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Casciari: "Los argentinos estamos mirando a Milei con palomitas, pero sin drama"
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Entrevista con Hernan Casciari

Casciari: "Los argentinos estamos mirando a Milei con palomitas, pero sin drama"

Es el mejor narrador de historias en español y artífice de una fórmula editorial que está teniendo un éxito arrollador. Hemos recurrido a él para que nos explique qué está pasando en Argentina

Foto: El escritor Hernán Casciari es un traductor de la realidad social argentina. (Gaspar Kunis/Cedida)
El escritor Hernán Casciari es un traductor de la realidad social argentina. (Gaspar Kunis/Cedida)
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No hay demasiadas personas capaces de expresarse con la plasticidad de Hernán Casciari. Como además vivió durante quince años en España, es un traductor ideal de la realidad argentina. El proceso electoral de su país le ha sorprendido gestionando su último éxito, un documental (Muchachos) que vendió 100.000 entradas en cines antes de estrenarse, un récord absoluto allí. La revista literaria que fundó, Orsai, es ya un fenómeno sin demasiados precedentes. No tiene publicidad, ni apoyo público, pero financia toda clase de productos culturales (libros, festivales, películas, series, teatros...) con la aportación de los lectores, que se convierten en pequeños inversores. "Poniendo muy poquito dinero, se junta mucho dinero, se hace una película, se vende a plataformas y la gente recupera el dinero con creces, con regalías".

PREGUNTA. Estuve dándole muchas vueltas, pensando a quién entrevistar para hablar de lo que está ocurriendo en Argentina, y llegué a la conclusión de que no me iba a servir un politólogo o un experto electoral. Mejor alguien que pueda hablar de idiosincrasia, de alma de país, y compararlo con España. Pero no sé si te interesa mucho la política porque casi nunca hablas del tema.

RESPUESTA. Es que no tengo opiniones provocadoras, ni de confrontación, ni demasiado fanáticas. En la política hay un montón de cosas que me interesan muy poco. La construcción de un discurso ideologizado es algo que me quitaría energía diaria. Y yo necesito muchísima energía para hacer las cosas que me gustan. Entre las cosas que me gustan no está en ningún caso defender lo que pienso o atacar a otros que no piensan como yo. No es que yo no tenga preferencias, pero ese banquito donde se sube el loco a gritar yo no lo quiero. No quiere decir que no me interese la política, muchas de mis acciones lo son. La manera en que le pago a las personas que escriben en mis medios son ideología. Pago mejor que las editoriales y lo hago voluntariamente. Lo que hago, lo que escribo, eso tiene una ideología. Así que no le doy la espalda a la política, pero tampoco me meto en trincheras a discutir, defenderme, ver si me cancelan o no me cancelan. Eso me aburre tremendamente.

P. Vayamos al grano, entonces. ¿Qué piensas de la victoria de Milei?

R. Hay un hartazgo muy grande de la política tradicional que fue interceptada de forma transversal y muy poco estratégica por un personaje parecido a los que conocemos en todas partes. Aparece en la televisión y crece y crece como tertuliano. Salvando todas las distancias, es lo que le pasó a Pablo Iglesias cuando empezó a ser masivamente reconocido por personas que sentían que no tenían voz. Digamos que se genera un movimiento sin líderes y de pronto lo encarna alguien que pasaba por ahí y que tiene unas grandes capacidades de excentricidad, además de una oralidad muy contundente y un peinado raro, como Iglesias, que llevaba el pelo largo. Es parecido también a lo que sucedió con Zelenski, Trump, Bolsonaro...

"El Nobel de Literatura del año 2050 tiene hoy 15 años y está en TikTok"

P. O sea, que nada nuevo bajo el sol.

R. Es que creo que todo va a ser así de ahora en adelante. Preparémonos para ello, en todo caso. O sea, es imposible que un líder político de gran nivel acceda por los métodos tradicionales en 2029, en 2032, en 2037... Y no solo en política. El Nobel de Literatura del año 2050 tiene hoy 15 años y está en TikTok, no escribiendo su primera novela en una Remington. Lo que cambia no es la política, sino el mundo, el formato en que se comunica. Lo vemos con Milei y nos causa gran sorpresa, pero pasado mañana dejará de ser una gran sorpresa y va a ser lo más natural del mundo. Llegarán más presidentes gritando un poco y siendo excéntricos en tertulias televisivas o en Twitch en la madrugada.

P. ¿Es la nueva normalidad?

R. Hay una cantidad grande de personas que votan en Argentina por primera vez y tienen entre 16 y 30 años. No tienen ningún tipo de historia emotiva con la política. Luego hay otros que no han votado por primera vez, pero se han sentido estafados en los últimos ocho años por los dos partidos que había hasta este momento, por todo eso que Milei consideró la casta política. Y vuelvo a Pablo Iglesias, que también usaba ese mismo estigma en 2010. Es todo muy parecido.

P. Te he oído decir que muchos argentinos han recuperado la ilusión con Milei. ¿A qué te refieres?

R. El 55,7% de las personas que votaron en el balotaje, lo hicieron por el modelo que propone Javier Milei, y por eso entiendo que deben estar esperanzadas. Para ellas, debe ser ilusionante lo que va a pasar este domingo. Ha prometido un montón de cambios durante un año entero de campaña y entiendo que esos cambios esperanzan a un 55,7% y asustan al resto. ¿Habrá realmente cambios más allá de lo superficial? El presidente electo está tomando caminos tremendamente tradicionales desde que ganó. Se va acomodando todo lo que dijo que iba a hacer y todo lo excéntrico se está metiendo adentro de un traje más o menos normal. No muy diferente a cualquier traje de derechas de cualquier Gobierno latinoamericano.

placeholder La revista de Casciari, Orsai, es todo un fenómeno en Argentina. (Gaspar Kunis/Cedida)
La revista de Casciari, Orsai, es todo un fenómeno en Argentina. (Gaspar Kunis/Cedida)

P. Algo parecido ha ocurrido con Meloni en Italia.

R. Sí, sí. Una cosa es la campaña y otra el Gobierno. Pero esto me parece que ya lo tenemos clarísimo todos durante la campaña. Cuanto más provocador sea tu discurso, más visibilidad. Después, una vez que ocurre la fantasía que buscabas, que era acceder al sillón presidencial, sabes que tendrás que acomodarte a un Congreso, a unas leyes, a una Constitución... A cosas que no te permiten hacer ni el 12% de lo que decías. Me parece que ya hay un pacto tácito entre el ciudadano y el político, parecido al que hay en el teatro, entre el actor y el espectador. Todo lo que va a pasar es una mentira. Pasemos el rato entretenidos e ilusionados, pero cuando salgamos de acá tendremos que ir a cenar a casa y a lavarnos la ropa.

P. ¿Conoces a Milei en persona? ¿Tenéis amigos comunes? ¿Qué tipo es?

R. No, nunca lo he conocido. Pero me han dicho que es una persona muy afable. Muy normal, muy querible, sumamente ingenua en muchísimos aspectos. Con excepción del económico, es una persona casi como naíf. Dicen que es una persona muy buena, sin demasiados problemas, alguien que en un momento de su vida encontró el filón del grito de la tertulia para subir unos puntos de audiencia y empezó a dejarse comer por su personaje. Está más o menos claro que tiene unos altibajos emocionales fuertes, que pueden ser el principio de un problema de salud mental. Pero controlado. O sea, nada grave. Es muy parecido a esta novela de Kosinski, Desde el jardín, de un jardinero que habla de jardinería, pero la gente confunde sus palabras y piensa que son metáforas. Y acaba siendo presidente. Bueno, creo que Milei es algo parecido a eso.

P. ¿Cómo ha sido la vida en Argentina estos años con la inflación disparada? Tampoco tan diferente a otras fases recientes, ¿no?

R. Yo lo encuentro muy similar. Menos grave que, por ejemplo, abril del 89. Aquel momento sí lo recuerdo con mucha claridad, porque la inflación era hiperinflación. Ahora, si las cosas se manejan más o menos bien, no tendría por qué llegar la hiperinflación. En el 89 llegó y es un proceso surrealista que en España no se entiende bien porque nunca lo habéis vivido. Significa que estás haciendo la cola del supermercado y la chica de la caja dice que "hasta el de la chaqueta roja, todo cuesta como ahora y, de ahí para atrás, todo cuesta un diez por ciento más". Eso es la hiperinflación, es el cambio de los precios en tiempo real. Tu bolsillo va perdiendo dinero en tiempo real. Es muy increíble, muy surrealista. Y eso no está pasando todavía.

"Argentina es un país en donde muy difícilmente la gente puede hablar de otra cosa más que de dinero en el inicio de una conversación"

P. ¿Pero cómo de mal están las cosas?

R. Hay una enorme zozobra, sobre todo porque la Argentina tiene un enorme trauma con sus problemas monetarios. Es como una mujer golpeada que ha tenido un primer matrimonio con muchos golpes y ahora cuando se acerca a cualquiera, aunque le vaya a hacer una caricia, se echa para atrás porque está traumada y hay un trauma muy grande en lo económico. Argentina es un país en donde muy difícilmente la gente puede hablar de otra cosa más que de dinero en el inicio de una conversación. Después pasan al fútbol, y después se pueden pasar a ámbitos diferentes. Pero el dinero es un tema capital. Todo el tiempo enciendes la radio o conversas con un amigo, o te cruzas con alguien en un ascensor, o estás hablando con el verdulero... y el tema es el dinero. El dinero. El dinero. Al que tiene mucho, ¿cómo hace para guardarlo? Al que tiene suficiente, ¿como hace para tener más? Al que tiene menos, ¿cómo hace para tener suficiente? Al que no tiene nada, ¿cómo hace para tener algo? Es tremendamente perturbador. A nivel cerebral genera muchas ansiedades.

P. ¿Eso tiene un reflejo en la política?

R. El pueblo en general se siente muy desilusionado con todos sus políticos, con todos. Entonces, la aparición de un loquito diciendo que se va a terminar la casta ha prendido en mucha gente. Se ha votado así porque la esperanza es que de verdad pase eso, que de verdad ocurran cosas nuevas, terceras cosas, no las mismas una y dos de siempre. O sea, la gente de izquierda diciendo que el Estado tiene que estar muy presente, pero al mismo tiempo no pudiendo eliminar el porcentaje de pobres. O la derecha diciendo que tiene que haber libre mercado e importación, pero destruyendo la industria. Nunca, ninguna de las dos partes ha logrado una fantasía de estabilidad. Por eso es bastante lógico que los nuevos votantes quieran probar otra cosa. Argentina es un país mucho más joven que Italia y España. Siempre hay muchos nuevos votantes y eso ayuda a que las experiencias excéntricas tengan lugar.

P. Con la crisis financiera, recuerdo que los argentinos que vivían en España se reían de que los españoles empezásemos a hablar de economía como les pasó a ellos. En aquellos años, la población española se familiarizó con conceptos económicos de los que no había oído hablar nunca, como la famosa prima de riesgo. No sé si tú viviste en España esa época.

R. Por supuesto que sí. Y me reía mucho de lo que vosotros entendíais como crisis. Me daba mucha risa, me da mucha risa porque era como decirle tornado a un vientecillo. Los miraba y decía: ¿En serio piensan que esto es una crisis? Por favor, no tienen la menor idea de lo que es una crisis, ni nunca tuvieron la menor idea de lo que es una crisis.

P. Todo depende de las perspectivas, del contexto, de las expectativas... Si preguntas ahora, mucha gente te va a decir que estamos en el peor momento en mucho tiempo.

R. Y posiblemente sí, posiblemente estáis en el peor momento. Ya no se llaman mileuristas, sino dos mileuristas, gente que con 2.000 euros no consigue un buen alquiler. Pero no tiene absolutamente nada que ver con una crisis, ¿eh? Llamarle crisis a eso es seguir sin saber ponerse en los zapatos del otro. No entender que se está en el 5% más privilegiado del mundo. El que le llama crisis a una situación tan privilegiada tiene un problema también.

P. Depende con quién compares, Argentina también es un lugar privilegiado.

R. También en Argentina, claro. Mira, si tú le preguntas a cualquier persona aquí, independientemente de su clase social, te va a decir que están enojados con lo que tienen. Si les preguntas de qué manera dejarían de estar enojados, te dirían que teniendo el doble de lo que tienen. Y no importa si tienen un millón o cero, todos están enojados con lo que tienen. Todos querrían el doble para ser felices. Así que es todo una mentira, es una ilusión óptica. Nadie sabe ponerse en los zapatos del que está peor.

"Se supone que en Argentina hay un 40% de pobres, pero las terracitas están siempre llenas de gente comiendo bien"

P. En España se reproduce un patrón en las encuestas que no sé si también pasa en Argentina. Si preguntas a la gente cómo ve las perspectivas económicas del país, te dicen masivamente que mal o muy mal. Pero si les preguntas cómo ven sus propias perspectivas económicas, la impresión subjetiva es mucho más optimista. Es por fuerza una ilusión porque la primera respuesta debería ser una suma de las segundas.

R. Es increíble y aquí también pasa. Lo llevan años tratando de explicar sociólogos, economistas, etcétera. Se debate mucho. Se supone que en la Argentina hay un 40% de pobres, que es muchísimo. Pero al mismo tiempo hay casi pleno empleo y la gente no para de consumir. Los estadios se llenan para los conciertos con meses de antelación. La gente sale a la calle y está todo el mundo cenando fuera en terracitas y comiendo muy bien y consumiendo cultura permanentemente. Entonces no se entiende cómo los indicadores dicen que hay tanta pobreza. Se está tratando de explicar hablando de que hay una economía sumergida que no factura pero que funciona muy bien, con efectivo. De todas formas, yo creo que el mundo está en una transición y seguimos tratando de explicar las cosas con reglas del siglo XX, así que no cuadran las cosas.

P. En España se ha puesto de moda últimamente hablar de peronismo, pero no sé si se usa correctamente. Seguro que tú sabes la manera de explicar el peronismo a un extranjero. ¿No tenías alguna historia para explicarlo cuando vivías en Barcelona?

R. En España se entiende peronismo como sinónimo de populismo. Y está bien porque es una forma reduccionista de pensar un movimiento que tiene muchísimos años y que no ha sabido actualizarse a la modernidad. Sigue teniendo estructuras anquilosadas. Pero me parece que es bueno saber también que fue un movimiento tremendamente moderno cuando nació y tremendamente justo cuando se expandió. Y las olas de esa justicia social que generó desde principios de los 40 hasta bien entrados los 60, hicieron que muchísima gente que estaba absolutamente excluida del núcleo elitista de la Argentina se subiera a las mejoras: en el trabajo, en el aguinaldo, en los sueldos, etcétera.

placeholder Casciari posa frente a la cámara con un puñado de lápices. (Cedida)
Casciari posa frente a la cámara con un puñado de lápices. (Cedida)

P. Tuvo siempre sus detractores, ¿no?

R. Hizo rabiar muchísimo al que se sentía cómodo en una cúpula donde cabía poca gente. Esas cúpulas tuvieron hijos y nietos y bisnietos, que crecieron todos tremendamente antiperonistas. Hay gente que no sabe por qué es antiperonista y hay gente que no sabe por qué sigue siendo peronista. Es algo casi, casi religioso. Mi mujer es muy peronista porque sus padres son muy peronistas y porque sus abuelos eran muy peronistas, pero yo no sé si realmente es muy peronista. No lo sé. No sé ni siquiera qué carajo es el peronismo hoy. Pero religiosamente mi mujer dice ser peronista y vota todo lo peronista. Al mismo tiempo, mi familia siempre fue muy antiperonista porque mis abuelos tenían mucho dinero y no les gustaba que se les acercasen mucho los que ellos entendían que eran los cabecita negra, o los del interior.

P. ¿Y lo pasaron a las siguientes generaciones?

R. Se hicieron antiperonistas y fueron haciéndole de mamar a sus hijos y a sus nietos el antiperonismo. Mis padres eran tremendamente gorilas, que es como se les llama a los antiperonistas. Pero la única ideología es que desaparezca el peronismo. Lo que se mastica en gran parte de la Argentina es un poco así: hay peronistas y antiperonistas y los que se posicionan en uno de los dos lados son los que se supone que entienden de política. Si no entendés de política no sos ni peronista ni antiperonista, no sos nada. Hasta ahora fue así. Pero apareció este muchacho, Milei, diciendo que son todos una casta y que unas veces roban con la mano derecha y otras con la izquierda. Eso lo dijo durante la campaña, aunque ahora que ha ganado está llamando a peronistas y antiperonistas para que lo ayuden a formar Gobierno porque no tiene cómo hacerlo.

"Los catalanes son muy poco irónicos. Los madrileños también son muy poco irónicos. Todo es muy literal. Todo es un problema"

P. ¿Rompe la política relaciones de amistad en Argentina? ¿O no se ha llegado a eso?

R. Hay mucha exageración en redes sociales y se generan muchos microclimas virtuales. Pero luego la gente se junta con una cerveza a ver un partido de fútbol, al cumpleaños de alguien, a una Navidad... y toda esa espuma baja tremendamente. En España me parece que se pudrió un poco desde aquello del primero de octubre. Al menos en Barcelona. Me da esa impresión. En Argentina exageramos mucho y después nos hacemos amigos. Me parece que en España se puso más oscurito y ahora está bastante oscuro de vuelta. En Argentina es más de la boca para afuera, más de redes sociales. Pero no, no veo Navidades conflictivas acá. Y Milei me parece que vino incluso a unificar más que a romper. Porque lo que nosotros llamábamos la grieta, era entre peronismo y antiperonismo. Y ahora hay una tercera cosa que todos estamos mirando, con las palomitas de maíz, pero realmente no hay nadie muy, muy, muy peleado. En serio. No hay drama. Todo está bien, aunque tenemos muchas ganas de decir siempre de puertas para adentro que estamos todos peleados. Ya sabes.

P. Los italianos que pasan un periodo en España suelen estar de acuerdo en que aquí nos tomamos todo demasiado en serio, que somos demasiado literales con todo. Que no sabemos vivir, vaya.

R. A mí me da también la misma impresión. Yo creo que tanto los italianos como los argentinos, como posiblemente los sevillanos, somos más dados a tranquilizarnos. A pasarla bien. Me parece que los que tienen grandes problemas serios en España son los pueblos con culturas menos dadas a la ironía. Los catalanes son muy poco irónicos. Los madrileños también son muy poco irónicos. Todo es muy literal. Todo es un problema. Ningún chiste funciona bien del otro lado. Nosotros también tenemos una cultura bastante más del sur de España que del norte de España.

P. Los murcianos son los únicos que se ríen con los chistes que los ponen de protagonistas.

R. Eso es. Nosotros somos de puertas para adentro muy irónicos con nosotros mismos. Jamás una comunidad nuestra, una provincia nuestra se enojaría porque otra provincia le hace un chiste. En España eso es impensable. En España solamente los vascos pueden hacer chistes sobre los vascos. Puede existir Vaya semanita, pero no si se hace desde Madrid. En Argentina eso no pasa. Nosotros podemos hacer chistes sobre cordobeses, riojanos, porteños. No pasa nada. Sabemos que somos el mismo pueblo.

"Yo no pensé que me podía aburrir tanto en un lugar como me aburrí viviendo en Barcelona"

P. Siempre he tenido curiosidad por entender mejor tu relación con España. Cuando te he oído hablar de ello, ha sido desde la nostalgia, pero no he terminado de entender qué piensas de nosotros y cuál es el saldo de tu larguísima estancia.

R. Viví 15 años en España y creo que hubo tres etapas de cinco años cada una. La primera, de aventura. Cuando estás en otro lugar por primera vez, todo es una aventura. Yo llegué a España no porque quise vivir en España, sino porque en un viaje aleatorio a París me enamoré de una catalana y me fui a vivir con ella. Esos primeros años tuvieron que ver con la aventura, con el amor, con no tener papeles y no conseguir trabajo, pero no me importaba porque todo era una gran aventura. Fueron cinco años iniciales muy buenos. Luego conseguí los papeles, empecé a trabajar, me empezó a ir muy bien, pero esos segundos cinco años fueron de tremendo aburrimiento. Tremendo. A un nivel insospechado. Yo no pensé que me podía aburrir tanto en un lugar y tenía mucho que ver con esto que hablábamos antes. No estaba en Sevilla, estaba en Barcelona. Creo que ni en el País Vasco me habría aburrido tanto. Pero en Cataluña me cagué de aburrimiento. Me aburrí muchísimo. Al mismo tiempo había nacido ya mi hija y no había opción de moverme. Dejé de ser un nómada. Me convertí en un sedentario que tenía que estar ahí. Me empezó a ir muy, muy bien económicamente y en lo laboral. Y no lo disfruté en absoluto porque nunca sentí que el español fuera mi público. Nunca lo sentí. Y no era problema del español, sino un problema mío.

P. ¿Te hiciste argentino en España?

R. No sabía que era tan argentino hasta que estuve afuera. Había naturalizado muchísimo lo que tenía en Argentina. Me parecía que todo el mundo lo tenía y me fui a otro lugar y me di cuenta de que no, de que no todo el mundo tiene lo que más me gusta a mí, de mi lugar. Así que ese segundo lustro fue de mucho aburrimiento.

P. ¿Y la tercera etapa?

R. La tercera fue de una enorme depresión por no poder volverme a Argentina, porque no podía tomar esa decisión. Mi hija ya tenía siete años y obviamente ni mi mujer catalana ni mi hija catalana se querían mover. Por lógica, porque Argentina es un caos. Aquellos años, tomar la decisión de irme era decirle a mi hija pequeña que prefiero a mi país antes que a ella. Era una locura en mi cabeza. Y por eso no lo hice. Pero fue de muchísimo dolor estar todo el tiempo pensando en otro horario, en otra temperatura, en otra lógica, haciendo zapping en otros televisores y dándole la espalda absolutamente a cualquier cosa española sin que España tuviera la culpa de nada. Era un problema personal mío. Cuando pasaron exactamente 15 años, me fui. Yo llegué un 10 de diciembre del 2000 a España y me fui un 10 de diciembre del 2015. Ocurrió porque tuve un infarto en Montevideo y tomé la decisión de no volver. Esos fueron mis tres grandes hitos: aventura, aburrimiento, depresión. Le di sentido propio al poema de Machado. "Ya hay un español que quiere vivir y a vivir empieza, entre una España que muere y otra España que bosteza". A mí me pasó eso. Una España me aburrió y la otra casi me mata.

"Estamos muy capacitados para cualquier tarea en donde la improvisación sea una virtud"

P. No sé si crees que hay una continuidad en la manera de vivir la política, en la manera de vivir el fútbol, en la manera de hacer las cosas de los argentinos. Algo que explique por qué sois capaces de lo mejor y de lo peor en cada momento.

R. Los argentinos estamos muy capacitados para cualquier tarea en donde la improvisación sea una virtud. El teatro, el fútbol, la música, el arte en general, la cultura en general, el repentista... Al mismo tiempo, estamos muy incapacitados para tareas en donde la improvisación es un defecto. Creo que esa idea condensa todo lo que pienso al respecto.

P. Déjame volver al asunto político. ¿Qué pronóstico tienes para el nuevo Gobierno? Tengo un amigo que ha apostado a que Milei saldrá en helicóptero huyendo del país en pocos años.

R. La lógica indica que los Gobiernos no peronistas empiezan a tener huelgas muy rápidamente, que los movimientos sociales que siguen signados por la lógica peronista, los sindicatos, etcétera, empiezan a movilizarse para interrumpir cualquier intento de estabilidad que no ocurra dentro de Gobiernos peronistas. Esta es la lógica. Es decir, el presidente Alfonsín se fue antes de tiempo para que entrara un Gobierno peronista. El presidente De la Rúa se fue antes de tiempo para que entrara un Gobierno peronista. Acá no hay ninguna bola de cristal, sino que más o menos ha pasado en los últimos 40 años de democracia. Es lo que suele pasar cuando hay Gobiernos no peronistas. La oposición se hace fuerte en el peronismo y empieza a interrumpir cualquier posibilidad, independientemente de que estas posibilidades sean buenas o malas. Hablo sin ningún partidismo, pero es evidente que esa es una posibilidad.

"De repente, la mayoría de la gente empobrecida de Argentina dejó de votar al peronismo"

P. ¿Hay más?

R. Otra posibilidad es que de repente la mayoría de la gente necesitada, la mayoría de la gente más empobrecida de la Argentina dejó de votar al peronismo. Esto nunca había pasado, quizá es gente que votó esta esperanza. Entonces hay que ver si es tan fácil ahora arrear a los más pobres como se han arreado siempre para interrumpir Gobiernos no peronistas. Ahí hay una novedad. Por eso hay también una incertidumbre. La verdad es que a mí lo que me gustaría que pasara es que todo el mundo, los esperanzados, los que tienen incertidumbre, los que ven en esto algo peligroso, le den por lo menos cien días de gracia. Esta es mi fantasía. No creo que ocurra porque somos tremendamente ansiosos últimamente. No solo los argentinos. Pero me gustaría que eso pasase. Y está bien que haya esperanza. Yo no podría vivir en un lugar si no tuviera esperanza. Así que yo estoy adentro en este momento, aún sin compartir siquiera uno solo de los ideales del presidente electo. Me siento dentro de una esperanza y quiero ser un observador. Quiero ayudar todo lo que se pueda y poner la menor cantidad de obstáculos posibles en los primeros 100 días y después ver qué sucede.

P. Me gustaría que nos hablases de Messi para acabar. ¿Cómo acabaste mandándote WhatsApp con Messi el día después de ganar el Mundial?

R. Yo escribí un cuento sobre Messi, sospechando que a Messi le había pasado lo mismo que a todos los argentinos que estábamos en Barcelona al principio del siglo XXI. Después de meses, Messi escuchó esa historia en TikTok. Al día siguiente de salir campeón del mundo, cuando llegó a Buenos Aires con la Copa, me mandó un mensaje de WhatsApp diciendo que se había emocionado mucho con esa historia. Me dijo que le había pasado todo lo que yo conté, aunque eran todo sospechas, yo no sabía si mi cuento era verdad.

P. ¿Pero cómo te localizó?

R. Yo lo leí el cuento en la mañana, en la radio. Todo lo que leo en la radio lo subo inmediatamente a redes sociales y estaba Antonela, la mujer de Messi, mirando TikTok y se pusieron los dos a escuchar ese cuento. Entonces él mandó un WhatsApp a la radio diciendo que se había emocionado mucho con ese texto. Después hicimos videollamada y me agradeció el cuento, etcétera. Seguro que Messi ya se ha olvidado para siempre del asunto. Y a mí me pasa al revés. Va a ser algo inolvidable.

P. Hernán, ¿te apetece decir algo más antes de cerrar?

R. Bueno, yo tengo una hija española de casi 20 años. Independientemente de eso que te contaba, de la aventura, el aburrimiento y la depresión, España va a estar adentro de mi vida siempre. No solamente mi hija, muchas más cosas. O sea, no miro España como una pincelada gruesa. Puedo estar ahí adentro y me puedo emocionar si se muere Concha Velasco, por ejemplo. Hay muchas cosas de España que ya son mías también. Incluso en épocas de aburrimiento y de depresión, fueron muy importantes para mí y lo siguen siendo. Eso querría decir. Nada más.

No hay demasiadas personas capaces de expresarse con la plasticidad de Hernán Casciari. Como además vivió durante quince años en España, es un traductor ideal de la realidad argentina. El proceso electoral de su país le ha sorprendido gestionando su último éxito, un documental (Muchachos) que vendió 100.000 entradas en cines antes de estrenarse, un récord absoluto allí. La revista literaria que fundó, Orsai, es ya un fenómeno sin demasiados precedentes. No tiene publicidad, ni apoyo público, pero financia toda clase de productos culturales (libros, festivales, películas, series, teatros...) con la aportación de los lectores, que se convierten en pequeños inversores. "Poniendo muy poquito dinero, se junta mucho dinero, se hace una película, se vende a plataformas y la gente recupera el dinero con creces, con regalías".

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