Es noticia
Muerte y resurrección de un desahucio
  1. Cultura
CRISTINA FALLARÁS NOVELA LOS ÚLTIMOS DÍAS DE SU VIDA EN SU CASA

Muerte y resurrección de un desahucio

Cristina Fallarás publica los últimos días de Cristina Fallarás. Ésta es su historia, la de la irremediable degradación de una mujer y sus dos hijos que

Foto: Muerte y resurrección de un desahucio
Muerte y resurrección de un desahucio

Cristina Fallarás publica los últimos días de Cristina Fallarás. Ésta es su historia, la de la irremediable degradación de una mujer y sus dos hijos que lo pierde todo en menos de diez días, arrinconada en lo alto de una colina de un mundo en proceso de descomposición. Es el final, es el desahucio. Es la cuenta atrás antes de que los bárbaros echen abajo la puerta, la despojen de todo lo que tiene y punto. Final.

Bienvenida, así acaba tu vida. “Últimos días en el Puesto del Este” (Salto de Página) obtuvo el Premio Ciudad de Barbastro de novela corta en 2011, imaginamos que por haber sido escrita en rojo, miedo y sangre. Cristina Fallarás se encerró con Ástor Piazzolla durante algo más de quince días para escribir y acabar esta bomba simbólica sobre el camino hacia la muerte por una vía legal y contemporánea: una orden judicial que defiende los intereses del prestador, que acaba con toda esperanza de conseguir lo que sea.  

La primera persona de este explosivo concentrado es la voz de una extinción bendecida por la angustia y el rencor. La de quien nace en el barro, vive en el barro y muere en el barro. Si el nihilismo fuera un género este libro sería una de sus cumbres. Otra, “Plop”, del argentino Rafael Pinedo. Fallarás es menos cínica que Pinedo, porque ella es vulnerable: tiene que proteger a sus hijos, la parte débil de su fortaleza. Su ruina es seca y veraz, en medio de un paisaje sin piedad para nadie.

Ya vienen los mossos

“Todo ha cambiado ya definitivamente. Esta noche he dormido sobre el suelo, junto a la pequeña colina de destrucción que levanté con todos los restos. Ahí se apilan ahora trozos de cuero, lata, tela, espejo, hierro y papel. Todo mi mundo en un montículo de apenas medio metro de alto junto al que he descansado como quien se tumba a abrazar las cenizas del difunto convertidas en objeto votivo”, escribe al empezar el día siete. Esa jornada “los perros han llegado hasta la puerta de la casa”, reconoce “la polaca”. Como su propio personaje, Cristina Fallarás espera que los mossos d’Esquadra llamen a su puerta en cualquier momento. La orden ya está dada.

Regresa a Barcelona en el AVE, aunque antes parará en Zaragoza a presentar el libro en una de sus librerías favoritas. Dos cervezas con patatas fritas. “Este libro es una declaración total. Es un desnudo público muy impúdico, pero entendía que no podía ser de otra manera si quería que tuviese intensidad, que cada frase fuera redonda”, explica de un lado a otro. Se agarra a la barra de la cafetería para decir alto y claro, entre pasajeros que aguardan su turno, que la impostura es la muerte de la novela. “Sólo lo impúdico es capaz de conmover”.

Esta es la primera parte de un díptico programado sobre su extinción, que arranca con “Últimos días en el Puesto del Este” y finaliza con “A la puta calle”, que publicará Planeta en las próximas semanas. Dos géneros para un mismo asunto, el desahucio. En la primera ya hemos mencionado que teje un vestido metafórico, la segunda es pura y dura crónica. Para la escritora y periodista la diferencia está en la exposición: en este libro huye del espectáculo, “no así en el siguiente”. “Esto es literatura, no un show”, porque la crónica, dice, es la realidad actuada y esta novela, realidad simbólica.

Morir sin ira

El mayor acierto de “Últimos días en el Puesto del Este” es la falta de venganza con la que está manipulado. En el libro no hay culpables, ella es consciente de sus enemigos y de dónde vienen. Es consciente también de su destrucción y de su miedo. De sus últimos días, de lo poco que le queda de lo humana que fue. “La destrucción la hemos construido nosotros, la cosa es saber cómo morir de la mejor forma. Es una loa a la muerte”, asegura y el juicio rompe la calma de los pasajeros. “Por eso se suicida la gente cuando son expulsados de sus casas. Porque hay una ruptura tan salvaje entre cómo se suponía que viviríamos y cómo vivimos… que te planteas por qué vivir. Desde luego, no tengo respuesta”.

La vida de “la polaca” es una vida de miedo, en la que las únicas esperanzas son sus hijos y el sexo, mientras espera la llegada de su compañero. Hasta que sabe que no volverá a verle regresar para rescatarles. Precisamente, en ese mundo apocalíptico donde la muerte es la tierra sobre la que se camina podría verse cierto reflejo con “La carretera” de Cormac McCarthy, pero hay una cosa que Fallarás nunca perdonará al autor norteamericano: que el padre se atreva a morir y deje solo a su hijo en ese planeta de aniquilación y miseria. “Me cabree con ese libro porque nadie que sea padre muere dejando a su hijo vivo. Antes de morir matas a tu hijo. No lo dejas solo entre los bárbaros. Es mejor la muerte. Es un error garrafal de McCarthy”. Para saber cómo resuelve Fallarás el dilema no esperen el final aquí. 

Cristina Fallarás publica los últimos días de Cristina Fallarás. Ésta es su historia, la de la irremediable degradación de una mujer y sus dos hijos que lo pierde todo en menos de diez días, arrinconada en lo alto de una colina de un mundo en proceso de descomposición. Es el final, es el desahucio. Es la cuenta atrás antes de que los bárbaros echen abajo la puerta, la despojen de todo lo que tiene y punto. Final.