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El monopolio del Brexit sume en el olvido a la capital más débil: Belfast
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IRLANDA, ¿CAMINO DE LA REUNIFICACIÓN?

El monopolio del Brexit sume en el olvido a la capital más débil: Belfast

El Parlamento de Stormont lleva sin voz durante casi tres años. Pero como con otras cuestiones, la situación ha pasado desapercibida por el Brexit, que ha monopolizado la atención

Foto: Una imagen de las pasadas elecciones. (Reuters)
Una imagen de las pasadas elecciones. (Reuters)

Hasta hace no demasiado tiempo, las autoridades británicas organizaban viajes para que los corresponsales de todo el mundo vieran el funcionamiento de la Asamblea de Belfast. Uno se sentaba en las tribunas de la parte superior y escuchaba cómo los políticos debatían sobre Educación o Sanidad. A simple vista, nada excepcional. Pero lo que parecían sesiones ordinarias tenían tremendo significado. Católicos y protestantes habían dejado de pegarse tiros para discutir sobre las cuestiones domésticas de la provincia británica. Es más, desde el Acuerdo de Viernes Santo de 1998, los dos partidos mayoritarios de ambas comunidades están obligados a gobernar en coalición.

La fotografía no es perfecta. Aún hoy, existe un muro que separa el barrio unionista de Shankill Road con el nacionalista Falls Road, cuyas puertas continúan cerrándose cada día a las 17:30 horas. Pero, poco a poco, se van logrando grandes avances.

Irlanda del Norte tiene una población que no llega a los dos millones de personas. Eso quiere decir que todos se conocen entre ellos. En otras palabras, en uno y otro bando, todos sabían quién estaba detrás de la muerte de un hermano, un hijo o una esposa. Y, con todo, tras cuatro largas décadas de sangriento conflicto, lograron firmar la paz. Por lo tanto, ser testigo de aquellos debates ordinarios sobre Educación o Sanidad era realmente emocionante.

Foto: Frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte. (Reuters)

Sin embargo, el Parlamento de Stormont lleva sin voz durante casi tres años. Quedó mudo tras las elecciones anticipadas de enero de 2017 celebradas en la provincia británica y, desde entonces, católicos y protestantes no han conseguido acercar posturas. Triste. Preocupante. Pero como con otras muchas cuestiones, la situación ha pasado desapercibida por el huracán del Brexit que ha tenido monopolizado al Ejecutivo central.

De camino a terceras elecciones

Ahora que el divorcio con la UE parece que se ha encauzado, el ministro para Irlanda del Norte, Julian Smith, ha establecido nuevos contactos con las formaciones norirlandesas para intentar que lleguen a un pacto. De no haber gobierno de coalición entre los protestantes-unionistas-monárquicos del DUP y los católicos-nacionalistas-republicanos del Sinn Fein para el 13 de enero, se tendrían que celebrar nuevas elecciones anticipadas. Serían las terceras en menos de cuatro años.

A ninguna de las dos formaciones les interesa volver a las urnas, ya que ambas han perdido porcentaje de votos en las generales del pasado 12 de diciembre. La ausencia de Ejecutivo autonómico coincide además con una importante crisis del Sistema Nacional de Salud pública que afecta a todo el Reino Unido, pero especialmente a esta provincia británica, donde se registran las peores listas de espera.

placeholder Cartel pro Sinn Fein. (Reuters)
Cartel pro Sinn Fein. (Reuters)

En cualquier caso, el DUP ha sido el más castigado. Uno de los dos diputados que ha perdido en las últimas generales ha sido el histórico Nigel Dodds, el que era portavoz del partido en Westminster, con grandísimo protagonismo en la pasada legislatura. Cuando Theresa May perdió la mayoría absoluta, los protestantes se convirtieron en el apoyo clave del gobierno 'tory' en minoría.

Eran además la única voz norirlandesa en Westminster, ya que el Sinn Fein históricamente nunca ocupa los escaños para no jurar fidelidad a la corona británica. Esto, sumado a la ausencia de poder en la Asamblea de Belfast y al hecho de que la frontera en Irlanda se convirtiera en el principal escollo del tortuoso divorcio con la UE llegó a crear un cóctel molotov que incrementó las tensiones entre ambas comunidades, dando oxígeno al Nuevo IRA, formado en parte por disidentes del ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA).

Foto: Agentes de policía durante el desfile del Orgullo LGTB de 2019 en Londres. (Reuters)

Apenas se les estaba prestando atención, hasta que durante uno de los disturbios el mes pasado de abril en la localidad de Derry o Londonderry (según se interprete por católicos o protestantes), la periodista Lyra McKee, de 29 años, falleció tras ser alcanzada por una bala. Los responsables pidieron perdón y aseguraron que se trató de un “trágico accidente”.

Ni siquiera esto logró el acercamiento entre la clase política, por lo que Londres se vio obligado a tomar las competencias de la provincia británica. El pasado mes de octubre, Westminster legalizó tanto los matrimonios homosexuales como la ley del aborto, para equiparar la situación a cómo estaba ya desde hace años en el resto del Reino Unido.

Incapaz de retener el control

La ley que liberalizó el aborto en 1967 para Inglaterra, Escocia y Gales nunca había llegado a aplicarse a Irlanda del Norte, donde solo se autorizaba dicha práctica en caso de que la vida de la gestante estuviera en peligro o hubiera riesgo de daños permanentes para la salud física o psicológica. Los casos de violación, incesto o malformaciones fetales quedaban fuera de dichos supuestos.

Los dirigentes unionistas protestantes del DUP convocaron una sesión extraordinaria en la Asamblea de Belfast para tratar de impedir 'in extremis' la entrada en vigor de estas normativas. Pero finalmente no lograron su propósito.

Estas cuestiones siempre habían supuesto unos de los mayores puntos de fricción entre DUP y Sinn Fein, siendo los primeros los más conservadores. En cualquier caso, aun quedan grandes temas de enfrentamiento. Entre ellos, la defensa de la lengua gaélica por la que abogan los católicos-republicanos y el complejo tema del legado, donde entre otras delicadas materias, está el tratamiento de las víctimas del conflicto. En cualquier caso, si se quieren evitar unas nuevas elecciones en la provincia británica, ambas formaciones deben cerrar un nuevo gobierno de coalición para principios del próximo año.

La caída del Gobierno autonómico en enero de 2017 no fue ni por estas diferencias, ni tan siquiera por el Brexit. El entonces líder del Sinn Fein, Martin McGuinness, comandante del ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA), presentaba su dimisión como vice primer ministro por la polémica creada en torno a la ministra principal Arlene Foster, al frente del DUP, por un caso de corrupción en la política de energías renovables. Poco después, McGuinness fallecía y la formación católica quedaba en manos de la joven Michelle O'Neill, sin conexión ya directa con los años del conflicto.

Foto: Flores recuerdan a la periodista asesinada Lyra McKee. (Reuters)

En las elecciones celebradas en marzo de 2017, donde la participación de casi un 65% fue la más alta desde el Acuerdo de Paz de Viernes Santo de 1998, el Sinn Féin se convirtió en el gran protagonista quedándose tan sólo a 1.168 votos de una victoria histórica.

Consiguieron 27 escaños, frente a los 28 del DUP, que se quedó por debajo de los 30 asientos que le habían asegurado hasta entonces veto en la Asamblea de Belfast para oponerse a cuestiones sociales como el matrimonio entre personas del mismo sexo. Se trató de la primera vez que los unionistas se quedaban sin mayoría absoluta en el parlamento autonómico, una situación que no sólo refleja un cambio significativo en la sociedad norirlandesa, sino que da impulso a los católicos para retomar su objetivo histórico: la reunificación de la isla.

Con el Brexit, nadie quiere ahora el restablecimiento de una frontera estricta con la República de Irlanda, pero el Sinn Fein podría dar un paso más solicitando la convocatoria del temido referéndum para unificar norte y sur.

En virtud de los acuerdos de Stormont, el ministro británico para Irlanda del Norte tiene poderes para convocar un referéndum sobre la reunificación de la isla “si hay evidencias que confirman un cambio en la opinión pública sobre su estatuto constitucional”.

Hasta hace no demasiado tiempo, las autoridades británicas organizaban viajes para que los corresponsales de todo el mundo vieran el funcionamiento de la Asamblea de Belfast. Uno se sentaba en las tribunas de la parte superior y escuchaba cómo los políticos debatían sobre Educación o Sanidad. A simple vista, nada excepcional. Pero lo que parecían sesiones ordinarias tenían tremendo significado. Católicos y protestantes habían dejado de pegarse tiros para discutir sobre las cuestiones domésticas de la provincia británica. Es más, desde el Acuerdo de Viernes Santo de 1998, los dos partidos mayoritarios de ambas comunidades están obligados a gobernar en coalición.

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