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La pandemia, la economía y las elecciones: por qué Merkel necesita ya la Sputnik V

Merkel quiere acelerar la campaña de vacunación en Alemania a toda costa para evitar un fiasco que dañe aún más la economía y empeore la posición de los conservadores en los comicios

Foto: Angela Merkel. (Reuters)
Angela Merkel. (Reuters)
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Angela Merkel quiere acelerar la campaña de vacunación en Alemania a toda costa. Y por eso está dispuesta a cerrar un acuerdo bilateral con la Rusia de Vladímir Putin, su enemigo íntimo, para adquirir la Sputnik V. Aunque esto signifique romper con la disciplina comunitaria que ella misma promovió e ignorar los recelos de algunos socios de la UE. Hay demasiado en juego para la canciller: la victoria sobre la tercera ola, la recuperación de la primera economía europea y las elecciones generales de septiembre.

El ministro alemán de Sanidad, Jens Spahn, se lo dejó claro a sus homólogos europeos en su última reunión. Si algunos socios no quieren la Sputnik V y la Comisión Europea (CE) opta entonces por no firmar ningún contrato con la farmacéutica productora —lo que finalmente ha decidido—, entonces Alemania actuará en solitario para proveerse de una partida de esa vacuna contra el covid. "En el Consejo Europeo de Sanidad dije, en nombre de Alemania, que entonces nosotros hablaríamos de forma bilateral con Rusia", explicó Spahn en declaraciones a la televisión pública regional WDR5.

Foto: Vladimir Putin, en una imagen de archivo de 2019, asistiendo a las maniobras del ejército ruso. (EFE)

Sus declaraciones agitaron el panorama informativo por unas horas. Pero la postura alemana no era en absoluto una novedad. La propia canciller ya lo había dejado claro en los últimos meses. El pasado 5 de enero mantuvo una conversación telefónica con Putin en la que aseguró que estaba "abierta a una cooperación bilateral con el objetivo de facilitar la capacidad productiva en Europa", según declaraciones de la portavoz adjunta del Gobierno alemán, Ulrike Demmer.

¿500 millones de dosis?

Unas semanas después, Merkel agregó que Alemania incluiría la Sputnik V en su campaña de vacunación si había luz verde de la UE. "Si la (Agencia Europea del Medicamento) EMA autoriza esta vacuna, entonces podremos hablar sobre una producción conjunta o sobre su aplicación", dijo la canciller. "Por encima de las diferencias políticas, que en la actualidad son grandes, se puede cooperar en la pandemia en el ámbito humanitario", señaló al argumentar su apuesta por la 'Realpolitik' pandémica. Merkel celebró incluso una videoconferencia con Putin y el presidente francés, Emmanuel Macron, el pasado 30 de marzo en la que se abordó esta cuestión.

La unidad alemana de la moscovita R-Pharm ha invertido 20 millones de euros en su planta de Baviera para poder empezar a producir vacunas

No son solo declaraciones políticas. En el último año ha habido movimientos preparatorios. La empresa alemana que solicitó a la EMA la revisión de la Sputnik V, una filial de la farmacéutica rusa que la produce, ya empezó a dar pasos en este sentido en 2020. Según publicó el pasado septiembre el diario local 'Südwest Presse', R-Pharm Germany GmbH, la unidad alemana de la moscovita R-Pharm, ha invertido 20 millones de euros desde el inicio de la pandemia en su planta de la localidad bávara de Illertissen para poder empezar a producir vacunas. El objetivo es fabricar hasta 500 millones de dosis cada año. Lo que queda por aclarar es qué vacuna fabricarán finalmente, ya que R-Pharm llegó a un acuerdo con AstraZeneca para producir también su fórmula, similar a la Sputnik V.

No solo Alemania rompe filas con sus socios europeos. También dentro del país se percibe algo similar. Varios estados federados alemanes han mostrado interés en hacerse con la vacuna rusa —frente a los recelos de otros— y poder acelerar la campaña de vacunación en sus territorios. Baviera fue el primero en anunciar que había firmado un precontrato con R-Pharm para, una vez que la vacuna sea aprobada en la UE, adquirir 2,5 millones de dosis. Poco después Mecklemburgo-Antepomerania confirmó que había cerrado una opción de compra de un millón de dosis de la fórmula rusa. Otros 'länder', como Sajonia, Brandeburgo y Berlín, han mostrado también su interés. Curiosamente, la mayoría son territorios de la antigua Alemania Oriental.

La tercera ola

Detrás de todos estos movimientos, a nivel federal y regional, está la creciente presión social sobre la clase política para atajar la propagación del covid. Tras cerrar la primera ola como el alumno aventajado de Europa, Alemania ha tenido serios problemas para frenar la segunda. Y la tercera se está montando a lomos de la anterior. En los últimos días se están registrando unos 20.000 nuevos casos diarios y la incidencia acumulada a siete días ha repuntado por encima de los 130 positivos por cada 100.000 habitantes. Las ucis están de nuevo llenándose de enfermos graves de coronavirus y las asociaciones médicas ya han alertado de que podría llegarse al límite de la capacidad en apenas unas semanas.

Mientras tanto, la campaña de vacunación avanza con dificultades. Pese a las muchas promesas, Alemania apenas ha logrado inmunizar hasta el momento con la pauta completa al 6% de sus 83,2 millones de habitantes. En torno al 14% ha recibido al menos una dosis. Luego están los fallos de gestión de la clase política. De las tensiones para acordar medidas para el conjunto del país (que han retrasado la toma de decisiones clave en la lucha contra la pandemia) a los problemas administrativos y logísticos en la campaña de vacunación y en el uso masivo de test rápidos. El ejemplo más claro de los recientes tropiezos de la política alemana fue la disculpa pública de la canciller tras anular un cierre de cinco días de la actividad económica y la vida pública para Semana Santa a las 48 horas de anunciarlo.

Foto: Una enfermera extrae viales de la Sputnik V durante la vacunación en Macedonia del Norte. (Reuters)

La economía, mientras tanto, sigue resintiéndose con el comercio y el sector servicios cerrados desde finales del año pasado y dependientes totalmente de las ayudas del Estado. Así, la recuperación de la economía alemana va a ser de las menos sólidas entre los países industrializados, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Las previsiones de la mayoría de centros de estudios sitúan el crecimiento este año entre el 3,1 y el 3,6%. Pero cada nueva semana de restricciones cuesta miles de millones de euros. La deuda pública sigue al alza tras encadenar dos años de déficit récord. Berlín acaba de incrementar en un tercio (60.400 millones de euros) su previsión de déficit para este año. El Bundesbank calcula que la deuda pública subió solo el año pasado en unos diez puntos porcentuales, hasta el 70% del PIB.

Las encuestas

El desgaste es evidente en la clase política, especialmente en el bloque conservador de la canciller. La Unión Cristianodemócrata y su socia bávara, la Unión Socialcristiana (CDU/CSU) han pasado en las encuestas del entorno del 35-36% a principios de año a caer por debajo del 27% en los últimos días, según la media de las encuestas recogidas por la consultora política Pollytix. La situación es alarmante porque en septiembre se celebran las elecciones generales más inciertas en más de una década, a las que no se presenta Merkel. Los conservadores se mantienen en cabeza, pero se arriesgan a no ser imprescindibles para la formación de Gobierno si siguen cediendo en los sondeos.

En este contexto se entiende mejor el posibilismo alemán con la Sputnik V, que entronca sin embargo con la ambivalencia que Merkel ha desplegado con Rusia desde hace años. Su política ha conjugado las sanciones a Moscú por la anexión de Crimea, el conflicto en el este de Ucrania y el envenenamiento del líder opositor Alexei Navalni con la promoción del gasoducto Nord Stream 2, que beneficia a Rusia y a la industria alemana pero deja de lado a Kiev e ignora los recelos de sus socios bálticos.

Angela Merkel quiere acelerar la campaña de vacunación en Alemania a toda costa. Y por eso está dispuesta a cerrar un acuerdo bilateral con la Rusia de Vladímir Putin, su enemigo íntimo, para adquirir la Sputnik V. Aunque esto signifique romper con la disciplina comunitaria que ella misma promovió e ignorar los recelos de algunos socios de la UE. Hay demasiado en juego para la canciller: la victoria sobre la tercera ola, la recuperación de la primera economía europea y las elecciones generales de septiembre.

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