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El juego no ha terminado: la revancha de Francia en el 'patio trasero' de Rusia
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Los nuevos aliados de Macron

El juego no ha terminado: la revancha de Francia en el 'patio trasero' de Rusia

Francia está explotando la inestabilidad generada por la guerra para afianzar su presencia en países considerados el 'patio trasero' de Rusia, como Kazajistán o Armenia

Foto: Macron y el primer ministro armenio, Nikol Pachinian, en París en noviembre de 2023. (Getty/Corbis/Christian Liewig)
Macron y el primer ministro armenio, Nikol Pachinian, en París en noviembre de 2023. (Getty/Corbis/Christian Liewig)
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A finales de 2023 las últimas tropas francesas abandonaban Níger, poniendo fin a una operación de lucha contra el yihadismo que había durado una década. Era la tercera retirada de estas características en el Sahel en un plazo de apenas 18 meses tras las de Mali y Burkina Faso, y no es ningún secreto que Rusia, mediante una combinación de diplomacia, desinformación y operaciones encubiertas, había contribuido a exacerbar los ánimos contra Francia y a crear el clima de opinión necesario para que se produjese dicha salida. Pero, aparentemente, Moscú no contaba con que a ese juego también pueden jugar otros.

En los últimos meses, Francia está explotando la inestabilidad generada por la guerra de Ucrania y otras sacudidas geopolíticas para afianzar su presencia precisamente donde más molesta a Rusia. En su 'patio trasero', especialmente —aunque no exclusivamente— en los estados postsoviéticos que recientemente han iniciado un alejamiento de la órbita rusa, como Kazajistán o Armenia, o están bajo intensa presión del Kremlin, como Moldavia. En algunos casos la cosa no pasa de la mera firma de nuevos acuerdos comerciales y amistosos, pero en otros se han establecido pactos de ámbito militar, de implicaciones muy diferentes.

El caso más destacado es el de Armenia, que en 2022 vio cómo Rusia, absorbida por su propia guerra en Ucrania, se encogía de hombros ante la contundente ofensiva de Azerbaiyán en la región de Nagorno-Karabaj, que culminó con la reconquista azerí de este territorio en disputa un año después. Tanto Armenia como Rusia formaban parte de la llamada Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (CSTO) liderada por Moscú, por lo que teóricamente el ejército ruso debería haber intervenido en defensa de Ereván, o como mínimo haber mediado diplomáticamente para frenar la embestida de Bakú. Apenas dos años antes, en 2020, Rusia había logrado bloquear en pocos días otra ofensiva anterior por parte de Azerbaiyán e incluso había desplegado dos mil soldados como fuerza de mantenimiento de la paz en el Karabaj. Esta vez, el Kremlin abandonó a los armenios a su suerte.

Vladimir Putin castigaba así al presidente armenio Nikol Pashinyan por su postura prooccidental y su negativa a apoyar la invasión de Ucrania. Pero desde entonces, el distanciamiento entre Armenia y Rusia no ha dejado de crecer. Ereván ha ratificado su adhesión al Tribunal Penal Internacional (y su caso abierto contra Putin), ha iniciado la ruptura con la CSTO, y ha realizado ejercicios militares conjuntos con EEUU. Pashinyan ha calificado la relación de 30 años entre los dos países de "error estratégico".

Foto: El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, y su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan. (EFE/Roman Ismayilov)

En este contexto, Francia ha visto una oportunidad. En octubre, los ministros de defensa de ambos países firmaron un acuerdo de cooperación militar por el que París se comprometía a suministrar armas al Ejército armenio, el primero de estas características firmado por Ereván con una nación occidental. Hay, por supuesto, un componente de negocio que beneficiará a la industria armamentística gala. Entre el material que será proporcionado por Francia hay aparatos de visión nocturna, fusiles de asalto PGM, misiles de corto alcance Mistral y sistemas de radar GM200, todos ellos fabricados total o parcialmente por empresas francesas.

También hay mucho de política interna de Francia, el país de la UE y el tercero del mundo con más ciudadanos de origen armenio, tan solo por detrás de Rusia y EEUU. Para cualquier gobierno francés es esencial cortejar a la comunidad armenia del país, estimada en entre 400.000 y 750.000 personas. "Es una prioridad absoluta para nosotros el ayudar a Armenia a proteger a su gente", declaró el ministro de defensa francés Sébastien Lecornu a finales de febrero en Ereván, donde viajó para coordinar la entrega de la primera remesa de material.

Pero además, el Elíseo ha visto la posibilidad de meterle un poco el dedo en el ojo al Kremlin y vengarse por lo sucedido en el Sahel, aunque sea un poco. "Ereván se vuelve hacia aquellos socios que realmente pueden proporcionarle seguridad", dejó caer Lecornu, en una pulla no demasiado velada a Rusia. Y la prueba de que en París le tienen ganas a los rusos está en que Armenia solo es el primer país de una lista cada vez más larga.

El tour centroasiático de Macron

Pocas semanas después de la firma del acuerdo militar con Ereván, el presidente francés Emmanuel Macron realizó una gira por Uzbekistán y Kazajistán para elevar el perfil diplomático e inversor de Francia en la región. Meses antes había visitado Mongolia —el primer viaje a este país realizado jamás por un jefe de estado galo— para firmar nuevos acuerdos que asegurasen el suministro de uranio para la industria nuclear francesa, sacudido por la inestabilidad en Níger, hasta entonces un proveedor clave de París. La visita de Macron a Uzbekistán y Kazajistán, otros dos de los principales países productores de este mineral, tenía ese mismo objetivo.

Es significativo que entre los acompañantes de Macron hubiese altos representantes de la empresa de energía nuclear gala EDF, que aspira a construir la primera planta nuclear en Kazajistán. De lograrlo, Francia estaría haciéndose con una importante cuota de negocio en un sector donde Rusia es uno de los jugadores más importantes del planeta, y en un lugar que Moscú ve como su área directa de influencia. También se puso sobre la mesa la posible venta de sistemas de radares militares Ground Master 400.

"El vigor [de nuestra asociación] demuestra las buenas direcciones estratégicas que se han tomado, pero también la necesidad de completarlas y acelerarlas, que es el propósito real de la visita", dijo Macron en Astaná, la capital kazaja, al tiempo que alababa la "negativa a seguir la senda de la conversión en vasallos tras unas pocas potencias". Un dardo contra Pekín, pero también, otro más, contra Moscú.

Foto: Vladímir Putin y Kassym Jomart Tokáyev, en junio de 2020. (Reuters/Sputnik/Alexei Nikolskyi)

Francia trata así de aprovechar el relativo enfriamiento de las relaciones entre el Gobierno ruso y el kazajo liderado por Kasim-Yomart Tokayev, pese a la intervención militar que Rusia llevó a cabo en enero de 2022 para apuntalar a este último. A pesar de eso, Tokayev ha demostrado que no es un peón del Kremlin, negándose a apoyar la invasión de Ucrania y comprometiéndose a hacer cumplir las sanciones occidentales contra Rusia. La relación entre Putin y Tokayev es tensa, lo que acaba permeando en los encuentros públicos de este último con sus interlocutores rusos, a los que pilla a contrapié al ponerse a hablar en kazajo como muestra de afirmación nacional o, más recientemente, les hace comentarios irónicos sobre el resultado predeterminado de las elecciones en Rusia.

En todo caso, para expertos como Fran Olmos, investigador principal en el think tank Geopol21 y especialista en Asia Central, "ver la visita de Macron a Kazajistán y Uzbekistán, que responde a visitas de los presidentes [Shavkat] Mirziyoyev y Tokayev el año pasado a París, solamente como un intento de Francia de contrarrestar la influencia de Rusia me parece un error. Primero porque la influencia rusa en Asia Central es mucho mayor de lo que se pudiera contrarrestar, ni por Francia ni por la Unión Europea. Y segundo, porque eso subestima el papel de la política exterior francesa en la región, que siempre ha sido bastante bastante activa. Francia tiene embajadas en Kazajistán, en Uzbekistán, e incluso en Turkmenistán, por ejemplo". En opinión de Olmos, para París pesan mucho más los factores energéticos y empresariales que la actual coyuntura geopolítica.

"Proteger la soberanía de Moldavia"

En la práctica, los datos indican que Kazajistán no ha dado un verdadero giro prooccidental, sino que trata de mantener un equilibrio —similar al que durante muchos años mantuvo la Bielorrusia de Lukashenko— entre Europa y Rusia, que sigue siendo su socio más importante con mucha diferencia, y con el que el comercio bilateral se ha disparado desde el principio de la guerra en Ucrania. "Desde el punto de vista de estos dos países de Asia Central [Kazajistán y Uzbekistán], hay que ver esto dentro de su política llamada 'multivectorial', es decir, la diversificación de su política exterior hacia diferentes actores como Rusia, China, Estados Unidos o actores europeos, como la Unión Europea en general o específicos como Francia", señala Olmos. "Lógicamente luego está la guerra de Ucrania, pero yo creo que sería un poco erróneo mirarlo solo desde ese ángulo", dice a El Confidencial.

Pero quizá un ejemplo más claro de esta nueva postura por parte gala sea el de Moldavia, de quien Francia también se ha convertido en benefactora. El 7 de marzo, por ejemplo, la primera ministra moldava Maia Sandu viajó al Elíseo para firmar un acuerdo de cooperación militar con París. Aunque muchos de los detalles siguen siendo vagos, ha trascendido que tropas francesas entrenarán al Ejército moldavo, y que París le venderá armamento.

El Gobierno de Sandu se encuentra en el punto de mira de Moscú, cuyos planes para derrocarlo son públicos y notorios. Un día antes de este viaje oficial a París, el jefe de los servicios de inteligencia moldavos, Alexandru Musteata, declaró que su organización había obtenido "ciertos datos" sobre un nuevo plan del Kremlin para desestabilizar su país.

Foto: Vadim Krasnoselski, presidente de Transnistira, el 28 de febrero. (Reuters/Vladislav Bachev)

"Los detalles apuntan a estrategias para 2024 y 2025 que implican apoyar a actores políticos prorrusos con vínculos con los servicios de inteligencia, grupos de crimen organizado, y el liderazgo en el Kremlin", declaró. "Prevemos que se harán intentos de desatar importantes crisis políticas y sociales, provocar enfrentamientos e incitar el odio interétnico que llevará a crisis de seguridad en la autonomía de Gagauzia o la región de Transnistria", añadió el espía.

En ese contexto, la defensa abierta de Moldavia, con dimensión militar incluida, supone un desafío público a Rusia. "Francia tiene la voluntad de ayudar a países que podrían ser amenazados por intrusiones externas a proteger sus fronteras su soberanía", declaró un funcionario galo a la publicación POLITICO el pasado noviembre, en referencia tanto a Armenia como a Moldavia, que "no están en la UE pero son parte del área geográfica europea, y son relativamente frágiles debido a ciertos intentos de desestabilización". Y si además sirve para asegurar contratos para las empresas francesas, al tiempo que para enviarle un mensaje a Moscú, mejor que mejor. Para París, todo son ventajas.

A finales de 2023 las últimas tropas francesas abandonaban Níger, poniendo fin a una operación de lucha contra el yihadismo que había durado una década. Era la tercera retirada de estas características en el Sahel en un plazo de apenas 18 meses tras las de Mali y Burkina Faso, y no es ningún secreto que Rusia, mediante una combinación de diplomacia, desinformación y operaciones encubiertas, había contribuido a exacerbar los ánimos contra Francia y a crear el clima de opinión necesario para que se produjese dicha salida. Pero, aparentemente, Moscú no contaba con que a ese juego también pueden jugar otros.

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