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"Te voto si me das tu teléfono": ¿por qué Japón no puede dejar de acosar a sus mujeres políticas?
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"Te voto si me das tu teléfono": ¿por qué Japón no puede dejar de acosar a sus mujeres políticas?

La ministra de Igualdad de Japón Seiko Noda, inicia una inédita campaña de sensibilización para crear conciencia del acoso que sufren actualmente las mujeres que ejercen la política

Foto: La ministra Seiko Noda llegando a la oficina del Primer Ministro en Japón. (Issei Kato/Reuters)
La ministra Seiko Noda llegando a la oficina del Primer Ministro en Japón. (Issei Kato/Reuters)

Esta historia empieza con una joven madre de familia que decide presentarse a unas elecciones locales en Japón. Sale a una calle transitada para hacer campaña como concejal del ayuntamiento y un hombre de mediana edad se le acerca. La saluda, la abraza, y mientras le frota la espalda le pide el número de teléfono móvil a cambio de votarla. Esta historia continúa con la misma mujer en el puesto de concejal y un veterano del ayuntamiento, conocido como "el jefe de la asamblea", le dice: "Te envidio porque las mujeres pueden ganar las elecciones si son jóvenes y guapas". La obliga a cantar un dúo en un karaoke, rodeándola con un brazo.

Estas escenas, convenientemente dramatizadas, pero basadas en hechos reales denunciados por las propias protagonistas, son parte de un vídeo que el Gobierno de Japón ha publicado para crear conciencia sobre el acoso que sufren las mujeres en la política y que se ha publicado el periódico japonés Asahi Shimbun. El vídeo muestra los testimonios de las víctimas y las excusas que dan los acosadores para justificar sus actos. Ha sido la manera de visibilizar lo que viven muchas japonesas a diario y dar voz a experiencias como la de la joven política. Esta historia no acaba bien y el acoso que describe en el vídeo acaba con su hospitalización por agotamiento físico y mental.

La ministra que quiere empezar con políticas de igualdad que frenen comportamientos como el de los acosadores de la joven política es Seiko Noda. Después de la publicación del vídeo, Noda subrayó que el mensaje no solo está destinado a los políticos, sino a un público general. "Será un gran paso si vemos el video, reflexionamos sobre nosotros mismos y tomamos conciencia de que algunas de nuestras acciones fueron ofensivas para los demás", destacó la ministra.

La concienciación sobre el acoso parece más urgente que nunca. Entre octubre y noviembre del año pasado, el Gobierno solicitó a integrantes de asambleas locales información sobre casos de acoso. Recibió la alarmante cifra de 1.324 informes. Este ha sido el punto de partido para la producción del vídeo. Los reportes fueron analizados por expertos —politólogos y abogados, entre otros— para que luego esas escenas fueron recreadas en la grabación que se exhibe en las sesiones de capacitación para funcionarios municipales y miembros de asambleas locales.

"Nuestro país está rezagado con respecto a otras naciones en el ámbito de la igualdad de género", aseguró Noda. "La vida de las mujeres y las formas de las familias se han diversificado. Las suposiciones que se daban por sentadas durante la Era Showa ya no se aplican", subrayó la ministra, refiriéndose al período de reinado del emperador Hirohito, que se extendió desde 1926 hasta 1989.

Foto: Por qué Japón prohíbe a las mujeres llevar gafas en el trabajo. (Reuters)

Los indicadores del acoso en la esfera política no son buenos. En marzo, el diario Mainichi Shimbun publicaba un estudio que revelaba que casi el 30% de las mujeres que han sido diputadas en la Dieta nacional, la Cámara baja del Parlamento japonés, fue víctima de acoso sexual, tanto por parte de compañeros y políticos como de votantes. Casi un tercio había sido víctima de comentarios sexistas, según la investigación de Woman Shift, una red de jóvenes legisladoras nacionales y locales, y Polilion, una organización que realiza capacitaciones contra el acoso. Por otro lado, el año pasado Japón estuvo en el centro de la polémica cuando el partido gubernamental, del que forma parte la ministra Seiko Noda, invitó a las mujeres a una reunión para determinar el futuro de la formación, pero solo como observadoras y no se les permitió intervenir en el acto.

El Gobierno actual no quiere estar a la cola y ha creado una organización que serviría como organismo nacional para los centros locales y regionales de igualdad de género para impulsar el apoyo a la igualdad y la independencia económica de las mujeres. El plan, incluido en un borrador de medidas políticas prioritarias para 2022 para el empoderamiento de las mujeres y la igualdad de género, pretende fortalecer las funciones de los centros de igualdad de género en 355 ubicaciones en todo el país. Un panel de expertos decidirá en las próximas semanas el nombre de la organización nacional planificada y sus misiones específicas para atajar cualquier desigualdad de género que sea pertinente.

Además, el proyecto incluye medidas que llegan al ámbito empresarial, otro de los grandes escollos para las mujeres en Japón. En un borrador que se formalizará en una reunión del Gobierno japonés con otros grupos expertos, se aprobará la normativa que obligará a las empresas a revelar las brechas salariales de género. La medida es indispensable. El país ocupó el puesto 116 en una encuesta de 146 naciones realizada por el Foro Económico Mundial para 2022, que midió el progreso hacia la igualdad basada en la participación económica y política.

El lastre de los estereotipos

Entre las principales razones de este puesto se encuentra la brecha salarial, que ascendía a un 24.5% en 2018, el porcentaje más alto después de Corea del Sur dentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). El estudio "La desigualdad de género en Japón", de la socióloga Kazuo Yamaguchi, explica que la brecha es tan grande "porque muchas mujeres son trabajadoras 'irregulares', es decir, tienen empleo de duración determinada". Los trabajadores regulares tienen empleos indefinidos y están protegidos por las leyes de derechos laborales. Todo lo que no tienen los empleados irregulares. "Poco más de 53% de las mujeres de 20 a 65 años de edad son trabajadoras irregulares, frente a apenas 14.1% de los trabajadores hombres, en 2014", continúa el estudio.

El origen de que muchas mujeres tengan empleos irregulares son las prácticas arraigadas en estereotipos. Muchos hombres creen que hay carreras que no son apropiadas para las mujeres e identifican las principales carreras a mujeres japonesas como extensiones de los papeles familiares. Por ejemplo, la educación de los niños o la enfermería. Los empleadores japoneses deben reconocer que el lugar de trabajo no es una extensión de los estereotipos del hogar, sino un ámbito en el cual el individuo puede concretar su potencial y contribuir a la sociedad. Pero ese reconocimiento está mayormente ausente", lamenta Yamaguchi en el documento.

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Esta realidad se refleja también en los sueldos. A pesar de que la remuneración promedio masculina descendió un 0.5%, las diferencias siguen siendo abismales. El salario medio de los hombres se situó en 2021 en 337.200 yenes (unos 2.400 euros) que, a pesar de ser la menor desigualdad salarial de la historia del país, aún representa un tercio de salario inferior que los hombres.

Japón es una de las democracias más arraigadas del mundo y la tercera economía más importante. Pero tiene retos importantes, como el reconocimiento de políticas y cambios sociales que pongan fin a una sociedad sumida en un machismo estructural. A pesar de todo, las cosas parece que estén cambiando. En los últimos meses, son cada vez más las mujeres que comparten sus experiencias de acoso en público y en privado.

Situación vulnerable

A pesar de que la situación de la mujer japonesa cuenta con ciertos privilegios respecto al de la mayoría de las sociedades asiáticas, sus condiciones aún están por detrás de la mayoría de los países del G7. No obstante, hay datos que dan cierta esperanza, como la reciente encuesta difundida por el ministerio de Trabajo que asegura que el salario mensual medio de la mujer japonesa ascendió al máximo histórico de 253.600 yenes (unos 1.800 euros) en 2021. La desigualdad salarial, sin embargo, sigue siendo la tónica.

La cifra, la más alta desde que existe información al respecto en 1976, se refiere a las trabajadoras a tiempo completo y no incluye las horas extras ni bonificaciones. El aumento en 2021 con respecto a 2020 fue del 0,7% y el octavo anual de manera consecutiva y refleja la existencia de un cada vez mayor número de mujeres en puestos directivos en las empresas del país.

Foto: Un hombre cruza la calle en Tokio. (EFE)

Esta vulnerabilidad se percibe también en el número de suicidios. El año pasado se suicidaron 7.068 mujeres en Japón. 20 mujeres al día de promedio. Según datos del Ministerio de Salud, el número de casos aumentó en 42 respecto las cifras de 2020 y fue el segundo aumento consecutivo anual. La causa más común de suicidio entre las mujeres fueron los problemas de salud, seguidos de los problemas conyugales y pesimismo sobre el futuro, así como los problemas económicos.

La historia de la joven madre de familia que estaba haciendo campaña por un puesto como concejal no es un caso extraordinario. Conseguir el voto de un hombre a cambio de un beso o de favores sexuales son prácticas no lo suficiente lejanas para algunos políticos en Japón. El Gobierno ha iniciado el duro camino contra el machismo estructural. Mientras, la sociedad empieza a escuchar historias como la de política madre de familia.

Esta historia empieza con una joven madre de familia que decide presentarse a unas elecciones locales en Japón. Sale a una calle transitada para hacer campaña como concejal del ayuntamiento y un hombre de mediana edad se le acerca. La saluda, la abraza, y mientras le frota la espalda le pide el número de teléfono móvil a cambio de votarla. Esta historia continúa con la misma mujer en el puesto de concejal y un veterano del ayuntamiento, conocido como "el jefe de la asamblea", le dice: "Te envidio porque las mujeres pueden ganar las elecciones si son jóvenes y guapas". La obliga a cantar un dúo en un karaoke, rodeándola con un brazo.

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