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Bancos rescatados, ciudadanos castigados: así perdieron los ahorros de toda una vida
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VÍCTIMAS DE LA QUITA DE DEUDA EN GRECIA

Bancos rescatados, ciudadanos castigados: así perdieron los ahorros de toda una vida

15.000 tenedores de bonos públicos del Estado griego resultaron afectados por la quita de deuda efectuada en 2012. Lo perdieron todo. Estas son sus historias

Foto: Una bonista participa en una protesta para exigir la devolución de sus ahorros ante el Banco Central de Grecia, en Atenas. (Reuters)
Una bonista participa en una protesta para exigir la devolución de sus ahorros ante el Banco Central de Grecia, en Atenas. (Reuters)

“No es ético ni lógico lo que han hecho con nosotros. Han venido y nos han quitado el pan de la boca”. Las palabras de Serafim Tzanetas resuenan poderosamente en su pecho de fumador antes de inundar la pequeña salita de su casa, en la localidad costera griega de Patras. Una persona con 73 años, los que él tiene, podría decir que ya lo ha visto todo en la vida, pero la política y la economía pueden deparar sorpresas hasta a los más veteranos. Ese fue su caso. Lo inesperado tocó a la puerta de su humilde domicilio hace dos primaveras. Las noticias fueron funestas: había perdido los ahorros reunidos durante toda una vida de lucha.

El curtido costeño es uno de los 15.000 tenedores de bonos públicos del Estado griego afectados por la quita de deuda efectuada a principios de 2012. Atenas logró entonces reducir su todavía insostenible deuda pública en unos 106.000 millones de euros en manos del sector privado. Los acreedores del país intercambiaron bonos gubernamentales con otros nuevos, suscritos a 30 años, incurriendo en pérdidas reales superiores al 75% del valor de los títulos.

La quita no fue ejecutada sólo sobre las instituciones financieras privadas, sino también sobre los pequeños tenedores de bonos como Serafim, que confiaron sus ahorros al Estado. El anciano de Patras perdió 12.000 euros en la operación

El problema es que la quita no fue ejecutada sólo sobre las instituciones financieras privadas, sino también sobre los pequeños tenedores de bonos como Serafim, que confiaron sus ahorros al Estado pero vieron como la quita les explotó en la cara. El anciano de Patras perdió unos 12.000 euros en la operación: “Ahora llegamos a fin de mes con mucha dificultad, pero no nos queda otra que seguir luchando mientas podamos”, comenta a El Confidencial con preocupación.

Según diversas estimaciones, los pequeños inversores, como Serafim, tenían en su poder bonos por un valor total de unos 2.300 millones de euros. Cada comprador había invertido cantidades entre 5.000 y 150.000 euros. La mayoría de ese dinero se ha perdido, dejando a muchas familias sin medios para sustentarse. El drama es mayor en familias como la de Serafim. Tiene una hija de 40 años con una minusvalía del 80% y una esposa con problemas psicológicos: “Ese dinero era de la niña y no mío. Si yo me muero, ¿qué va a ser de ella? Esta casa la compré con la idea de traspasársela, pero ahora no puedo hacerlo porque le quitarían su ayuda”, explica.

Viven con la pequeña pensión de su hija y su jubilación, una paga que se ha reducido por la crisis económica. “El cambio ha sido radical. Ahora tengo que pagarlo todo para la niña, no me recetan nada. Los medicamentos han subido un 30% de precio. Nosotros tenemos una necesidad especial con la niña, que requiere más cosas. Sentimos inseguridad y no tengo fe en nada. Si el mismo Estado ha sido el causante de esto, ¿cómo me voy a fiar de ellos?”, critica Serafim, exadministrador de la Universidad de Patras y vicepresidente de una organización de niños discapacitados.

Un hombre se sienta ante una sucursal del Banco Nacional en Atenas (Reuters).Los suicidios

Los vaivenes de los últimos años han dañado el corazón de Serafim: “Se ha acumulado todo, como el estrés. Eso no ayuda”, lamenta. Su caso, por suerte, no ha resultado ser tan drástico como el de los 17 pequeños tenedores de bonos que se han suicidado desde 2012. El último de ellos dispuso de su vida el pasado 7 de mayo: su mujer encontró su cuerpo colgando de un árbol cerca de un pueblo a las afueras de Salónica, donde tenían una casa. Se había matado el día antes de su 57 cumpleaños. Su viuda dice que la quita les dejó en una difícil situación financiera: “Quizá yo también haga uso de mi turno en ese árbol, pero ahora mismo me he convertido en madre y padre y tengo que ser fuerte para cuidar de mi hijo”, declaró la mujer a la prensa local.

Muchos de los casos han desembocado en problemas psicológicos graves, aun sin llegar al suicidio. Es lo que ha sucedido a una pareja que perdió todos sus ahorros después de trabajar 30 años como inmigrantes en Alemania. Uno de los miembros de la familia se resiste a creer que la quita haya sucedido realmente.

Una injusticia en nombre del “bien común”

Gran parte de la culpa la tienen los políticos, según Serafim. “Creo en la democracia, pero nunca me fiaría de un político griego. Son peones que sirven para llevar a cabo los planes de los grandes del sistema”, asegura mientras el sol veraniego heleno entra con fuerza por el pequeño balcón de su casa.

Uno de los más criticados por los pequeños tenedores de bonos es el líder socialista Evangelos Venizelos. El actual vice primer ministro (su agrupación, el Pasok, es socio menor de la coalición bipartita de gobierno dirigida por el conservador Antonis Samaras) firmó la histórica quita de deuda en 2012, cuando era ministro de Economía, dejándoles de lado.

Tampoco se ha hecho querer durante estos meses. La tensión estuvo a punto de explotar cuando un grupo de pequeños inversores interrumpió con proclamas uno de sus mítines durante la campaña de las pasadas elecciones europeas. Dijo que los manifestantes habían tenido una “mentalidad fascista”, antes de admitir que el grupo que chafó su discurso había sufrido una injusticia, pero por el “bien común”. “Ahora quieren retenerme para que dé cuenta de los efectos colaterales”, añadió, lanzando quizá más leña al fuego.

“Los líderes de todos los partidos mintieron”

Venizelos es acusado por los pequeños tenedores de bonos de no haberles excluido de la quita de deuda. “Esa operación, llamada voluntaria, se ejecutó sobre el sector privado. Incluso aunque el Banco Central Europeo decidió clarificar de alguna forma que el término ‘sector privado’ concernía a ‘instituciones financieras’, como bancos, los bonos del Gobierno en manos de individuos privados como yo no fueron eximidos. Tampoco fueron ciertas las repetidas garantías presentadas por los líderes de todos los partidos políticos de que no nos afectaría”, critica Katerina Peretzi, otra de las víctimas de la quita.

Muchos casos han desembocado en problemas psicológicos graves. Es lo que sucedió a una pareja que perdió sus ahorros después de trabajar 30 años en Alemania. Uno de ellos se resiste a creer que la quita haya sucedido realmente

Peretzi se retiró voluntariamente en 2008 de su puesto como especialista en asuntos culturales de la embajada de EEUU en Atenas. Lo hizo para cuidar de su hijo, diagnosticado con esclerosis múltiple. “Como añadidura a mi reducida pensión, pero principalmente para asegurar que las necesidades de mi hijo discapacitado eran resueltas a lo largo de su vida, vendí una porción de tierra heredada por mi familia –explica–. Preocupada por los problemas del sistema bancario, acudí a la llamada del Banco Central de Grecia, que pidió a los ahorradores privados comprar bonos del Estado a ser devueltos sin impuestos cuando maduraran. Grecia era un país de la Eurozona y creí que tenía máxima seguridad”, explica Peretzi.

“Esto fue lo que la gente cauta y conservadora hizo para proteger su dinero: compraron bonos de su Gobierno sin pretender hacerse ricos, pero esperando la protección del Estado”, enuncia. La situación, sin embargo, no siguió el guion previsto. “Es muy difícil para mí llegar a fin de mes, porque además mi pensión ha sido reducida de 19.600 euros al año a 13.200, mis impuestos han aumentado un 25% y ahora ni siquiera soy capaz de contratar la ayuda que mi hijo, en silla de ruedas y con una discapacidad del 90%, necesita. A mis 65 años tengo que hacer por mí misma todo el trabajo manual que él necesita”, lamenta Katerina.

También tiene que apoyar a su hija, arquitecta y desempleada durante los tres últimos años. “El coste de la vida no se ha reducido y la sanidad pública, de la que dependemos, es peor día tras día. Estoy extremadamente preocupada por el futuro, principalmente por mi hijo, pero también por mi hija y por mí”, subraya la exdiplomática.

placeholder Trabajadores municipales de Atenas protestan contra los recortes exigidos por líderes internacionales (Reuters).

Exenciones de impuestos sólo a instituciones financieras

Katerina no ve ética la quita de deuda ejecutada sobre los pequeños tenedores de bonos. “Nuestra categoría de individuos privados no estuvo representada legalmente, o de cualquier manera, en las negociaciones de la quita. Fuimos categorizados como ‘inversores’ junto a los bancos y varios fondos de inversión. Pero, al contrario que esas instituciones, nosotros no podíamos comprar productos financieros como permutas de incumplimiento crediticio (los conocidos como credit default swap, o CDS) para protegernos de pérdida de capital”, señala.

“Además, el acuerdo de quita previó que los bancos serían recapitalizados y los fondos de seguridad social apoyados con varias medidas para cumplir con sus obligaciones. Nada de ello fue previsto para nosotros”, lamenta. “Como mortales, además, no tenemos la esperanza de vida de las instituciones financieras. No podemos esperar a 2042 para recuperar el 31,5% de nuestro dinero. En mi caso debería vivir hasta los 93 años”, añade Katerina.

La exdiplomática cree que si no fueron excluidos de la quita fue porque el Gobierno griego temía que otros inversores privados también habrían demandado su exclusión, llevando al país a una suspensión de pagos. “No me convence, sin embargo, que respetados economistas y abogados no pudiesen encontrar una salida del embrollo. Probablemente estaban presionados en una época en la que estábamos navegando en aguas inexploradas y simplemente no fuimos parte de sus prioridades”, reflexiona.

Estafados por el Estado

Tanto ella como Serafim critican, además la forma en que les fueron ofrecidos los bonos. “Tanto el Banco Central de Grecia como la agencia de administración de la deuda pública promocionaron los bonos como un producto financiero válido para personas, como se dice en Grecia, ‘profanas’, o ‘no particularmente versadas en las prácticas bancarias’. Ese anuncio apareció en la página web del Banco Central griego, sólo en la versión griega, curiosamente”, desvela Peretzi.

‘Esto fue lo que la gente cauta y conservadora hizo para proteger su dinero: compraron bonos de su Gobierno sin pretender hacerse ricos, pero esperando la protección del Estado’, explica Katerina

Las consecuencias las han pagado los pobres, mientras los ricos son más ricos. Fue una estafa. Buscaron a personas tontas como yo, buenas víctimas. Compré el 100% del bono fiándome de ellos”, lamenta Serafim.

Ellos, como muchos otros en su situación, se han agrupado en torno a una organización conocida como Fpoed para continuar luchando por su dinero a través de la justicia. “Hasta ahora no ha habido ninguna oferta de los bancos o del Gobierno para ayudar a los ciudadanos que depositaron sus ahorros en bonos del Estado para que recuperen algunas de sus pérdidas. Debe remarcarse que estas personas todavía deben pagar impuestos a pesar de haberse quedado sin su dinero, cuando compañías y bancos han sido agraciados con exenciones de impuestos de hasta 30 años”, critica Nikos Papayeoryiou, publicista y uno de los líderes del movimiento.

“Queremos que compensen a los ciudadanos que compraron bonos con la idea de hacer un depósito temporal en el sector público. La quita fue negociada con las instituciones bancarias y no con los individuos. Fuimos animados a comprar bonos del Estado como depósitos temporales en vez de inyectar dinero directamente a los bancos para no repetir la experiencia del colapso de Lehman Brothers. ¿Cómo puede el estado decir que está en bancarrota y no puede honrar sus obligaciones con sus ahorradores al mismo tiempo que se endeuda para ayudar a los bancos y salvaguardar los depósitos en instituciones privadas? Creemos que todos los ahorradores deben ser tratados igual”, explica el publicista.

El plan de la izquierda radical

Otra de las afectadas por la quita de deuda es Michelle Balcon. Se trata de una francesa residente en la isla de Siros desde 1981. Allí se casó con un griego, de quien se separó en 2009. “En ese momento tenía que encontrar una forma de vivir con el dinero que me habían dado. Tenía que ser muy cuidadosa, así que elegí la seguridad ofrecida por los bonos griegos”, explica. Perdió, como los demás, buena parte de su dinero: “Nos cortaron las gargantas. Fue increíble, nos dejó en un estado de decepción, rabia y un sentimiento de impotencia”.

“Castigaron a la gente simplemente por ser honesta y confiar en el Estado. ¿Cómo podemos confiar en alguien después de ello?”, se pregunta Michelle. Su situación se agravó con la lucha contra un cáncer de pecho en 2013. Sus amigos la ayudaron a tener éxito con el tratamiento: “Sigo queriendo a Grecia y a la gente maravillosa de este país, pero nunca olvidaré todas las mentiras y el desprecio con el que nos trataron”, abunda.

Sólo la oposición parece haberse acordado de forma aparente de sus casos. La izquierda radical (Syriza), el principal partido de la oposición en Grecia, ha elaborado un plan para devolver parte del dinero a quienes invirtieron menos en bonos y tienen una peor situación económica, pero muchos no creen ya en las palabras de los políticos. Serafim tampoco, aunque seguirá acudiendo a las urnas: “El voto es algo sagrado, es la única arma que tenemos”, explica. No cree que nadie le vaya a devolver su dinero, pero sí en que hay que luchar para intentarlo: “En mi pueblo se decía que la ira de Dios es mejor que la ira del pueblo”, sentencia el jubilado.

“No es ético ni lógico lo que han hecho con nosotros. Han venido y nos han quitado el pan de la boca”. Las palabras de Serafim Tzanetas resuenan poderosamente en su pecho de fumador antes de inundar la pequeña salita de su casa, en la localidad costera griega de Patras. Una persona con 73 años, los que él tiene, podría decir que ya lo ha visto todo en la vida, pero la política y la economía pueden deparar sorpresas hasta a los más veteranos. Ese fue su caso. Lo inesperado tocó a la puerta de su humilde domicilio hace dos primaveras. Las noticias fueron funestas: había perdido los ahorros reunidos durante toda una vida de lucha.

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