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Una guerra para toda la vida: los tatuajes con la fecha del ataque de Hamás crecen en Israel
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Un recuerdo marcado con tinta

Una guerra para toda la vida: los tatuajes con la fecha del ataque de Hamás crecen en Israel

Desde el ataque terrorista del 7 de octubre, muchos israelíes se han tatuado la fecha para llevar en la piel el recuerdo de la ofensiva que ha conmocionado a toda una sociedad

Foto: Un miembro de las fuerzas de defensa de Israel se hace un tatuaje. (Getty/Leon Neal)
Un miembro de las fuerzas de defensa de Israel se hace un tatuaje. (Getty/Leon Neal)

El 7 de octubre, el día del ataque sin precedentes de Hamás en territorio israelí, todas las citas para tatuarse se congelaron en Zen House, un local de Sadé Yizthak, en el norte del país. "Hubo días en los que no había nada y, de repente, no solo había más clientes, sino que todos los motivos eran con respecto al tema, ya sea la fecha, la fiesta de Reeim (donde tuvo lugar el festival de música), un recuerdo de alguien que ya no está o gente que, aunque no perdió a personas cercanas, siente que hay un antes y un después de ese momento", explica Diego Grinfeld, tatuador del estudio.

La guerra entre Israel y Hamás ha provocado una época de estancamiento para muchos negocios en Israel. Por miedo, incertidumbre o falta de dinero, porque miles de reservistas han dejado de trabajar, ha habido un parón en el consumo. La excepción, sin embargo, son los salones de tatuajes, un sector que está en auge a pesar del trauma en la sociedad israelí.

Mario Sinay, de 62 años, vive en la ciudad sureña de Ashkelon. Hace unas semanas un misil procedente de Gaza impactó en el salón de su casa, donde estaba su esposa Marta, quien, increíblemente, salió ilesa. Pero, antes de eso, en el "sábado negro" del 7 de octubre, la familia de Mario volvió a nacer, en palabras de este experto en el Holocausto. "Mi hija y mis dos nietos, uno recién nacido, se salvaron por los pelos de los terroristas que masacraron a sus convecinos en Netiv Haasará, la comunidad más cercana a Gaza, cuando un vecino los rescató tras 12 horas de asedio encerrados en su refugio", cuenta Sinay.

"Mi yerno, mientras conducía a toda velocidad a su casa desde el trabajo, en el aeropuerto, y tras oír las noticias de la invasión para salvar a su familia, fue tiroteado en su coche por los infiltrados de Hamás cuando entraba a su comunidad. Y, aunque fue herido, sobrevivió". Ese es solo el principio de su historia. "Mi sobrino de 22 años, quien fue al festival musical Supernova donde Hamás masacró a más de 260 personas, en cuanto vio el primer misil salir de la Franja de Gaza, agarró a sus amigos y se subió al coche. Condujeron hasta una intersección que separaba el kibutz Be’eri del kibutz Sa’ad. Eligió entrar en Sa’ad. Todos sus amigos que entraron en Be’eri no sobrevivieron". Después de eso, Mario se tatuó los nombres de su familia y la fecha del 7 de octubre de 2023.

Foto: El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, visita la base naval del sector sur en Ashdod. (Europa Press/Kobi Gideon)

"Toda la vida luché contra la banalización del Holocausto, es la materia que enseño, y cuando se usaba el término en vano en relación con el antisemitismo actual lo contradecía, y ahora siento que el único motivo de existir para el estado de Israel es que efectivamente no pase algo parecido, y la seguridad que teníamos de que algo así no iba a volver a suceder ya no existe", lamenta. Mario eligió tatuarse en la parte interna del brazo en lugar de la externa, para que no fuera interpretado como un tatuaje del Holocausto que, por supuesto, no es. "Lo hice porque necesitaba dejarme una marca de lo que pasó".

Una decisión ¿terapéutica?

Los tatuajes han sufrido un progreso en el mundo occidental y, de empezar en la zona marginal de la existencia y huella de piratas o mafias, ha pasado a convertirse en una manifestación de la personalidad. Israel, un país que fue durante décadas austero en lo que a estética se refiere (en sus primeras décadas de existencia el maquillaje era prohibitivo, por ejemplo) y en el que la ruptura con la sobriedad estaba mal vista, acabó conquistado por "el deseo del Israel moderno de ser más occidental". Así lo explica Oz Almog, autor del libro El sabra: La creación del nuevo judío, en el que analizó la evolución de los tatuajes en el país. Almog señala que, a medida que los artistas estadounidenses convirtieron el arte corporal en un sello de moda en las décadas de 1970 y 1980, la tendencia fue llegando a Israel.

Sin embargo, el país no es como los demás con respecto a los tatuajes. Por un lado, la religión judía los prohíbe, según el libro bíblico Levítico, versículo 19:28: "No haréis cortes en vuestra carne por los muertos, ni os grabaréis ninguna marca. Yo soy el Señor".

placeholder Tatuaje del 7 de octubre, día del ataque a Hamás. (Zen House)
Tatuaje del 7 de octubre, día del ataque a Hamás. (Zen House)

La prohibición es, a pesar de todo, motivo de debate. Algunos rabinos medievales apuntaban a que el significado de esas palabras era más laxo, siempre y cuando no se tatuara el nombre de Dios, ya que este nunca debe ser borrado, ni dañado, ni cortado. Aunque Maimónides, el influyente filósofo judío sefardí del S. XII, lo simplificaba, oponiéndose en cualquier caso a cualquier tatuaje, porque lo entendía como un acto de idolatría. Más allá de estas interpretaciones, la "regla" está más relacionada con la cultura y el mandato divino.

En este sentido, muchas personas recuerdan los tatuajes que hicieron los nazis a los prisioneros en los campos de concentración. "Era el modo de despersonalizarlos y convertirlos en objetos, ya no tenían nombre, solo un número", explica el propio Sinay. No obstante, muchos nietos de supervivientes del Holocausto han querido recordar la barbarie en su cuerpo y se han tatuado los números de prisioneros de sus familiares. Una vuelta de tuerca para no olvidar.

Con o sin tinta, el 7 de octubre ha marcado a una sociedad que todavía no ha logrado recuperarse del impacto del ataque de Hamás. El shock también ha llegado al sector de los tatuajes, y varios artistas de esta especialidad están entre las víctimas mortales. La tatuadora germanoisraelí Shani Louk, quien apareció en un vídeo horripilante de Hamás, se dedicaba al tatuaje, así como la francesaisraelí Mia Schem, rehén de Hamás y quien fue filmada por sus captores en Gaza con un brazo herido y pidiendo volver a casa.

Una piedra como símbolo de la tragedia

Para Atar Even, tatuarse también ha sido su manera de llevar en la piel el recuerdo de la tragedia que asoló a su familia. Hace pocos días que se tatuó cuatro piedras —su apellido significa 'piedra' en hebrero—, cada una representa a un miembro de su familia. Debajo, la fecha del 7 de octubre de 2023, el día en el que una parte de su familia fue asesinada. Atar perdió a su hermano, de 46 años, a su cuñada y dos de sus cuatro sobrinos, de 16 y 14 años, en el kibutz Be’erí. Tiene dos sobrinos huérfanos, de ocho y 12 años.

"A las 6:30 sonó la sirena, mi hermano Jen, quien estaba armado, se metió en el refugio y a los 20 minutos escucharon a alguien hablando en árabe dentro de la casa. Él salió del refugio y se enfrentó al terrorista, hubo un tiroteo en la cocina y Jen lo acabó matando. También recibió una bala en el hombro. Volvió al refugio y le dijo a su mujer que escribiera en el grupo de WhatsApp del kibutz que había matado al terrorista", recuerda Atar. Su esposa le dijo que no, que estaba todo el lugar lleno de infiltrados. Se encerraron en el refugio y los atacantes, al no poder entrar, desarmaron los neumáticos de la camioneta de Jen y le prendieron fuego dentro de la casa.

La familia se vio obligada a abandonar el refugio por la ventana para huir del humo y las llamas. En el proceso, Jen mató a otro terrorista, pero también recibió disparos en las piernas, su mujer en la barriga y su hijo de 16 años, uno en la mandíbula. "De algún modo lograron arrastrarse hasta unos arbustos y ahí estuvieron como dos horas, desangrándose, pero no muertos. En un momento dado, Jen vio que se acercaban terroristas y les dijo a los miembros de su familia de hacer una pila, los más pequeños abajo, cubiertos por los mayores, los padres, arriba", explica Atar Even.

Foto: Una de las zonas atacadas en la Franja de Gaza. (EFE)

Un miembro de Hamás acabó encontrándolos y los acribilló a balazos. Todos murieron, salvo los dos más pequeños, quienes tras más de una hora se dieron cuenta de que los demás no se movían y no contestaban. Se zafaron de la pila de cadáveres y corrieron a la casa de una vecina quien, finalmente, les abrió la puerta.

El tatuaje que se hicieron Atar y su esposa representan las piedras de su apellido, pero también refieren a las piedras que los judíos dejan en las lápidas de los muertos, en lugar de flores, como hacen los cristianos.

La importancia que los tatuajes tienen para las personas que se los hacen también impacta a los que llevan el trabajo a cabo. Diego, el tatuador del estudio Zen House, afirma que, antes del ataque de Hamás, hablaba con sus clientes mientras tatuaba, pero ahora no. "Antes sentía que, cuando alguien te deja tatuarle, es una gran muestra de respeto, que te dejen tocarles y dejarles una marca. Ahora, después de los hechos horribles, lo pienso aún más", subraya.

"Hay mucha gente que se quiere tatuar en circunstancias normales, pero no suele ser una prioridad en sus vidas, pero, desde que esto pasó, mucha gente siente la necesidad de hacerlo, y en muchas ocasiones los hice casi sin cobrar", cuenta el tatuador.

Foto: Militares israelíes transportan palestinos detenidos en la Franja de Gaza. (Reuters/Yossi Zeliger)

A pesar de que para algunos es liberador, desde el punto de vista psicológico, "tatuarse en este caso para recordar hechos tan dolorosos parece querer marcar más aún una herida, como buscar mantenerla y no sanarla", sostiene el rabino y psicólogo Yosef Klenier. Precisamente el hecho de que el recuerdo se quede para siempre en la piel puede dificultar la superación del dolor.

Además, otras personas están en desacuerdo con la manera en la que una parte de la sociedad israelí ha respondido al ataque de Hamás y la guerra en Gaza. "Ceremonias, velas, cánticos, pulseras que no se quitan hasta el regreso de los secuestrados… Son demasiados adornos, parece el Disneyland del dolor", dijo Inbal Ari, terapeuta con animales.

El 7 de octubre, el día del ataque sin precedentes de Hamás en territorio israelí, todas las citas para tatuarse se congelaron en Zen House, un local de Sadé Yizthak, en el norte del país. "Hubo días en los que no había nada y, de repente, no solo había más clientes, sino que todos los motivos eran con respecto al tema, ya sea la fecha, la fiesta de Reeim (donde tuvo lugar el festival de música), un recuerdo de alguien que ya no está o gente que, aunque no perdió a personas cercanas, siente que hay un antes y un después de ese momento", explica Diego Grinfeld, tatuador del estudio.

Conflicto árabe-israelí
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