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Los valencianos que montaron un centro científico para colocar colchones 'truchos'
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Los valencianos que montaron un centro científico para colocar colchones 'truchos'

El European Sleep Care Institute se aloja en el mismo polígono industrial de Colchones Delax, en Alcudia, Valencia, y no por casualidad. Esta es su rocambolesca (y hasta cómica) historia

Foto: Montaje: Enrique Villarino.
Montaje: Enrique Villarino.

A simple vista, esta puede parecer la historia de un grupo de colchoneros valencianos que montaron un instituto de investigación con el objetivo de avalar sus propias invenciones —totalmente carentes de base científica— y promocionarlas como productos beneficiosos para la salud, aprovechando para este fin la colaboración de instituciones públicas e incluso televisivos doctores.

Pero no se dejen engañar por las apariencias, esto no es tanto un nuevo episodio de picaresca patria como una fábula sobre la innovación en la España poscrisis, ávida de heroicos 'entrepreneurs' y dispuesta a financiar cualquier cosa que tuviera impresas las letras I+D con tal de aparentar un cambio de modelo productivo.

Foto: Fotograma del espacio 'Saber vivir', conducido por Mariló Montero (TVE)

Marzo de 2012. Mariló Montero era entonces la estrella de Las Mañanas de La 1, el magazín matinal de la televisión pública.

En un programa donde trataban el insomnio, su fiel colaborador durante años, el doctor Luis Gutiérrez Serantes, presenta por primera vez el colchón, "elaborado por investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia" y con la característica de que emite iones negativos, algo beneficioso según el médico, ya que ayuda a contrarrestar los iones positivos, provocados por "la electricidad que tenemos alrededor o la contaminación".

En septiembre del año siguiente, medios valencianos y alguna agencia de noticias difundían que "la UE escoge Valencia como sede del European Sleep Care Institute". En realidad, la Unión Europea no eligió nada, simplemente un conglomerado de empresarios de colchones levantinos montó esta institución, ubicada en la misma nave de un polígono industrial de Alcudia donde una de ellas, Colchones Delax, vendía sus productos.

El instituto científico tiene como administrador único a Vicente Barberá Roig, el mismo empresario que en 2006 montó Colchones Delax. El objetivo del instituto, antes denominado Innovation Elastic Confort, es "explotar sus desarrollos", es decir, los de Colchones Delax, "en todo lo relacionado con el descanso y sus componentes de salud”, según reza en el Registro Mercantil. Una de sus principales actividades, curiosamente, es la compraventa de "toda clase de fincas rústicas y urbanas" y otras actividades de promoción inmobiliaria. Solo tiene dos empleados y facturó en 2016 algo más de 160.000 euros. Además, recibió una subvención ese mismo año de la Oficina de Patentes, por 2.149 euros para el desarrollo de marcas y patentes.

placeholder El doctor Luis Gutiérrez Serantes, en una de sus intervenciones promocionando Ionizzed.
El doctor Luis Gutiérrez Serantes, en una de sus intervenciones promocionando Ionizzed.

Barberá es también administrador de otras sociedades como Cliniconfort Salud, la "primera clínica del mundo en diagnóstico y prescripción de productos para el descanso", según puede leerse en la web de Visco Confort, otra forma del entramado empresarial. La web de Cliniconfort, sin embargo, ya no está operativa.

'A priori', el ciclo parece completo: las colchonerías fabrican productos, previamente avalados por el instituto y la clínica los receta a quienes tienen trastornos de sueño para que los compren en sus tiendas. El carácter científico del Instituto Europeo de Calidad del Sueño (ESCI) abrió las puertas a Barberá y sus colaboradores —principalmente del Instituto de Biomecánica de Valencia, centro del que Barberá forma parte de la directiva y está asociado a la Universidad Politécnica de Valencia, alma máter de Tomás Zamora Álvarez, ingeniero que firma varias de las patentes con el fundador de Colchones Delax— para llegar a coordinar un millón de euros de un proyecto europeo para un sistema de control y prevención del Síndrome de Muerte Súbita del Lactante.

Sin embargo, no es el principal proyecto del que presume este instituto o su empresa asociada.

El misterio de la turmalina

Para lograr sus efectos positivos, el colchón Ionizzed contiene turmalina, un mineral que por sus propiedades piropiezoeléctricas es capaz de emitir energía (en forma de aniones o iones negativos) cuando es sometida a una cierta presión. Por tanto, desde el Instituto Europeo de Calidad del Sueño valenciano razonan que, cuando una persona se tumba sobre este colchón, la turmalina que contiene liberará iones negativos que hará que duerma mucho mejor que sobre un colchón estándar.

El material en sí ya genera dudas a los expertos. "La turmalina no tiene las propiedades que les asignan los vendedores de colchones, por lo que es todo una falacia sin base científica", explica a El Confidencial el geólogo Manuel Regueiro, del Instituto Geológico y Minero de España. "La turmalina se usa industrialmente por sus propiedades piezo y piroeléctricas, pero eso no significa que tenga ninguna propiedad medicinal salvo la que genera la fe".

Hay que añadir que, como concepto, Ionizzed no es una innovación. Un colchón con discos de turmalina fue ya patentado en 1999 por un japonés llamado Akira Nishito. Otro nipón, Kazutoshi Kaizuka, también patentó una almohada con turmalina en 2005, poco antes —aunque sin relación alguna, que sepamos— de la fundación de Colchones Delax. Esto pudo ser decisivo para que los productos que fueron patentados finalmente por los valencianos entre 2015 y 2016 no fueran colchones en sí, sino fundas de poliéster, recubiertas con un pigmento que cambia de color en función de la temperatura que se alcance, en concreto a partir de los 37,5 ºC.

placeholder Un anuncio de Ionizzed, donde la turmalina brilla con luz propia bajo la funda.
Un anuncio de Ionizzed, donde la turmalina brilla con luz propia bajo la funda.

Esta es la base para BabyKeeper Therm, el último invento del instituto, un colchón de bebés que cambia de color cuando el bebé tiene fiebre.

Pero más allá de fechas, la cuestión es si funciona y el contenido en turmalina del colchón (o de la funda) ayuda a dormir mejor. Para justificar su invención, el ESCI cita estudios científicos como los de Michael Terman, de la Universidad de Columbia, sobre el efecto de los aniones en el cerebro.

El citado estudio de Terman en 1998 se aplicaba, en realidad, a la luz y la liberación de iones negativos para tratar la depresión invernal. Sin embargo, los valencianos no dudan en afirmar que "esto, extrapolado al descanso, hace que los aniones creen un efecto calmante y ayuden a entrar en el sueño, concretamente en su fase REM, con mayor rapidez".

En conversación con este periódico, Terman, que tiene ahora 75 años, explica que "no conozco la turmalina, aunque he oído que puede tener propiedades eléctricas inusuales", dice este psicólogo. "Sin embargo, creo que la pregunta que hay que hacerse es: si la turmalina emite iones negativos en el aire, ¿lo hace hasta el nivel necesario para afectar al ánimo o al sueño? Una corazonada me dice que no", añade Terman, que lanza el balón al tejado de la empresa no sin antes apuntillar: "Ciertamente, esa compañía no puede usar mis datos para reforzar sus afirmaciones".

A lo largo de esta semana, El Confidencial se ha puesto en contacto con el Instituto Europeo de Calidad del Sueño, tanto por correo electrónico como por teléfono, con la idea de contrastar estas afirmaciones. Sin embargo, pese a emplazarnos a una futura conversación, esta no tuvo lugar a la hora del cierre de este artículo.

¿Qué opinan las sociedades científicas?

En España, ya existen instituciones encargadas de la investigación de nuevas terapias y tratamientos para la calidad del sueño. La más importante es sin duda la Sociedad Española del Sueño. Consultado al respecto, un portavoz explica que "como sociedad científica, la Sociedad Española de Sueño (SES), no hace comentarios sobre opiniones, dispositivos o tratamientos que no están respaldados por una base científica".

Los expertos en estas patologías creen que, antes de andar comprando colchones milagrosos, la mejor aproximación al tratamiento de los trastornos del sueño es "acudir, en primera instancia, al médico de atención primaria o a un especialista en sueño para poder orientar claramente cuál es el problema y aplicar los tratamientos médicos adecuados para cada uno de los casi cien trastornos diferentes identificados por la Sociedad Mundial de Sueño, la mayoría de los cuales son modificables y controlables con la ayuda de especialistas en medicina de sueño”.

La Sociedad Española de Sueño no hace comentarios sobre tratamientos que no están respaldados por una base científica

En cuanto al citado European Sleep Care Institute, la SES afirma no participar en el proyecto, aunque añade que "apoya y se pone a disposición de las instituciones que tienen la voluntad de investigar y mejorar el conocimiento del sueño, siempre que, como es el caso, estén respaldadas por entidades reconocidas científicamente (Universidad de Valencia) y profesionales acreditados".

Colchón contra la muerte súbita

Pero el colchón de turmalina no es la única innovación que Colchones Delax vende con dudosa evidencia científica. También dicen ser pioneros en desarrollar el primer colchón de cuna que reduce el riesgo de muerte súbita del lactante. En su web, el Babykeeper promete reducir la reinhalación de CO2, proteger de la obstrucción de las vías respiratorios no produciendo encharcamiento del flujo gástrico y proteger de las bacterias. Su coste parte de los 99 hasta los 225 euros según el tamaño. Sin embargo, los expertos en este síndrome también ponen en duda su base científica.

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"La muerte súbita en lactantes es algo complejo, no hay un solo factor que influya. Tiene que haber predisposición genética especial y un factor exógeno que lo precipite", afirma Miguel Ángel Granados, cardiólogo infantil en el Hospital 12 de Octubre de Madrid.

"'A priori', parece que han estudiado la literatura sobre este síndrome, pero no podemos dejarnos llevar por noticias sensacionalistas, tiene que estar avalado por estudios serios donde se demuestre que realmente son eficaces antes de promocionarlos como tal", añade Granados.

Ramón Brugada, médico especialista en este fenómeno y miembro de la Real Academia de Medicina de Cataluña, asegura también que "no hay evidencia científica" que respalde este tipo de colchones.

¿Innovación o magufismo?

En el campo de la salud y los tratamientos médicos, no todo se restringe a fármacos, y en muchos casos, la frontera entre terapia clínicamente efectiva y pseudociencia apoyada por un buen 'marketing' es muy difusa.

En el caso de este entramado de colchonerías con tintes de I+D (una de ellas, Elastic Confort, ha recibido incluso el sello Pyme Innovadora 2018 del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad) pero poca base científica, la cosa parece más clara. Sin embargo, quizá se estén preguntando cómo algo no avalado por la evidencia científica puede ser considerado innovador.

En muchos casos, la frontera entre terapia clínicamente efectiva y pseudociencia apoyada por un buen 'marketing' es muy difusa

En 2015, Carmen, una señora de entonces 96 años, denunció a la empresa Home Therapy, fabricante de un cubrecolchón de 1.700 euros que prometía eliminar su artrosis. Debido a un largo ingreso hospitalario, la pensionista dejó de pagar los recibos y la empresa la denunció. Sin embargo, el juez dio la razón a Carmen, ya que como el producto se promocionaba como sanitario era obligatorio que se vendiera en tiendas, y no en un hotel, como ocurrió. Además, el cubrecolchón carecía del marcado obligatorio CE.

Nada de evidencias científicas. Venderse en una tienda y estar homologado es lo único que requiere un producto sanitario así para ser puesto en el mercado. Por poco más, hasta puede ser considerado innovador.

A simple vista, esta puede parecer la historia de un grupo de colchoneros valencianos que montaron un instituto de investigación con el objetivo de avalar sus propias invenciones —totalmente carentes de base científica— y promocionarlas como productos beneficiosos para la salud, aprovechando para este fin la colaboración de instituciones públicas e incluso televisivos doctores.

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