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Una alternativa a la 'invasión': Praga ensaya un plan renove para el turismo de masas
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¿Oportunidad poscovid?

Una alternativa a la 'invasión': Praga ensaya un plan renove para el turismo de masas

La alcaldía anuncia un ambicioso plan de 9,3 millones de euros en el que "los que solo se dediquen al extranjero lo pasarán mal". El objetivo: acabar con el turismo invasivo de juerga y Airbnb

Foto: El castillo de Praga, reabierto tras la crisis del coronavirus. (EFE)
El castillo de Praga, reabierto tras la crisis del coronavirus. (EFE)

La Plaza de Franz Kafka de Praga tiene uno de los dos museos de la ciudad dedicados al célebre escritor. Una placa con su rostro recuerda al viandante que el autor de 'La metamorfosis' nació en ese mismo inmueble. En los aledaños, una casa de cambio, una absentería en la esquina de en frente y espacio para que se apiñen los clásicos 'walking tours' con más de 30 personas. “No compréis en los 'minimarkets' porque es el precio para el turista” -suelen advertir los guías- "precio checo sólo hay en los supermercados checos. Pero por el centro histórico no veréis ninguno porque casi nadie vive aquí ya. Los checos que os crucéis han venido a trabajar”. Hace apenas tres meses, esta era la cotidianeidad de una de las ciudades más populares de Europa. Pero llegó el coronavirus y desaparecieron los turistas.

Ahora, la pandemia y la crisis económica que viene tras ella están acelerando el debate en República Checa -como otros concurridos destinos turísticos-, país que vive entre el amor y el odio al visitante extranjero. Y, por el momento, están dando alas a los que llevan años abogando por reducir las llegadas internacionales a "niveles sostenibles". El Ayuntamiento de Praga ha puesto en marcha un programa con un respaldo de 9,3 millones de euros para potenciar el turismo local-sostenible frente al masivo y extranjero. El objetivo es recuperar el centro histórico para los vecinos. Un experimento que otras ciudades del continente, también en España, vigilan por el rabillo del ojo, pero cuya rentabilidad está en duda.

Los críticos de la iniciativa recuerdan que más del 80% de los viajeros que llegan a la ciudad son foráneos y que la idea choca además con los planes del Gobierno nacional, inmerso en negociar 'corredores turísticos' con otros países desde antes de la desescalada para fomentar uno de los sectores que más divisas aportan a las arcas públicas.

En 2019, Praga recibió más de 9,1 millones de turistas, un incremento del 2,3% respecto a 2018, según datos de la empresa británica 'Euromonitor International' publicados a finales del pasado diciembre. Con apenas 1,2 millones de habitantes, la capital checa fue la quinta ciudad más visitada de Europa, por detrás de Londres, París, Estambul y Roma, todas ellas mucho más pobladas. Con la prosperidad vino la gentrificación, un fenómeno bien conocido en España: la presión turística en el centro histórico ha disparado los precios del alquiler, los servicios y el consumo, expulsando a los naturales. De propina, en un país que presume de cerveza barata y de gran calidad, ofrece un turismo ‘de juerga’ Airbnb que llega con ruido y suciedad.

Foto: Una playa en Salónica, Greecia, este 16 de mayo. (EFE)

Zdenekn Hrib, alcalde de Praga por el Partido Pirata checo, llegó al puesto en noviembre de 2018 prometiendo, entre otras cosas, combatir los males de este modelo masivo. En este año y medio ha visto nacer, para criticarle su supuesta 'inacción' al respecto, la plataforma Por Una Vivienda Tolerable en El Centro de Praga (Snesitelné bydlení v centru Prahy), muy activa en la vida política y que ha conseguido forzar la presencia de varios diputados del mismo Partido Pirata, de centro-izquierda, y el liberal TOP09, minoritarios a nivel nacional pero mayoritarios en la capital.

El pasado 15 de mayo, el Gobierno de la ciudad presentaba su plan para la búsqueda del 'turismo sostenible'. Una estrategia ya aplicada en otros lugares, incluso en España, es el intento de 'redistribuir' a los visitantes y su presión a diferentes puntos de la ciudad. Pero destaca sobre todo el deseo de Hrib de “potenciar el turismo local y los negocios que lo sirvan y conserven la cultura local” frente a la gentrificación. “El turismo doméstico va a apoyar negocios auténticos”, dijo en declaraciones a los medios. “El resto sufrirá grandes pérdidas. Y como ciudad, no vamos a dar apoyo a los negocios que se enfocan únicamente en los extranjeros”.

placeholder Praga, durante una protesta contra el primer ministro Babis. (Reuters)
Praga, durante una protesta contra el primer ministro Babis. (Reuters)

La estrategia de Hrib choca, sin embargo, con las negociaciones lanzadas por el Ministerio de Exteriores y el de Desarrollo Regional —responsable de Turismo— para abrir 'corredores turísticos' con países como Eslovaquia, Alemania o Croacia. El deseo del Gobierno que preside el conservador y polémico Andrej Babis es intentar salvar la temporada turística. Hrib se ha destacado por apoyar las protestas contra este último por sus presuntos escándalos de corrupción, unas manifestaciones que tras el parón obligado por la cuarentena se reactivaron la semana pasada, dado que Chequia ha dado por finalizada su desescalada.

Sostenible, ¿también en lo económico?

José Alberto Castañeda, profesor de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Granada, nos explica que el concepto de turismo sostenible debe ser analizado alrededor de tres factores: la sostenibilidad medioambiental, la social y la económica. Cambiar de un modelo de turismo internacional a uno local, tanto para Chequia como para España, “puede no ser sostenible si hablamos de ciudades como Praga donde el 84% de las visitas viene del exterior. Además, el gasto medio de un local suele ser menor que el de un foráneo. Sostenibilidad incluye rentabilidad”.

Lo que ya estábamos viendo en algunos destinos de Europa, advierte el experto, es la diversificación del modelo como “una estrategia para paliar las externalidades negativas del turismo” sin causar perjuicios económicos. En este caso, la redistribución de los visitantes en actividades y espacios más variados y que alivien la presión turística “frente a la acumulación en espacios reducidos y un solo tipo de turismo”.

Foto: Un hombre cargando con fruta y verdura en las pasadas inundaciones en Venecia el pasado diciembre. (Reuters)
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Castañeda añade “que a estos factores se incorpora con el covid-19 la que podemos llamar sostenibilidad sanitaria. Los destinos necesitan ahora garantizar la seguridad sanitaria tanto de los residentes como de los viajeros”. Era algo “que ya existía antes, pues en determinados países se exigían ciertas vacunas antes de viajar”, pero ahora lo vivimos como un fenómeno global y centrado en una enfermedad concreta.

Peligro social pero no patrimonial

En ciudades como Praga, la principal presión de las 'externalidades negativas' se refiere a la calidad de vida y los precios. La expulsión del vecino tradicional del centro viene aparejada al encarecimiento de la vida y a molestias como el turismo de juerga y fenómenos como el temido 'beer-byke', en el que varios viajeros pedalean mientras les sirven jarras de cerveza y que no sonará desconocido a los habitantes de Madrid o Barcelona. El ayuntamiento lleva años buscando la vía legal para prohibirlos. En septiembre de 2019, también reguló la presencia de personas disfrazadas en la plaza de la Ciudad Vieja, donde el célebre reloj astronómico.

El consistorio praguense admite que alrededor de un 25% de las viviendas del distrito de Praga tienen como único uso el alquiler turístico. El portavoz de Snesitelné bydlení, Pavel Snop, explica a El Confidencial que los objetivos de su plataforma van más allá de reducir los alquileres en la zona e incluyen “el orden público, el descanso nocturno y un coste justo de los servicios”. La especulación inmobiliaria iniciada en los noventa es el origen de todos los problemas del centro, en su opinión.

“Tras la caída del comunismo, se privatizó una gran cantidad de 'stock' inmobiliario en la ciudad, que fue a parar a manos de propietarios que no querían vivir en los pisos sino especular. Ahora es más rentable para ellos pasar al alquiler turístico vía Airbnb y otras plataformas, y eso encarece no solo la renta sino toda la vida en el barrio”.

Un nuevo concepto: sostenibilidad sanitaria

Al contrario que en Venecia, eso sí, de momento no parece existir riesgo patrimonial. El pasado noviembre, un informe del Icomos (Internacional Council of Monument and Sites, organización dentro de la Unesco que vigila la conservación del Patrimonio de la Humanidad) causó titulares alarmistas sobre la posibilidad de que el centro histórico de Praga fuese incluido en la Lista de Patrimonio en Peligro. Fuentes del Icomos en República Checa han aclarado a este diario que ni siquiera es una posibilidad inmediata, a pesar de la interpretación de los medios locales, y que “los turistas que quieren disfrutar de los monumentos praguenses no son ahora mismo una amenaza”, más bien “quienes quieren desarrollar negocios invasivos gracias a esa afluencia turística”.

La advertencia más seria del Icomos a Praga apunta al río Moldava. Los expertos de la Unesco piden a las autoridades checas “prudencia” concediendo permisos para los cruceros y otros negocios en el río, y apuntan a la “permisividad” de los planes municipales al respecto. La recomendación es “aprovechar las infraestructuras existentes y limitar el crecimiento del tráfico” en el río para su correcta conservación.

La Plaza de Franz Kafka de Praga tiene uno de los dos museos de la ciudad dedicados al célebre escritor. Una placa con su rostro recuerda al viandante que el autor de 'La metamorfosis' nació en ese mismo inmueble. En los aledaños, una casa de cambio, una absentería en la esquina de en frente y espacio para que se apiñen los clásicos 'walking tours' con más de 30 personas. “No compréis en los 'minimarkets' porque es el precio para el turista” -suelen advertir los guías- "precio checo sólo hay en los supermercados checos. Pero por el centro histórico no veréis ninguno porque casi nadie vive aquí ya. Los checos que os crucéis han venido a trabajar”. Hace apenas tres meses, esta era la cotidianeidad de una de las ciudades más populares de Europa. Pero llegó el coronavirus y desaparecieron los turistas.

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