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El plan con fisuras de la rival de Trump: perder 50 elecciones, pero ganar la carrera
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Paliza tras paliza

El plan con fisuras de la rival de Trump: perder 50 elecciones, pero ganar la carrera

Las encuestas apuntan a una derrota de Haley en todos y cada uno de los 15 estados que celebran primarias este 'Super Tuesday'. Sin embargo, no parece tener intención de abandonar

Foto: La aspirante presidencial republicana Nikki Haley. (Reuters/Joel Page)
La aspirante presidencial republicana Nikki Haley. (Reuters/Joel Page)
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Es el segundo día más importante de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, solo superado por el último encuentro ante las urnas. El Super Tuesday (supermartes) que se celebra este 5 de marzo es, tradicionalmente, la jornada en el que se revela de forma casi definitiva el candidato de cada partido a ocupar la Casa Blanca. Quince estados celebran sus primarias, millones de personas emiten su voto y más de un 30% de los delegados quedan repartidos. En circunstancias normales, es un evento que genera una enorme anticipación y que inunda las portadas y telediarios del país durante las semanas previas.

Sin embargo, a lo largo de este lunes, los medios estadounidenses coronaban sus ediciones digitales con la guerra en Gaza, el ascenso en bolsa de Nvidia o un hackeo contra el sistema sanitario nacional. Cualquier cosa, menos el Super Tuesday más anticlimático de la historia. Uno cuyo guion hace tiempo que es de sobra conocido. Del lado demócrata, el presidente Joe Biden vencerá —a pesar de la creciente preocupación y nerviosismo en torno a su edad— sin oposición alguna. Del lado republicano, el expresidente Donald Trump arrasará una vez más. Un mero trámite para el eventual rematch entre los futuros candidatos tras su enfrentamiento en 2020.

Dado que la crónica de esta jornada electoral ya está escrita, la única duda que queda es: ¿por qué Nikki Haley, la única rival republicana de Trump, todavía no ha abandonado la carrera? Con la excepción de su victoria este último fin de semana en el distrito de Columbia —donde apenas se reparten 19 delegados, un 0,78% del total de 2,429—, Haley solo ha sufrido derrota tras derrota. Perdió en New Hampshire, un estado al que había dedicado gran parte de su campaña, por 11 puntos; perdió en Michigan, una entidad clave en las elecciones presidenciales, por unos vergonzosos 42 puntos e incluso perdió en su natal Carolina del Sur, donde fue gobernadora durante 7 años, por 20 puntos.

La tenacidad de la republicana, que fue embajadora ante de ONU durante la pasada administración de Trump, le ha llevado ahora a las puertas del Super Tuesday más demoledor: las encuestas apuntan a una derrota de Haley en todos y cada uno de los 15 estados que celebran primarias este martes. Sin embargo, su discurso sigue siendo desafiante. “Perdimos en 2018, perdimos en 2020, perdimos en 2022”, exclamó la exgobernadora durante un mitin en Carolina del Norte. “¿Cuántas veces más tenemos que perder antes de darnos cuenta de que Donald Trump es el problema?”, sentenció.

Foto: El expresidente y candidato en las primarias republicanas, Donald Trump. (Reuters/Laura Brett)

Esta perseverancia contra viento y marea ha despertado la ira dentro de la mayoría trumpista del Partido Republicano, que considera que alargar la competición solo sirve para erosionar el respaldo al inevitable ganador, y la confusión entre analistas políticos estadounidenses. ¿Cuál es el objetivo real de Haley? ¿Por qué parece dispuesta a soportar hasta 50 derrotas —una por cada estado de EEUU— en esta carrera presidencial?

Un ojo en los juzgados

La explicación más evidente para la persistencia de Haley es la maraña de problemas legales que afronta Trump durante su camino de regreso a la Casa Blanca. El primer juicio penal del expresidente comenzará a finales de este mes, y cuenta con otras tres imputaciones que podrían sentarlo en el banquillo este mismo año. En total, suma 91 causas judiciales y ya ha sido condenado a pagar más de 500 millones de dólares en múltiples demandas civiles.

A nivel electoral, estos problemas legales han demostrado ser más una ayuda que un obstáculo. La práctica totalidad del establishment republicano ha manifestado su apoyo al exmandatario, describiendo los procesos judiciales como políticamente motivados y replicando el discurso de Trump de que se trata de una “caza de brujas” en su contra. Además, las encuestas revelan que su tasa de aprobación entre los votantes de su partido es superior al 80%.

Pero el impacto económico es harina de otro costal. La campaña electoral del magnate, antaño conocida por ser una máquina de recaudar dinero, se encuentra en su momento más anémico. El pasado mes de enero recibió 13.8 millones de dólares, 3 millones menos que los que logró la campaña de Nikki Haley y una cantidad insuficiente para cubrir sus pérdidas, disparadas por los gastos legales de Trump. La situación ha hecho sonar las alarmas dentro del Partido Republicano, desatando llamados a que el Comité Nacional Republicano (RNC, por sus siglas en inglés) ayude a sufragar los costos judiciales del exmandatario. Sin embargo, este apoyo no solo supondría un desafío a las normas electorales, sino que apenas serviría para resolver la inmensidad del problema: el RNC apenas cuenta con 8.7 millones de dólares en sus cuentas.

Es posible, por tanto, que Haley esté apostando a que los desafíos legales o económicos acaben por provocar la caída de Trump durante la campaña. Sin embargo, dada la lentitud del sistema legal estadounidense y la posibilidad de recurrir cualquier fallo, esta sigue siendo una posibilidad remota. Una que, incluso si llegara a ocurrir, no tiene ninguna garantía de beneficiar a la exgobernadora. Lo más probable es que el miedo a perder el apoyo de la incondicional base de votantes del expresidente llevara al partido a elegir a un candidato que resultara aceptable para ellos. Y Haley, que ha escalado sus críticas contra el magnate en las últimas semanas, no está en esta lista.

La única alternativa

Por improbable que sea, la carta de los problemas legales es la mejor con la que cuenta Haley. Más allá de ella, no existe ningún consenso entre analistas sobre cuál es su plan a largo plazo o qué espera conseguir al convertirse en una de las mayores perdedoras de la historia de las primarias de EEUU.

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Al principio de la carrera presidencial, una de las teorías es que buscaba postularse como una candidata moderada y conseguir el suficiente apoyo como para ser considerada por Trump para la vicepresidencia. Convertirse en ese poco de azúcar en la píldora ultraconservadora que ayudara a los votantes más escépticos a tragar con el exmandatario. Sin embargo, hace tiempo que Haley quemó todos los puentes hacia esa vía. La campaña del magnate ya la describe abiertamente como una demócrata y su índice de aprobación entre los votantes republicanos ha colapsado por debajo del 35%. Lejos de garantizarse un buen futuro en política, la exgobernadora parece estar saboteándolo.

Pero, como analizaba Molly Ball en el Wall Street Journal, aunque Haley pueda no tener un objetivo final claro, lo que indudablemente tiene es una audiencia fiel. “Haley cuenta con un apoyo muy vocal entre la facción Never Trump del Partido Republicano, que incluye una importante cantidad de antiguos legisladores que consideran que su partido ya no es el que conocían”, indica la corresponsal política. Hoy en día, esta facción es minoritaria, pero una nueva derrota de Trump en las urnas, sumado a un posterior hundimiento bajo la avalancha de problemas legales, podría devolverla a la primera línea del Partido Republicano. Si esto ocurre, la exgobernadora podría ser la mejor posicionada para liderarlo.

Pero mientras los partidarios de Haley construyen estos castillos en el aire, su rival continúa cosechando victorias en el mundo terrenal. Este lunes, el Tribunal Supremo de Estados Unidos declaraba inconstitucional la expulsión del expresidente de las primarias republicanas en Colorado, donde se le acusa de insurrección. Un fallo que le allana el camino todavía más, dado que está destinado a tumbar limitaciones similares que han interpuesto los estados de Maine e Illinois. Puede que ningún rey reine para siempre, pero la corona republicana, a día de hoy, se encuentra firmemente sujeta en la sien de Donald Trump.

Es el segundo día más importante de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, solo superado por el último encuentro ante las urnas. El Super Tuesday (supermartes) que se celebra este 5 de marzo es, tradicionalmente, la jornada en el que se revela de forma casi definitiva el candidato de cada partido a ocupar la Casa Blanca. Quince estados celebran sus primarias, millones de personas emiten su voto y más de un 30% de los delegados quedan repartidos. En circunstancias normales, es un evento que genera una enorme anticipación y que inunda las portadas y telediarios del país durante las semanas previas.

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