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La resaca del pospartido en Bruselas: los violentos ponen a la comunidad marroquí bajo el foco
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La resaca del pospartido en Bruselas: los violentos ponen a la comunidad marroquí bajo el foco

La victoria de Marruecos sobre Bélgica se salda con graves disturbios en el centro de Bruselas y otras ciudades, y apunta a problemas más profundos que el fútbol

Foto: Disturbios en el país tras partido Bélgica-Marruecos. (EFE/Stephanie Lecocq)
Disturbios en el país tras partido Bélgica-Marruecos. (EFE/Stephanie Lecocq)

No hubo ninguna sorpresa. Todo el mundo esperaba que tras el Bélgica-Marruecos que se celebró este domingo, y en el que los marroquíes se impusieron por un 0-2, habría disturbios en Bruselas y otras localidades. Daba igual el resultado, era algo que estaba asumido: en 2017 ya se produjeron importantes disturbios tras la clasificación de Marruecos para el Mundial y se saldaron con 22 heridos.

Y lo pronosticado ocurrió: cientos de jóvenes en la zona del centro prendieron fuego a un coche, a patinetes eléctricos, se enfrentaron con la policía, lanzaron petardos y otros materiales pirotécnicos, y destruyeron un semáforo. También hubo algunos altercados en otras importantes ciudades del país, como Lieja o Amberes, y en localidades de Países Bajos.

La población marroquí o de hijos de inmigrantes marroquíes es muy alta en Bruselas. Se trata de la primera comunidad de origen no belga en la ciudad. Las políticas descoordinadas de algunas comunas, como la más famosa de ellas en esta materia, que es la de Molenbeek, hacen que haya una enorme “guetización” de algunos barrios en la capital, tanto de zonas de acomodados funcionarios europeos como de distritos muy mayoritariamente de origen marroquí o de otros orígenes, donde hay poco control tanto sobre las condiciones de la población o su integración como, por ejemplo, en la monitorización del riesgo de radicalización.

Eso explica por qué muchos de los atentados terroristas en Europa han pasado, en algún momento, por las calles de Bruselas. Algunos burgomaestres, que son los alcaldes de estos distritos, han hecho carrera a base del votante extranjero y, posteriormente, de sus descendientes. Pero los incidentes no ocurrieron mayoritariamente en los barrios con mayor población de belgo-marroquí, sino en el boulevard Lemonnier, ya en el centro, aunque cerca de la estación de Midi.

Foto: Sabiri celebra su gol ante Bélgica. (EFE/EPA/Rungroj Yongrit)

Los ataques de este domingo tienen un principal perdedor: la comunidad belgo-marroquí en Bélgica, como apunta este lunes el periódico flamenco De Standaard. “Marruecos ganó el partido de la Copa del Mundo contra Bélgica en Qatar, pero la comunidad marroquí perdió ayer en Bruselas”, señala la publicación. Los disturbios fueron protagonizados por grupos relativamente pequeños de gente, fundamentalmente jóvenes. La mayoría de la población lo celebró de forma pacífica, haciendo sonar el claxon del coche por las calles de distintos barrios de la capital o en bares mezclados con aficionados que apoyaban a la selección.

Pero los disturbios dejan todas esas otras experiencias en un segundo lugar. Han ocupado todas las portadas de los periódicos, incluso fuera del país, y han centrado toda la atención en estas últimas horas en un país en el que la cuestión de la inmigración juega un papel central en la política nacional, cada vez más polarizada y con la presencia de partidos, especialmente en Flandes, el norte del país, con discursos muy duros contra la inmigración.

Annelies Verlinden, ministra del Interior y miembro de CD&V, los cristianodemócratas flamencos, ha cargado duramente contra los alborotadores. Como otros políticos, ha puesto en duda que sean aficionados al fútbol y ha subrayado que más bien son grupos dispuestos a provocar disturbios con cualquier excusa. Pero ha ido más allá. “Tenemos que ver cómo tratamos a aquellas personas que no quieren integrarse en nuestra sociedad y, por lo tanto, también mirar la integración y la política urbana para garantizar que esto no suceda”, ha señalado Verlinden.

Pero no se trata de inmigrantes. Son belgas, nacidos en el país y su problema, efectivamente, no tiene que ver con el fútbol. Los días previos al partido la atención se había centrado de forma más positiva en los jóvenes que han nacido y crecido en Bélgica y se sienten tan belgas como marroquíes por sus orígenes, y explicaban a distintos medios de comunicación a quién iban a apoyar en el encuentro. Ahora, la comunidad entera se ve sacudida por las imágenes y la atención mediática, convertido en munición para la batalla política interna en el país y también para el discurso de la extrema derecha europea.

Una de las imágenes más circuladas es la de un joven que se encarama a la primera planta de un edificio y arranca una bandera de Bélgica que un particular tenía colgada en su balcón. La escena ha ocurrido en Borgerhout, una localidad cerca de Amberes con una importante comunidad marroquí y que precisamente es uno de los habituales centros de atención de la extrema derecha belga y europea. Las imágenes ya han sido utilizadas, de hecho, por Jordan Bardella, nuevo presidente del partido de Marine Le Pen, el Rassemblement National: “Estas poblaciones viven en Europa, donde se benefician de todo, y, sin embargo, manifiestan su odio desinhibido hacia los países de acogida, pisotean todos sus valores y desprecian su bandera”.

En otras imágenes menos circuladas que las de los altercados, otros aficionados, también envueltos en la bandera de Marruecos, recogían la basura y los destrozos provocados por los alborotadores, a pocos metros en la misma calle en la que los jóvenes marroquíes prendían fuego a un coche en esos mismos momentos. Para los miembros de la comunidad integrados en el país y que buscan tranquilidad, los altercados de este domingo representan un grave revés, una vuelta a encontrarse en el centro del foco de la atención. La comunidad belgo-marroquí ya mostraba su preocupación antes de los incidentes, y la ha expresado también después, como hace Abdel, un educador del Centrum West de apoyo a jóvenes en Molenbeek al periódico Le Soir. “Son 150 jóvenes, mientras que en Molenbeek tenemos 30.000 menores de 25 años. Pero obviamente condeno lo que hicieron. Incluso si solo fueran cinco, ya serían demasiados", explica Abdel.

No hubo ninguna sorpresa. Todo el mundo esperaba que tras el Bélgica-Marruecos que se celebró este domingo, y en el que los marroquíes se impusieron por un 0-2, habría disturbios en Bruselas y otras localidades. Daba igual el resultado, era algo que estaba asumido: en 2017 ya se produjeron importantes disturbios tras la clasificación de Marruecos para el Mundial y se saldaron con 22 heridos.

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