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Esto es lo que pasa en tu cuerpo una hora después de beber cerveza
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¿Unas cañitas?

Esto es lo que pasa en tu cuerpo una hora después de beber cerveza

Con el verano de calor que estamos pasando, probablemente a menudo sacies tu sed con un buen trago de cerveza helada. Quizás después de leer esto te lo pienses dos veces antes de beber

Foto: Ahora entenderás por qué al brindar nos deseamos 'salud'. (iStock)
Ahora entenderás por qué al brindar nos deseamos 'salud'. (iStock)

Claro. Todos conocemos los riesgos para la salud de beber en exceso, sabemos la importancia de consumir alcohol con moderación y nos han repetido una y otra vez que las cantidades adecuadas de ingesta diaria son de una bebida en el caso de las mujeres y hasta dos para los hombres. Pero cuando caen los 35 grados a la sombra… Lo que más nos suele apetecer es tomarnos una cerveza bien fresquita. Y qué bien sienta.

En un principio no es que tengas un problema con el alcohol porque te encante ir de cañas a la salida del trabajo, los fines de semana y días de guardar. Según un estudio publicado en 2013 en la revista Neuropsychopharmacology, al beber cerveza aumentan los niveles de la famosa hormona dopamina que, conocida como la hormona de la felicidad y el amor, es la que nos hace sentir bien.

El peligro, según subrayaban los investigadores, es que estas sensaciones afectan directamente a los centros de recompensa del cerebro, y en algunas personas la ingesta de un solo vaso de cerveza puede aumentar el deseo de tomar otro y otro...

Sin embargo, un simple vaso del adorado zumo de cebada tiene consecuencias casi inmediatas en tu cuerpo. “Resulta que beber una cerveza afecta todo: desde el cerebro hasta los ojos y nuestros niveles de azúcar en sangre”, explica Rachel Grumman Bender en Yahoo. Así que echa cuentas de lo que ocurriría si se te va de las manos durante la hora feliz o aprovechas la oferta de cubos repletos de botellines.

Una ronda de cañas

No es que vayas a acabar a cuatro patas por tomarte un botellín, pero debemos tener en cuenta que poco después de ingerir una sola ración de cerveza empezamos a perder nuestras inhibiciones y aunque de primeras nos sentimos más locuaces y súper sociales, no todo es alegría: nuestro organismo también se resiente.

Aunque depende del peso y el género –bebiendo las mismas cantidades, normalmente las mujeres se intoxican con mayor rapidez– o de lo que llevemos o no en el estómago –si está vacío absorbemos el alcohol antes y nos afecta más–, el hecho es que el consumo de una sola cerveza comienza a afectarnos apenas unos minutos después de haberla bebido.

Pero, ¿qué sucede exactamente en nuestro cuerpo al poco rato de tomarnos una caña?

Cerebro

Como explicábamos, los primeros sorbos desencadenan la liberación de la hormona del amor, lo que ilumina los centros de recompensa del cerebro y puede aumentar el deseo de beber más. En un primer momento nos desinhibimos, pero cuidado con las cantidades porque podemos pasar del amor al odio y empezar a perder capacidades motrices como el equilibrio y la coordinación cuando menos lo esperamos.

Habladores y listos. Al menos así lo asegura un estudio publicado en la revista Behavioral Brain Research según el cual la cerveza contiene un tipo de flavonoide llamado xantohumol que podría mejorar nuestra función cognitiva y aumentar la capacidad intelectual. Vocalizas raro, pero qué cosas más interesantes dices.

Ojos

Probablemente estés pensando en que cuando bebes se te nubla la vista, pero no hemos llegado a ese momento en el que necesitas guiñar un ojo para poder enfocar el contenido de la pantalla de tu móvil. Solo llevas una caña, por el amor de dios.

Curiosamente, y aunque poca gente lo tenga en cuenta, la cerveza contiene una buena dosis de antioxidantes y estos ayudan a combatir los radicales libres que pueden dañar las células en el ojo, lo que, según una investigación, puede reducir el riesgo de cataratas hasta en un 50%. Eso sí, los científicos advierten que a partir de tres cervezas… Se acabó el chollo y se pierden estos beneficios para la salud ocular.

Sangre

Tras una caña, los niveles de azúcar en sangre caen ligeramente y nos podemos sentir un poco mareados y algo hambrientos. Ni qué decir que esta sensación es mayor cuando bebemos con el estómago vacío.

Siempre se lleva la palma el vino: que si ayuda a adelgazar, que si es bueno para el corazón, que si reduce el riesgo de algunos tipos de cáncer… ¿Y la birra? También puede ser buena. Según un estudio publicado en la revista Journal of Agricultural and Food Chemistry, el zumo de cebada también tiene efectos beneficiosos para el corazón gracias a los antioxidantes y las propiedades antiinflamatorias que contiene, aunque casi nadie las mencione. “La investigación demostró que en los hombres con enfermedad arterial coronaria, el consumo de una sola cerveza de unos 350 mililitros al día durante un mes ayuda a reducir el riesgo de un ataque al corazón”, explica Grumman.

Vejiga

Quizás te hayas planteado por qué si en el trabajo estás todo el día bebiendo agua y apenas vas al baño, después de dos cañas tus ganas de miccionar aumentan desmesuradamente. La respuesta: igual que ocurre con el café, el alcohol inhibe la hormonas antidiuréticas y por eso vas a orinar con más frecuencia.

¿Y esto sólo con una cerveza? Sí, pero la buena noticia es que para que sea saludable para tu organismo puedes hacerlo todos los días. Así lo aseguraba una investigación publicada en American Journal of Epidemiology según la cual consumir una botella de cerveza al día reduce hasta en un 40% el riesgo de padecer los dolorosos cálculos renales. Desde luego, solo la ciencia podría decirnos que tomarnos unas cañas a menudo podría evitarnos padecer piedras en los riñones.

Claro. Todos conocemos los riesgos para la salud de beber en exceso, sabemos la importancia de consumir alcohol con moderación y nos han repetido una y otra vez que las cantidades adecuadas de ingesta diaria son de una bebida en el caso de las mujeres y hasta dos para los hombres. Pero cuando caen los 35 grados a la sombra… Lo que más nos suele apetecer es tomarnos una cerveza bien fresquita. Y qué bien sienta.

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