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El cerebro diferencia entre caras reales y generadas por IA... pero no conscientemente
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Así lo demuestra un estudio

El cerebro diferencia entre caras reales y generadas por IA... pero no conscientemente

A simple vista, diferenciar un rostro generado por IA de uno real es imposible. Sin embargo, nuestro cerebro puede hacerlo en tiempo récord y sin demasiada dificultad

Foto: Con un EEG puede verse cómo el cerebro reacciona de forma distinta (Pexels)
Con un EEG puede verse cómo el cerebro reacciona de forma distinta (Pexels)

Los sistemas de inteligencia artificial generativa como DALL-E son capaces de generar imágenes prácticamente imposibles de diferenciar de la realidad. Especialmente, si hablamos de rostros humanos. A lo largo de los últimos años se han realizado diversos estudios que han mostrado la dificultad que tenemos las personas para determinar que una cara es sintética o de verdad. Al menos, a simple vista.

Un estudio titulado ¿Es real? Decodificando rostros realistas generados por IA a partir de la actividad neuronal, que ha sido llevado a cabo por un equipo de científicos australianos y que se ha publicado en la revista ScienceDirect, ha ido un paso más allá que todos los anteriores. En concreto, el experimento constó de dos etapas: una en la que se pedía a los participantes diferenciar rostros sintéticos de reales a simple vista y otra en la que se estudiaba la reacción del cerebro al contemplar las caras.

Durante la primera fase del experimento, el resultado fue que los sujetos de estudio eran incapaces de distinguir qué caras eran reales y cuáles no. Esto se desprende de que el porcentaje de acierto se situó muy cerca del 50 %, es decir, el mismo que sería si se respondiese de forma aleatoria. Sin embargo, el porcentaje cambió notablemente durante la segunda, cuando se les equipó con un electroencefalograma (EEG) destinado a medir la actividad eléctrica del cerebro.

El cerebro tiene acceso a información no consciente

El EEG reveló que la actividad cerebral de los participantes era diferente cuando se exponían ante un rostro real respecto a cuando se les mostraba una cara generada por inteligencia artificial. Sobre todo, durante los primeros 170 milisegundos y dentro de la señal eléctrica denominada N170. Algo que evidencia que el cerebro sí es capaz de captar la diferencia sin demasiada dificultad, pero no de forma consciente.

Foto: Imágenes de Emily Valentina subidas a sus redes sociales. (EC)

La señal N170 es la más sensible a la configuración de los rostros humanos. En concreto, reacciona ante determinados rasgos, como puede ser la distancia entre los ojos, la nariz y la boca. Si algo no encaja, rápidamente puede determinar que no son reales. El problema está en que no es capaz de enviar esa información a nuestra parte consciente, lo que impide que podamos hacer la diferenciación a simple vista.

Puede parecer sorprendente que nuestro cerebro tenga acceso a una determinada información que está fuera de nuestra conciencia, pero no es tan extraño. Por ejemplo, los autores del artículo citan el fenómeno de 'visión ciega', que permite a las personas con lesiones en su córtex visual primario discriminar estímulos visuales a pesar de no haber sido conscientes de ellos por haber perdido de forma total o parcial el sentido de la vista.

Los sistemas de inteligencia artificial generativa como DALL-E son capaces de generar imágenes prácticamente imposibles de diferenciar de la realidad. Especialmente, si hablamos de rostros humanos. A lo largo de los últimos años se han realizado diversos estudios que han mostrado la dificultad que tenemos las personas para determinar que una cara es sintética o de verdad. Al menos, a simple vista.

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