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Si quieres conocer las intenciones de China, tan solo mira sus armas hipersónicas
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Si quieres conocer las intenciones de China, tan solo mira sus armas hipersónicas

¿Se ha acabado la mano izquierda de China con Taiwán? ¿Defendería EEUU la isla si llegara un ataque chino en los próximos meses?

Foto: Imagen: EC Diseño.
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Para tratar de demostrar el “carácter esencialmente pacífico de China”, los propagandistas de Pekín suelen argumentar que el país “no ha modificado sus fronteras en mil años”. La afirmación ha sido siempre discutible —ahí está el caso del Tíbet—, pero además existen pocas dudas de que China, bajo Xi Jinping, ha cambiado profundamente. Y estos cambios han tenido su reflejo en las fuerzas armadas: en 2015, el Ejército Popular de Liberación (ELP) chino modificó su doctrina estratégica, incluyendo entre sus objetivos elementos como la defensa de la “unificación nacional” y “los intereses de China en el extranjero”. La primera consecuencia de esos cambios ha quedado de manifiesto en la supresión de la autonomía de Hong Kong, algo que hace apenas unos años habría sido impensable.

La pregunta definitiva es si esta nueva postura, en el contexto del ascenso de China y su creciente rivalidad con Estados Unidos, acabará provocando una guerra entre las dos principales potencias del mundo. Un reciente ensayo de los profesores Michael Beckley y Hal Brands en la publicación 'The Atlantic' argumenta que un conflicto armado es posible no porque China esté en auge, sino precisamente porque su declive ya ha comenzado, el tipo de situación que ha llevado a Pekín en el pasado a flexionar su músculo militar. “Los registros históricos desde la fundación de la República Popular de China en 1949 son claros: al hacer frente a una creciente amenaza a sus intereses geopolíticos, Pekín no espera a ser atacada; dispara primero para hacerse con la ventaja de la sorpresa”, escriben. Los ejemplos son múltiples, desde la intervención en la península de Corea hasta las breves guerras contra India en 1962 y Vietnam en 1979.

Foto: Portadas de los periódicos taiwaneses tras las elecciones estadounidenses de 2020. (EFE/David Chang)

China, señalan, se encuentra ante uno de esos momentos: entre 2007 y 2019, las tasas de crecimiento se redujeron a la mitad, la productividad cayó más de un 10% y la deuda se multiplicó por ocho, a lo que hay que sumar una crisis demográfica acelerada por el envejecimiento masivo de la población. Otros autores apuntan algunos factores adicionales, como el nacionalismo exacerbado promovido durante años por las autoridades chinas, que ahora estas tienen dificultades para controlar.

Beckley y Brands indican algunos escenarios donde podría iniciarse el conflicto, como las islas Senkaku —actualmente administradas por Japón, pero que Pekín considera chinas— o los acantonamientos filipinos en el Mar del Sur de China. Pero sin duda el teatro más preocupante es Taiwán, cuya reunificación con la China continental es considerada un “objetivo irrenunciable” para el Partido Comunista chino. Preferiblemente por medios pacíficos, pero, como han reiterado las autoridades chinas, si eso resulta inviable, “todas las opciones están sobre la mesa”, tal y como el viceministro de Exteriores chino, Le Yucheng, le dijo a un periodista de Associated Press en abril.

Según una encuesta publicada este año en el diario oficialista chino 'Global Times', un 70% de los ciudadanos chinos apoya firmemente utilizar la fuerza para recuperar el control de Taiwán y un 37% cree que lo mejor sería que la guerra tuviese lugar en los próximos tres a cinco años.

“Ha habido señales perturbadoras de que Pekín está reconsiderando su enfoque pacífico y contemplando una unificación armada”

“En los últimos meses, ha habido señales perturbadoras de que Pekín está reconsiderando su enfoque pacífico y contemplando una unificación armada”, indica la profesora Oriana Skylar Mastro, del Instituto de Estudios Internacionales Freeman Spogli de la Universidad de Stanford, en un artículo en la revista 'Foreign Affairs'. “Académicos y estrategas chinos con los que he hablado en Pekín dicen que aunque no hay un calendario explícito, Xi quiere que la unificación con Taiwán sea parte de su legado personal”, afirma Skylar Mastro, quien añade que sus contactos entre los analistas y funcionarios chinos le dicen que Xi se rodea de asesores militares que le aseguran que China está en condiciones de recuperar Taiwán por la fuerza a un coste aceptable.

Foto: Tom Shugart. (CNA)

A esto se suman las crecientes incursiones chinas en el espacio aéreo taiwanés, que según algunos observadores no solo tienen como objetivo incrementar la presión sobre Taipéi, sino también erosionar y agotar la fuerza aérea de la isla: si el día de mañana se produce una invasión, esta fatiga podría dificultar su detección y una respuesta adecuada. El ministro de Defensa taiwanés, Chiu Kuo-cheng, afirmó en octubre que China estará lista para lanzar una invasión a gran escala en 2025. La fecha genera discrepancias: el jefe del Estado Mayor de EEUU, el general Mark Milley, considera que una operación de este tipo no se producirá en ningún caso antes de 2023, mientras que otros expertos extienden el plazo hasta 2027, 2030 o 2035.

¿Mano izquierda china?

“China, a pesar de toda la retórica, está optando por una política de relativo apaciguamiento ante la opinión pública taiwanesa. Está esperando a las elecciones de 2024, donde se decidirá el sucesor de Tsai Ing-wen”, señala Guillermo Pulido, analista militar y autor del libro 'Guerra multidominio y mosaico. El pensamiento militar estadounidense'. “China no está incrementando las presiones económicas ni está adoptando otras acciones que ya utilizó en el pasado, como el boicot del turismo. Al contrario, está tomando medidas de bastante mano izquierda, porque se teme que si se presiona demasiado ahora a la población, en 2024 gane el vicepresidente actual, que es de una línea bastante más dura y proindependencia que la propia Tsai. Y el propósito es no dar argumentos a esta opción”, indica a El Confidencial.

Foto: Soldados taiwaneses dentro de un carro de combate. (Reuters)

Mientras tanto, China se ha embarcado en un proceso de modernización acelerada de sus fuerzas armadas en varias fases, la primera de las cuales se completará en la segunda mitad de esta década. Según el último informe anual del Departamento de Defensa de EEUU sobre las capacidades militares de China, “los objetivos de modernización del ELP para 2027 podrían proporcionar a Pekín opciones militares más creíbles en caso de una contingencia acerca de Taiwán”. Aunque estas mejoras afectan a prácticamente todos los ámbitos del espectro bélico, los expertos destacan uno: la fuerza de cohetes, especialmente el desarrollo de armas hipersónicas prácticamente imposibles de detener, como el llamado 'vehículo planeador hipersónico DF-17'. Un ámbito, además, en el que EEUU está muy rezagado respecto a China.

“Estas armas dan ciertas ventajas tácticas decisivas a la hora del combate, por ejemplo, al permitir bombardear bases aéreas o aeronavales o al anular las defensas ya existentes en lugares como Corea del Sur, Guam o Japón. Si fueran atacadas solo con misiles balísticos de crucero convencionales, estos serían vulnerables a los sistemas antimisiles, que se van a desplegar cada vez más en la región. La mejor manera de burlar esas capacidades antimisiles son los misiles hipersónicos”, explica Pulido. El informe estadounidense mencionado, de hecho, asegura: “En 2020, un experto militar con base en la República Popular China señaló que el principal propósito del DF-17 es atacar bases militares extranjeras y flotas en el Pacífico Occidental”.

"Aunque es cierto que los taiwaneses se han planteado una modernización militar, en realidad están fracasando"

Pero la principal consecuencia de este salto tecnológico tendrá lugar en los cálculos de gran alcance de ambos bandos: “Hasta ahora, la estrategia china se basaba en una disuasión mínima, creyendo que una vez el conflicto llegase al nivel estratégico y nuclear no podría ser controlado, y que eso congelaría su desarrollo. EEUU, en cambio, tiene la estrategia contraria, basada en su supremacía nuclear, donde una vez el conflicto llega al nivel nuclear cuenta con que sus capacidades son superiores y al final acabaría ganando la guerra”, indica Pulido, quien señala que esto, combinado con la ampliación de las capacidades nucleares estratégicas chinas, le da a Pekín la capacidad de cambiar este paradigma. “En caso de conflicto, estas tecnologías permiten a China lanzar ojivas aisladas sin tener que recurrir a una gran salva de misiles. Ahora podrían lanzar uno o dos misiles, que van por el Polo Sur y son muy difíciles de detectar, así que pueden burlar cualquier defensa conocida. En caso de que China empiece a perder la guerra, puede amenazar con una opción nuclear limitada, sin llegar al nivel de intercambio nuclear”, comenta.

Ejército Popular de Liberación 2.0: misión, Taiwán

“Gran parte de esta modernización, incluyendo la actualización de material, la organización, la estructura y el entrenamiento, ha sido diseñada para que el Ejército Popular de Liberación pueda invadir y ocupar Taiwán”, apunta Skylar Mastro. El incremento de las tensiones ha llevado a una situación en la que la política tradicional de Washington hacia la isla, la denominada 'ambigüedad estratégica', resulta cada vez más inviable. Recientemente, el presidente Joe Biden se vio obligado a confirmar que el Ejército de EEUU sí defendería Taiwán en caso de un ataque chino, aunque su propio equipo matizó sus palabras 'a posteriori'. Estaría por ver, llegado el caso, la disposición de la opinión pública estadounidense a comprometer las vidas de los soldados de su país en la defensa de Taiwán, algo que probablemente dependerá de la situación política interna de EEUU en ese momento.

Foto: EC Diseño

Sea como fuere, sí existe cierto compromiso estadounidense con Taipéi, como demuestra el envío de tropas en secreto a la isla, recientemente revelado por el 'Wall Street Journal', pero que llevaba en marcha al menos desde 2008. Además, el senador Josh Hawley está promoviendo un proyecto de ley que, de ser aprobado, otorgaría ayudas a Taiwán por valor de 3.000 millones de dólares al año para mejorar sus defensas. Esto ha hecho temer a algunos observadores que la reducción de la brecha militar entre China y Taiwán sirva de acicate a la cúpula dirigente china para actuar por la fuerza mientras sea posible.

Pulido se muestra escéptico: “No creo que tenga una base objetiva. Aunque es cierto que los taiwaneses se han planteado una modernización militar, en realidad están fracasando”, dice, señalando que las plataformas actuales serían muy vulnerables ante la superioridad convencional china, por lo que los expertos recomiendan plantear una política de defensa mucho más revolucionaria, pensada para frenar una invasión anfibia y para el combate en las playas. Sin embargo, todas las adquisiciones y reformas que está haciendo Taipéi van orientadas a los sistemas tradicionales, como misiles de largo alcance de más de 1.000 kilómetros para poder tomar represalias contra la China continental, que son muy caros y de efectividad limitada, cuando lo que necesitaría serían, por ejemplo, “municiones de precisión contra buques anfibio o para atacar la masa de maniobra que logre desembarcar en Taiwán”.

Foto: Foto: Reuters.

“Una concurrencia de factores que lleve a una invasión china de Taiwán, aunque posible, es poco probable”, opina Pulido, quien considera más viable alguna pequeña crisis en las islas entre la costa china y Taiwán, como las islas Prata, que alojan tropas taiwanesas y sistemas de misiles, “así que tendrían que tomarlas antes”. En todo caso, es tajante en que nada de esto ocurrirá antes de 2024, puesto que “una excesiva agresividad arruinaría políticamente la posibilidad de reunificación pacífica”. No obstante, matiza: “Se pueden dar cisnes negros, la vida está llena de ellos, y se pueden producir errores de cálculo que lleven a una tormenta perfecta, pero en general soy muy escéptico, por cuestiones militares y políticas”.

Más ominosa es la visión de Skylar Mastro: “Las fuerzas chinas planean prevalecer incluso si Estados Unidos, que ha armado a Taiwán pero ha dejado abierta la cuestión de si la defendería ante un ataque, interviene militarmente. Aunque los líderes chinos solían percibir una campaña militar para tomar la isla como una fantasía, ahora lo consideran una posibilidad real”, dice, a lo que añade: “Si bien una invasión china de Taiwán pueda no ser inminente, por primera vez en tres décadas es hora de tomarse en serio la posibilidad de que China pueda usar pronto la fuerza” para resolver la cuestión de la isla. Lo que parece claro es que cuanto mayores sean las capacidades del Ejército chino, mayor será la tentación para los jerarcas de Pekín de actuar de manera expeditiva. Habrá que leer las señales.

Para tratar de demostrar el “carácter esencialmente pacífico de China”, los propagandistas de Pekín suelen argumentar que el país “no ha modificado sus fronteras en mil años”. La afirmación ha sido siempre discutible —ahí está el caso del Tíbet—, pero además existen pocas dudas de que China, bajo Xi Jinping, ha cambiado profundamente. Y estos cambios han tenido su reflejo en las fuerzas armadas: en 2015, el Ejército Popular de Liberación (ELP) chino modificó su doctrina estratégica, incluyendo entre sus objetivos elementos como la defensa de la “unificación nacional” y “los intereses de China en el extranjero”. La primera consecuencia de esos cambios ha quedado de manifiesto en la supresión de la autonomía de Hong Kong, algo que hace apenas unos años habría sido impensable.

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