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Cómo los años de corresponsal de Boris Johnson en Bruselas moldearon el Brexit
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crónicas que dieron voz al euroescepticismo

Cómo los años de corresponsal de Boris Johnson en Bruselas moldearon el Brexit

Las informaciones de Johnson ayudaron a que la animadversión hacia la Unión Europea se convirtiera en una causa atractiva para la derecha. Aunque sus crónicas fueran medio inventadas

Foto: El aspirante a primer ministro británico Boris Johnson. (Reuters)
El aspirante a primer ministro británico Boris Johnson. (Reuters)

"¿Quién es ese monstruo?", preguntó un periodista francés a uno de sus colegas. Aquel joven de aspecto desaliñado, pelo caótico y con agujeros en sus camisas tenía Bruselas revolucionada. Trabajaba para el 'Daily Telegraph' -cabecera de referencia para el Partido Conservador- y era el corresponsal favorito de Margaret Thatcher. Sus crónicas, sin ser completamente inventadas, ofrecían solo algún pequeño elemento de verdad.

Su personalidad era tan arrolladora que las ruedas de prensa no empezaban hasta que él llegaba con sus peculiares andares. Las preguntas que hacía dejaban a todos atónitos. Y no solo por el contenido sino por la manera en la que las planteaba, fingiendo incluso hablar mal francés cuando dominaba perfectamente el idioma sin ningún tipo de acento.

Alexander Boris de Pfeffel Johnson tenía tan solo 24 años cuando uno de los rotativos más prestigiosos del país le mandó en 1989 cruzar el Canal de la Mancha para cubrir lo que entonces era la Comunidad Económica Europea. 30 años más tarde, todos los sondeos vaticinan que aquel excéntrico periodista regresará a Bruselas convertido en primer ministro para romper definitivamente los lazos entre el Reino Unido y la UE. ¿Hasta qué punto contribuyeron sus crónicas a cimentar el sentimiento euroescéptico responsable del triunfo del Brexit?

Foto: Boris Johnson. (Reuters)

Sonia Purnell, periodista del diario 'The Guardian' y autora del libro 'Solo Boris: un cuento de la ambición rubia', asegura que ayudó a que la animadversión hacia el proyecto europeo, hasta entonces asociado a la izquierda, se convirtiera en "una causa atractiva" para la derecha. "Nunca olvidaré la primera vez que le vi aparecer por la oficina. Llevaba los pantalones bermudas más estridentes que puedas imaginar", asegura a El Confidencial. Purnell era la segunda de a bordo en la corresponsalía de 'The Telegraph'. En 2011 se convirtió en la autora de una biografía no autorizada del hombre de melena albina. Ya entonces vaticinó que sería el próximo primer ministro.

Las crónicas de Johnson ayudaron a que la animadversión hacia el proyecto europeo se convirtiera en "una causa atractiva" para la derecha

Para el estrafalario periodista, Bruselas no era un lugar extraño. Su padre, Stanley, fue uno de los primeros burócratas británicos elegidos para trabajar en la Comisión Europea después de que el Reino Unido se uniera al bloque en 1973. Cuando la familia se mudó a Bélgica, Johnson tenía 9 años. Era un niño despierto. Aprendió a hablar francés sin acento.

En sus primeros días como corresponsal, se le veía un tanto perdido. Le habían despedido de 'The Times' por inventarse una cita. Pero a los seis meses, su nombre era más que conocido y sus reportajes, de lo más comentados: "La CE desestima los planes italianos para un ancho máximo de condón de 54 milímetros". Cualquier excusa era buena para criticar la burocracia del bloque.

Artículos prácticamente inventados

"Sus artículos causaban sensación", recuerda Purnell. "A los corresponsales de la competencia les pedían que buscaran también historias similares, pero no lograban hacerlo... Sencillamente porque no existían… Había un hilo muy fino entre la invención y la realidad en sus textos", matiza.

El propio Johnson se regocijaban a la hora de afirmar que sus artículos eran "en parte o totalmente falsos" y presumía de cómo uno de sus titulares – 'El plan Delors (en referencia al entonces presidente de la comisión europea) para gobernar Europa'- llevó a los votantes daneses a decir no al tratado de Maastricht en junio de 1992.

Los funcionarios europeos no sabía cómo detener a aquel "monstruo". Intentaban responder a sus ataques. Pero el problema es que sus respuestas no tenían tanta gracia. Según Purnell, en su punto de máximo apogeo todos los altos funcionarios querían cenar con Jonhson. "Era realmente impresionante porque se trataba de un periodista que no había cumplido ni siquiera los 30 años, pero tenía mucho poder", matiza. "Las ruedas de prensa no empezaban hasta que él no estaba en la sala", añade la biógrafa, que no tiene muy claro hasta qué punto el político sea ahora tan euroescéptico como quiere mostrar a las bases 'tories'.

placeholder Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

La voz del euroescepticismo

Durante sus años como corresponsal, Johnson conducía un destartalado coche rojo y estaba casado con Allegra Mostyn-Owen, a quien había conocido en Oxford. La pareja vivía en un modesto apartamento situado en la planta de arriba de una consulta de un dentista. Se divorciaron en 1992. Johnson se casó luego con Marina Wheeler, a la que conocía de su infancia en Bruselas. Pero su segundo matrimonio tampoco funcionó. Ahora mantiene una relación con Carrie Symonds, una joven 24 años menor que él.

"Siempre tuvo gran éxito con las mujeres", explica a este periódico desde el anonimato otro periodista británico que coincidió con él. Asegura que era un mal reportero, pero un excelente columnista y polemista. Aunque recalca que fue el único que vio "desde el principio cómo el proyecto europeo pasaba de ser algo puramente económico a más político".

Foto: El aspirante a primer ministro británico Boris Johnson. (Reuters)

"Todos los corresponsales hacíamos una cobertura un tanto aburrida porque era todo muy burocrático. Pero Boris descubrió otro enfoque. Tanto él como su editor por aquel entonces, Max Hastings, descubrieron que las críticas gustaban y explotaron ese campo", señala. "Por aquel entonces no se hablaba de euroescepticismo, pero está claro que Boris dio voz a aquel sentimiento. Contribuyó a crear un lenguaje", matiza.

Por cierto que Hasting es hoy en día uno de los mayores críticos de Johnson. "Es brillante, amable, divertido…. Pero completamente inadecuado para convertirse en primer ministro", advierte ahora, recalcando, entre otras cualidades, que no se puede confiar en él.

El favorito de Thatcher

¿Cree que Johnson es realmente euroescéptico?, pregunto al que fuera su colega en Bruselas. "Es difícil de decir. Nadie sabe realmente en lo que cree", matiza. “Por un lado, Boris representa al típico inglés crítico con la UE. Pero por otro lado, es extremadamente internacional. Su bisabuelo era turco. Él siempre ha estado abierto a conocer otras culturas, otros idiomas”, explica este periodista, quien no recuerda a Johnson "especialmente como el mejor estratega". "Todo el mundo dice ahora que tenía todos sus movimientos pensados, pero discrepo. Boris es el tipo más indeciso que puedas pensar", añade.

Foto: Boris Johnson y Jeremy Hunt en un debate televisivo. (EFE)

Aunque Thatcher adoraba sus artículos, su sucesor, John Major, los detestaba. Muchos en el Partido Conservador aseguran que los textos exacerbaron las tensiones entre las facciones 'tories' euroescépticas y europeas y contribuyeron a la derrota de la formación en las elecciones de 1997. Como resultado, el periodista se ganó la enemistad de muchos miembros del partido. Es más, no son pocos los que consideran que sus reportajes fueron clave para el surgimiento a principios de los 90 del UKIP, liderado entonces por un desconocido Nigel Farage.

Está claro que el paso de Johnson por Bruselas dejó huella. Aunque al final de sus años como corresponsal se convirtió en una caricatura de sí mismo, un bufón sin ningún tipo de credibilidad. Cuando regresó a Londres en 1993 confesó que no tenía opiniones políticas. "En algo debes creer", le dijo uno de los responsables de los editoriales del 'The Telegraph'. "Bueno, estoy en contra de Europa y en contra de la pena de muerte. Estoy seguro de que harás algo con eso", contestó.

"¿Quién es ese monstruo?", preguntó un periodista francés a uno de sus colegas. Aquel joven de aspecto desaliñado, pelo caótico y con agujeros en sus camisas tenía Bruselas revolucionada. Trabajaba para el 'Daily Telegraph' -cabecera de referencia para el Partido Conservador- y era el corresponsal favorito de Margaret Thatcher. Sus crónicas, sin ser completamente inventadas, ofrecían solo algún pequeño elemento de verdad.

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