Tu jefe está sacando más tajada que tú a la IA en la oficina y tiene una explicación

La inteligencia artificial lleva todo el año deslumbrando al español de a pie con sus capacidades. Pero también metiéndole mucho miedo, que ya hay una montaña de papers, informes y estudios que vaticinan que todo esto lo que va a provocar es un Apocalipsis Job de dimensiones bíblicas que se va a llevar por delante a cientos de miles de curritos. Con todo este ruido de sables hay un puñado de empresas que no han querido esperar y se han atrevido a poner en manos de sus plantillas estas herramientas, sin saber a ciencia cierta cómo acabará el experimento en cuestión.

Los trabajadores están entre dos aguas. Por una parte, se les invita a abrazar esta tecnología con cantos de sirena que les prometen que vivirán mucho mejor y serán mucho más productivos con el mismo o menos esfuerzo.

En el otro extremo está el fantasma de que las compañías acaben utilizando esto para achicar sus plantillas y aumentar beneficios. Sea cual sea la postura, la sensación reinante es la de que hay que ponerse al día para no ser literalmente atropellados con este cambio.

Es fácil pensar que los trabajadores más jóvenes, esos que son etiquetados como nativos digitales o como miembros de la generación Z, son los que están mejor posicionados para exprimir estas herramientas en el ámbito laboral.

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Pero no está ocurriendo así. O al menos no siempre. Así lo aseguró Jared Spataro, uno de los pesos pesados de Microsoft, que explicó recientemente que está observando que entre los clientes que han empezado a integrar Copilot son los trabajadores más veteranos lo que están sacando más provecho en su día a día. "Copilot tiene capacidades similares a las de un empleado muy bien cualificado al principio de su carrera", escribió el directivo en un post publicado en el blog de la compañía y en sus redes sociales. Spataro explicaba que, para aprovechar su "potencial" actual, hacen falta habilidades que la mayoría de trabajadores desarrollan a medida que toman roles en los que dirigen el trabajo de los demás.

"Hay que pensar como gerentes", resume. "Los sénior suelen estar más versados en estas técnicas de gestión que los empleados al principio de su carrera".

"Lo que tenemos con estas soluciones es, por así decirlo, un trabajador joven que ha venido de un máster buenísimo, pero que todavía no sabe lo que tiene que hacer porque no conoce la empresa, no conoce lo que necesita...", comenta a El Confidencial Antonio Cruz, director de Modern Work en Microsoft España cuando se le pregunta por la adopción de la IA en el entorno laboral.

Es probable que uno se sienta confuso con todos los productos basados en esta tecnología que ya hay en el mercado. Copilot, el nombre genérico con el que Microsoft ha bautizado a todos ellos, tiene múltiples caras dependiendo del público o sector al que se dirijan las empresas. Por ejemplo, los desarrolladores pueden suscribirse a Copilot GitHub, pensado para facilitar la creación y escritura de código. También cuenta con un chatbot gratuito para competir con ChatGPT o con Bard, el desarrollo de Google. Antes se llamaba Bing Chat, pero recientemente la multinacional decidió cambiarle el nombre por Microsoft Copilot.

¿Cuántas empresas hay en el ajo?

La tercera gran pata es Copilot para Microsoft 365, que es la solución que ofrece para sus productos vinculados al mundo empresarial. Google también tiene algo parecido en cartera, llamado Duet AI. El mercado, además, no va a hacer más que aumentar en los próximos meses. Amazon, a través de Web Services, ya ha metido una pata en el negocio de la inteligencia artificial generativa con un programa para crear imágenes que de momento se distribuirá de forma contenida.

Aunque no ofrece cifras actualizadas del número de empresas que ya se han lanzado a piscina, Cruz asegura que hasta el 1 de noviembre, la fecha que se puso en marcha de forma comercial Copilot para Microsoft 365, había 600 empresas de todo el mundo participando en el programa piloto que habilitó la compañía de Redmond a modo de pista de despegue.

"Al menos eran 20 españolas", remata este experto, que recuerda que, por ahora, Copilot para productos como Office 365 se está ofreciendo a grandes cuentas, por el esfuerzo que supone la indexación de toda la información y documentación de las diferentes compañías que este software necesita para poder servir para su propósito.

Sobre el tipo de compañías, afirma "que hay de todos los tipos", desde el sector financiero hasta el sector energético, pasando por retail u hosteleria. "Lo que no hemos encontrado son dos usos iguales. Incluso entre empresas de un mismo sector, cada una la usa de forma diferente".

Lo que el directivo sí reconoce es esa tendencia de que los empleados más versados son los que están, en esta primera fase, sacando más provecho. "Ojo, que puedes ser sénior con 35 años y ser júnior con 42. No tiene por qué estar relacionado con la edad", puntualiza Cruz. Pero, ¿por qué un jefe puede exprimir más estas inteligencias artificiales? Pues básicamente por el estado de la tecnología y sus capacidades.

Estos asistentes no están preparados para pedirles cosas de forma genérica. Por tanto, aquellos que tengan dotes de gestión de equipos van a poder "explotarlas mejor".

"Realmente no se necesitan 'skills' tecnológicas nuevas. Hay que explotar el lenguaje natural"

Son perfiles que suelen estar acostumbrados a asignar tareas determinadas, a dividir y trocear proyectos, a revisar trabajo y a dar feedback concreto y explicar lo que quieren para recibir un resultado determinado. Unas prácticas que encajan con los consejos que se suelen ofrecer para construir un buen prompt, que en la jerga especializada es como se llaman a las peticiones que se hacen a estos sistemas. "Aquí de lo que va a el asunto es de explotar nuevas herramientas con el lenguaje natural, que es lo que se hacía hasta ahora", resume Cruz.

"Realmente no necesitas unas habilidades tecnológicas distintas. Lo que necesitas son skills de gestión, de información y de proyectos. Eso, generalmente, está en mano de los perfiles más maduros", insiste, a la par que matiza que no significa que trabajadores menos experimentados no pueden aprovecharse para automatizar tareas rutinarias. Otra cosa es explotarla al máximo y desbloquear todas sus capacidades.

"Aquí de lo que hablamos es de criterio", puntualiza Guido Stein, profesor de Dirección de Personas en las Organizaciones de la escuela IESE. "¿Ese criterio cómo se desarrolla? A lo largo de la carrera, conociendo el trabajo, la profesión y la actividad en concreto", añade. El docente pone el ejemplo de la abogacía, un gremio donde la IA amenaza con entrar con fuerza, y los júniors: a estos se les encargan tareas de documentación o elaboración de borradores, que luego son supervisados por "un socio o por alguien más veterano", que sabrá matizar si la información es suficiente o qué hay que introducir en la demanda para que no tenga errores y sea efectiva. "Pues aquí, lo mismo", afirma.

Interfaz sencilla

Stein pone el acento en la intefaz de estas tecnologías, que muchas veces consiste en una simple caja blanca donde introducir las peticiones. Algo muy similar a la forma de buscar y navegar en internet que se ha popularizado desde hace años. Esta sencillez hace que no se produzcan experiencias traumáticas durante la implementación de estas herramientas desde el punto de vista técnico y de experiencia de usuario. "El equipo de sistemas participa en la implementación, pero posteriormente no tiene carga en este sentido. Por eso la asimilación es muy natural", apunta.

Stein también aprovecha para desmitificar esa idea de que los trabajadores jóvenes siempre surfean mejor estos cambios. "Todo depende de cómo diseñe la herramienta y los procesos. Recientemente, participé en un proceso de digitalización de todos los procesos de un grupo sanitario y los fallos que impedían que los cambios funcionasen no tenían ninguna correlación con la edad".

"Algunas empresas están empezando a ver los efectos positivos de estos chatbots de inteligencia artificial en lo que se refiere a productividad y creatividad", comenta Juan Martínez de Salinas, experto en Recursos Humanos. Sin embargo, este consultor también rebaja un poco expectativas. "Todavía son pocas las compañías que lo han integrado, entre otras cosas, por la falta de legislación. Falta todavía mucho que acotar y determinar en términos de propiedad intelectual, privacidad de datos, gestión de la información sensible...", añade Martínez de Salinas.

"En la medida en que estas cosas se vayan solventando, pues más compañías la adoptarán y veremos nuevas tendencias y usos", concluye. También recuerda que hay que tener en cuenta que hay toda una generación de jóvenes en formación que están haciendo uso y experimentando con esta tecnología y habrá que ver los efectos y cómo la utilizan cuando se incorporan al mundo laboral.

"Ahora estamos en una fase inicial y es completamente lógico que se den tendencias como la que ha detectado Microsoft", opina José Luis Calvo, fundador de Diverger AI, que cree que la discusión y la vista debería estar puesta también en el medio plazo, porque ahí se verá cómo esta revolución tecnológica se asienta en la cultura de las empresas y, por tanto, cómo afecta al mercado laboral.

"Afectar al empleo, va a afectar, pero puede hacerlo de maneras muy diferentes. Si esto se consolida como una herramienta para trabajadores júniors, para que puedan ser más productivos, probablemente veamos un impacto en salarios, más que en el número de personas que componen la plantilla", especula Calvo.

Esta es la dirección hacia la que apunta un informe del Banco Central Europeo publicado esta semana. El estudio, titulado New Technologies and jobs in Europe, hace un repaso por 16 países europeos en la pasada década y asegura que la IA está creando empleo, especialmente entre los más jóvenes y los perfiles altamente cualificados. Eso sí, las conclusiones de los investigadores hablan de efectos "entre neutros y ligeramente negativos" sobre los ingresos de los trabajadores.

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Este texto, que concluye que se están exagerando los efectos de estas tecnologías sobre el empleo, confronta directamente con otros trabajos muchos más alarmantes, como los pronósticos elaborados desde el banco de inversión Goldman Sachs de que la IA eliminaría 300 millones de empleos en todo el mundo.

También hay que tener en cuenta que el documento del BCE abarca hasta 2019, cuando OpenAI era fundación anónima que apenas era conocida en los mentideros especializados y los grandes modelos de lenguaje todavía no habían hecho una exhibición de músculo como la que hemos vivido este año.

"Esto es todo muy especulativo", añade Calvo. "Si estas herramientas avanzan y se utilizan para que los perfiles más sénior empiecen a absorber tareas que antes hacían otros perfiles, nos podemos encontrar con un problema de acceso al mercado laboral de los trabajadores más jóvenes. Eso sí que sería un problema grave y generaría un recorte masivo de empleos".