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Te guste o no, es muy probable que tengas que empezar a beber agua reutilizada
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Los cambios que traerán las sequías

Te guste o no, es muy probable que tengas que empezar a beber agua reutilizada

En España, solo un pequeño porcentaje del agua que consumimos recibe tratamiento para otros usos, pero la falta de agua hace que esta alternativa se consolide

Foto: Bebiendo agua. (EFE/Salas)
Bebiendo agua. (EFE/Salas)

Las restricciones que están sufriendo algunas zonas, especialmente Cataluña y Andalucía, hacen que nos preguntemos de dónde sacar más agua. El transporte en barco y la construcción de plantas desaladoras son las soluciones más espectaculares, pero las autoridades y los expertos mencionan cada vez más las aguas recicladas, regeneradas o reutilizadas. ¿De qué hablamos? Una vez usada en hogares o en industrias, el agua de abastecimiento urbano pasa a las depuradoras y se devuelve a los ríos, pero existe la opción de aplicarle tratamientos específicos para darle otros usos.

En España, potencialmente, podríamos reutilizar los 4.000 hectómetros cúbicos (Hm³) que consumimos anualmente, pero, hoy en día, estamos regenerando menos del 10% de esta cantidad, poco más de 380 Hm³. La inmensa mayoría corresponde a las cuencas del Júcar y el Segura. En el resto, la regeneración de agua es insignificante o inexistente, como ocurre en la cuenca del Duero o la del Miño. ¿Por qué no está más desarrollado este sistema en un país cada vez más seco?

Foto: Pantano de Sau, en Barcelona. (EFE/David Borrat)

En realidad, tenemos un problema incluso con la depuración normal de las aguas. Municipios pequeños y diseminados aún vierten directamente a los ecosistemas las aguas residuales sin tratar, lo que conlleva considerables multas de la Unión Europea a España. Por otra parte, muchas depuradoras están infradimensionadas con respecto a la población real, sobre todo en municipios costeros en verano. No obstante, existe un plan del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico que pretende atajar estas deficiencias a la vez que se afianza el reciclaje de las aguas.

¿Qué infraestructuras necesitamos?

Por lo tanto, quedan cuestiones más básicas por resolver, pero, a partir de ahí, la reutilización es mucho más compleja porque exige unos tratamientos específicos, que van desde la ósmosis a la desinfección por radiación ultravioleta. “En función del uso que se le vaya a dar, hay un tratamiento secundario o terciario y no todas las depuradoras están diseñadas para abordarlos”, explica a El Confidencial Jesús Vargas Molina, investigador de la Universidad de Málaga y miembro del Observatorio Ciudadano de la Sequía, proyecto que desarrolla la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.

placeholder Depuradora. (Europa Press)
Depuradora. (Europa Press)

Dependiendo de la calidad del agua obtenida, los usos pueden ser distintos, pero lo habitual es que se destine a cultivos, industria, riego de campos de golf, jardines o limpieza urbana. Por ejemplo, Aguas de Alicante la destina la mayor parte a la agricultura, aunque una parte también va a distintos usos urbanos. En teoría, con un tratamiento terciario que elimine nitratos, fósforos y materia orgánica, también podría pasar a una nueva fase de potabilización y volver a ser apta para el consumo humano.

Sin embargo, la legislación española no prevé ese destino de forma directa. Los usos admitidos para las aguas regeneradas del Real Decreto 1620/2007, de 7 de diciembre especifican que se prohíben, entre otras cosas, “para el consumo humano, salvo situaciones de declaración de catástrofe en las que la autoridad sanitaria especificará los niveles de calidad exigidos a dichas aguas y los usos”. Sin embargo, existe la posibilidad de un uso indirecto, tal y como ya se ha ensayado en Barcelona. En 2019, un proyecto piloto inyectó agua regenerada en el tramo final del río Llobregat para que se mezclase con el agua natural y acabase en la planta potabilizadora de Sant Joan Despí.

placeholder Aragonès inaugura la ampliación de la depuradora de Rubí. (Europa Press)
Aragonès inaugura la ampliación de la depuradora de Rubí. (Europa Press)

Por eso, Vargas considera que para aprovechar el agua reciclada no hacen falta grandes inversiones. “La clave está más en el tratamiento que en la distribución”, asegura. En principio, la solución más fácil para ir incrementando el porcentaje de agua que se reutiliza es ampliar las depuradoras actuales para incluir los sistemas de tratamiento secundario y terciario. De esta forma, como en el ejemplo de Barcelona, se podrían devolver a los ríos en mejores condiciones. No obstante, para un uso directo, “habría que estudiar caso por caso y, posiblemente, en algunas ciudades, realizar nuevas infraestructuras y canalizaciones para aprovechar esas aguas”.

El sistema parece excelente desde el punto de vista del medio ambiente. Sin embargo, hay que tener en cuenta dos objeciones. La primera es que “los costes energéticos son muy importantes”, apunta el experto de la Universidad de Málaga, aunque menores que los de las desaladoras, por ejemplo. La segunda es que la depuración de aguas normal, que se vierte en los ríos, “ayuda a mantener los caudales ecológicos, mientras que, si hacemos recircular estas aguas, dejamos de aportar a los ecosistemas”.

placeholder Riego urbano. (EFE)
Riego urbano. (EFE)

La aceptación de la población

Sin embargo, todos estos problemas se quedan en nada frente al principal factor para el desarrollo de los sistemas de reutilización del agua: el apoyo de la población. En el Centro de Investigación Interdisciplinar en Tecnologías Ambientales (Cretus) de la Universidad de Santiago de Compostela, el grupo Cosoypa (Comportamiento Social y Psicometría Aplicada) ha estudiado la percepción social de las aguas recicladas. Un estudio publicado en la revista Water Research deja claro que “cuanto más contacto, menos aceptación”, resume Sergio Vila Tojo, autor del trabajo.

Es decir, que la inmensa mayoría de la gente está de acuerdo en usarla para regar las calles y un poco menos para la cisterna de su baño o para regar parques. Sin embargo, el apoyo se desploma si hablamos de lavar la ropa y es muy bajo si el uso final es para beber. La aceptación por parte de los consumidores “es la principal barrera que encuentran los técnicos”, afirma el investigador, “ellos tienen la tecnología preparada y la quieren implementar, pero hace falta que la gente la acepte”. Pero ¿por qué no lo hace? “La mayor parte de la gente entiende el concepto, pero no les queda claro en qué consiste el tratamiento de las aguas, se percibe mucho desconocimiento”, asegura. Al final, la falta de información revierte “en la percepción del riesgo y en las emociones”.

placeholder Grifo. (EFE)
Grifo. (EFE)

Objetivamente, “lo importante no es el origen, sino que la molécula de agua esté aislada de cualquier contaminante”, pero, aunque sea así, lo percibimos de forma distinta. El término en inglés es muy descriptivo: yuck factor (factor asco). “Es algo desconocido, no entendemos bien la tecnología y tenemos una percepción de riesgo para la salud”, explica el psicólogo. En realidad, es una idea “casi mágica”, comenta, pero “si el agua ha estado en contacto con un elemento contaminante en algún momento, pensamos que sigue contaminada”. Lo cierto es que, si lo analizamos bien, en la naturaleza todas las aguas son recicladas, pero ese pensamiento es demasiado elaborado y nuestra primera reacción ante la posible reutilización es el rechazo.

Curiosamente, la escasez real que sufren los habitantes de un lugar determinado no tiene nada que ver con esta postura, al menos por los datos de este estudio elaborado en España. En general, no hay diferencias significativas entre distintas comunidades autónomas. Incluso en Galicia, donde no falta el agua, la aceptación es levemente mejor que en Murcia, tradicionalmente más sedienta. “Nuestra hipótesis es que se trata de una cuestión de alternativas. Si la única solución fuese el agua reciclada, se aceptaría más, pero la verdad es que aún hay otras opciones”, comenta el investigador de la Universidad de Santiago de Compostela. Además, existe una distancia psicológica: “Aunque haya un problema grave, la gente sigue teniendo agua que sale por el grifo o que puede comprar en el supermercado”.

Foto: El pantano de Sau, en Barcelona, en su mínimo histórico. (Europa Press/Lorena Sopêna)

En ese sentido, Vargas ve “un factor de riesgo importante” pensando en que, en un futuro, las aguas recicladas se puedan consolidar como una alternativa. Para empezar, en algunos campos de golf —algunas comunidades autónomas ya exigen que se rieguen con aguas reutilizadas— ya ha habido quejas. Además, si se trata del consumo humano, no parece que España sea el país mejor dispuesto: “De hecho, ya tenemos un consumo muy alto de agua embotellada por la falsa creencia de que el agua del grifo no es de calidad, cuando habitualmente se somete a más controles y es entre 500 y 1.000 veces más barata”.

En otros países, la situación es diferente. En Namibia, llevan bebiendo agua reutilizada desde hace décadas. Singapur, con una enorme densidad de población, se ha convertido en líder en esta tecnología. ¿Seguirá España ese camino? Desde la psicología social, creen que la situación irá cambiando por varias razones. “En la medida en que se van extendiendo los usos, se va generando una norma social a la que las personas se van sumando poco a poco, porque quieren formar parte del grupo”, afirma Sergio Vila. Además, con el paso del tiempo también tendemos a tratar de resolver nuestras disonancias cognitivas: “Si soy consciente de que hay un gran problema de agua y sé que estoy desperdiciando 10 litros de agua potable cada vez que tiro de la cadena, esto me genera un malestar psicológico importante; así que cuando existe una alternativa, la gente la acepta”.

Las restricciones que están sufriendo algunas zonas, especialmente Cataluña y Andalucía, hacen que nos preguntemos de dónde sacar más agua. El transporte en barco y la construcción de plantas desaladoras son las soluciones más espectaculares, pero las autoridades y los expertos mencionan cada vez más las aguas recicladas, regeneradas o reutilizadas. ¿De qué hablamos? Una vez usada en hogares o en industrias, el agua de abastecimiento urbano pasa a las depuradoras y se devuelve a los ríos, pero existe la opción de aplicarle tratamientos específicos para darle otros usos.

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