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Del altar a la trinchera: la luna de miel y barro de Vitaly en el Donbás
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Suben los matrimonios un 21%

Del altar a la trinchera: la luna de miel y barro de Vitaly en el Donbás

Luchar en el frente requiere valor, casarse en medio de una guerra total, también. Los matrimonios se han disparado en Ucrania, también entre soldados y civiles

Foto: Vitaly Oleksenko, soldado desplegado en el Donbás. (Fermín Torrano)
Vitaly Oleksenko, soldado desplegado en el Donbás. (Fermín Torrano)

"Bien, nuestro amigo barbudo
Ahora que estás ya casado
Tened una vida feliz
Llena de amor y buenos sentimientos
Que lleguen pronto los bebés
Y que estéis juntos para siempre".

Todos alzan los vasos, hasta el borde de alcohol casero. Brindan, ríen. Alguien le pasa un sobre con dinero a Vitaly, que logra mantener el tipo, pero le traicionan las orejas rojas. Alguien hace un chiste subido de tono, otro menciona que los bebés para cuándo. Es un banquete de bodas. Sin la novia. Los amigos del novio son sus hermanos de armas, compañeros soldados desplegados en el Donbás. Vitaly tardará meses en volver a ver a Victoria, su mujer desde hace menos de una semana. Vitaly pasará su luna de miel en el frente. Victoria la pasará sola en la retaguardia, pendiente siempre de un teléfono que le dice día a día que su marido desde hace menos de una semana sigue vivo.

La guerra ha puesto en paréntesis miles de vidas en Ucrania, de matrimonios, de padres e hijos. Pero también las ha acelerado, abierto nuevos caminos. Si no es ahora, cuándo. Es el caso de Vitaly Oleksienko, soldado del 1129º regimiento de misiles antiaéreos del Ejército ucraniano, desplegado en algún lugar del Donbás, y que acaba de casarse con su novia Victoria. Es también el de Elena Gavrilyuk, recién casada —este 2 de diciembre— con Sergey, soldado de infantería ahora en alguna trinchera de barro en el frente del este.

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Vitaly Oleksienko enseña una foto de su mujer, Victoria. (A. A.)

Con la invasión rusa de Ucrania, las bodas se han disparado. Solo en la primera mitad de 2022 se registraron cerca de 104.000 matrimonios, un 21% más que en el mismo periodo del año anterior y un récord absoluto de los últimos siete años.

Luchar en el frente requiere valor, pero casarse en medio de una guerra total, también. "Cuando empezó la guerra y me mandaron al este, me di cuenta de que ya no tenía sentido esperar. Quizá podría morir, quizá la guerra podría ser aún más intensa", dice Vitaly. Entonces, pidió la mano a Victoria, su novia desde hacía tres años. El Gobierno también ha facilitado las cosas: la ley marcial ucraniana permite que tanto civiles como militares puedan solicitar la licencia matrimonial y casarse en el mismo día; antes de la guerra, la espera podía ser hasta de un mes.

"Al principio solo era un soldado al que ayudaba", cuenta por su lado Elena. Con la invasión rusa de Ucrania, Elena se convirtió en una de la miríada de voluntarios que, aunque no toman las armas, recogen fondos, reparten comida, compran ropa o gafas de visión nocturna para los soldados en el frente. Sergey era uno de esos soldados.

Una fotografía suya, tomada a finales de noviembre, se hizo viral: Sergey en medio de una trinchera encharcada, cubierto de fango hasta las ingles, arrastrando el peso de la tierra mojada pegada a la ropa, la cara sucia, una sonrisa de medio lado mientras apura una lata de comida. En unas horas, Sergey se convirtió en el avatar de una guerra de trincheras que recuerda las de la batalla de Verdún en la I Guerra Mundial.

Elena prefiere recordarlo en su boda, aunque también llevaba uniforme. Ella vestía de blanco. Organizó la boda en tres semanas. "Yo era la más feliz esos días. Ahora estoy sola, triste, la casa vacía… La persona a la que amo está en algún lugar del este, defendiéndonos", explica. "Me trastorna, me ata las manos. Estoy en una cama caliente mientras él está tan incómodo en el barro, temblando de frío. Quiero ir con él, pero no puedo".

placeholder El poema que los amigos de Vitaly le han escrito. (A. A.)
El poema que los amigos de Vitaly le han escrito. (A. A.)

¿Para quién es más duro, para la que espera o para quien lucha? ¿Para la que el tiempo son los silencios, o para el que no sabe si su mujer comprenderá por lo que está pasando en el frente? "Cuando hablamos, quiero distraerlo de la guerra, y él siempre me dice que todo está bien", dice Elena. "No quiero ocultarle nada, pero incluso cuando la situación es mala para nosotros, muy peligrosa, prefiero decirle que estoy bien, que todo bien", dice Vitaly, al otro lado del teléfono.

No hay cifras oficiales por parte de ninguno de los dos bandos, pero es en el frente del este donde se están concentrando la mayor parte de las bajas militares. Un infierno de barro y hielo, una "picadora de carne", según la catalogan analistas de Inteligencia abierta. "Una locura", en palabras del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Pese al ímpetu emocional de las victorias de Kiev en Jersón, donde a principios de otoño los rusos retrocedieron al otro lado del Dniéper, en el este las tropas ucranianas sufren para contener a las de Moscú.

Vitaly prefiere no pensar en la muerte, a la distancia de un misil que la defensa antiaérea no logre derribar. "Al final, siempre piensas que tienes que volver a casa porque hay alguien esperándote. Eres responsable ante ellos, no necesitan tu muerte".

Vitaly, soldado profesional de 22 años, tiene claro que quería luchar por su país. Pero el Ejército y la guerra también han truncado su vida. Se acaba de casar y no pudo pasar más que dos días junto a su mujer. "Siento que me estoy perdiendo parte de su vida", lamenta. Perdiendo capítulos de una futura vida en común que también ha quedado en suspenso para otros miles de hombres y mujeres. Soldados que enseñan fotografías de sus hijos o sus nietos que han quedado atrás, más de siete millones de refugiados que han tenido que huir del país.

Los soldados "tienen que estar temblando de frío en una trinchera en lugar de vivir una vida, una vida ordinaria. Con el amor de una mujer, sin sirenas ni alarmas, sin tener que separarse de un ser querido", lamenta Elena.

En el comedor de un colegio abandonado que ahora hace de cantina y salón de bodas para los soldados del regimiento 1129, brindan por la pronta victoria de Ucrania, para volver antes a casa. En Kiev, en el momento de despedirse, su esposa Victoria le dijo: "Antes te vas, antes vuelves. Slava Ukraini".

"Bien, nuestro amigo barbudo
Ahora que estás ya casado
Tened una vida feliz
Llena de amor y buenos sentimientos
Que lleguen pronto los bebés
Y que estéis juntos para siempre".

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