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El abrazo de la casta colapsa a Javier Milei (pero puede ganar)
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Carlos Prieto

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El abrazo de la casta colapsa a Javier Milei (pero puede ganar)

El tertuliano de oro se derrumbó en televisión durante la campaña. ¿El motivo? Su nuevo corsé como aliado de un sector del establishment. Pese a ello, sigue encabezando por poco las encuestas

Foto: Javier Milei, la hora de la verdad. (Reuters)
Javier Milei, la hora de la verdad. (Reuters)

Javier Milei está en un plató de televisión con la mirada de las mil yardas. El volcán en erupción se ha congelado. El futuro de Argentina pende de esa mirada perdida. Puede pasar cualquier cosa...

El político argentino nunca hubiera llegado hasta aquí si no fuera un personaje televisivo de éxito, un tertuliano incendiario y un polemista catódico. Por eso, choca que sus momentos más bajos en la campaña electoral hayan sido dos patinazos en la tele.

Primero, una entrevista en la que pasó de la carcajada a la lágrima sin motivo aparente, desplegó un festival de caras raras y pareció superado emocionalmente por los asuntos más nimios.

El segundo evento televisivo negro —el cara a cara contra Sergio Massa— fue el de la parálisis política. El candidato peronista (y ministro de Economía en funciones) aplicó a Milei un tercer grado, como si fuera el presidente en lugar de un candidato, y sin encontrar gran resistencia. Un Milei desarmado y escaso de recursos. Tertuliano de oro frito en el peor momento.

En la primera escena, un Milei histriónico y con vaivenes psicológicos; en la segunda, más petrificado que De Gea en el Mundial 2018.

Consciente de que no le fue bien, pero poco amigo de asumir errores, Milei achacó sus flojas dos performances catódicas a aviesas maniobras de sus rivales; según él, infiltrados en plató murmuraban y tosían cada vez que intervenía para desestabilizar sus argumentaciones. Sus excusas activaron una nueva ronda de memes sobre las voces que Milei escucharía en su cabeza. Llovía sobre mojado. La biografía no autorizada de Milei, El loco, desveló que el candidato habla con sus perros clonados sobre lo divino y lo humano y que tiene arrebatos místicos. Por otro lado, no era la primera vez que a Milei se le iba la pinza en un plató (con más motivo ahora que está sometido a la mayor presión y exposición pública de su vida).

Dicho lo cual: aunque analizar a Milei desde sus disfuncionalidades psicológicas es goloso, y hay agua de sobra en la piscina para hacerlo, quizá sean más síntomas que causas de su desconcertante rendimiento en campaña. Lo que verdaderamente habría desajustado a Milei no serían las aspas de helicóptero que (dicen) retumban en su cabeza, sino su pacto forzado con la casta.

Foto: Javier Milei. (Reuters/Matias Baglietto)

"La inestabilidad de Milei en la entrevista en A24 no es nueva: simplemente está exacerbada, en un momento en que muchísimos ojos se posan sobre él. Y tiene sentido. El libertario no solo sufrió el golpe de la elección en la que no ganó, sino que se le sumó el hecho de tener que negociar mano a mano con Macri. Esto es una novedad en la vida de Milei: él hasta ahora no hacía política, se manejaba a sus anchas en un partido ultraverticalista y caótico y rechazaba inmiscuirse a fondo en temas como el armado de listas o las alianzas. La política nunca le interesó, por eso ahora está entrando en un terreno nuevo y resbaladizo", según la revista Noticias.

La implosión televisiva Milei vendría, por tanto, de su dificultad para cabalgar sus nuevas contradicciones (el antisistema que quiere dirigir el sistema con ayuda de la derecha sistémica). Todo lo demás —sus desconcertantes comportamientos en plató los últimos días— mostrarían, sobre todo, su incomodidad con su nuevo rol de favorito de cierta casta a la que tanto despreció.

El cara a cara con Massa fue un continuo cavar y cavar en sus incoherencias, con un Milei incapaz de asumir su programa de máximos, que tantas veces bramó antes en los magazines televisivos. El Milei tertuliano amenazó una y mil veces con destruir todas las paguitas argentinas, motosierra en ristre, pero fue preguntarle Massa sobre qué subsidios quitaría si llegaba a presidente, y echar balones fuera, como si Locomía negara haber agitado alguna vez abanicos gigantes en Ibiza. ¿Recortes? ¿Qué recortes? Milei contra Milei.

placeholder Milei con un billete de Milei. (Reuters)
Milei con un billete de Milei. (Reuters)

A Milei se le complicó la vida al no ganar la primera vuelta con contundencia. A juzgar por mamporros metidos a la derecha tradicional durante esa campaña —a la candidata Patricia Bullrich le llamó "terrorista" por su pasado montonero— quizá Milei fantaseaba con llegar a la cima por la única vía de la voladura de puentes. Pero cuando se vio en la necesidad de acumular fuerzas para la segunda vuelta, se echó en brazos del expresidente Mauricio Macri, gran mandarín de la derecha de toda la vida. ¿El resultado interno del pacto de conveniencia? La derecha unificada se partió: los radicales —del expresidente Alfonsín— se negaron a apoyar a Milei, pero los hombres de Macri sí estarían en un futuro gobierno del libertario. El entramado de Milei, por su parte, tuvo también pequeñas fugas por pactar con la casta, pero sobre todo se le quebró el discurso político y el personaje. Milei dejó de ser Milei a cambio de estructura mainstream para asaltar los cielos.

El solapamiento ha llegado al punto de que la campaña de Milei ha calcado el spot electoral que le funcionó a Macri en su campaña presidencial en 2015. ¿La idea de fondo del anuncio de Milei? No tengan miedo que no voy a recortar lo que dicen que vamos a recortar.

Vi-vi- viva la casta

Habla el sociólogo Iago Moreno, que ha seguido la campaña en Buenos Aires:

"Hasta la primera vuelta, el discurso de Milei se parecía más al del Movimiento Cinco Estrellas italiano que a Vox, un relato en la vertical pueblo contra casta, que incidía muy poco en la guerra cultural, poco antifeminismo o clasismo contra los villeros, era sobre todo un discurso de impugnación pueblo/casta destinado a capitalizar un descontento que lo cierto es que es mayoritario".

"Tras pactar con Macri, Milei pasó del discurso impugnador del pueblo contra la casta al del antikirchnerismo"

Pero, ¡ay!, cuando Milei y Macri se dieron el sí quiero, hubo que hacer algunos ajustes al discurso. "Desde el primer momento, entendieron que la arquitectura moral, política y social que permitía soldar ambos entramados en un bloque conjunto era volver al discurso antikirchnerista. El relato contra la casta se adelgazó para que entrara en ese molde, que dejaba muchas cosas fuera, pero aseguraba sumar al carro todo el armado político de Macri, fundamental no tanto por su extensión territorial como por su red de influencias”.

En el debate quedó claro que Milei no es un candidato competente. Bien no tiene ideas sobre cómo funciona la política exterior o el comercio de un Estado, bien se hace el loco a niveles esperpénticos. La única (y remota) posibilidad que tenía Massa de ganar era ir hacia un escenario así. Hace unos meses, sus opciones parecían inverosímiles, el descontento era muy generalizado, los índices de aprobación del presidente Alberto Fernández eran más bajos que los de Fernando de la Rúa cuando huyó en helicóptero de la Casa Rosada [el corralito en 2001]. Pero con Milei haciendo una campaña bastante lastimosa, el descuadre de Macri y un Massa reforzado —con el Gobierno de perfil para no desgastar su candidatura y el apoyo tácito y efectivo de un montón de perfiles que no están dispuestos a pasar por Milei— hay partido. ¿Quién va a ganar? Las encuestas apuntan a un empate, va a estar muy reñido y habrá acusaciones de fraude.

Como una ola

En los sondeos electorales hay de todo: triunfos de Massa, triunfos de Milei y empates técnicos. Ligeras ventajas en general para el candidato libertario. Es cierto que las encuestas se equivocaron al predecir que Milei ganaría la primera vuelta, pero la que sí dio como triunfador a Massa —la consultora brasileña Atlas Intel— dice ahora que ganará Milei por más de cuatro puntos (52,1% contra 47,9%).

Es decir, pese a su caótico fichaje por la casta, su errática campaña y su naufragio en el debate electoral, Javier Milei rozaría la presidencia. ¿Qué podemos esperar de él si eso ocurre?

El economista Mariano Fernández, uno de los pocos amigos antiguos de Milei, pero que acabó rompiendo con él, habló en Perfil hace unos días:

"Milei era una persona con algunos problemitas pero no tenía un cargo público…".

"Hoy Macri ejerce influencia sobre Milei. Incluso cambió la impronta de su discurso, que ahora está desinflado y solapado. Siempre tuvo sus exabruptos y su comportamiento histriónico, pero si a eso le sumamos la influencia de grupos religiosos en su campaña, tenemos una caricatura de Trump. Y ahora será una caricatura de Macri", zanjó Fernández.

¿Significa esto que la casta tendría bajo control a un presidente Milei? ¿O es incontrolable por naturaleza? "Aun si Mauricio Macri lograra controlar intelectualmente a Javier Milei y literalmente gobernara sus acciones racionales, conoce perfectamente las dificultades que tiene Milei para que su propia racionalidad gobierne sus emociones", escribió Jorge Fontevecchia en Perfil.

Foto: Javier Milei, en el debate electoral. (Reuters/Pool/Luis Robayo)

En efecto, aunque la casta ha limado y reenfocado el discurso de Milei, sus emociones galopan libres en cuanto tiene oportunidad…

Hace unos días, Milei colgó en Instagram un texto desmintiendo las supuestas fake news que circulan sobre él. "Venta de órganos: falso. Venta de niños: falso. Libre portación de armas: falso. Privatización de salud: falso. Privatización de sanidad: falso", arrancaba el documento. ¿De dónde habían salido las propuestas que Milei dice que son falsas? Sí, lo han adivinado: de Milei. Generalmente, de la boca del Milei tertuliano, con tendencia a calentarse y a fantasear con una Argentina en la que él destruía el Estado y daba paso a un oasis libertario a lo Robinson Crusoe (conocido por otros como ley de la jungla).

Pero los desmentidos del político argentino no quedaron ahí: "Milei tiene problemas psicológicos: falso. Milei habla con los perros muertos: falso. Milei se cogió a su hermana: falso".

En efecto, es extraño que, sin que nadie le pregunte, un candidato presidencial niegue haber hecho el amor con su hermana, pero es Javier Milei.

Más allá de las referencias a su hermana y sus chuchos, si es que se puede ir más allá, otros de sus desmentidos pasaron más desapercibidos, pero están en la raíz de su convulsa campaña electoral: "Milei es casta: falso. Milei es títere de Macri: falso".

A Milei, en definitiva, le escuece que le asocien con la casta y con Macri, pero no tanto como para no aliarse con él por necesidad política. La duda ahora es saber si a Milei le llegará con Macri para ser presidente o estaba mejor pegando tiros en el monte. En la madrugada del domingo al lunes sabremos si Milei solo ha sido un sueño bizarro de una noche de verano o la rave no ha hecho más que empezar.

Javier Milei está en un plató de televisión con la mirada de las mil yardas. El volcán en erupción se ha congelado. El futuro de Argentina pende de esa mirada perdida. Puede pasar cualquier cosa...

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