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La falsa alarma tras la vacuna: ganglios inflamados que se confunden con cáncer
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Efectos secundarios desconocidos

La falsa alarma tras la vacuna: ganglios inflamados que se confunden con cáncer

Las mamografías pueden detectar una inflamación en la axila similar a uno de los síntomas del cáncer de mama, pero en realidad es una reacción normal a las vacunas de Pfizer y Moderna

Foto: Foto: EFE.
Foto: EFE.

Entre el abanico de posibles efectos adversos de las vacunas contra el covid abundan una serie de trastornos leves y pasajeros, como la fiebre, el dolor en la zona de la vacunación, el dolor de cabeza o los mareos. Mucho menos frecuente, pero también prevista y conocida, es la inflamación de los ganglios linfáticos, conocida técnicamente como linfadenopatía. En concreto, sucede en un pequeño porcentaje de personas vacunadas en los días posteriores a la inyección y en la axila del brazo que ha recibido el pinchazo.

Desde el punto de vista médico, al igual que otras reacciones, carece de importancia. El problema es que este efecto es bastante desconocido y ha provocado más de un susto, no solo a nivel particular, sino incluso entre profesionales sanitarios que realizan pruebas para la detección de tumores de forma rutinaria. “El debut de un cáncer de mama puede producirse con una adenopatía en la zona de la axila, así que esto te obliga a tener que descartar esta enfermedad y nos puede llevar incluso a hacer una biopsia, que resulta innecesaria para una patología benigna”, explica a Teknautas Maribel Moya García, especialista en Radiodiagnóstico en el Hospital General de Alicante y presidenta del Colegio de Médicos de esta provincia.

Foto: Personal sanitario en Italia administra la vacuna de AstraZeneca. (Reuters)

En el tercer Informe de Farmacovigilancia sobre Vacunas covid-19 de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), las linfadenopatías aparecen en el listado de acontecimientos adversos notificados en España hasta el 21 de febrero. Son 435 casos registrados para Comirnaty (la vacuna de Pfizer y BioNTech), lo que supone un 8% sobre el número total de notificaciones; y otros 31 para la de Moderna (el 7%). Al igual que el resto de reacciones adversas recogidas por el sistema español de farmacovigilancia, están identificadas y descritas en la ficha técnica y el prospecto de estas dos vacunas, así que este informe no le presta mayor atención.

En cambio, esta cuestión ha generado un mayor revuelo en países que llevan la vacunación más avanzada, como EEUU y Reino Unido. Hace pocos días, llegó a la revista 'The Lancet' uno de estos casos, el de una mujer estadounidense de 65 años que había recibido su primera dosis. Según algunas estimaciones, la inflamación de los ganglios linfáticos ocurre en el 11,6% de las personas que reciben la primera dosis y en el 16% de las que reciben la segunda, datos que incluyen tanto la vacuna de Pfizer como la de Moderna. Por lo tanto, “es un efecto adverso relativamente frecuente”, opina Jaime Jesús Pérez Martín, experto de la Asociación Española de Vacunología (AEV).

Según explica, es probable que esta reacción esté pasando más desapercibida entre los hombres, pero es posible que las mujeres acostumbradas a realizarse una autoexploración sí la detecten. Incluso si no fuera así, podría revelarse en las imágenes médicas en forma de manchas que habitualmente se asocian a los tumores. “El susto puede ser gordo, así que es una cuestión que deben tener en cuenta tanto las personas que se hacen una mamografía como los radiólogos que la interpretan”, apunta. Al parecer, también podrían detectarse en otro tipo de imágenes, como resonancias magnéticas y tomografías computarizadas.

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Foto: EFE.

“Todavía no es frecuente porque tenemos poca población vacunada, pero nos están llegando publicaciones de EEUU y aquí ya hemos visto algún caso, sobre todo en mujeres sanitarias”, explica Maribel Moya, porque pertenecen a uno de los primeros colectivos en ser vacunados tras los usuarios y trabajadores de residencias. “Al recibir la vacuna y hacerse una mamografía se ve que tienen los ganglios aumentados de tamaño”, comenta. Por eso, es más probable encontrar el problema entre pacientes que participan en los programas de cribado de cáncer de mama, indicados de forma general para mujeres entre 50 y 69 años, aunque últimamente se extienden a mujeres más jóvenes.

Otra vertiente de este problema está en el seguimiento de pacientes que ya han sido diagnosticadas por un tumor mamario y se encuentran en tratamiento o que incluso ya superaron la enfermedad. La revista 'Radiology' recogió recientemente un caso concreto que ha servido de alerta: una mujer de 72 años que fue tratada en 2017. Una exploración mediante imagen 10 días después de vacunarse detectó un aumento de los ganglios linfáticos de la axila, lo que podría confundirse con una reaparición de la patología.

“Antes de que supiéramos que se podía atribuir a la vacuna, la verdad es que hicimos más pruebas de las necesarias”, comenta la radióloga del Hospital General de Alicante. Ahora ya, “si no vemos en la mama ningún signo de malignidad, solo observamos las adenopatías en la axila y si es una persona recientemente vacunada somos más cautos y, simplemente, realizamos un seguimiento”, detalla.

Por qué no pasa con todas las vacunas

En realidad, en el aspecto biológico no resulta muy sorprendente esta reacción. Los ganglios linfáticos son uno de los puntos clave del sistema inmune, porque funcionan como una especie de filtros repartidos por todo el cuerpo que atrapan virus y bacterias. Por eso, pueden inflamarse cuando se produce una infección. “No es una cosa extraordinaria y en la mayoría de las ocasiones se resuelve sola”, señala el experto. Además, la linfadenopatía que se produce por una infección y la que es debida a un cáncer tienen diferentes características.

Ahora “habrá que incorporar en el diagnóstico diferencial una posible reacción vacunal”, apunta Pérez Martín. El motivo es que, precisamente, las vacunas provocan una reacción del sistema inmunitario muy fuerte, como si se tratase de una infección viral real. Así, el hecho de que los ganglios linfáticos próximos al pinchazo se inflamen es una prueba más de que la respuesta inmune de las personas vacunadas es potente.

"Probablemente tiene que ver con la reacción del sistema inmunitario a corto plazo"

No obstante, llama la atención que solo se haya registrado este problema con las vacunas basadas en ARN mensajero, la de Pfizer y la de Moderna. “En Reino Unido se ha usado mucha vacuna de AstraZeneca, pero hay registros de este problema”, comenta el vacunólogo. En el caso de Janssen (Johnson & Johnson) aún es pronto para tener registros de farmacovigilancia, pero en los ensayos clínicos tampoco apareció esta reacción. Estas dos últimas están basadas en adenovirus. ¿Es esa la diferencia?

Pérez Martín se aventura a lanzar una hipótesis no contrastada, pero que encajaría muy bien con todo lo que se está observando. “Probablemente tiene que ver con la reacción del sistema inmunitario a corto plazo. Con Pfizer y Moderna, a la semana o las dos semanas de la primera dosis ya casi consigues el nivel más alto de protección. Sin embargo, con AstraZeneca y Janssen el efecto es más lento”, asegura. En concreto, esta última, que fue aprobada por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, pos sus siglas en inglés) el pasado jueves, “es más alto a las cuatro semanas”.

Cómo manejar el problema

Para evitar falsos diagnósticos, sospechas infundadas y cualquier confusión, especialistas de EEUU y del Reino Unido han optado por recomendar que se modifique la fecha de las mamografías en el caso de que coincidan con la fecha de la vacunación. La idea es realizar estas pruebas una semana antes de la primera dosis de Pfizer y Moderna o entre cuatro y seis semanas después de la segunda. En España todavía no hay una postura oficial al respecto, pero no todo el mundo comparte esta idea.

En principio, “no pasa nada por retrasar el cribado algunas semanas”, comenta Maribel Moya. Sin embargo, la situación actual del sistema sanitario no aconseja esta solución por el peligro que puede suponer retrasar el diagnóstico de un auténtico tumor: “Muchas comunidades ya hemos retrasado el cribado por el propio covid, así que yo realizaría la mamografía cuando tocara, pero introduciendo el dato de la vacunación en la historia clínica para que el radiólogo lo tuviera en cuenta. Si solo ve adenopatías y conoce el antecedente de la vacuna, lo único que tendría que hacer es un seguimiento más exhaustivo. Mejor eso que retrasar la prueba de imagen”, añade.

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Foto: EFE.

Uno de los problemas es que, aunque se habla de un máximo de seis semanas, “todavía no estamos seguros de cuál va a ser la evolución de las inflamaciones provocadas por la vacuna”, lo que genera cierta incertidumbre a la hora de mover las fechas del cribado en pacientes que van a ser o que han sido inoculadas. En cambio, seguir con el procedimiento previsto ayudaría a ir descartando posibilidades, ya que la mayoría de las pacientes no se van a encontrar con este efecto adverso. En caso de duda, “pasadas unas semanas haríamos una ecografía para ver que esas adenopatías han disminuido. Así, ya estaríamos seguros de que no tiene un proceso maligno”, indica la experta.

Otra propuesta apunta a la posibilidad de cambiar el lugar del pinchazo (por ejemplo, en lugar del brazo, podría inyectarse la vacuna en el muslo). No obstante, esta idea tampoco acaba de convencer a los especialistas. “Es cierto que se pueden administrar las vacunas en otros puntos que no sea el deltoides, pero esto complica el proceso. Habría que mirar cuál es la masa muscular de la persona y ver exactamente dónde administrarla. Además, no se puede descartar que la linfadenopatía apareciera en otro lado”, señala Pérez Martín.

Según la especialista en Radiodiagnóstico del Hospital General de Alicante, la mejor solución es informar tanto a las personas que van a ser vacunadas como a pacientes y a los propios profesionales sanitarios. “La gente tiene que saberlo, considerar que existe esa posibilidad y, por lo tanto, decir que se ha vacunado recientemente cuando vaya a hacerse la mamografía u otras pruebas. Si los radiólogos tenemos esa información, el manejo será más correcto”, comenta.

Entre el abanico de posibles efectos adversos de las vacunas contra el covid abundan una serie de trastornos leves y pasajeros, como la fiebre, el dolor en la zona de la vacunación, el dolor de cabeza o los mareos. Mucho menos frecuente, pero también prevista y conocida, es la inflamación de los ganglios linfáticos, conocida técnicamente como linfadenopatía. En concreto, sucede en un pequeño porcentaje de personas vacunadas en los días posteriores a la inyección y en la axila del brazo que ha recibido el pinchazo.

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