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Conmoción en el PSOE por el CIS y confianza en recuperar el voto indeciso el 20-D
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EL ARRANQUE DE CAMPAÑA SE NUBLA

Conmoción en el PSOE por el CIS y confianza en recuperar el voto indeciso el 20-D

El sondeo impacta como un "jarro de agua fría" en los socialistas, que no obstante mantienen que la brecha con el PP no es tan amplia, que no es "creíble" la cocina del CIS y que la campaña será decisiva

Foto: Pedro Sánchez, al lado de Sara Hernández, líder del PSOE-M, en el mitin de apertura de campaña, en el polideportivo Juan de la Cierva de Getafe. (EFE)
Pedro Sánchez, al lado de Sara Hernández, líder del PSOE-M, en el mitin de apertura de campaña, en el polideportivo Juan de la Cierva de Getafe. (EFE)

"Hostiazo descomunal". "Datos terroríficos". "El PSOE en llamas". "Un palo tremendo". "Un jarro de agua fría importante". Un sudor helado recorrió este jueves la espalda del PSOE. No había mucho margen para el consuelo, aunque se intentaba buscar el optimismo hasta debajo de las piedras. La encuesta preelectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) congeló la sangre de muchos dirigentes que no esperaban unos datos tan negativos, y menos procedentes de un barómetro oficial, que suele ofrecer proyecciones menos entusiastas hacia las formaciones emergentes.

Y todo esto apenas a unas horas del arranque oficial de la campaña de las generales. Unas elecciones en las que el PSOE se juega no solo el liderazgo de Pedro Sánchez sino su propio ser. Porque un descalabro descomunal podría sumirle en la crisis más profunda de su historia reciente. Sin embargo, en Ferraz y en las federaciones se procuró hacer de tripas corazón, guardar la compostura, cerrar filas para evitar agrandar la herida y desmovilizar a la tropa. La consigna era nítida: apoyarse en los datos positivos, desacreditar "la cocina de la encuesta" y focalizar el mensaje en el gran volumen de indecisos, de hasta el 41,6% (10 puntos más que hace cuatro años).

Varios sondeos de institutos demoscópicos privados venían advirtiendo de que el PSOE podía deslizarse por debajo de los 100 escaños, la barrera psicológica que antes dividía el éxito o el fracaso. En 2011, Alfredo Pérez Rubalcaba llevó al partido a su peor marca histórica en generales, 110 diputados y un 28,76% de los votos. Desde el círculo de Sánchez se apuntaba que había que esperar a la encuesta del CIS, porque ofrecería una foto más "aproximada" del clima del país, dado el tamaño de la muestra. Pero lo que trajo el organismo oficial fue desolación y pesimismo en sus grandes números: pronosticó un 20,8% -un 25,3% en el barómetro de octubre- y entre 77 y 89 escaños. Una horquilla amplia y, en el mejor de los supuestos, por debajo de los 90 diputados. Una cifra mucho peor de la que podría soportar el PSOE, como reconocen hasta los más cercanos al secretario general.

Porque, ¿dónde está la medida del éxito o fracaso de los socialistas este 20-D? Todas las fuentes consultadas por El Confidencial exponen un análisis semejante: que, a diferencia de otros comicios, no basta con mirar el número de escaños, porque ahora hay más factores en juego. En la noche electoral, coinciden todos, habrá que observar la distancia con el PP, la posición en el podio, la ventaja respecto al siguiente de la lista y el número de diputados. Así, 90 actas podría ser un dato digerible para el PSOE si quedara próximo a los populares y sacara bastantes cabezas a los emergentes, pero menos pasable si Mariano Rajoy se destaca mucho, le asfixian los nuevos y no logra liderar una alternativa.

Hay coincidencia en que habrá que analizar el 20-D en función de la distancia con el PP y con los emergentes, la posición en el podio y el número de asientos

No obstante, hay líneas orientativas: si Sánchez gana y gobierna, él y el partido está salvado; si no vence pero se queda por encima de 100 escaños, se interpretará como un resultado aceptable. Algo por debajo, dependerá del resto de variables. Pero si se queda en el entorno de los 80 asientos o menos, o se precipita por detrás de Ciudadanos, la lectura será la de fracaso sin paliativos. Los 130 escaños con los que la dirección soñaba hace dos meses se sienten muy lejanos hoy.

El batacazo se sintió como especialmente doloroso en Madrid. El epicentro de la política española. La circunscripción del candidato. La lista que él encabeza, según el CIS, se quedaría cuarta, con apenas cinco escaños, la mitad de los obtenidos cuatro años atrás. Por delante, PP (13-14), Ciudadanos (10) y Podemos (6-7). El drama tendría nombres propios: la excomandante Zaida Cantera, fichaje estrella de Sánchez, o Eduardo Madina, su rival en las primarias de 2014, se quedarían fuera del Congreso. El PSOE solo se situaría por delante en Andalucía y Extremadura, y en algunas comunidades se vería desplazado por Ciudadanos, Podemos o las coaliciones en las que participa, como en Cataluña, Castilla y León o Euskadi.

Gabilondo: "No podemos resignarnos"

Hasta los dirigentes más prudentes admitían en privado, con pesar y palpable preocupación, que el pronóstico de hundimiento del PSOE certificado por el CIS, cuyos estudios siempre gozan de más "credibilidad", "no es la mejor forma de arrancar la campaña". Por varias razones. La primera, por el golpe anímico a las bases, que son las que tienen que tirar del carro hasta el 20-D. "Es posible que lo que se pretenda es eso, desincentivar a la tropa", desliza un dirigente del círculo de Sánchez, atribuyendo una doble intención al CIS. Un responsable territorial añade que, no obstante, esos malos datos pueden generar el efecto contrario, que la militancia se active para luchar por la victoria. "A las bases les cuesta arrancar la campaña, pero luego se enciende, sobre todo en la segunda semana", tercia otro.

Los dirigentes reconocen que la encuesta no es un buen arranque porque desanima a las bases y puede marcar la tendencia de los siguientes estudios

Pero la desazón cundía este jueves entre el auditorio del mitin de apertura celebrado en el polideportivo Juan de la Cierva de Getafe (Madrid), del que se habilitó solo la mitad del aforo. Bastaba preguntar a algunos dirigentes locales, con la inquietud pintada en el rostro. Otros, en cambio, se aferraban a un moderado optimismo. Durante el acto, al que acudieron 1.200 simpatizantes -según fuentes del partido-, sí se siguió el manual: gritos de "¡presidente, presidente!", banderas agitándose, entusiasmo. Pero Ángel Gabilondo, telonero de Sánchez, no lanzaba por casualidad su arenga: "No podemos resignarnos, ni claudicar, ni rendirnos, no vale asustarse. Eso de estar desengañado y cansado es un lujo. Basta ya de depresión". La baronesa regional, Sara Hernández, hizo lo propio: quedan "muchos días" de sondeos, pero el mejor indicativo es que "cuando el PSOE gobierna ayuntamientos y comunidades" y se hace con el poder en las federaciones de municipios, entonces es el partido "que lidera La Moncloa".

Segunda razón: porque el CIS "marca la tendencia de las siguientes encuestas", las que quedan por llegar hasta cinco días antes de abrir las urnas, y por tanto puede calar como una lluvia fina la sensación de que los socialistas siguen una tendencia a la baja, orillados por el empuje de Ciudadanos.

Contra el CIS

Tres, porque el instituto oficial tampoco se aleja demasiado del resultado final del PSOE. Se pueden poner algunos ejemplos. En las catalanas, el CIS anticipó al PSC 16-17 escaños, y tuvo 16. En las autonómicas, auguró 27-28 actas para el PSM en la Asamblea, y cosechó 37. En las andaluzas, anotó 44 actas a Susana Díaz, que luego fueron 47. En las europeas de 2014, avanzó 18-19 asientos, por los 14 reales. En las generales de 2011, proyectó 116-121 parlamentarios, y la realidad fue más dura, 110.

Tanto Ferraz como las federaciones, o los veteranos que llevan varias elecciones a sus espaldas, insistían en cambio en que hay que fijarse en otros datos que sí son más positivos para el PSOE y que están en las tripas del estudio. Para empezar, la intención directa de voto -lo que declaran espontáneamente los encuestados, sin pasar por la cocina del CIS-: un 14,9%, por el 16,2% del PP y el 11,6% de Ciudadanos. En simpatía, señalaban, también ganan los socialistas: 18,9%, frente al 16,7% del PP y el 11,9% de Albert Rivera. Si se suman intención directa y simpatía, vence el PSOE (18,9%, tres décimas por encima de los populares y más distanciados de la formación naranja, 13,6%).

Otra cifra más en la que se apoyan los socialistas: el 18,9% prefiere que gane Pedro Sánchez, por el 18% que contesta que se inclina por Mariano Rajoy. Ferraz también subraya la buena valoración de su líder (su nota es de un 4,59), algo más baja que la de Albert Rivera (4,98) y muy por delante de las calificaciones que obtienen el presidente del Gobierno (3,31) y el líder de Podemos, Pablo Iglesias (3,87).

"Hay más cocina que la de Bertín Osborne", criticaban varios dirigentes del PSOE andaluz, en clara alusión al programa 'En la tuya o en la mía' de TVE, por donde han desfilado tanto Sánchez como Rajoy. Pero esa expresión, en términos muy similares, se escuchaba en Ferraz y en más federaciones. Que al CIS se le había "ido la mano" con la estimación de voto. Que no resultaba "creíble" que en menos de un mes, desde el barómetro de octubre hasta la encuesta preelectoral -el trabajo de campo es del 27 de octubre al 16 de noviembre, sobre 17.452 entrevistas-, el PSOE cayera desde el 25,3% hasta el 20,8%. "Somos el partido preferido, en voto directo y en voto más simpatía estamos muy cerca del PP, y resulta que luego nos quedamos a casi ocho puntos del PP en la estimación. Eso no encaja", protestaba un miembro de la ejecutiva muy próximo a Sánchez, que señalaba a la vez cómo los españoles se sitúan en el centro izquierda -en concreto, en el 4,69 de la escala de 1 a 10, donde el 1 es la extrema izquierda y el 10, la extrema derecha- y ubican al PSOE a su vera, en el 4,40.

Sánchez carga contra la “manipulación“ del CIS: “El próximo 20-D al Gobierno de la mentira vamos a darle una lección de verdad ganando las elecciones“

En el comité de estrategia no manejan esas cifras. Uno de sus integrantes indica que sus análisis sitúan a Sánchez "en el entorno de los 100 escaños" y a menos distancia del PP, con lo que la conclusión es que "hay partido aún" y la disputa está más reñida de lo que dibuja el CIS.

Sánchez empleó esa crítica durante su mitin de apertura de campaña, cargando contra un "Gobierno que ha manipulado RTVE, la Agencia Tributaria y ahora ha vuelto a manipular las encuestas". "El próximo 20-D, al Gobierno de la mentira vamos a darle una lección de verdad ganando las elecciones", clamó.

"Margen para recuperar"

Pero hay otro dato al que los socialistas se aferran y que consideran clave: el 41,6% de los encuestados por el CIS dice no tener decidido su voto. De ellos, un 9% duda entre PP y PSOE, un 11% entre PP y C's, un 9,1% entre PSOE y C's y un 7,7% entre PSOE y Podemos. Con esas cifras en la mano, todos los dirigentes consultados por El Confidencial insisten en la misma idea: la campaña será "decisiva", más que nunca. E influirán elementos como los debates. Aunque ya se ha celebrado uno -el lunes pasado, en 'El País'-, en el partido se cree que ayudarán a definir más el 20-D el encuentro en Atresmedia, el próximo lunes, y el cara a cara con Rajoy, el día 14. Con razón esta campaña, ubicada por decisión de Rajoy en pleno diciembre y a las puertas de las navidades, se figura más televisiva que nunca. "El trabajo de campo del CIS se quedó a mitad de noviembre, y estas últimas semanas están siendo buenas para nosotros. Y el debate de Pedro el lunes fue más que positivo", indica una responsable del núcleo duro de la dirección.

La encuesta oficial deja otro titular en verde para el PSOE: que C's, al contrario de lo que apuntan algunos sondeos de empresas privadas, sigue tercero en el 'ranking'. Eso es clave para la dirección, que se visualice que Sánchez es la "alternativa" a Rajoy, la "única" que puede ganar "a las derechas". En definitiva, en la cúpula federal se analiza que el PP está "sobrevalorado" en el CIS, y el PSOE, "infrarrepresentado", mientras que los emergentes sufren el 'efecto moda'. "En las autonómicas y municipales también parecía que iban a superarnos, y no fue así. Hay todavía voto oculto a los dos grandes partidos", rubrica un integrante de la ejecutiva. "Hay margen para recuperar en estos 15 días", apuntala una parlamentaria que conoce bien la maquinaria de Ferraz.

El candidato carga contra “las derechas“ de Rajoy y Rivera y advierte de que si el voto de “la mayoría“ se divide, “se pone freno al cambio“

¿Qué estrategia seguir? Veteranos del partido, miembros de la dirección y también en las federaciones señalan que solo hay un camino, y es el seguido por el candidato en las últimas semanas: arrinconar a C's en la "derecha", que es una versión "corregida y aumentada de Rajoy", remachar que "sólo hay dos opciones: o Rajoy o Sánchez", y que sólo "tener un voto más que el PP garantiza que este no vuelva a gobernar", pues Rivera le apoyará. "Se va a ver en los mítines, en los debates... Pedro va a seguir hablando de las derechas, de la nueva y vieja derecha, va a intentar que se sepa que Albert es de derechas y que no supone cambio", ilustra uno de los hombres que se sientan en el sanedrín de estrategia.

Sánchez siguió el guión: "El único partido capaz de ganar a las derechas de Rivera y de Rajoy -proclamó en Getafe- es el PSOE. La mayoría de españoles quiere cambio, y si la mayoría se divide, se pone freno al cambio, y por eso hay que votar al PSOE, para que gane la mayoría".

El PSOE, "como una piña"

"La gente debe percibir que votar al PSOE sirve para algo, y a eso hay que responder en campaña. ¿Pero y si la pulsión de cambio se percibe quiere decir que la gente quiere cambiarlo todo?", se pregunta preocupada una dirigente ahora más en segunda línea, que añade que no sólo acecha el peligro de C's, sino también el de Podemos, que se puede rehacer en estos 15 días. Pero Sánchez y la dirección machacarán que la formación de Pablo Iglesias "se desploma" y por tanto hay que "concentrar" el voto progresista en el PSOE.

En Andalucía, la federación más fuerte, no quieren levantar ningún frente de crítica. La propia Susana Díaz subrayó que serán los "socialistas andaluces" los que llevarán a Sánchez a La Moncloa. Para la presidenta, es básico obtener un buen resultado: para aportar a la bolsa federal y, en caso de que vengan mal dadas, reivindicar el poderío de su territorio en el futuro puzle del PSOE.

Hasta el 20-D, no es previsible que se levante una rebelión interna, que se cuestione al líder. El partido está, como recuerdan sus mandos, en "modo campaña", y se mueve "como una piña". Valga este resumen: "Toca volcarse al máximo en la campaña, convencer al indeciso, tirar de tu voto... y el que sea creyente, que rece".

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Sánchez pide "trabajo, confianza y sonrisa" para "tener un voto más que el PP"

En su mitin de apertura de campaña, Pedro Sánchez volvió sobre sobre sus pasos y explicó sus principales propuestas, defendió el legado socialista de los Gobiernos de Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero (de los dos)... e intentó animar a los suyos, una tarea fundamental para llegar con fuerza el 20 de diciembre.

Pero la parte mollar de su discurso fue la crítica al Gobierno por la "manipulación" de la encuesta del CIS y la equiparación de Albert Rivera con Mariano Rajoy, como horas antes había hecho desde Tomelloso, en Ciudad Real. Concluyó que si una fuerza "apoya" la reforma laboral olos copagos farmacéuticos y no respalda las cuotas para preservar la representación paritaria, es la derecha. "Aunque tengas 20 años menos, eres el PP", se burló.

Sánchez pidió a los suyos encarar la campaña "con trabajo, confianza y sonrisa". "Porque vamos a ganar las elecciones", redondeó. "Sólo necesitamos un voto más que el PP", apremió.

Al comienzo del acto, se emitió un vídeo de apoyo al candidato. No de dirigentes del PSOE, sino de figuras internacionale: los primeros ministros de Italia, Matteo Renzi, y de Suecia, Stefan Löfven, de la exjefa del Gobierno de Dinamarca Helle Thorning-Schmidt y la líderde la diplomacia europea, la italiana Federica Mogherini.

"Hostiazo descomunal". "Datos terroríficos". "El PSOE en llamas". "Un palo tremendo". "Un jarro de agua fría importante". Un sudor helado recorrió este jueves la espalda del PSOE. No había mucho margen para el consuelo, aunque se intentaba buscar el optimismo hasta debajo de las piedras. La encuesta preelectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) congeló la sangre de muchos dirigentes que no esperaban unos datos tan negativos, y menos procedentes de un barómetro oficial, que suele ofrecer proyecciones menos entusiastas hacia las formaciones emergentes.

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