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Quiere evitar el escenario catalán

Doble alerta independentista: el auge de Boris amenaza con quebrar el Reino Unido

"Tenemos a dos gobiernos elegidos democráticamente con mandatos completamente opuestos. Esto plantea un problema y no queremos terminar con la misma situación que vive España con Cataluña"

Foto: Manifestación a favor de la independencia de Escocia. (Reuters)
Manifestación a favor de la independencia de Escocia. (Reuters)

Todo empezó con un referéndum en Escocia y es posible que termine del mismo modo. Porque, si David Cameron no hubiera ganado —aunque fuera 'in extremis' y solicitando ayuda a la mismísima reina Isabel II— el plebiscito de independencia escocés en 2014, quizá no se hubiera atrevido a convocar la consulta sobre la permanencia en la Unión Europea de 2016. Y sin Brexit, quizá los soberanistas escoceses del SNP no estarían presionando ahora para celebrar una nueva consulta para separarse del Reino Unido. Todo forma parte de un mismo círculo.

Boris Johnson, quien llevó el jueves al Partido Conservador a su mayor triunfo desde los tiempos de Margaret Thatcher en 1987, no quiere pasar a la historia como el 'premier' que rompió al país de cuatro naciones. Pero la salida del bloque que tan pasionalmente defiende le plantea ahora un importante desafío soberanista. A dos bandas, además. Mientras los independentistas de Nicola Sturgeon han conseguido 48 de los 59 escaños que hay reservados para Escocia en Westminster, los partidos nacionalistas católicos de Irlanda del Norte —que abogan por la reunificación con la República de Irlanda— han logrado, por primera vez, más asientos que los unionistas protestantes.

Foto: Dominic Cummings. (Reuters)

La situación, por tanto, es compleja. Y en el caso de Edimburgo se precisa actuar con celeridad porque la ministra principal escocesa ya ha avanzado que tan pronto como la próxima semana su Gobierno publicará "una propuesta detallada y democrática" para solicitar al Ejecutivo central la transferencia de poderes que permita a Holyrood convocar un plebiscito que cumpla con la legalidad. "Ha llegado el momento de que la gente de Escocia pueda decidir su futuro", declaró.

Evitar el escenario de Cataluña

El choque de trenes está garantizado para esta legislatura. "Tenemos a dos gobiernos elegidos democráticamente con mandatos completamente opuestos. Esto plantea un problema y no queremos terminar con la misma situación que se vive en España con Cataluña”, explica Patrick Dunleary, profesor de Políticas de la 'London School of Economics', a El Confidencial.

Mientras que Jeremy Corbyn sí estaba abierto a negociar una nueva consulta soberanista para la segunda mitad de un hipotético Ejecutivo laborista, Johnson la rechaza por completo. Es más, el manifiesto 'tory' recalca que el plebiscito que celebraron los escoceses en 2014 —donde ganó la unión por el 55,3% frente al 44,7%— fue único "en una generación". Por cierto, la participación fue récord, superando el 84%.

"La clave va a estar en las elecciones escocesas de 2021. Si el SNP consigue de nuevo buenos resultados será muy importante", recalca el académico. "A día de hoy no descarto ningún escenario", recalca.

Decidir su futuro

En las generales de 2015, celebradas tan solo un año después de la consulta soberanista, el SNP llegó a cosechar hasta 56 de los 59 escaños. Por lo tanto, los 48 ganados en estos últimos comicios son destacables, sin duda alguna, pero no históricos.

Los expertos destacan además que este resultado no implica que todo el electorado que ha respaldado esta vez a las filas de Sturgeon también esté dispuesto a optar por la independencia. Muchos podrían haber recurrido al voto útil para evitar una mayoría conservadora en una región en la que la permanencia en la UE ganó con el 62% de los votos. En 2017, la entonces líder de los 'tories' escoceses, Ruth Davidson, consiguió para los suyos unos resultados nunca vistos. Pero dimitió tras desavenencias con Johnson y ahora los conservadores escoceses solo cuentan con seis escaños.

Johnson tiene un mandato para el Brexit en Inglaterra, pero no tiene mandato para sacar a Escocia de la UE

Sturgeon se ha apresurado a precisar que sabe que todos los votantes ganados puede que "no respalden necesariamente la independencia", pero sí lanzan "un claro apoyo" al hecho de que Escocia "debe poder decidir su futuro". "Acepto, lamentablemente, que (Johnson) tiene un mandato para el (ejecutar) Brexit en Inglaterra, pero no tiene ningún mandato para sacar a Escocia de la Unión Europea", sostuvo. Las encuestas más recientes revelan un aumento del apoyo a la secesión que podría alcanzar hasta el 50%, una cifra que incluso podría subir una vez se materialice la salida del bloque.

Cambiaron las reglas del juego

En febrero de 2016, Escocia vivió un momento histórico tras alcanzar un acuerdo financiero con el gobierno central, por el que se transfirieron nuevos poderes a Holyrood. El Parlamento de Edimburgo, entre otros, puede ahora controlar el impuesto sobre la renta en lo que supone la mayor transferencia de competencias en la historia del Reino Unido.

Algunos críticos lo calificaron como una secesión 'light' y advirtieron que esto tan solo era el primer paso hacia un modelo federal. Primero, porque la centralización del sistema tributario en Londres había sido, hasta entonces, uno de los pilares fundamentales de Westminster. Segundo, porque los temores a que Irlanda del Norte, Gales e Inglaterra pidan también más poderes se intensifican.

Foto: Una pegatina contra el Brexit en la frontera de Irlanda del Norte. (EFE)

En cualquier caso, al Gobierno central no le quedaba más remedio que hacerlo, ya que fue la promesa a la que se comprometió días antes de la consulta de 2014. Aunque el SNP se comprometió entonces a no presionar por un nuevo plebiscito, ahora consideran que el Brexit ha cambiado las reglas del juego.

Cambio de fuerzas

En el caso de Irlanda del Norte, sin embargo, bajo los acuerdos de paz del Viernes Santo de 1998 el Gobierno central está obligado a permitir la consulta de reunificación con la República de Irlanda si hay indicios de un cambio de sentimiento en la comunidad. Esta fue una de las concesiones que se hicieron en 1998 para desbloquear el proceso de paz en el Ulster tras más de tres décadas de sangriento conflicto entre católicos y protestantes.

Y, poco a poco, estos indicios se van haciendo notar. Los partidos nacionalistas (católicos, republicanos, pro-UE) han logrado, por primera vez, más escaños en Westminster que las fuerzas unionistas (protestantes, monárquicos, pro-Brexit). El DUP, mayoritario entre la comunidad protestante norirlandesa, perdió dos de los diez diputados que tenía, incluidos el del propio portavoz en Westminster, Nigel Dodds, cuando el partido se convirtió en el sustento del Gobierno de May tras perder la mayoría absoluta en 2017.

Foto: Un hombre pasa por delante de un mural republicano en Belfast Occidental. (Reuters) Opinión

Por su parte, el Sinn Féin, antiguo brazo político del ya inactivo Ejército Republicano (IRA) y principal formación entre los católicos, mantuvo sus siete asientos, si bien no los ocupa porque se niega a jurar lealtad a la corona británica. Los otros tres escaños en juego en Irlanda del Norte fueron a parar al Partido Socialdemócrata y Laborista (SDLP, nacionalista moderado) y al multiconfesional Partido Alianza.

La frontera de la discordia

En la provincia británica, el 55,8% de los norirlandeses se opusieron al Brexit. Y la ruptura con el bloque no ha hecho otra cosa que incrementar la tensión entre las comunidades. Evitar la frontera dura entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda para no poner en peligro la paz en el Ulster siempre ha sido el principal escollo en las negociaciones del divorcio con Bruselas.

El nuevo Acuerdo de Retirada que Johnson ha cerrado con Bruselas saca a todo el Reino Unido de la unión aduanera para cerrar acuerdos comerciales con terceros, pero deja a Irlanda del Norte alineada con normativa comunitaria. El 'tory' defiende que no habrá ahora controles en el mar de Irlanda, pero documentos gubernamentales señalan lo contrario.

Foto: Frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte. (Reuters)

Ya antes del referéndum del Brexit, las cosas entre católicos y protestantes no andaban demasiado bien. Los norirlandeses llevan sin Gobierno autonómico desde enero 2017 ante la incapacidad de los protestantes del DUP y los católicos del Sinn Fein de formar un gobierno de coalición. Las divisiones entre las dos principales formaciones norirlandesas van desde la protección de la lengua gaélica, a la legalización del matrimonio homosexual y el tratamiento de la memoria histórica. Un acuerdo no es sencillo.

En los comicios anticipados de marzo de 2017 para la Asamblea de Belfast, se puso fin a la mayoría unionista, por primera vez, al recortarse de diez a uno el número de escaños de ventaja que tenía hasta entonces el DUP sobre el Sinn Féin. Estos últimos ya han solicitado referéndum para la reunificación de la isla. De momento, dicen los analistas, no es una amenaza tan cercana como el desafío escocés. Pero es un claro síntoma de la amenaza que supone el Brexit ahora para la propia integridad del Reino Unido.

Todo empezó con un referéndum en Escocia y es posible que termine del mismo modo. Porque, si David Cameron no hubiera ganado —aunque fuera 'in extremis' y solicitando ayuda a la mismísima reina Isabel II— el plebiscito de independencia escocés en 2014, quizá no se hubiera atrevido a convocar la consulta sobre la permanencia en la Unión Europea de 2016. Y sin Brexit, quizá los soberanistas escoceses del SNP no estarían presionando ahora para celebrar una nueva consulta para separarse del Reino Unido. Todo forma parte de un mismo círculo.

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