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¿Cuál es el precio de Erdogan? Las cartas de la OTAN para levantar el veto a Finlandia y Suecia
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Tras el bloqueo inicial

¿Cuál es el precio de Erdogan? Las cartas de la OTAN para levantar el veto a Finlandia y Suecia

Ankara ha rechazado abrir las conversaciones para que Finlandia y Suecia accedan a la OTAN. Su objetivo es obtener concesiones a cambio

Foto: Recep Tayyip Erdogan, presidente turco, durante una cumbre en Bruselas. (Reuters)
Recep Tayyip Erdogan, presidente turco, durante una cumbre en Bruselas. (Reuters)

Veintinueve de los treinta socios de la OTAN apoyan la entrada de Finlandia y Suecia en la Alianza. Solo uno se opone por el momento, pero eso es suficiente. Pocos minutos después de que ambos países nórdicos entregaran en el cuartel general de la organización en Bruselas su solicitud para ingresar en el club este miércoles, los embajadores se reunieron y chocaron con el veto turco. No ha sido una sorpresa para el resto de socios porque Ankara ya había mostrado sus reservas poco después de que Helsinki y Estocolmo expresaran su voluntad de entrar en la Alianza.

El primer bloqueo a nivel de embajadores abre un proceso de intensas discusiones con el objetivo de saber cuál es el precio de Turquía y hasta qué punto Finlandia y Suecia pueden ceder. La primera ministra de Suecia, Magdalena Andersson, así como el presidente finlandés Sauli Niinistö, se han reunido este jueves con Joe Biden en la Casa Blanca y el bloqueo turco fue uno de los principales asuntos en la agenda. EEUU está muy implicado en el proceso y el resto de miembros lo ven como el árbitro que puede lograr desatascar la situación. Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de EEUU, y Antony Blinken, secretario de Estado, han mantenido en las últimas horas reuniones con sus homólogos turcos.

Pero nadie duda de la motivación del movimiento por parte de Turquía. Recep Tayyip Erdogan, presidente turco, quiere aprovechar la palanca negociadora que tiene delante y se niega a permitir la entrada inmediata de ambos países a los que considera aliados del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que forma parte de la lista de grupos terroristas no solamente en Turquía, también en toda la Unión Europea y en Estados Unidos. El objetivo es obtener concesiones y el Gobierno turco y sus enviados son muy claros al respecto: no se trata de una negativa total, ambos países solamente tienen que cambiar de postura respecto a asuntos que preocupan a Ankara.

Foto: El presidente de Turquía, Erdogan, en la sede de la OTAN. (Reuters/Yves Herman)

Las quejas turcas van más allá del PPK: por ejemplo los dos socios tienen desde el año 2019 un embargo de armas contra Turquía. También les acusa de dar refugio a miembros del movimiento de Fetullah Gülen, al que Erdogan acusa de estar detrás del fallido golpe de Estado de 2016. Ankara aspira a que Helsinki y Estocolmo le entreguen a 33 personas del círculo de Gülen o del PKK, y el discurso del presidente turco está siendo muy duro en los últimos días: “¿No nos devolverán a los terroristas, pero nos piden ser miembros de la OTAN?”.

Pero el Gobierno turco matiza que sus principales problemas son con Suecia, no con Finlandia. Y lo es por dos razones. La primera es que hay una importante comunidad turca en suelo sueco, y Turquía ve al país como una plataforma internacional para la disidencia del régimen de Erdogan. Por otro lado está la cuestión de la relación de Estocolmo con las llamadas Unidades de Protección Popular (YPG), la milicia que actúa en el Kurdistán sirio, que tiene una estrecha relación con el PKK en Turquía.

placeholder Erdogan junto al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. (Reuters)
Erdogan junto al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. (Reuters)

Ankara viene siendo desde hace tiempo un socio problemático para la OTAN, como demuestran sus continuos equilibrios para mantener unas relaciones cordiales con Rusia al mismo tiempo que pertenece a la Alianza. Y precisamente sus aventuras en el norte de Siria, cuando intentó empujar a las fuerzas del YPG lejos de la frontera turca, fueron uno de los momentos de máxima tensión. El embargo de armas que Erdogan quiere que Finlandia y Suecia levanten se impuso precisamente después de las incursiones turcas en territorio sirio. Ankara ya tuvo roces con EEUU precisamente por el apoyo prestado al YPG en el marco de la lucha contra Estados Islámico. Suecia participaba en ese apoyo.

Los problemas con Turquía van más allá de aquella incursión. La compra del sistema antiaéreo S-400 ruso provocó fortísimas tensiones y, de hecho, la aplicación de sanciones por parte de Estados Unidos y también fue excluida del programa de desarrollo de los F-35. Pero si bien hay consenso en que Turquía es el socio más problemático de la Alianza también hay acuerdo en que es fundamental para la OTAN, una de las principales fuerzas militares del bloque. El equilibrio, por lo tanto, es delicado, pero tampoco es la primera vez que la organización se enfrenta a una situación así y el resto de socios confían en que Estados Unidos, el líder indiscutible de la Alianza, sea capaz de convencer a los turcos en poco tiempo para que cambien de postura.

La intención de Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, era conseguir que Suecia y Finlandia ya estuvieran presentes en la cumbre de Madrid, que se celebra el 29 y 30 de junio, como invitados a la Alianza Atlántica, para lo que necesitan el apoyo unánime de todos los socios. Eso no significa que ya sean miembros: todavía tendrá que completarse el proceso de ratificación por parte de todos los países del bloque, un proceso que puede tomar entre cuatro y doce meses.

Veintinueve de los treinta socios de la OTAN apoyan la entrada de Finlandia y Suecia en la Alianza. Solo uno se opone por el momento, pero eso es suficiente. Pocos minutos después de que ambos países nórdicos entregaran en el cuartel general de la organización en Bruselas su solicitud para ingresar en el club este miércoles, los embajadores se reunieron y chocaron con el veto turco. No ha sido una sorpresa para el resto de socios porque Ankara ya había mostrado sus reservas poco después de que Helsinki y Estocolmo expresaran su voluntad de entrar en la Alianza.

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