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Cuando las decisiones de la guerra de Ucrania ya no las toma un país, sino Elon Musk (y lo que te dice eso de la geopolítica)
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Un papel geopolítico

Cuando las decisiones de la guerra de Ucrania ya no las toma un país, sino Elon Musk (y lo que te dice eso de la geopolítica)

El rol del dueño de Twitter en la invasión de Ucrania tiene una la dimensión pragmática y una segunda dimensión más compleja en la que juega un papel geopolítico

Foto: Elos Musk, dueño de Twitter, ahora X. (Reuters/Gonzalo Fuentes)
Elos Musk, dueño de Twitter, ahora X. (Reuters/Gonzalo Fuentes)

De todos los magnates y señores de la guerra que, en distintos lugares y momentos de la historia, han logrado acumular igual o más poder que los propios Estados, probablemente ninguno haya tenido una influencia tan global y variada como Elon Musk. El hombre más rico del planeta se ha convertido en el principal promotor privado de la carrera espacial, en el jefe de la mayor empresa mundial de vehículos eléctricos, en uno de los próceres del desarrollo de la inteligencia artificial y del transporte público urbano y de la neurociencia y de los paneles solares, y, por si fuera poco, en el dueño de la mayor red de microblogging y en uno de los actores fundamentales de la guerra europea más destructiva de los últimos 80 años.

Para tener una noción de su poder, basta con mira hacia arriba. En este momento orbitan sobre el planeta Tierra unos 8.000 satélites, más de la mitad de los cuales están bajo control de Musk. La red de satélites Starlink, operados por la empresa SpaceX, provee de conexión a internet a 60 países, entre ellos Ucrania, lo cual permite al magnate vislumbrar en una pantalla el uso preciso de estos satélites en tiempo real y por ende el desempeño de las operaciones ucranianas. Si así lo deseara, Musk podría desconectar este servicio y sumir una ciudad o una provincia en un apagón digital: los comandantes no podrían comunicarse con sus tropas, los hospitales no podrían operar con eficacia, los civiles no podrían informarse ni ver los discursos de su presidente. No es una hipótesis. Esto ya ha sucedido varias veces.

Musk se ha vuelto una figura indispensable para varios departamentos: desde la NASA al propio Pentágono

El empresario ha reconocido en su red social, X, anteriormente conocida como Twitter, que rechazó una petición de urgencia del Gobierno ucraniano el año pasado para activar el servicio de internet de Starlink en Sebastopol, ciudad de la península de Crimea ocupada por los rusos en 2014. La intención ucraniana era golpear con drones submarinos la flota rusa estacionada allí. Musk desveló su negativa después de que la CNN (4) adelantara un fragmento de la nueva biografía de Musk, escrita por Walter Isaacson, en la que revelaba esta decisión. El propósito de Musk, según Isaacson, había sido evitar una posible respuesta nuclear rusa a dicho ataque.

Más allá de la moralidad o legitimidad de esta decisión, la circunstancia refleja claramente el poder estratosférico acumulado por Musk, una persona que, en palabras del periodista Ronan Farrow, "es más un Estado-nación que un individuo". Según Farrow, que ha publicado una investigación sobre el magnate en The New Yorker, Musk se ha especializado en llenar los huecos dejados por las limitaciones o la desidia del Gobierno estadounidense. Como consecuencia, se ha vuelto una figura indispensable para varios departamentos: desde la NASA al propio Pentágono.

El origen del servicio de Starlink a Ucrania antecede en mes y medio a la invasión rusa a gran escala del 23 de febrero de 2022. Según el Gobierno ucraniano, ya se le había solicitado a Musk un contrato con Starlink. Mientras avanzaba el proceso, sin embargo, Rusia atacó, destruyendo en poco tiempo la infraestructura ucraniana de telecomunicaciones. El 28 de febrero, en plena batalla de Kyiv, llegaron al país las primeras terminales Starlink, lo que permitió al Gobierno, las Fuerzas Armadas, los civiles y los periodistas reanudar las comunicaciones y actuar frente a la agresión.

Foto: Elon Musk traicionó a Ucrania en medio de un ataque vital contra la flota rusa en el mar Negro.

El servicio de Starlink a Ucrania alcanzó unas dimensiones casi míticas. Los líderes ucranianos se fotografiaban con las cajas de las terminales y los directores de cine dedicaban cortometrajes heroicos a la generosa ayuda de Elon Musk. Durante el asedio de Mariúpol, dos helicópteros ucranianos lograron llevar refuerzos a los defensores de Azovstal. Refuerzos y una terminal de Starlink que permitió a los últimos resistentes coordinar mejor sus misiones, localizar a las fuerzas enemigas y hacerles un seguimiento con el programa digital Kopryva, hablar con el mando central de Kyiv y mandar mensajes a sus seres queridos en los territorios libres.

Pero, de repente, en octubre de 2022, Musk anunció que ya no podía seguir financiando el uso de Starlink en Ucrania y pidió al Pentágono que pagase la factura. Según Ronan Farrow, el vicesecretario de Defensa de EEUU, Colin Kahl, "suplicó" a Musk que diera el servicio unas cuantas semanas más: el tiempo necesario para que Departamento de Defensa preparase un contrato que costeara el servicio de Starlink. Desde este momento, casi coincidente con la exitosa contraofensiva ucraniana en la región de Járkiv y con la liberación de Jersón, el servicio de internet de Starlink dejó de funcionar puntualmente en algunas zonas del frente ucraniano, dificultando las operaciones defensivas y despertando críticas al magnate. Musk ha asegurado que la infraestructura de Starlink, por contrato, solo puede ser de uso civil, no militar.

El rol de Elon Musk en la invasión de Ucrania tiene, por tanto, dos dimensiones. Una es la dimensión pragmática de un hombre de negocios que tiene que velar por la rentabilidad de las empresas que dirige. La segunda dimensión es más compleja. Elon Musk no se limitó a dar una serie de servicios concretos. Sus gestos y sus comentarios indicaban que él también tenía una opinión sobre la invasión y que quería jugar un papel en los acontecimientos. Un papel geopolítico.

Foto: Un kit de conexión de Starlink desplegado en Ucrania. (Reuters)

Otro adelanto de la biografía de Isaacson, publicado en The Washington Post, dice que Musk quiso convertirse desde el principio en el mediador de la guerra. El milmillonario habló con el presidente Volodímir Zelensky y acordó una fecha para conversar también con el ruso Vladímir Putin, cosa que, en ese momento, marzo de 2022, no llegó a suceder. Si la conversación se dio más tarde, tampoco está claro. Dice Ronan Farrow que Musk mencionó varias veces, a distintas personas, que él había hablado con Putin, cosa que públicamente ha negado.

Al mismo tiempo, el para entonces ya dueño de Twitter empezó a publicar en la red observaciones claramente alineadas con las posturas rusas. Una vez sometió a la votación de sus más de 100 millones de seguidores un plan de paz basado en los siguientes puntos: referéndum en las regiones ucranianas ocupadas por Rusia, reconocimiento internacional de Crimea como parte de Rusia y neutralidad militar de Ucrania. Una propuesta que bien podría haber salido directamente del Kremlin.

"Aquellos que proponen que Ucrania abandone a su gente y a su territorio presuntamente para no dañar el ego de Putin y librar a Ucrania del sufrimiento", declaró el ministro de Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, "deberían de dejar de usar la palabra paz como eufemismo de dejar a los rusos matar y violar a otros miles de ucranianos inocentes, y capturar más territorio". El portavoz del Gobierno ruso, Dmitry Peskov, dijo que la propuesta de Musk era "muy positiva" para "buscar una manera pacífica de salir de esta situación".

Foto: Elon Musk y las claves que, según el multimillonario, supondrán el fin de la guerra entre Ucrania y Rusia (Reuters/Adrees Latif)

Si abrimos un poco el foco, la postura de Musk respecto a Ucrania encaja con su actitud crítica frente a los postulados del progresismo biempensante de Estados Unidos. Quien en otra época se había declarado como centrista parece situarse cada vez más en coordenadas afines al populismo republicano. Musk es un acérrimo crítico del identitarismo woke y de los medios de comunicación de masas, lo cual le habría animado a comprar Twitter y a tratar de transformarlo en un baluarte de la libertad de expresión. Un objetivo que se ha topado con todo tipo de barreras y volantazos, y que, de momento, ha hundido los ingresos publicitarios.

Cuando el presentador conspirativo Tucker Carlson fue despedido de la Fox por dar pábulo a las mentiras del supuesto fraude electoral de 2020 (lo que finalmente costó al canal una demanda milmillonaria), Musk le ofreció un espacio en Twitter. Por el programa de Carlson, donde abundan teorías ultras como el "gran reemplazo" y se cuelan igualmente mentiras de la propaganda rusa que para entonces ya habían sido desmontadas, han desfilado los adalides de la derecha populista norteamericana, latinoamericana y europea, además de señores acusados de trata de blancas y señores que aseguran haberse acostado varias veces con Barack Obama.

La imagen del magnate errático y manipulador charlatanero se ve compensada por quienes ven en él a un genio

Así que la figura de Elon Musk ha terminado generando una polarización común en estos tiempos. La imagen del magnate errático, manipulador, charlatanero de las fantasías populares y tan megalómano que se cree capaz de acabar con el cambio climático, colonizar Marte y llevar la paz al este de Europa con un golpe de mano, se ve compensada por quienes ven en él a un genio capaz de llevar a fruición misiones aparentemente imposibles; un DaVinci contemporáneo perseguido por la envidia de los mediocres atrincherados en los órganos del poder establecido.

El nombre de Musk aparece cada vez más acompañado por un viejo término del griego antiguo popular en las épocas de desigualdad: plutocracia. El sistema de gobierno en el que las instituciones empequeñecen frente a la formidable influencia de unos pocos potentados, capaces de dejar su huella en los sectores más diversos y ambiciosos, haciendo que Gobiernos de proyección mundial, no solo el de Estados Unidos, sino también el de Ucrania y el de China, donde Tesla tiene el grueso de su producción, dependan de él y de sus expansivas empresas.

De todos los magnates y señores de la guerra que, en distintos lugares y momentos de la historia, han logrado acumular igual o más poder que los propios Estados, probablemente ninguno haya tenido una influencia tan global y variada como Elon Musk. El hombre más rico del planeta se ha convertido en el principal promotor privado de la carrera espacial, en el jefe de la mayor empresa mundial de vehículos eléctricos, en uno de los próceres del desarrollo de la inteligencia artificial y del transporte público urbano y de la neurociencia y de los paneles solares, y, por si fuera poco, en el dueño de la mayor red de microblogging y en uno de los actores fundamentales de la guerra europea más destructiva de los últimos 80 años.

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