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Esto es lo que ocurre si dejas el azúcar añadido y el alcohol durante un mes
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LOS PROS Y CONTRAS DE LA DIETA MÁS SANA

Esto es lo que ocurre si dejas el azúcar añadido y el alcohol durante un mes

¿Qué ocurre cuando te propones de buenas a primera adoptar una alimentación 'saludable' y dejar de lado los aditivos, los preparados y las bebidas alcohólicas. Sacha Harlond tiene la respuesta

Foto: Sacha explica a cámara lo que le está ocurriendo. (Lifehunters)
Sacha explica a cámara lo que le está ocurriendo. (Lifehunters)

No hace falta sufrir una epidemia de obesidad como ocurre en Estados Unidos para darnos cuenta de que comemos mucho peor que hace décadas, lo que hace que nuestra salud se resienta. Hemos dejado de lado las recetas tradicionales para abrazar los productos preparados, en muchos casos cargados de azúcares añadidos, conservantes y aditivos. Además, la tentación se encuentra a la vuelta de la esquina, oculta en nuestras neveras, en la máquina de 'vending' de la oficina, en la tienda de alimentación o en el bar. Si queremos comer, comeremos.

Por eso son cada vez más los experimentos que se preguntan qué ocurriría si nos alimentásemos de forma más sana. El último de ellos ha sido llevado a cabo por los dos hermanos holandeses responsables de Lifehunters, una productora dedicada a hacer vídeos virales. Uno de ellos, Sacha Harlond, decidió que iba a pasar un mes alimentándose de forma “saludable”, es decir, dejando por completo el alcohol y los azúcares añadidos, para ver qué pasaba. El resultado se ha concretado en un vídeo de seis minutos de duración que se ha viralizado rápidamente en redes sociales y medios de todo el mundo.

Un reto más complicado de lo que parece

No se trata de que Sacha necesitase adelgazar ni cuidarse especialmente. La médico deportiva Jessica Gal comprueba en el vídeo su presión sanguínea, le realiza un análisis de sangre y un electrocardiograma y analiza la salud de su corazón, y la conclusión es que tan sólo resulta un poco preocupante su nivel de colesterol, que se encuentra en 460 mg/dl.

En uno de los planos, Sasha aparece relamiéndose delante de la puerta de una hamburguesería, mientras afirma que necesita algo de comida basura pronto

Boris, hermano de Sacha, se da cuenta rápidamente de que son muy pocos los alimentos que va a poder consumir. Si no va a tomar azúcares añadidos ni 'E numbers' (los alimentos clasificados bajo la letra E, es decir, los aditivos y conservantes) no podrá beber ni té helado, ni comer salsa de tomate, ni sirope, ni salsa tandoori… En definitiva, casi nada. “No sabes lo que vas a vivir, Sacha”, le advierte. Y este se da cuenta rápidamente, cuando tras una visita al súper, sale con una botella de agua, lo único que encaja en su descripción de “comida saludable”. Obviamente, no vive únicamente a partir de líquidos, pero basa su dieta ante todo en alimentos como las verduras, la fruta, los huevos o el yogur, o al menos esos son los que aparecen en el documental.

Apenas pasan cuatro días antes de que Sacha descubra que va a ser un reto muy complicado, como él mismo reconoce. Se siente de mal humor, cansado e irritable, algo que lamenta, porque lo sufren las personas que le rodean. Un día después reconoce: “Acabo de empezar y ya tengo hambre todo el rato”. En uno de los planos, Sacha aparece relamiéndose delante de la puerta de una hamburguesería, mientras suplica “quiero comerme una hamburguesa ahora mismo”.

A medida que pasan las semanas, la situación parece ir a peor, sobre todo porque las personas que le rodean no son de gran ayuda. Por ejemplo, su novia, que se compra en el cine una cerveza y unas palomitas mientras se ríe porque él no puede comerlas, o un colega que pide a domicilio una pizza mientras él tiene que conformarse con una ensalada.

Prueba superada (para bien)

Todo cambia durante la última semana. El día 25 se levanta, se prepara el desayuno, prepara la cámara y anuncia: “Esta es la primera vez desde que empecé que no quiero algo dulce”. Además, reconoce que ahora es capaz de levantarse más fácilmente y con más energía. “Ha sido una sorpresa agradable, no pensaba que fuese a influir tanto en mi constitución corporal”. En su visita al médico, Sacha comprueba cómo sus niveles de colesterol han bajado hasta 400 mg/dl, ha perdido alrededor de cuatro kilos y su presión sanguínea ha mejorado.

Como confiesa en la última secuencia a su hermano, su idea no es comer de la misma manera que se ha alimentado durante el último mes para toda su vida, sino hacerlo de manera saludable y permitirse de vez en cuando una barrita de Mars o una cerveza. Una opción bastante sensata en cuanto que equilibra la dieta sana con inocuos caprichos.

Uno puede tomarse un snack o un vaso de cerveza o vino, siempre que no se convierta en costumbre

¿Qué ha pasado en el cuerpo de Sacha a lo largo de este mes? La nutricionista Marlou Bosma lo explica en el documental: “Los dulces te hacen querer más, al aumentar tus niveles de azúcar en sangre. Se genera insulina para que desciendan y por eso vuelves a querer más azúcar”. Además, el alcohol te deshidrata, lo que contribuye a que te sientas más cansado y decaído. En su lugar, debemos consumir “verduras, frutas y comidas ricas en fibra”. Tampoco debemos olvidarnos de las grasas no saturadas, que son buenas para la salud, como las nueces, el aceite de oliva. Lo importante en la dieta es, ante todo, que sea lo suficientemente variada. De vez en cuando, uno puede tomarse un snack o un vaso de cerveza o vino, siempre que no se convierta en costumbre.

Esta historia es muy parecida a la de la familia Schaub, que dejó de tomar azúcar durante un año, lo que produjo un efecto positivo en sus cuerpos. “Nos sentimos más sanos y parecía que enfermábamos menos, nuestros resfriados eran más leves y mejorábamos antes”, explicaron. Aunque un tanto radical, lo que tanto una como otra historia desvelan es algo que sospechábamos: que tomamos demasiado azúcar añadido, lo que sin que nos demos cuenta, termina perjudicándonos a largo plazo. No hay que tomar decisiones drásticas ni renunciar completamente a ningún alimento; basta con ser más conscientes de lo que comemos e intentar mantener una dieta equilibrada.

No hace falta sufrir una epidemia de obesidad como ocurre en Estados Unidos para darnos cuenta de que comemos mucho peor que hace décadas, lo que hace que nuestra salud se resienta. Hemos dejado de lado las recetas tradicionales para abrazar los productos preparados, en muchos casos cargados de azúcares añadidos, conservantes y aditivos. Además, la tentación se encuentra a la vuelta de la esquina, oculta en nuestras neveras, en la máquina de 'vending' de la oficina, en la tienda de alimentación o en el bar. Si queremos comer, comeremos.

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