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¿Una UE con 35 miembros en 2030? El bloque se juega su presente y futuro con la adhesión
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Ampliación ¿inevitable?

¿Una UE con 35 miembros en 2030? El bloque se juega su presente y futuro con la adhesión

El consenso actual dentro del seno comunitario es que Ucrania formará parte de la bandera de las 12 estrellas, pero son ocho los países a la espera de entrar en la UE en un horizonte cada vez más cercano

Foto: El presidente Volodímir Zelenski sujeta la bandera de la Unión Europea junto a la presidenta del Europarlamento, Roberta Metsola. (Reuters)
El presidente Volodímir Zelenski sujeta la bandera de la Unión Europea junto a la presidenta del Europarlamento, Roberta Metsola. (Reuters)

Horizonte 2030. Es la fecha que ha dado Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, a la incorporación de nuevos países a la Unión Europea, aunque el resto de las instituciones y líderes evitan fijar un calendario para una de sus misiones presentes más complicadas y ambiciosas. Ocho países —Turquía, Serbia, Montenegro, Albania, Macedonia del Norte, Bosnia-Herzegovina, Ucrania y Moldavia— se encuentran en estos momentos en la sala de espera para entrar a la UE. Sin embargo, las incertidumbres en el que se prevé como uno de los grandes cambios de paradigma para el presente y futuro del proyecto europeo son muchas. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Con o sin reforma de los tratados? ¿Todos los países candidatos o a varias velocidades? ¿De una o de forma progresivo? ¿Puede la UE asumir esta factura billonaria? ¿Cómo afectará al proceso de toma de decisiones?

Foto: Charles Michel, presidente del Consejo Europeo. (Europa Press/Jonas Roosens)

El consenso actual dentro del seno comunitario es que Ucrania formará parte de la bandera de las doce estrellas. La invasión rusa a su vecino revitalizó el proceso de ampliación de la Unión Europea, que sumaba años bloqueado por el poco apetito de las capitales y por el estado de policrisis perpetua que los europeos arrastran desde 2008: financiera, migratoria, sanitaria y bélica. El Brexit supuso la estacada definitiva a las ambiciones de los Balcanes Occidentales para formar parte del bloque. Países como Francia o Países Bajos querían poner orden dentro de casa antes de invitar a nuevos huéspedes. Un pretexto más ante una región a la que había olvidado desde hacía tiempo. En Bruselas abundaba la percepción de los Balcanes como el patio trasero del continente.

Tras la invasión de Rusia a su vecino, una de las primeras decisiones del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, fue solicitar una adhesión exprés a la UE. Bruselas le concedió en tiempo récord la categoría de país candidato, una bofetada en la cara de algunos países balcánicos como Macedonia del Norte, que aguardó 17 años para ver la apertura de negociaciones de adhesión, o Bosnia-Herzegovina, que esperó durante más de 6 su estatus de candidato.

El de la adhesión está llamado a ser uno de los grandes debates políticos de la agenda europea durante lo que resta de año, con permiso de las guerras en Ucrania y en Oriente Próximo. Por lo pronto, hay dos fechas grababas a fuego en el calendario. El próximo 8 de noviembre, la Comisión Europea presentará su informe anual sobre el estado de los países candidatos y podría recomendar la apertura de negociaciones de adhesión con Ucrania. La pelota irá directamente a los 27 líderes de Estado y de Gobierno, llamados a tomar la decisión en la cumbre europea de invierno, fijada para el 14 y 15 de diciembre.

Foto: El presidente de Albania, Edi Rama (i), Macedonia, Dimitar Kovacevski (c), y Serbia, Aleksandar Vucic, durante una rueda de prensa esta mañana en Bruselas. (Reuters/Johanna Geron)

¿Es 2030 un objetivo realista? Depende de a quién se le dirija la pregunta. “Honestamente, creo que es bastante improbable que cualquiera de los países candidatos sea miembro de la UE a finales de esta década. El camino de la ampliación es largo y tortuoso. A pesar de las motivaciones geopolíticas que hay detrás, no creo que exista el tiempo suficiente para resolver todos los elementos que implica”, opina Clare Daly, eurodiputada irlandesa de La Izquierda. “Creo firmemente que la UE llevará a cabo una transformación muy importante y sustancial con el objetivo de llegar a 2030 preparada para la ampliación”, contradice Tonino Picula, eurodiputado croata de la familia socialdemócrata. “Aunque la percepción sobre la ampliación ha cambiado en los últimos tiempos, los desafíos y el escepticismo continúan. Y quizá algunos Estados miembros se opongan a las reformas internas necesarias y al proceso de adhesión en sí mismo”, advierte.

El gran proceso de reampliación hacia el este que se plantea en la actualidad tiene dos dimensiones complicadas. Una es la externa. Es decir, la falta de preparación de los países candidatos en términos democráticos o de estabilidad económica. Ucrania no solo libra una guerra abierta desde hace casi dos años, sino que cuenta con enormes problemas con la corrupción. Mientras que los Balcanes arrastran disputas históricas, geográficas e identitarias heredadas de las guerras que asolaron la región en la década de los 90. La otra pata es la interna. Las dos grandes revoluciones que la UE debe emprender para asimilar la incorporación de nuevos países pasan por reorganizar los presupuestos comunitarios para poder hacer frente a una inversión billonaria que requiere un ejercicio de voluntad política y de sacrificios para muchas capitales. También será necesario modificar el proceso de toma de decisiones. A la UE le cuesta sudor y lágrimas fijar una postura común a 27 bandas, una tarea que podría volverse imposible con más.

“Creo que la UE realmente no tiene otra opción. La ampliación es de importancia estratégica. Si la UE es incapaz de absorber a nuevos miembros para 2030 significará dos cosas. Por un lado, que su relevancia geopolítica ha quedado tocada. Y, por el otro, que ha sido incapaz de reformarse a sí misma. Pero soy optimista: la UE ha demostrado ser capaz de transformarse bajo la presión externa”, afirma Sophie In’t Veld, eurodiputada neerlandesa de Renew Europe.

¿Algún miembro menos?

La UE arrancó esta década con un hito no contemplado hasta la fecha: la salida voluntaria de uno de sus miembros. El Reino Unido se ha convertido en el único Estado miembro en invocar el Artículo 50 para sellar el divorcio con el bloque. El proyecto europeo no cuenta con mecanismos para expulsar a uno de los suyos, el proceso de retirada solo puede producirse tras la solicitud expresa de un país. En los últimos años, el debate sobre la posible marcha de otros países ha ganado espacio. Especialmente en Hungría, cuyo líder, Víktor Orbán, compara con frecuencia a Bruselas con el régimen nazi o la Unión Soviética. “Nadie le obliga a quedarse”, le espetó recientemente Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea. Sin embargo, los eurodiputados coinciden en que no es el escenario base en estos momentos.

Foto: Vladímir Putin y Viktor Orbán tras una rueda de prensa en Budapest en octubre de 2019. (Reuters/Bernadett Szabo)

“No veo que haya un momentum fuerte para que algún Estado miembro salga de la UE”, afirma Daly. “No veo que sea lo que la gente quiere. Tras las elecciones polacas creo firmemente que no hay en estos momentos un país en la UE donde un movimiento de ‘exit’ tenga éxito. Pero creo que la UE estará en una situación desesperada si no acomete pronto un proceso de reformas y se vuelve más democrática”, anticipa In’t Veld. “Veo bastante imposible que un país se marche de la UE. El Brexit ha demostrado que este proceso puede conllevar disrupciones comerciales, daños económicos o pérdida de acceso a los mercados. Además, el Brexit ha incrementado las divisiones políticas y ha provocado numerosos desafíos en política exterior”, coincide Picula.

Impacto interno

El proceso de ampliación es tan complejo como divisivo. Para Hungría o Polonia es una amenaza en cuanto los fondos de cohesión o a las ayudas de la Política Agraria Común. Para otros como Grecia o Bulgaria entran en juego elementos históricos y geográficos. Y algunos como Francia o Países Bajos temen que se repitan los errores del pasado abriendo la puerta de forma precipitada a países con deficiencias económicas o democráticas que con el paso del tiempo han importado no pocos dolores de cabeza. Sin embargo, tras años de impasse, la sensación que se impone ahora en Bruselas es que la entrada de los países de los Balcanes y la de Ucrania, Georgia y Moldavia será en beneficio mutuo. Mientras que la de una Turquía en constante deriva autoritaria está fuera de todos los radares.

“Necesitamos un proceso de adhesión mejor, al igual que necesitamos reformas democráticas. Yo estoy a favor de un procedimiento que se realice paso por paso, en el que los países candidatos vayan obteniendo beneficios y derecho a voto solo si avanzan lo suficiente”, afirma la holandesa liberal. “El mayor problema para los Estados miembros aspirantes es que la UE esperará que promulguen políticas fronterizas violentas y excluyentes para intentar ganarse la adhesión. Esto es exactamente lo que sucedió cuando Croacia buscaba la entrada a Schengen”, estima la irlandesa.

El croata, por su parte, lo ve como una oportunidad para ganar músculo geopolítico en un mundo cada vez más convulso. “Nuevos miembros suponen beneficios económicos, crecimiento y más oportunidades comerciales y de inversión. Sin embargo, la entrada de países con problemas de gobernanza o con el Estado de Derecho supone un desafío para los valores democráticos de la UE y ello puede tensar la cohesión interna. Los Estados miembros tienen diferentes niveles de entusiasmo en torno a la ampliación y por ello se viene una negociación muy difícil”, prevé Picula.

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. (EFE/Miguel Ángel Molina)

El camino europeo de Ucrania

Cuando Putin invadió a su vecino muchos analistas pronosticaron que una de sus motivaciones no era tanto la entrada de Kiev en la OTAN, sino en la Unión Europea y su consecuente asimilación de los valores y principios europeos fundamentales. En paralelo, en los pasillos de la capital comunitaria repiten durante los últimos 20 meses que, si el inquilino del Kremlin pretendía separar los caminos de Kiev y Bruselas, ha conseguido lo contrario uniéndolos más que nunca. Ucrania se convirtió en tiempo récord en país candidato y podría terminar el 2023 con las negociaciones de adhesión en marcha. Un camino mucho más avanzado que el que le lleva a los cuarteles generales de la Alianza Atlántica, totalmente bloqueado.

La incorporación de Kiev al bloque comunitario está copada de oportunidades, pero también de desafíos. Las relaciones de la UE con Rusia una vez concluida la guerra serían más difíciles, especialmente si el estatus de Crimea y el Donbás continúa sin resolverse. En términos económicos, los agricultores europeos y los fondos comunitarios deberán adaptarse a un nuevo contexto en el que el mayor granero de Europa es uno más.

El club comunitario ganaría acceso a los mercados de un país con 40 millones de habitantes, mientras que Ucrania se blindaría con más seguridad y con un impulso de sus instituciones democráticas. “A pesar de los muchos desafíos, creo que Ucrania se merece un lugar en la UE. Su entrada otorgaría beneficios económicos, políticos y de seguridad. Pero el camino hacia la UE es polifacético y requiere análisis y negociaciones muy complejas”, advierte Picula. “No veo ningún inconveniente en que Ucrania entre en la UE siempre y cuando el proceso se lleve a cabo por los cauces regulares y no sea circunvalado por razones geopolítica”, concluye Daly. “Ucrania traerá dinamismo y energía. ¿Se imagina a un hombre de acción como Zelenski agitando el esclerótico Consejo Europeo?”, zanja In’t Veld.

* Este artículo forma parte de Este año, votas la Europa de 2030, un proyecto editorial de El Confidencial cofinanciado por el Parlamento Europeo.

Horizonte 2030. Es la fecha que ha dado Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, a la incorporación de nuevos países a la Unión Europea, aunque el resto de las instituciones y líderes evitan fijar un calendario para una de sus misiones presentes más complicadas y ambiciosas. Ocho países —Turquía, Serbia, Montenegro, Albania, Macedonia del Norte, Bosnia-Herzegovina, Ucrania y Moldavia— se encuentran en estos momentos en la sala de espera para entrar a la UE. Sin embargo, las incertidumbres en el que se prevé como uno de los grandes cambios de paradigma para el presente y futuro del proyecto europeo son muchas. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Con o sin reforma de los tratados? ¿Todos los países candidatos o a varias velocidades? ¿De una o de forma progresivo? ¿Puede la UE asumir esta factura billonaria? ¿Cómo afectará al proceso de toma de decisiones?

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