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Hora de despertar: por qué España ya no puede cerrar los ojos ante China y EEUU
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Necesita una estrategia urgente

Hora de despertar: por qué España ya no puede cerrar los ojos ante China y EEUU

Un informe del Real Instituto Elcano pide un debate a nivel nacional sobre el gran evento geoestratégico de nuestra época, el cual todavía no ha despertado en nuestro país el interés que merece

Foto: Las banderas de China y Estados Unidos señalan los asientos de las distintas delegaciones durante una reunión sobre agricultura en Pekín, en 2017. (Reuters)
Las banderas de China y Estados Unidos señalan los asientos de las distintas delegaciones durante una reunión sobre agricultura en Pekín, en 2017. (Reuters)

El mundo ha cambiado por completo, pero muchos no nos hemos damos cuenta todavía. Acostumbrados a la relativa placidez que ha experimentado Europa durante los últimos 70 años y a la transitoriedad de los conflictos internacionales, tanto la población como los gobiernos del continente se han mostrado apáticos ante el contexto actual de competencia entre Estados Unidos y China. En España, un país en el que la política exterior rara vez es una prioridad, esta apatía roza la somnolencia. Pero, recientemente, las reverberaciones provocadas por el gran evento geoestratégico de nuestra época se han hecho imposibles de ignorar. Ningún actor internacional sabe con certeza hasta donde llegará este crescendo geopolítico y ningún país puede permitirse cerrar los ojos ante él. En esto, España no es una excepción. Es la hora de despertar.

No es una cuestión confinada a la arena política, sino un fenómeno con implicaciones prácticas sobre instituciones, empresas y cada uno de los ciudadanos. “Como sociedad y como país, no hemos tomado conciencia de la relevancia y urgencia de este tema”, ha advertido Mario Esteban, investigador principal del Real Instituto Elcano y coordinador del informe “España ante la rivalidad estratégica entre China y Estados Unidos”, presentado este martes. Un documento que busca suscitar un debate nacional y provocar un sentido de urgencia sobre un tema que todavía es considerado como algo exótico y lejano pese a su enorme impacto a todos los niveles.

Foto: Una persona camina en Pekín durante un diálogo económico entre la UE y China. (Reuters)

España, como Europa en su conjunto, se encuentra en medio del campo de batalla entre los colosos americano y asiático y, por lo tanto, sometida a las presiones de dos bandos que buscan una alineación con sus intereses. Desde el intento de crear áreas de dependencia económica hasta formas de diplomacia coercitiva, no hay área que Washington y Beijing no parezcan dispuestos a explorar: exigencias en materia de seguridad, defensa y tecnología, imposición de aranceles, sanciones, controles extraterritoriales a la exportación... Negar esta realidad o las consecuencias a nivel político, económico y social que conllevan —y que se verán ampliados en años venideros— es dejarse llevar por la ilusión.

“En Europa pensábamos que, como éramos los que estábamos en la fijación de la agenda y las normas, podríamos marcar el ritmo, ocuparnos de nuestros problemas internos y atender en otro momento este conflicto”, ha explicado Elena Pisonero, presidenta de la empresa de asesoría estratégica Taldig, durante la presentación del informe. Pero a lo largo de estos años el multilateralismo sobre el que se sostiene el poder de la UE se ha visto erosionado hasta el punto de poner el riesgo la capacidad de la comunidad internacional de hacer frente a los problemas comunes. La propia pandemia ha evidenciado la falta de autonomía estratégica e industrial de un continente acostumbrado a beneficiarse de las redes de interdependencia internacional. “Ahora, la agenda la están fijando otros”, ha añadido Pisonero.

Foto: Blinken y Borrell en Bruselas. (Reuters)

Mirar hacia EEUU sin dar la espalda a China

El ‘paper’ del Real Instituto Elcano destaca, ante todo, la necesidad de que la población de España se empiece a tomar en serio este contexto geopolítico. Para ello llama a un debate que involucre a todos los actores de la sociedad civil y con múltiples áreas de especialidad, pues se trata de un fenómeno que toca y afecta a todos los sectores. “No deberíamos aplicar una estrategia que solo maximice la dimensión económica o la de seguridad”, ha indicado su coordinador. “No es cosa de unos pocos. Nos va a afectar a todos. A políticos, empresas y ciudadanos”, ha agregado Pisonero.

Entender y apreciar la magnitud del reto es el primer paso y uno que se puede tomar sin riesgo. Los que vengan a continuación no gozarán de este mismo privilegio. España se juega mucho y, hasta que cuente con una estrategia clara, cuenta con un margen de maniobra reducido. Su mejor opción es la de impulsar una Unión Europea más fuerte, algo respaldado por la opinión pública española. Especialmente, en la elaboración de un plan que garantice cadenas de suministro para productos estratégicos e infraestructuras críticas.

En su unión de fuerzas con la Unión Europea, España no puede permitirse, no obstante, descuidar sus relaciones bilaterales con las dos potencias. El informe recomienda para ello una política de diversificación asimétrica que cumpla dos objetivos. El primero es evitar la alineación directa con uno de los frentes, contribuyendo así a la formación de un orden bipolar. El segundo es reconocer que los valores e intereses españoles están (y estarán) más cerca de Washington que de Pekín. En lo que respecta a China, el Gobierno español sigue la vía europea de considerarla a la vez como un socio (en materia climática y en otros riesgos globales), un competidor (económico y tecnológico) y un rival (sistémico). Conviene, por lo tanto, posicionarse hacia el Atlántico sin dar la espalda al gigante asiático. Un delicado equilibrio que el Gobierno español tiene la obligación estratégica de mantener.

placeholder Encuentro exprés entre Joe Biden y Pedro Sánchez durante una cumbre de la OTAN en Bruselas. (EFE)
Encuentro exprés entre Joe Biden y Pedro Sánchez durante una cumbre de la OTAN en Bruselas. (EFE)

Un puente más necesario que nunca

Y hablando del Atlántico, Latinoamérica cuenta con una importancia para la geoestrategia española que no puede ser subestimada. Cerca de 1,5 millones de españoles residen en la región y 1,3 millones de latinoamericanos lo hacen España; además, el 24.5% de los ingresos de las compañías del IBEX 35 proceden de allí y somos el segundo país en volumen de inversiones en la región, tan solo por detrás de Estados Unidos.

La idea de que nuestro país es un puente entre continentes no es precisamente nueva, pero esta condición atlántica ha ganado una renovada importancia en el contexto geopolítico actual. En otras áreas no cuenta con gran influencia, pero cuando España habla de Latinoamérica, sus socios europeos escuchan, una voz que resulta ahora más necesaria que nunca. La UE requiere de más actores globales para salvar a un multilateralismo asediado, pero carece, por ahora, de la voluntad política necesaria para fortalecer sus alianzas con los países de la región latinoamericana.

El hecho de que un español, Josep Borrell, se encuentre al frente de la diplomacia de la UE, ofrece una ventana de oportunidad especialmente propicia para afianzar al subcontinente como un aliado natural de la geopolítica europea. "Desde que accedí al cargo he intentado hacer entender que Latinoamérica no está lo suficiente en nuestra agenda política. Tenemos que hacer más", aseveró Borrell este mismo lunes a su llegada a la reunión de ministros de Exteriores en Luxemburgo.

Foto: El expresidente del Gobierno Felipe González, el expresidente chileno Ricardo Lagos y la periodista mexicana Carmen Aristegui durante el debate virtual.

Aquí, el mayor reto es la fragmentación. Desde el colapso de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) hasta la paralización de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), pasando por la falta de credibilidad de la Organización de Estados Americanos (OEA) o el partidismo de la Alianza Bolivariana para América (ALBA), la sopa de letras que ha caracterizado durante décadas los proyectos de integración latinoamericanos parece haber perdido cualquier atisbo de capacidad hablar con una voz común. Estas divisiones dificultan el diálogo multilateral y facilitan que los países se conviertan en objetivos individuales de competencia geopolítica global, con una China más que dispuesta a ganar influencia a golpe de talonario y un Estados Unidos que no olvida la doctrina Monroe.

“No se trata de intentar ir de la mano de EEUU, sino de elaborar una estrategia clara y diversificada que permita defender mejor los intereses españoles, que son muchos e importantes. Para ello lo primero es abandonar cualquier pretensión de impulsar propuestas de alcance regional, algo totalmente imposible en el actual contexto”, subraya el informe de Elcano.

El mundo ha cambiado por completo, pero muchos no nos hemos damos cuenta todavía. Acostumbrados a la relativa placidez que ha experimentado Europa durante los últimos 70 años y a la transitoriedad de los conflictos internacionales, tanto la población como los gobiernos del continente se han mostrado apáticos ante el contexto actual de competencia entre Estados Unidos y China. En España, un país en el que la política exterior rara vez es una prioridad, esta apatía roza la somnolencia. Pero, recientemente, las reverberaciones provocadas por el gran evento geoestratégico de nuestra época se han hecho imposibles de ignorar. Ningún actor internacional sabe con certeza hasta donde llegará este crescendo geopolítico y ningún país puede permitirse cerrar los ojos ante él. En esto, España no es una excepción. Es la hora de despertar.

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