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Rajoy impone su hoja de ruta en Cataluña a un Mas en “fase de delicada superviviencia”
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CAMBIO DE ESCENARIO POLÍTICO

Rajoy impone su hoja de ruta en Cataluña a un Mas en “fase de delicada superviviencia”

Llevaban meses sin cruzarse una palabra desde que Artur Mas asumió por libre la fecha de la consulta y la doble pregunta que quiere plantearle a los catalanes

Foto: Rajoy recibe a Artur Mas en La Moncloa (GTRES).
Rajoy recibe a Artur Mas en La Moncloa (GTRES).

Llevaban meses sin cruzarse una palabra desde que Artur Mas asumió por libre la fecha de la consulta y la doble pregunta que quiere plantearle a los catalanes el próximo 9 de noviembre. A Rajoy, sin embargo, le ha bastado con sentarse a esperar cómodamente en su despacho hasta que su adversario se haya ido debilitando progresivamente ante la falta de avances por parte de Madrid y por los escándalos con la Hacienda y los informes policiales que han puesto contra las cuerdas al apellido Pujol, el emblema del catalanismo de las últimas décadas y valedor del propio Mas. Por eso, el president se aferró ayer como un clavo ardiendo a ese nuevo clima de “diálogo abierto” que le puede dar una pequeña salida a su gran órdago.

Rajoy y Mas no se han movido ni un solo milímetro de sus posiciones en torno a la consulta pero han despejado área para negociaciones más fáciles en temas económicos, en financiación, en infraestructuras, en sanidad y en Dependencia… Hasta 23 temas no directamente relacionados con el derecho a decidir en los que sí puede haber margen para el entendimiento y, además, antes de lo esperado.

Vídeo: Gritos de '"Viva España" y "Mas, traidor" en la rueda de prensa

“Clima, mejor que antes y sensación de que Convergencia entra en una fase de delicada supervivencia”, explican fuentes de la presidencia del Gobierno a la hora de abordar este deshielo estival entre ambos y a pesar de que, en los primeros saludos, a pie de escalera, ambos apareciesen serios y distantes por momentos. “La reunión ha sido previsible en lo de la consulta y en el resto queda un diálogo abierto sobre temas diversos y concretos”, añaden estas fuentes. Una opinión similar a la que esbozó, en público, el líder catalán. “Hoy podría haber comparecido diciendo que no había posibilidad de seguir hablando, pero he querido decir que hay un clima de diálogo abierto”, explicó. “Eso no quiere decir que hay soluciones, y menos en los asuntos más espinosos, pero al menos hay una disposición a hablar”.

En efecto, las discrepancias entre Artur Mas y Josep Antoni Durán i Lleida, que ha abandonado recientemente todos sus cargos en la federación de Convergencia, sumado al ascenso imparable de Esquerra Republicana en las encuestas y, como colofón, el estigma en el que ha caído Jordi Pujol con su revelación sobre su fortuna oculta en Suiza, han terminado por debilitar políticamente a un presidente autonómico que ayer acudió a Madrid con mucha menos fuerza negociadora de la que tenía hace solo un año, cuando parecía pilotar un tren directo al muro de Madrid.

El nuevo Mas no avanza escenarios pero ya deja ver que no acabará sacando las urnas a la calle por la fuerza si el TC anula su consulta. “A buen entendedor, pocas palabras bastan”, respondió cuando le preguntaron si había tratado con Rajoy sobre este posible desenlace. “Vamos a hacer esto de forma civilizada aunque haya desacuerdo”, añadió en otro momento de la rueda de prensa

Vïdeo: Mas reconoce que no se ha avanzado en el tema de la consulta

“Si el Constitucional anula la convocatoria, estaremos en otra frase, quizá en la última frase del proceso. Pero ahora estamos en el 9 de noviembre y yo voy a poner toda la carne en el asador en esta fase”, explicó. “Estamos buscando la respuesta de los catalanes en las urnas, fíjese si es absolutamente democrático. Si nos obstaculizan el 9 de noviembre desde el punto de vista legal, pues entraremos en otra fase”.

Separarse de Pujol

Mas se mostró visiblemente incómodo al tener que hacer referencia a los escándalos que ahora envuelven a los Pujol, aunque trató de desligarse de ese caso para que le salpiquen lo menos posible. “El señor Pujol ha sido mucho en Cataluña, es evidente, pero no lo es todo. La fuerza que yo pueda tener, más o menos, es la que me da el pueblo catalán, no una persona concreta”, explicó.

Por todo ello, Mas se esforzó ayer en Madrid por dar una nueva imagen extremadamente conciliadora para tratar de acordar con el Estado una fórmula que le permita, por un lado, conseguir la consulta y, por otro, hacerlo dentro de la legalidad y con un acuerdo con el Gobierno de la nación. A la británica, como ocurrirá en octubre con el referéndum de Escocia. “Reitero y recuerdo que hay posibilidades de convertirla en una consulta legal si hay voluntad política suficiente para ello”, argumentó. Pero, por si acaso, y para no tener que presentarse ante los catalanes con las manos vacías, ya ha esgrimido 23 reclamaciones económicas con las que contentar, al menos en parte, a los del "Espanya ens roba".

Llevaban meses sin cruzarse una palabra desde que Artur Mas asumió por libre la fecha de la consulta y la doble pregunta que quiere plantearle a los catalanes el próximo 9 de noviembre. A Rajoy, sin embargo, le ha bastado con sentarse a esperar cómodamente en su despacho hasta que su adversario se haya ido debilitando progresivamente ante la falta de avances por parte de Madrid y por los escándalos con la Hacienda y los informes policiales que han puesto contra las cuerdas al apellido Pujol, el emblema del catalanismo de las últimas décadas y valedor del propio Mas. Por eso, el president se aferró ayer como un clavo ardiendo a ese nuevo clima de “diálogo abierto” que le puede dar una pequeña salida a su gran órdago.

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