de su Open Society Institute, intervino donando un millón de dólares para que 54 centros pudieran llenar los depósitos. En un movimiento sorprendente, las asociaciones de padres rechazaron el dinero. No veían claras las intenciones del magnate al mismo tiempo que acusaban a Atenas y aseguraban que era "tarea del Gobierno" proveerles de combustible. ¿Volverán a estar otro invierno más con la caridad como única alternativa? Es revelador que, por ejemplo, la Fundación Internacional para Grecia –comandada por rica familia grecoaustraliana Leventis y entre cuyos patrones, paradójicamente, se encuentra el primer ministro Samarás– ya ha empezado una campaña de recogida de fondos para estas escuelas. ¿Será de nuevo un lujo para muchos griegos no pasar frío hasta la primavera?

También a Grecia llega el invierno. La entrada de lleno en noviembre y las primeras jornadas de frío obligan a encender la calefacción de manera esporádica. Sin embargo, desde hace tres años muchos griegos ya no aprietan a ningún botón; han dado la espalda al modo tradicional, la calefacción central alimentada por gasoil, y se han pasado a una alternativa aún más castiza –y más barata–, aunque controvertida: la de quemar madera.

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