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Una anécdota soviética para no tomarse a guasa la crisis de los 'ovnis espía'
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"Está armando usted un escándalo"

Una anécdota soviética para no tomarse a guasa la crisis de los 'ovnis espía'

En 1960, la URSS derribó un avión espía de EEUU y crecieron las hostilidades en plena Guerra Fría. Ahora, el globo espía ha aumentado las tensiones entre Joe Biden y Xi Jinping

Foto: Agentes del FBI investigan los restos del globo espía chino derribado. (Reuters/FBI)
Agentes del FBI investigan los restos del globo espía chino derribado. (Reuters/FBI)

El 1 de mayo de 1960, Día del Trabajador, la Unión Soviética consiguió —por fin— derribar al sofisticado avión espía U-2 mientras realizaba maniobras de reconocimiento aéreo sobre Yekaterinburg (por aquel entonces de Sverdlovsk), en pleno territorio soviético. El piloto Francis Gary Powers logró eyectarse en paracaídas, pero fue capturado y acusado de espionaje. En un primer momento, Washington intentó esconder la mano asegurando que se trataba de una aeronave civil de investigación atmosférica de la NASA. Pero finalmente tuvo que reconocer la piedra cuando, pocos días después, los soviéticos los avergonzaban ante la comunidad internacional presentando en público el equipo de espionaje del U-2, que incluía fotos de bases militares e infraestructuras críticas.

Pocos días después, los líderes de las cuatro grandes potencias del momento —EEUU, la URSS, Reino Unido y Francia— se reunían en París en una cumbre programada antes de la captura del U-2. Allí, el soviético Nikita Khrushchev exigía insistentemente una disculpa de su par estadounidense Dwight Eisenhower. Al cabo de un rato, al presidente francés, Charles De Gaulle, se le acabó la paciencia, miró directamente a Khruschev y le espetó: "Está armando un gran escándalo con todo esto. Hay probablemente una tonelada de acero ruso atravesando el espacio francés todos los días sin mi permiso. No tengo ni idea de qué hay dentro de esos satélites y usted no me lo ha contado. Y yo no estoy armando un gran alboroto por eso", narra la historiadora Theresa B Tabak en el libro Eyes in the Sky: Eisenhower, the CIA and Cold War Aerial Espionage.

Foto: El vestíbulo del edificio del cuartel general de la CIA en Langley. (Reuters)

Khrushchev le replicó: "Solo me preocupa lo que sobrevuela la Unión Soviética con un hombre dentro. Si no tiene hombres a bordo, no me molesta". En sus notas privadas, Eisenhower anotó "muy interesante" en esta parte de la conversación, ponderando las potenciales implicaciones para el reconocimiento fotográfico aéreo de los satélites. Finalmente, el mandatario soviético acabaría abandonando abruptamente la cumbre tras condenar las actividades de espionaje estadounidense. Trató de sacar todo el rédito interno y externo posible al episodio, e incluso Moscú diseñó una réplica propia del U-2, el Beriev S-13, que nunca llegaría a volar por el rápido advenimiento de los satélites y los aviones de alta velocidad, como el mítico Lockheed SR-71 Blackbird.

Apenas tres meses después, el 19 de agosto de 1960, el primer satélite de reconocimiento estadounidense —del programa Corona— retornaba con éxito a tierra tras 17 órbitas, siete sobre "territorio denegado", con imágenes consideradas estratégicas. Ese mismo día, el piloto Powers recibía de un tribunal soviético una sentencia de tres años de cárcel y siete de trabajos forzados. En un icónico momento de ironía histórica, ambas noticias compartieron la portada de The New York Times del 20 de agosto. Un hombre condenado y una máquina impune, por hacer el mismo trabajo.

placeholder Portada de 'The New York Times'.
Portada de 'The New York Times'.

La relación entre Washington y Moscú, que venían de tender algunos puentes el año anterior con un encuentro cara a cara entre Kurshchev y Eisenhower en Camp David, se volvió a tensar. Para muchos analistas e historiadores, el llamado Incidente U-2 fue un episodio clave en la creciente hostilidad entre las superpotencias que acabaría llegando a su punto de ebullición con la crisis de los misiles de Cuba en 1962. En 1967, Washington, Moscú y Londres firmaron el Tratado del Espacio Exterior, en el que acordaron que la soberanía vertical de los estados —establecida en la Convención de Chicago de 1944— no podía aplicarse al espacio orbital y el espionaje desde el espacio se volvería una norma aceptada por todos, pero autorizada por nadie.

Más de 60 años después y en pleno apogeo satelital, un supuesto globo espía, herramienta que parecería obsoleta en términos de inteligencia, ha vuelto a enfrentar a las potencias geopolíticas del momento. Estados Unidos y China, que llevaban meses tratando de suavizar aristas tras bambalinas, se encuentran ahora en un momento muy delicado por este enorme aparato aeronáutico. Los políticos estadounidense, republicanos y demócratas, han reaccionado enfurecidos. No tanto por el potencial espionaje —que también— sino por la afrenta. Resultado: un nuevo manto de desconfianza en una relación geopolítica de alto voltaje que no parece amainar.

¿Sobrerreaccionar?

Pekín reconoció que el objeto volador era suyo, aunque afirmó que se trataba de un globo meteorológico que se había desviado de su ruta por accidente (¿les suena?). aunque afirmó que se trataba de un globo meteorológico que se había desviado de su ruta por accidente (les suena), mientras acusaba a Washington de “sobrerreaccionar”. ¿Sobrerreaccionar?

"Destruir el globo chino fue necesario por varias razones: primero, fue una clara violación del espacio aéreo de los EEUU. En segundo lugar, lo más probable es que recopilara inteligencia de señales e inteligencia de imágenes de sitios militares estadounidenses sensibles. Parte de esta inteligencia es más fácil de recolectar dentro de la atmósfera que fuera", apunta Emily Harding, subdirectora e investigadora del Programa de Seguridad Internacional del Centro Estratégico de Estudios Internacionales (CSIS), a El Confidencial.

Además, Harding subraya la amenaza potencial que suponía esta serie de aeronaves no identificadas para la aviación civil. "Todos volaban a una altura en la que podrían haber chocado con aviones, según estimaciones del Servicio Geológico de Estados Unidos. Sin embargo, sabemos poco más sobre qué eran esos objetos, de dónde venían o qué estaban recolectando. Se sabrá más en las próximas semanas a medida que los esfuerzos de EEUU y Canadá recuperen los escombros".

Foto: Agentes del FBI procesan los restos del 'globo espía' chino derribado la semana pasada. (EFE)

A pesar de la polémica de que un globo de 60 metros y más de 1.000 kilos haya entrado en el espacio aéreo estadounidense sin autorización, algunos expertos en inteligencia pueden visualizar que, en otro contexto y con otros protagonistas, es posible que la historia del globo espía fuera una curiosidad menor. O al menos no una crisis internacional. Pero es que, además, se han identificado y eliminado en los últimos días otros tres aparatos desconocidos en espacio aéreo norteamericano.

Cuatro objetos voladores no identificados en nueve días. Mucho para los estándares de información sobre globos espía, pero no tanto para los estándares de inteligencia. Está internacionalmente asumido que los países se espían entre sí —Estados Unidos a la cabeza— y para ello los satélites son el elemento clave, como muestra el hecho de que Washington fuera capaz de telegrafiar la invasión rusa con meses de anticipación. Para los expertos, nada nuevo bajo el sol. "La gente sabe que EEUU solía realizar vuelos de vigilancia a gran altitud sobre China y la URSS durante décadas, ¿verdad?", se preguntaba Jon B. Wolfsthal, del Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense, estos días.

Y sin embargo, como un guiño histórico al fiasco de la cumbre de 1960, el secretario de Estado, Anthony Blinken —bajo órdenes del presidente Joe Biden— canceló un viaje a Pekín para reunirse con Xi Jinping. Pese a que el Pentágono había reconocido que el globo "no representaba una amenaza militar o física" para Estados Unidos, senadores y congresistas, como el demócrata Adam Schiff, han asegurado que el incidente del globo espía es "una demostración descarada de la agresión de China".

Esta escalada de gestos y palabras inquieta a los expertos. "Me preocupa que estemos en las etapas iniciales de una competencia ideológica cada vez mayor, en la que Estados Unidos y China ya no siguen interesados ​​principalmente en defender sus respectivos sistemas, sino que, como EEUU y la Unión Soviética durante la Guerra Fría, estén centrados en contrarrestar la influencia de su rival geopolítico", dijo Jessica Chen Weiss, académica de origen chino de la Universidad de Cornell, a The Nation.

Rencor bipartidista

Los ecos de la Guerra Fría resuenan por todas partes. A pesar de que no estamos en ese punto de competencia política-militar global con China, la animadversión hacia Pekín se ha convertido en uno de los escasos asuntos que galvaniza a demócratas y republicanos. La Cámara de Representantes aprobó por unanimidad una resolución para condenar a Pekín por el incidente del globo. Un factor de presión más para que Biden no ceda nada ante el rival chino y actúe con resolución ante posibles amenazadas en cielo estadounidense. Y China, como entonces EEUU, está lejos de disculparse.

Foto: Protesta en Manila contra la presencia de tropas estadounidenses en Filipinas, la semana pasada. (Getty/Ezra Acayan)

La crisis de los ovnis es que hace falta muy poco para acabar con años de esfuerzo diplomático. pone a ambas naciones de nuevo en rumbo de colisión y hace temer a los historiadores que su peor pronóstico: que la historia se repita y nos adentremos en una nueva guerra fría de inciertas consecuencias. Algunos creen que la solución es la misma que en los 60, cuando John F. Kennedy aseguró que para él era vital hablar directamente con Khrushchev y que lo haría a cualquier hora del día para desactivar un potencial conflicto nuclear. Y también que no debería esperarse a que la situación empeore mucho más para mandar ciertas señales y desactivar la escalada.

"Estados Unidos perdió la oportunidad de poner al globo como una prueba de que la visita de Blinken a China era necesaria para mejorar la gestión de crisis, y Blinken podría haber dicho: 'Esto deja en claro que necesito ir a China para mejorar la comunicación sobre incidentes inesperados", apuntó Wu Xinbo, decano del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Fudan en Shanghái.

El globo obsoleto

Pese a la controversia y la comprensible conmoción en parte del público estadounidense por el globo, la realidad es que esta sea, seguramente, una de las herramientas menos potentes en materia de espionaje. Lo que puede hacer este aparato podría acometerlo un pequeño satélite en órbita terrestre, con la ventaja de ser prácticamente invisible frente a la gigantesca aeronave que podía, por momentos, ser observada a simple vista desde tierra.

Además, estos objetos no son nada nuevo en el sector solo que fueron reemplazados por aviones y satélites, con muchas más aplicaciones militares y de inteligencia. "Un avión es más maniobrable. Un satélite está tan alto en el cielo que es inmune a la mayoría de los ataques de respuesta", apuntó David Axe, autor de Drone War: Vietnam, a The New York Times.

Foto: Imagen del globo espía chino sobre Billings, Montana. (Reuters)

Entonces, la pregunta que ronda por la cabeza de muchos expertos es, ¿por qué China envió esos globos a Estados Unidos? Ya lo hizo al menos tres veces durante el mandato de Donald Trump, y otras tantas desde que Biden es presidente. No es por falta de satélites. El gigante asiático controla cerca de 500, frente a los 3.400 satélites que utiliza Estados Unidos. "Los satélites chinos recorren los Estados Unidos todos los días, tomando fotos, recogiendo señales electrónicas y posiblemente incluso buscando la reveladora floración infrarroja resultante de los lanzamientos de cohetes en suelo estadounidense", continúa Axe.

Entre sus ventajas, la de ver la superficie con mayor amplitud y calidad de imagen que los satélites. "Son un complemento desde el punto de vista militar y permiten hacer fotografías con una mayor precisión, ya que los puedes equipar con un buen objetivo y están a una menor altura", explicó Mario Guerra Soto, especialista en ciberinteligencia y exanalista en el Ministerio de Defensa, en un artículo anterior de El Confidencial.

Foto: Marineros recuperan los restos del globo chino derribado  en aguas próximas a Carolina del Sur. (EFE/Armada de EEUU)

En definitiva, muchos militares, entre ellos el general estadounidense Glen VanHerck, creen que la información que pudo recolectar el objeto volador no representa un peligro significativo para la seguridad nacional, en comparación con la información que China ya recopila con otros medios. Además, es cuestión de tiempo que uno de esos objetos, sobre todo un globo de gran tamaño, sea identificado por las autoridades estadounidenses.

A falta de conocer más sobre los artefactos, y sin una lógica militar clara detrás del incidente, los expertos meten la política interna en la ecuación. Para David Axe, el gigante asiático sigue apostando por estas herramientas de inteligencia porque "un régimen autoritario debe hacer dos cosas para permanecer en el poder: proyectar fuerza en el extranjero mientras proyecta esa fuerza en casa".

El 1 de mayo de 1960, Día del Trabajador, la Unión Soviética consiguió —por fin— derribar al sofisticado avión espía U-2 mientras realizaba maniobras de reconocimiento aéreo sobre Yekaterinburg (por aquel entonces de Sverdlovsk), en pleno territorio soviético. El piloto Francis Gary Powers logró eyectarse en paracaídas, pero fue capturado y acusado de espionaje. En un primer momento, Washington intentó esconder la mano asegurando que se trataba de una aeronave civil de investigación atmosférica de la NASA. Pero finalmente tuvo que reconocer la piedra cuando, pocos días después, los soviéticos los avergonzaban ante la comunidad internacional presentando en público el equipo de espionaje del U-2, que incluía fotos de bases militares e infraestructuras críticas.

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