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La falta de psicólogos dispara las 'apps' para meditar: "Es peligroso verlas como somníferos"
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¿Alcanzar el Nirvana con 10 minutos al día?

La falta de psicólogos dispara las 'apps' para meditar: "Es peligroso verlas como somníferos"

La popularización de la meditación como método para mejorar la salud mental ha abierto un nicho de mercado del que ahora decenas de empresas quieren sacar tajada. Los expertos piden cautela con el 'marketing' y las expectativas

Foto: Un grupo de personas practica meditación en un bosque de castaños. (EFE/Álvaro Cabrera)
Un grupo de personas practica meditación en un bosque de castaños. (EFE/Álvaro Cabrera)
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Marta tiene 24 años y hace tiempo que probó por primera vez una aplicación para meditar. Aún recuerda el momento. "Era un periodo en el que tenía bastantes ataques de pánico y creía de verdad que podría encontrar la paz usándolas. No tardé mucho tiempo en descubrir que no servía, porque seguía igual de cucú", comenta. La dejó, frustrada, aunque un tiempo después volvió a probar porque se lo recomendó su psicólogo. "La experiencia fue diferente y algunos ejercicios me ayudaron. Claro que ya la utilicé de otra forma y con un enfoque distinto, era más un complemento". Esta cordobesa es una de las muchas personas que han acudido en los últimos años a estas herramientas con la idea de mejorar su salud mental. Y un ejemplo perfecto de las dudas que hay sobre ellas.

Entre anuncios que llenan internet hablando de que con 10 minutos de meditación al día puedes encontrar una vida más serena y la búsqueda de métodos para mejorar tu salud mental, cada vez son más las personas que recurren al mindfulness digital en su día a día. Acuden a los servicios con la idea de reducir sus niveles de estrés, mejorar su concentración o incluso como un método para poder dormir por las noches a falta de terapias. Y el negocio funciona. Según el último estudio de la consultora SkyQuest, publicado el pasado 9 de marzo, las apps de este sector llegarán a facturar en 2030 más de 2.500 millones de dólares. El problema, para los expertos, es que ante el colapso del sistema sanitario y las trabas para acceder a los psicólogos, mucha gente está utilizando estos servicios como un sustitutivo, sin consultar antes con un profesional y con unas expectativas difíciles de saciar.

Foto: Francisco Cerro, arzobispo de Toledo. (EFE/Ismael Herrero)

"No podemos generalizar con todos los servicios, porque hay muchísimos, pero sí es cierto que hay un boom en el uso de estas herramientas, y en muchos casos no se hace un uso adecuado. Como profesional del sector, veo muchas ventajas en los desarrollos que se toman en serio los aspectos científicos y pedagógicos, porque ayudan a extender el conocimiento sobre la meditación y son buenas herramientas para iniciar o mantener una práctica saludable. Pero si no se pasa primero por un profesional, puede tener riesgos", explica Ausiás Cebolla, doctor en Psicología que trabaja como profesor ayudante en la Universidad de Valencia.

Cebolla es coautor de uno de los primeros estudios sobre los efectos no deseados asociados al mindfulness. Publicado en 2017 en la revista Plos One, encontraron que un 25,5% de las personas encuestadas que realizaban meditación había sufrido efectos "adversos". Entre los síntomas más frecuentes estaban la ansiedad (13,7%) y la despersonalización o desrealización (cambios en la conciencia espacial, 8%). "No hay que olvidar que nos manejamos en una disciplina que a nivel científico se estudia desde hace pocas décadas. Hemos ido descubriendo sus beneficios, pero eso no quiere decir que se pueda usar sin cuidado, porque también hay riesgos", añade.

Según explica el psicólogo, el estudio del mindfulness desde un aspecto laico y científico, dejando a un lado el espiritual, empezó en las últimas décadas del siglo pasado, y con el tiempo se ha ido avanzando hasta colocar estas prácticas dentro de ciertas terapias como una ayuda más para tratar problemas mentales. Los últimos años han supuesto un importante avance en la popularización de este método como herramienta y, para el experto, en esos casos las aplicaciones pueden tener un importante papel, pero sin llegar a ser sustitutivas. "Es peligroso ver estas apps como si fueran somníferos a los que acudir cuando no podemos dormir. Mucha gente las utiliza de esta manera y puede tener efectos adversos", comenta el experto. "Yo lo comparo mucho con las apps de deporte físico. Si las utilizas sin haber aprendido a entrenar o sin tener mínimos conocimientos, es posible que lo que te lleves sea una lesión", añade.

La comparación que hace Cebolla entre los dos ámbitos se puede llevar mucho más allá. Las empresas tecnológicas hace tiempo que vieron el interés de las personas por llevar una vida física saludable y, ante la falta de alternativas o soluciones a precios económicos, se apresuraron a monetizar esto con desarrollos de todo tipo. Desde relojes inteligentes a aplicaciones o programas especializados. Y ahora, la salud mental parece seguir el mismo camino. A día de hoy, el propio Apple Watch tiene un servicio de mindfulness y Netflix cuenta con una especie de serie dedicada a la meditación, en colaboración con Headspace Health, una de las apps más grandes del sector. Su suscripción vale 70 dólares al año y en 2020 tenía unos dos millones de usuarios de pago.

Aunque, como señalan en el medio estadounidense The Verge, la meditación solo es una de las ramas de este interés de Silicon Valley. Compañías como Talkspace y Ginger ya se promocionan como soluciones integrales para la salud mental. "Hay un gran negocio detrás, todo lo que tiene que ver con mindfulness mueve mucho dinero y hay mucho marketing. Es difícil, pero hay que separar la rama científica del negocio, al igual que de lo espiritual", detalla Cebolla. Él mismo asegura que hace un tiempo una empresa le escribió para que les ayudase con una app, pero que la relación no fue a más porque los empresarios se negaron a llevar a cabo estudios serios, como les requirió el investigador. "Cuando hay dinero, siempre hay gente que intenta aprovecharse".

Entre los nombres que destacan en el sector, están la ya mencionada HeadSpace, Calm, una aplicación desarrollada por un mito de internet, Alex Tew (creador de la web The Million Dollar Homepage), y que patrocina Lebron James; Healthy Minds (creada por un centro de la Universidad de Wisconsin-Madison), o Petit Bambou. Las dos últimas son servicios gratuitos, y el ejemplo final es la empresa que llena internet de anuncios en los que explica que 10 minutos de meditación al día podrían bastar para tener una vida más tranquila. "Hombre, si tienes un estado mental muy bueno y todo va sobre ruedas, es posible que notes mejoras con esos 10 minutos, pero tiene que ser una situación muy concreta", comenta Cebolla.

De la espiritualidad a la ciencia

El impacto de la meditación en terapias científicas y la utilidad de las apps se refleja en el caso de Marta, que asegura que el uso de estas herramientas mejoró su situación cuando se convirtió en un complemento para tratar sus ataques de pánico: "No sustituía al ansiolítico, pero me ayudaba a recuperar el control después. Todo el tema de las respiraciones que ofrecía la app me vino muy bien", comenta. Pero también en el de Carolina, de 37 años, quien explica que estuvo usando HeadSpace para dormir después de que se lo recomendara su psicóloga clínica. "Al principio, me sorprendió un poco que me lo recomendara, pero la verdad es que me ayudaba a descansar. Sin embargo, no me servía cualquiera porque, por ejemplo, la voz es muy importante".

placeholder Foto: Pexels/Cliff Booth.
Foto: Pexels/Cliff Booth.

El interés por estas apps no ha dejado de crecer. La pandemia supuso un disparadero para estos métodos, coincidiendo, además, con la gran ola en defensa de la salud mental. Ambos fenómenos han ido de la mano, como se puede ver incluso en las tendencias de búsqueda de Google. Desde mediados de 2020 hasta ahora, las búsquedas sobre meditación están en máximos, al igual que ocurre con el término salud mental. Por eso, expertos como Cebolla reclaman ahora colaboración entre todas las partes implicadas para no malograr lo conseguido e, incluso, se refieren a una cierta regulación.

Con ello, buscan evitar malas prácticas, como las apps que mezclan la meditación más científica con aspectos espirituales y con una serie de logros, siguiendo las tendencias de gamificación. "Al final, lo que les interesa a las apps es retener tu atención y que te enganches, y eso puede hacer que pierdas el foco", añade Cebolla. Para el experto, no está mal meditar por pura espiritualidad, pero teniendo claros los objetivos y el motivo de lo que se hace.

Lo mismo opina sobre los retiros, que no están pensados para todo el mundo y, si se hacen sin conocimiento, pueden acabar generando problemas. "Hay que pensar que antes de meternos en cualquiera de estas prácticas, lo mejor es acudir a un profesional y hacer una especie de entrenamiento o aprendizaje de varias semanas. Luego, eso sí, estas actividades pueden ayudarnos a mantener el hábito", termina.

Marta tiene 24 años y hace tiempo que probó por primera vez una aplicación para meditar. Aún recuerda el momento. "Era un periodo en el que tenía bastantes ataques de pánico y creía de verdad que podría encontrar la paz usándolas. No tardé mucho tiempo en descubrir que no servía, porque seguía igual de cucú", comenta. La dejó, frustrada, aunque un tiempo después volvió a probar porque se lo recomendó su psicólogo. "La experiencia fue diferente y algunos ejercicios me ayudaron. Claro que ya la utilicé de otra forma y con un enfoque distinto, era más un complemento". Esta cordobesa es una de las muchas personas que han acudido en los últimos años a estas herramientas con la idea de mejorar su salud mental. Y un ejemplo perfecto de las dudas que hay sobre ellas.

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