Los perros huelen el calor y son de los pocos animales que lo hacen

Investigadores suecos han descubierto otra sorprendente peculiaridad de los perros: son capaces de oler el calor, siendo uno de los pocos animales que tiene esa capacidad.

La clave, según esta investigación, que ha sido publicada en la revista científica 'Scientific Reports', está en el rinario, la zona de piel lisa y sin piel alrededor de las fosas nasales de la mayoría de los mamíferos. En el caso de los perros, esta área de piel está húmeda fresca y llena de nervios es la que les permite sentir la radiación térmica débil que proviene de otros animales. "Los perros son capaces de detectar la radiación térmica proveniente de cuerpos cálidos o radiación térmica débil y también pueden dirigir su comportamiento de acuerdo con esta señal", señala la bióloga Anna Bálint, de la Universidad de Lund en Suecia, en declaraciones recogidas por Science Alert.

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Este rasgo no es nada común en la naturaleza, ya que sólo se les conoce esta capacidad a los escarabajos negros de fuego, a ciertas especies de serpientes y a los murciélagos vampiros. Todos ellos la utilizan para detectar y cazar a sus presas.

Rasgo atávico

Para demostrarlo, los investigadores experimentaron con tres perros de compañía haciéndoles elegir entre un objeto cálido (calentado a 31 grados) y un objeto de temperatura ambiente desde una distancia de 1,6 metros. Los objetos no olían y estaban cubiertos de cinta aislante negra para que ni los canes ni los manipuladores pudieran detectar ninguna diferencia entre ellos. Aun así, los tres perros eligieron constantemente la opción más cálida.

"Los perros son capaces de detectar la radiación térmica proveniente de cuerpos cálidos o radiación térmica débil"

En otra prueba, se presentaron objetos cálidos o a temperatura ambiente a 13 perros de compañía de varias razas (incluyendo golden retrievers, border collies y razas mixtas) mientras sus cerebros estaban siendo escaneados por resonancia magnética funcional. Allí vieron que la corteza somatosensorial izquierda del cerebro de los perros, encargada de manejar la información procedente de la nariz, era más sensible a los objetos calientes que a los neutros.

Los investigadores teorizan que este rasgo, habiendo abandonado el perro la caza hace miles de años, puede haber sido heredado del lobo (Canis lupus), un animal que necesita poder oler cuerpos cálidos para encontrar a sus presas. ."Es un descubrimiento fascinante", señala el etólogo Marc Bekoff, de la Universidad de Colorado, Boulder (Estados Unidos), que no estuvo involucrado con el estudio. "Proporciona otra ventana a los mundos sensoriales de las narices frías altamente evolucionadas de los perros".