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"Lo normal es que no gane Le Pen, pero la clave va a ser el odio que existe hacia Macron"
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CHARLA CON FERNÁNDEZ-VÁZQUEZ

"Lo normal es que no gane Le Pen, pero la clave va a ser el odio que existe hacia Macron"

Pocas personas conocen mejor Francia y su extrema derecha como el profesor de la Universidad Carlos III. Hablamos con él sobre las principales claves para este domingo

Foto: Guillermo Fernández-Vázquez. (Foto cedida)
Guillermo Fernández-Vázquez. (Foto cedida)

Hace apenas dos semanas, un silencio incómodo recorría Francia: no parecía que en unos días se fuesen a celebrar unas elecciones presidenciales, un acontecimiento que cada cinco años marca la agenda del país vecino. La ausencia de debates electorales, la sensación de que la ronda final Macron contra Le Pen estaba cantada y una cierta ausencia de 'magia' habían propiciado un sentimiento de fatiga, como cuenta Guillermo Fernández-Vázquez, profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid y autor de ‘Qué hacer con la extrema derecha en Europa. El caso del Frente Nacional’.

La cada vez más ajustada segunda ronda ha provocado, sin embargo, que todas las miradas se dirijan hacia Francia, donde este domingo ocurrirá algo histórico. O Macron se convertirá en el primer presidente en renovar mandato desde Jacques Chirac en 2002 o Le Pen se erigirá como la primera presidenta de extrema derecha en Europa Occidental. Hablamos con Fernández-Vázquez para entender un poco mejor las claves que decantarán la balanza.

PREGUNTA. Este año hay opciones de una victoria de Marine Le Pen.

RESPUESTA. Este año hay más opciones que nunca de que gane Marine Le Pen, pero aun así lo normal es que no gane. Para mí, lo interesante es cuánto se ha banalizado la opción Le Pen. Si tenemos en cuenta que desde 2002 ya es la tercera vez que llegan candidatos de ultraderecha a la segunda vuelta de las elecciones francesas, ¿cuántos ciudadanos franceses han votado alguna vez en su vida por padre o hija? Y, por tanto, ¿cuántos franceses han roto ya ese tabú y, por lo tanto, lo han interiorizado como una opción más?

"Que Le Pen pueda ganar tiene que ver más con Macron que con ella"

Hay que pensar que para los electores más jóvenes de Francia, que Marine Le Pen llegue a la segunda vuelta es ya lo normal. Me atrevería a decir que en buena medida el buen resultado de Mélenchon en la primera vuelta entre los jóvenes tiene que ver con las ganas de alterar ese escenario previsto desde 2017, el de Macron contra Le Pen.

P. Ahora que salen encuestas que muestran que la distancia entre Macron y Le Pen se estrecha, hay que recordar que el voto a esta ya no es silencioso como sí pudo serlo en otras ocasiones, ¿verdad?

R. Mucho menos. Hace 20 años, el voto a Jean-Marie Le Pen era clandestino a nivel de opinión pública. Los encuestadores tenían que sumar algo más porque muchos electores no decían que iban a votarlo porque estaba muy mal visto. Eso ha cambiado completamente y no es raro encontrar a personas que digan con total normalidad que van a votar a Marine Le Pen. Hay lugares en los que tiene menos coste admitirlo que en otros. En la región metropolitana de París o Lyon tiene más coste que en las zonas del norte-noreste o sur-sureste, donde es más habitual votar a Le Pen.

P. ¿Qué ha cambiado para que esta vez tenga más posibilidades?

R. Muchos medios y analistas están poniendo el acento en los cambios y la modernización de la extrema derecha francesa y concretamente de Marine Le Pen, pero yo subrayaría más bien el papel de Macron en todo esto. Creo que el hecho de que Marine Le Pen tenga más opciones tiene más que ver con el descontento hacia Macron. De hecho, la línea política de Le Pen desde las últimas elecciones ha sido muy errática. En 2017 sale de la segunda vuelta muy tocada en su liderazgo después del debate horroroso con Macron, es muy cuestionada a nivel interno, lo que la lleva a tener una crisis interna que acaba con su principal estratega, Florian Philippot, fuera del partido, que en buena medida había sido el responsable de esa modernización de la imagen del partido y de la acentuación del perfil más social. Para mí, ese cambio del que se está hablando opera entre 2011 y 2017.

placeholder Florian Philippot, el modernizador del Frente Nacional. (Reuters/Gonzalo Fuentes)
Florian Philippot, el modernizador del Frente Nacional. (Reuters/Gonzalo Fuentes)

El Frente Nacional celebra un congreso en marzo de 2018 donde se cambia de nombre. Es un congreso muy triste: Le Pen sigue muy cuestionada y el partido no sabe muy bien qué línea tomar. El año pasado por estas fechas, Le Pen hablaba de que el Estado francés se había endeudado demasiado con la pandemia y que era necesario liberalizar servicios para reducir la deuda. ¿Qué ha pasado? No es tanto lo que Le Pen ha cambiado, sino que Macron se ha convertido en un personaje tan detestado por una parte importante de la sociedad francesa que eso hace que mucha gente a la que no le gusta particularmente Le Pen no quiera ir a votar a Macron, y eso es lo que la acerca al Palacio del Elíseo. Incluso hay gente con miedo a Le Pen que tiene tanta manía y resentimiento a Macron que no le va a votar. De hecho, es posible que Le Pen, sin tener muchos más votos que en 2017, se quede mucho más cerca de Macron. Es más demérito de Macron que mérito de Le Pen.

Además, por cierta carambola, la candidatura de Éric Zemmour le ha servido para parecer más moderada. Ella lo ha aprovechado y ha hecho una campaña no diría social, pero sí de mujer de Estado, presentándose con un perfil mucho más presidenciable. Le Pen no está enfatizando su perfil más ‘lepenista’, sino que está seduciendo a sus votantes en plan “puede que no te guste, pero usa mi voto para castigar a Macron”.

P. Hay un par de claves que apuntan en esa dirección. Un miembro del equipo de Macron decía que son unas elecciones “sin magia”, y él mismo se ha visto obligado a volver a salir a la calle para recuperar ese terreno perdido.

R. Para mí, lo más llamativo antes de la primera vuelta era que en Francia no había en absoluto ambiente de elecciones presidenciales. Una semana antes los periódicos hablaban muy poco de las elecciones, los principales temas eran Ucrania y las consecuencias económicas de la guerra. Eso, en un país en el que las elecciones presidenciales son un acontecimiento político mayor, era muy raro. No hubo debates electorales, en 2017 hubo al menos dos antes de la primera vuelta y uno entre los menos conocidos. Tiene que ver con muchas cosas, entre ellas con esa sensación de hartazgo ante la situación conocida de antemano de una segunda vuelta Macron-Le Pen.

"Macron ya no pasa por regenerador, es el candidato del 'establishment"

Creo que Macron se confió demasiado. En 2017 podía pasar ante la opinión pública como un regenerador, pero ahora es el presidente, el candidato del ‘establishment’ con un balance de cinco años con muchos altibajos y muchísimos frentes que no se han centrado. Huelgas del sector ferroviario, de estudiantes, los chalecos amarillos, protestas muy importantes contra la reforma de la edad de la jubilación, contra la ley de seguridad ciudadana, contra el ‘pass’ covid…

Ahí hay algo que le juega una mala pasada, que es que es una persona muy segura de sí misma. Lejos de esconder la parte que sabe que no le gusta a un sector de los franceses, la visibiliza. Un caso claro es la reforma de la jubilación, que ha vuelto a introducir en el programa tras haberla retirado. Lo anuncia porque tiene este carácter de ir de frente con todo y está seguro de que va a ganar. Eso le vale mucha animadversión por parte de los franceses. Desde España y desde el extranjero, no nos damos cuenta de que Macron es muy odiado por amplios sectores de la sociedad.

P. Se ha hablado mucho de que Le Pen ha centrado gran parte de su campaña en el coste de la vida, algo que está muy relacionado con el 'estado de bienestar chauvinista' al que ya dedicó una investigación sobre el Frente Nacional de 2017.

R. Si comparas su programa económico de los ochenta y noventa con el actual, te encuentras con que el actual es mucho menos neoliberal. El Frente Nacional se presentaba como el heredero de Reagan y Thatcher. En los noventa, cuando el FN empieza a tener un electorado de clases populares, introduce pequeños cambios en el programa económico, haciéndolo menos neoliberal. A partir de la entrada de Marine Le Pen en 2011 y aprovechando la crisis económica y de representación de 2008, acentúa aún más los rasgos sociales, contraponiendo el estado de bienestar francés a los recortes de Bruselas y la política de austeridad de la Troika.

Reagrupamiento Nacional se ha convertido en uno de los partidos más sociales dentro de la derecha radical. Zemmour acusaba a Marine Le Pen de socialista. No es tan querida por otros partidos de la derecha radical europea, porque resulta demasiado estatista en lo económico. No hay más que pensar que Vox en España o Fratelli d’Italia hubiesen preferido que el candidato de extrema derecha fuese Zemmour, porque tiene una visión más parecida en lo social.

P. La división por niveles socioeconómicos muestra que una mayor renta se corresponde con un mayor voto a Macron y Zemmour, y una menor, a Mélenchon y Le Pen. Como ha recordado alguna vez, ¿proviene gran parte del voto de Le Pen de obreros y empleados, y ahora también funcionarios?

R. Hay que tener en cuenta que muchas veces decimos 'obreros', pero el mundo del trabajo ha cambiado mucho en 40 años. Marine Le Pen es muy votada en las clases populares, pero tiene particular éxito entre falsos autónomos, trabajadores no de fábricas, sino de pequeñas empresas, con baja cualificación y también bajos salarios. El éxito de Marine Le Pen entre las capas populares no tiene tanto que ver con las medidas de su programa como con la propia imagen que se ha construido en la opinión pública francesa, y con el trabajo militante que ha hecho su partido en regiones como el norte de Francia, que se han convertido en bastiones.

Desde 2007 se ha labrado una imagen de mujer profesional, divorciada y con hijos que entiende las dificultades de las mujeres de hogares monomarentales con dificultades para llegar a fin de mes. Es un rasgo muy peculiar de la extrema derecha francesa, porque hace guiños expresos a ese electorado. Cuando critica a Macron, nombra ese perfil, no es nada común en la derecha radical europea.

"Le Pen se cría como una gran burguesa, en un barrio chic, es una niña bien"

Lo paradójico es que si tuviéramos un perfil de qué candidato dispone de más patrimonio, Le Pen probablemente sería la ganadora, porque no viene de una familia humilde, se cría como una gran burguesa, en un barrio chic, es una niña bien. Pero por su carácter probablemente se le ve la facilidad para relacionarse con todo tipo de gente, sobre todo la más llana. Es esa imagen lo que a mucha gente de clases populares le hace parecer como cercana, sobre todo en comparación con Macron, que no tiene esa especie de 'campechanía'.

P. De hecho, la división ciudad-campo se nota en esas simpatías que despierta Le Pen y antipatías que despierta Macron, el “presumido, petulante y elitista”.

R. Uno de sus problemas es que se adecúa absolutamente con una caricatura de una cierta tipología de francés que ha estudiado en altas escuelas, vive en París y que tiene un determinado modo de ver la vida y de actuar. La semana pasada se hizo viral un vídeo en el que habla con una persona que le increpa en la calle. Ahí se ven sus virtudes y defectos: en lugar de pasar de largo, para, trata de hablar con él, pero por otro lado, la forma de responderle es “no me está presentando las ideas en orden”, le trata con condescendencia. Incluso cuando es osado y trata de acercarse a los críticos, le sale un ramalazo que para mucha gente es desagradable.

La división zona urbana de gran metrópoli y zonas periurbanas se nota bastante. Me parece interesante la analogía con lo que ocurre con otras agrupaciones de la familia como Vox, cómo perciben en el mundo rural una posibilidad de movilizar una especie de sentimiento de orgullo frente al desprecio de las ciudades. Es una división que funciona electoralmente muy bien. Por eso no me extraña que Vox haya pedido la Consejería de Agricultura en Castilla y León.

placeholder La clave Mélenchon. (Reuters/Sarah Meyssonnier)
La clave Mélenchon. (Reuters/Sarah Meyssonnier)

P. Las miradas se han centrado en Mélenchon por su éxito inesperado, pero también porque hay que ver dónde van todos esos votos.

R. Aunque sean cuantitativamente menos, también es interesante saber qué va a pasar con los votantes de primera vuelta de Valérie Pécresse, del partido republicano, porque todas las encuestas dicen que en proporción son más los votantes suyos que irán a Le Pen que los de Mélenchon. También otros pequeños candidatos como el ruralista Jean Lassalle, de donde pueden salir transferencias de votos a Le Pen interesantes.

Hay un 15% de votantes de Mélenchon que podrían votar a Le Pen, y es un tipo de votante bastante localizable geográficamente en las clases populares del norte y el noreste, pero no lo magnificaría tanto. Todos los sondeos dicen que en un escenario Macron-Mélenchon de segunda vuelta, son más los votantes de Le Pen que votarían a Mélenchon que los votantes de Mélenchon que votarían a Le Pen. Más que las transferencias directas, lo más importante el domingo es cuántos de los votantes de Mélenchon no votarán a Macron, van a decir “me quedo en casa porque no quiero votar ni a uno ni a otro”.

En esta situación alarmante, también hay que recordar cuánta responsabilidad tienen los votantes de todos esos partidos de izquierda minoritarios que no llamaron al voto útil por Mélenchon. Es fácil ser votante del Partido Socialista Francés o del Partido Comunista y hacer llamamientos para votar a Macron y censurar al que no lo haga cuando decidiste presentarte a toda costa en primera vuelta a pesar de que todos los sondeos mostraban que era muy posible que no tuviese por qué darse un escenario Le Pen-Macron.

P. Es interesante el papel que ha jugado la guerra de Ucrania. Desde fuera, Macron parece haberse erigido en líder del Occidente democrático, pero le ha terminado sirviendo a Le Pen para recortar distancias.

R. Lo que mejor le ha venido a Le Pen, sobre todo en las últimas semanas de marzo, fueron las consecuencias económicas sobre la guerra de Ucrania, que la opinión pública debatiese sobre el poder adquisitivo de los franceses. La percepción ciudadana es que Marine Le Pen es más cercana a los franceses que se preocupan por llegar a final de mes que Macron. Lo que ocurre es que, al mismo tiempo, estos últimos días lo que más puede perjudicar a Marine Le Pen es el debate y, sobre todo, su relación con Putin.

"Le Pen parecía un producto desfasado, un reducto de la época de la poscrisis"

El tema se está volviendo a debatir y Reagrupamiento Nacional ha sido uno de los partidos más prorrusos en la extrema derecha europea, donde una de las cosas que más les dividen es la postura sobre Rusia. En esa división, el FPÖ austriaco, la Lega de Salvini y en menor medida Alternativa por Alemania son más prorrusos, y en cambio, los polacos, Fratelli d’Italia y los escandinavos eran bastante menos prorrusos. Haber expresado tanta simpatía hacia Putin o haber logrado financiación para la campaña de 2017 por un banco ruso le hace mucho daño. ¿Quién le ha financiado estas últimas elecciones? Un banco húngaro, no es casual que Orbán sea el mayor aliado de Putin. La idea de que si ganara Le Pen, Francia sería el mayor aliado de Rusia en la Unión Europa junto a Hungría es lo que puede robarle más votos.

P. ¿Hay alguna clave que se nos esté escapando desde España?

R. En el mundo de la derecha europea se están produciendo cambios muy importantes, hay una ebullición que trasciende lo que pasa en Francia. La candidatura de Zemmour hay que leerla así: aunque nos parezca un radical loco y sea más extremista que Le Pen, en realidad no viene de la extrema derecha francesa, sino de la derecha y ha arrastrado a muchos votantes de la derecha.

placeholder La nueva derecha. (EFE/EPA/Christophe Petit Tesson)
La nueva derecha. (EFE/EPA/Christophe Petit Tesson)

Es una especie de deriva derechista de Sarkozy, está más emparentado con él que con Le Pen. Que parte del voto Sarkozy haya virado a posiciones aún más radicales que las de Le Pen revela el tremendo cambio que se está produciendo en la derecha europea y cómo este discurso épico de una especie de renacer nacional está cuajando en ciertos sectores de la derecha tradicional, que ve estos discursos como algo que puede incorporar, porque le resultan atractivos a la gente más joven.

Esa retórica épica y nacionalista, de discurso patriótico, está tentando a una parte de la derecha que ve que por ahí puede ganar muchos votos. En el caso de España, Ayuso es el caso más insigne de cómo la derecha convencional en términos de identidad nacional asume cada vez más el discurso de la extrema derecha.

P. ¿Qué pasará con la extrema derecha si Le Pen gana?

R. Si gana, saldrán un montón de partidos, entre ellos Vox, a apuntarse el tanto. Sería una victoria inesperada e importantísima para la derecha radical europea. Pero también es verdad que supondría un cierto giro inesperado de los acontecimientos, porque esta había ido últimamente más en la dirección Zemmour que en la dirección Le Pen. Su programa y retórica eran discurso identitario, conservador en lo moral y liberal en lo económico, y en ese 'pack' Le Pen quedaba como el producto de la década de los 2010-2020, de la poscrisis económica, como un vestigio del pasado.

Por eso Vox apoya a Zemmour, porque lo ven como la candidatura moderna que encaja en ese 'pack'. Ese parecía que iba a ser el camino. Una victoria de Le Pen supondría un 'shock' y haría más atractivo ese chauvinismo del bienestar para partidos que lo empezaban a considerar como algo a dejar atrás, propio de la época de la austeridad, un tipo de oferta política que ya no era muy atractiva.

Si no llega al 40%, tanto para su junta como para la derecha radical europea será un relativo fracaso, pero creo que si supera el 40%, sobre todo si pasa el 45%, la derecha radical europea lo interpretará como un éxito y un signo de que los tiempos están cambiando y que esta es la década del patriotismo frente al globalismo.

Hace apenas dos semanas, un silencio incómodo recorría Francia: no parecía que en unos días se fuesen a celebrar unas elecciones presidenciales, un acontecimiento que cada cinco años marca la agenda del país vecino. La ausencia de debates electorales, la sensación de que la ronda final Macron contra Le Pen estaba cantada y una cierta ausencia de 'magia' habían propiciado un sentimiento de fatiga, como cuenta Guillermo Fernández-Vázquez, profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid y autor de ‘Qué hacer con la extrema derecha en Europa. El caso del Frente Nacional’.

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