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Moción de censura en el Senado

Italia esquiva (de momento) el drama de otras elecciones pero las incógnitas siguen abiertas

Conte ha logrado unos agónicos apoyos en el Senado, lo que le permite mantener el Gobierno en minoría y evitar abrir una nueva caja de los truenos con elecciones anticipadas

Foto: El primer ministro italiano, Giuseppe Conte. (EFE)
El primer ministro italiano, Giuseppe Conte. (EFE)

Un debate que acabó entre gritos y el caos, en el mejor estilo que bebe de los (gastados) tópicos de la política italiana. Así, los senadores italianos han optado finalmente por dar su apoyo al debilitado Gobierno de Giuseppe Conte, una victoria algo agónica, pero que salva (momentáneamente) a Italia del abismo de aguas desconocidas o unas nuevas elecciones. Porque, aunque el primer ciclón político está ya achicando, las incógnitas continúan.

El margen de victoria de Conte para mantener a su Gobierno (en peligro tras la deserción de Matteo Renzi y su partido Italia Viva) en el poder ha sido muy estrecho: 156 senadores le dieron este martes su apoyo frente a 140 en contra y 16 abstenciones. Fundamental ha sido el apoyo de los senadores vitalicios y algunos tránsfugos de centroderecha, varios de ellos de Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi.

El Gobierno de Conte queda ahora en minoría, lo que complica enormemente que pueda sacar adelante nuevas propuestas y las reformas que le exige la Unión Europea. El riesgo es el del bloqueo institucional. De ahí que también la oposición de centroderecha haya festejado: “Esta es una crisis que empezó dentro de vuestra casa”, afirmó Matteo Salvini, el líder del partido ultranacionalista de la Liga, al añadir que, en su opinión, “lo único” que une a la coalición de Gobierno “es su voluntad de no ir a elecciones porque ganaría el centroderecha”. “Han decidido enrocarse”, criticó el derechista.

Foto: Rocco Casalino. (Reuters)

Pero, pese a la debilidad de Conte y la beligerancia de la oposición de derechas, se alejan momentáneamente los peores escenarios que en estos días han tenido en vilo a los italianos, a la Unión Europea y a los mercados financieros, muy pendientes de la trifulca que desencadenó Matteo Renzi, el líder de Italia Viva, cuando la semana pasada anunció que abandonaba la coalición gubernamental. Se llegó a barajar un Gobierno de tecnócratas o, peor aún, unas elecciones anticipadas a finales de primavera.

Ganar tiempo

Los escenarios ahora son otros. Se espera que ahora —quizá este mismo miércoles— Conte se reúna con el presidente italiano, Sergio Mattarella. Junto a él, Conte deberá decidir cuál alternativa es la mejor para que Italia evite entrar en una fase de inestabilidad política que impida su recuperación económica.

Todo aún es posible. Incluso que Conte presente su dimisión para que luego Mattarella vuelva a pedirle a él explorar posibles nuevas alianzas para formar un nuevo tercer Ejecutivo Conte (el primero se rompió en 2019 cuando Matteo Salvini, el líder de la ultraderechista Liga abandonó la coalición).

El propio Conte insinuó, durante sus intervenciones en el Senado, que toda opción está sobre la mesa, algo que también sugiere —como han avanzado los analistas italianos más finos— que el objetivo del primer ministro es, en realidad, ganar tiempo.

Aun así, también quiso dejar claro que no le temblará la mano si debe tomar cualquier decisión drástica, incluida la de echar abajo todo el Gobierno actual. “Si este Gobierno no tiene los números, se irá a casa”, llegó a decir. “Solo la política nos ofrece la posibilidad de interpretar el malestar de la sociedad impidiendo que explote en rabia y en formas destructivas”, advirtió, en otro momento destacado de sus discursos en el Senado, en los que también se sacó alguna piedra del zapato y criticó a Renzi: “No eligieron la vía de la leal colaboración, se fueron por el camino de la agresión, de los ataques mediáticos”.

Foto: El primer ministro italiano, Giuseppe Conte. (EFE)

Pero el mandatario también tendió sus ramitas de olivo. Anunció cambios dentro del Ejecutivo, el cual, en todo caso, continuará —con toda probabilidad— en la senda europeísta y antinacionalista que Conte ha defendido en estos días con uñas y dientes para salvarse. Y también abrió la puerta a nuevos socios procedentes de tradiciones políticas que no han sido hasta ahora parte de la coalición. “Quien tenga ideas y proyectos, voluntad de hacerse constructor, que sepa que es el momento justo de contribuir a esta prospectiva”, afirmó. “Necesitamos fuerzas voluntariosas. Necesitamos personas disponibles para reconocer la importancia de la política. Tenemos la urgencia de hacer política”, añadió.

Mercado de tránsfugas

La nueva configuración del Parlamento italiano es clave, como han confesado en estas horas los integrantes de la coalición más veteranos. “Con estos números no llegamos al final de la legislatura, nos conviene ampliarnos”, dijo Goffredo Bettini, considerado uno de los mandamases del Partido Democrático, la formación que, junto con el Movimiento 5 Estrellas, es uno de los dos partidos sénior del Gobierno. Lo que, dicho en plata, significa que el mercado de tránsfugas continuará y a plena luz del día.

Intrigas al margen, el objetivo sin complejos de Conte es seguir negociando para conseguir más apoyos en los próximos días y semanas. El primer ministro se sabe debilitado y no lo ha escondido. Pero sus tonos distan de los de un hombre dispuesto a tirar la toalla con facilidad. “No hay ni un minuto que perder. Enseguida nos pondremos a trabajar para atender la emergencia sanitaria y la crisis económica”, dijo, tras conocerse el resultado del Senado. Esta votación es un “buen inicio. Hemos evitado una crisis dramática”, repitió en una entrevista con un programa de televisión italiano.

Un incendio apaciguado

Algunos indicios de que el incendio italiano se había parcialmente apagado habían aparecido ya el día anterior, durante la votación en la Cámara de Diputados, donde Conte recibió un amplio respaldo, y diputados de centro y centroderecha se desmarcaron de sus respesctivos partidos para dar su apoyo a Conte. Una de ellas fue Renata Polverini, exgobernadora del Lacio y figura de relieve de Forza Italia, quien dio su apoyo al primer ministro italiano en un típico ejercicio de transfuguismo político italiano. Lo hice “por responsabilidad”, dijo, al dejar a más de uno boquiabierto. El martes, los otros diputados de Forza Italia que la siguieron fueron inmediatamente expulsados del partido, según anunció la formación.

Massimo D’Alema, histórico dirigente del Partido Comunista Italiano (PCI), viejo zorro de la política transalpina y un gran detractor de Renzi, ya lo había dicho hace algunos días. “Es impensable que el político más impopular de Italia (Renzi) condicione al más popular (Conte)”, dijo. El paso de los días dirá si tenía razón.

Un debate que acabó entre gritos y el caos, en el mejor estilo que bebe de los (gastados) tópicos de la política italiana. Así, los senadores italianos han optado finalmente por dar su apoyo al debilitado Gobierno de Giuseppe Conte, una victoria algo agónica, pero que salva (momentáneamente) a Italia del abismo de aguas desconocidas o unas nuevas elecciones. Porque, aunque el primer ciclón político está ya achicando, las incógnitas continúan.

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