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Descubren cómo el cerebro es capaz de controlar su propio suministro de sangre
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ESPERANZA ANTE LA DEMENCIA

Descubren cómo el cerebro es capaz de controlar su propio suministro de sangre

El cerebro tiene una manera automática, e independiente, de asegurarse de que el flujo sanguíneo siempre es suficiente

Foto: Cerebro estudio
Cerebro estudio

Investigadores británicos y australianos han descubierto en animales el mecanismo que permite al cerebro controlar su propio suministro de sangre, un hallazgo que puede ayudar a desarrollar nuevos tratamientos para enfermedades como la hipertensión o la demencia.

Se sospechaba, aunque no se había demostrado. El cerebro tenía que tener su propia manera de monitorizar y regular el flujo de sangre que llega a las neuronas. Tenía todo el sentido que este estuviera separado del sistema de control de la presión arterial que funciona en el resto del cuerpo, pero, como decimos, todavía nadie había sido capaz de verificarlo. El cerebro necesita un aporte extra de sangre para “alimentar” de oxígeno a las neuronas y los problemas en ese suministro, sobre todo la reducción sostenida, son causantes de muchas enfermedades como el deterioro cognitivo, la demencia o el Alzheimer.

Foto: Proliferación de manchas blancas en el cerebro. Foto: Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología

En un estudio publicado en la revista científica 'Nature Communications', investigadores del University College de Londres, de la Universidad de Bristol, ambos en el Reino Unido, y de la Universidad de Auckland (Australia) han encontrado una nueva función para los astrocitos, unas célulascerebrales en forma de estrella. Estas células, según estos expertos, funcionan como sensores de flujo sanguíneo cerebral y se encargan de proteger el cerebro de reducciones potencialmente dañinas en el suministro de sangre. Los astrocitos están estratégicamente situados entre los vasos sanguíneos cerebrales y las células nerviosas que controlan el corazón y la circulación periférica, y determinan, en última instancia, la presión arterial.

Sensores del flujo sanguíneo

En un estudio en laboratorio con ratas, los investigadores descubrieron que la disminución en el flujo sanguíneo cerebral provocó que los astrocitos liberaran una señal química, que estimulaba las células nerviosas especializadas en aumentar la presión arterial y restaurar o mantener el flujo sanguíneo (y el suministro de oxígeno) al cerebro.

Disminuir el flujo sanguíneo cerebral hace que los astrocitos estimulen unas células nerviosas especializadas en aumentar la presión arterial

"Nuestros nuevos datos identifican a los astrocitos como sensores de flujo sanguíneo cerebral que son de vital importancia para establecer el nivel de presión arterial sistémica y, al hacerlo, aseguran que el cerebro reciba una cantidad suficiente de oxígeno y nutrientes para apoyar el funcionamiento ininterrumpido de la maquinaria de procesamiento de información”, señala a Medical Xpress Alexander Gourine, de la división de Biociencias del University College de Londres y director del estudio.

"Lo que hemos descubierto es que el cerebro tiene una manera automática de asegurarse de que el flujo sanguíneo del cerebro se preserve", añade Julian Paton, de la Universidad de Auckland. "Desafortunadamente, en condiciones patológicas esto sucede a expensas de generar una mayor presión arterial en el resto del cuerpo. Así, aumentar el flujo sanguíneo del cerebro mediante la reducción de la actividad en estos astrocitos puede ser una manera de reducir la presión arterial en personas con hipertensión. También puede ser una manera de combatir las migrañas y los accidentes cerebrovasculares".

De esta manera, se abre una vía para buscar nuevas estrategias de tratamiento dirigidas para aliviar ciertas enfermedades relacionadas con la presión arterial y el cerebro, como la demencia, el Alzheimer o el deterioro cognitivo.

Investigadores británicos y australianos han descubierto en animales el mecanismo que permite al cerebro controlar su propio suministro de sangre, un hallazgo que puede ayudar a desarrollar nuevos tratamientos para enfermedades como la hipertensión o la demencia.

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