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Abás juega con fuego: el alto coste de cancelar las elecciones palestinas
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Abás juega con fuego: el alto coste de cancelar las elecciones palestinas

Tras la cancelación de elecciones en Palestina, la Unión Europea debe dejar claro al presidente palestino, Mahmud Abás, que no tolerará una deriva autoritaria

Foto: Protestas en Gaza contra la decisión de Mahmud Abás. (Reuters)
Protestas en Gaza contra la decisión de Mahmud Abás. (Reuters)

El presidente Mahmud Abás ha sumergido a los palestinos y su movimiento nacional en una nueva crisis, y lo ha hecho sin contar con una estrategia de salida. Al posponer indefinidamente las primeras elecciones en 15 años, el mandatario ha perdido una importante oportunidad de volver a poner Palestina en la vía hacia la reunificación nacional y el liderazgo responsable. Su decisión también agrava la fragmentación política y el autoritarismo que han marcado la política palestina desde los últimos comicios.

Nada de esto era inevitable. En los últimos meses, hubo un progreso creíble hacia las elecciones legislativas y presidenciales por parte de la Autoridad Palestina (AP), gracias a los esfuerzos de la Comisión Electoral Central Palestina y al amplio apoyo de las facciones políticas. A finales de abril, se habían registrado 36 listas electorales para competir en unas elecciones legislativas programadas para este mes.

Pero la anulación anunciada la semana pasada, unos días antes del inicio de la campaña, era previsible. Desde el inicio del proceso electoral, se había especulado con que Abás la cancelaría en el momento en que sintiera que su control sobre el poder se estaba debilitando. Irónicamente, esta amenaza no provino del bando islamista de Hamás, sino de su propio partido, Fatah.

Foto: Mahmoud Abbas en una comparecencia tras conocerse la propuesta de EEUU. (EFE)

Una casa dividida

Abás ha trabajado asiduamente para monopolizar los mecanismos del poder y marginar las voces disidentes. La perspectiva de elecciones abiertas dio a ciertos líderes veteranos de Fatah (Mohammed Dahlan, Nasser Kidwa y Marwan Barghouti) la oportunidad de desafiar su liderazgo y, en el proceso, dividir su partido en listas electorales rivales. Barghouti también añadió leña al fuego al indicar su intención de competir directamente contra Abás en las elecciones presidenciales de julio (en las que se prevé que el histórico líder palestino gane con holgura). Esto amenazó a las facciones de Fatah que dependen de la presidencia de Abás y el control de la Autoridad Palestina y que, en consecuencia, presionaron para la cancelación de los comicios.

Sin duda, Abás espera sofocar la disidencia interna y restaurar el 'statu quo' político. Sin embargo, sus acciones tendrán el efecto contrario, profundizando las divisiones dentro de Fatah y galvanizando a sus rivales. Estos últimos llevan tiempo acusándolo de haber perdido el rumbo y han pedido una reforma democrática. Dado que Abás conserva el respaldo de las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina, su posición puede no estar en peligro, incluso si su popularidad continúa menguando. Sin embargo, está sentando las bases para un peligroso enfrentamiento por su sucesión.

Conforme Abás continúe debilitando las barreras legales y constitucionales —y en ausencia de elecciones o de un cuerpo legislativo—, sus posibles sucesores tendrán que competir entre sí mediante el clientelismo y la fuerza de las armas. La renuencia del líder de 85 años a planificar su partida solo aumenta el riesgo de agitación política.

Foto: Fleur Hassan, vicealcaldesa de Jerusalén.

Jerusalén Este, la justificación

Abás ha responsabilizado a Israel de la cancelación de las elecciones, citando su negativa a incluir Jerusalén Este en las votaciones, una demanda clave de todas las facciones palestinas. Israel, efectivamente, ha restringido la actividad relacionada con las elecciones en la ciudad y arrestado a los candidatos, dando así a los palestinos un pretexto para cancelar las votaciones. Y lo hizo de una manera deliberadamente ambigua, sin tomar una posición formal sobre las elecciones de una forma u otra.

No obstante, Abás mostró poco interés en replicar el compromiso técnico que la Autoridad Palestina e Israel alcanzaron anteriormente para permitir que los residentes palestinos de Jerusalén Este voten en las oficinas de correos locales. En su lugar, enfatizó el estatus simbólico de Jerusalén Este, que Israel se anexionó ilegalmente en 1980, al exigir que el país reconozca el derecho de los palestinos a celebrar elecciones en la ciudad "de la misma manera que en Ramallah". Sin esto, aseguró, no habrá elecciones.

En lugar de usar la diplomacia y la movilización popular como una doble estrategia para aumentar la presión sobre Israel, Abás ha renunciado a ejercer la influencia palestina. Como era de esperar, el ultimátum fue recibido con un silencio sepulcral por parte de Israel, que reclama una "Jerusalén unida" y ha trabajado para reprimir el nacionalismo palestino en la ciudad. El país también ha obtenido beneficios estratégicos de la división palestina. Al ceder la pelota a Israel, el presidente palestino ha bloqueado efectivamente cualquier perspectiva electoral.

Foto: Saeb Erekat.

Abás ha criticado a la Unión Europea por no otorgarle su respaldo. Sin duda, la UE merece críticas. Su diplomacia ha sido, frecuentemente, tímida y lenta. Pero Bruselas no se ha quedado de brazos cruzados. Los diplomáticos europeos han destacado constantemente la responsabilidad de Israel de facilitar el proceso, incluso en Jerusalén Este. Este esfuerzo implicó un encontronazo diplomático con Israel. Si bien la UE ciertamente podría haber presionado más, fue el único actor internacional importante que invirtió capital político real en el asunto. En última instancia, la diplomacia de la UE solo puede complementar, no reemplazar, el activismo político y cívico palestino.

Un alejamiento de la democracia

El colapso del proceso electoral es un mal presagio para los palestinos. Al cerrar una importante vía para el cambio político, Abás ha aumentado la sensación de alienación del orden político establecido que sienten muchos de sus ciudadanos, especialmente los jóvenes. Para mantenerse en el poder, es probable que la Autoridad Palestina continúe reprimiendo la oposición política y la libertad de expresión.

Abás y la AP ya eran impopulares. Muchos palestinos ahora los verán como ilegítimos. En lugar de servir como núcleo de un Estado palestino independiente y democrático, la Autoridad Palestina hace poco más que generar empleo en el sector público, brindar seguridad a Israel y mantener el patrocinio político de los funcionarios de Fatah. Además, después de haber sido expulsada de Gaza por Hamás en 2007 y bloqueada en Jerusalén Este por Israel, la Autoridad Palestina solo tiene el 40% de Cisjordania bajo su control civil. Sin la capacidad de representar a todos los palestinos en los territorios ocupados y promover su agenda nacional, la Autoridad Palestina corre el riesgo de volverse irrelevante. La falta de elecciones acelerará esta tendencia.

El presidente palestino ha prometido formar un Gobierno de unidad nacional. Pero decirlo es más fácil que lograrlo. Su decisión unilateral ha sido condenada por la mayoría de las facciones políticas palestinas, incluyendo a Hamás, que había abrazado las elecciones y el compromiso político para intentar expandirse más allá de Gaza. El grupo islamista tendrá ahora que reevaluar sus opciones. Un vistazo a las experiencias pasadas indica que resulta poco probable que el grupo se apresure en apoyar un nuevo Gobierno liderado por Abás. Lo más probable es que utilice los errores del líder palestino para ganar influencia política y pulir sus credenciales nacionales. Y, si bien Fatah puede intentar compensar esto aumentando su retórica nacionalista y pidiendo una resistencia popular pacífica, es Hamás quien está mejor posicionado para explotar las crecientes tensiones con Israel.

Foto: Una de las supuestas mujeres utilizadas para hackear los teléfonos de los soldados israelíes (Foto: Twitter)

Como de costumbre, la mayor víctima será Gaza, que permanece eternamente al borde del conflicto y una catástrofe humanitaria. Sin ningún camino hacia la reunificación nacional y con sus vínculos institucionales con Cisjordania cada vez más debilitados, los habitantes de Gaza solo pueden esperar un mejor acuerdo de alto el fuego entre Hamás e Israel que facilite una recuperación económica, lo que conlleva, no obstante, el riesgo de consolidarse 'de facto' como un mini-estado bajo el Gobierno autoritario de Hamás.

La necesidad de recalibrar la política de la UE

Desde el inicio del proceso de paz de Oslo en 1993, el apoyo a la Autoridad Palestina ha supuesto una parte fundamental de la política de la UE. Pero Bruselas ahora necesita recalibrar su enfoque, dado que el creciente autoritarismo de Abás está socavando las aspiraciones e instituciones nacionales de los palestinos. Esto debería ser parte de una revisión más amplia de la política de la UE sobre el conflicto palestino-israelí que permita abordar un paradigma disfuncional de establecimiento de la paz que incentiva la ocupación israelí de territorios palestinos. Un corolario importante de esto será ayudar a restaurar el espacio político palestino y permitir el nacimiento de estrategias transformadoras y no violentas que ya no estén limitadas por el marco del proceso de Oslo.

Mientras tanto, la UE debería seguir impulsando las facciones palestinas hacia el diálogo y la reunificación nacional. Pero el bloque también debería aceptar la posibilidad de que el sistema fracturado de gobierno de Palestina, dividido entre la AP en Cisjordania y Hamás en Gaza, continúe durante años. Para apoyar la recuperación de Gaza y consolidar el impulso de Hamás hacia el compromiso político, la UE deberá poner fin a su política de no contacto con el grupo islamista.

Sobre todo, Bruselas debería vincular más explícitamente la financiación a la democratización, para dejar claro que una deriva hacia la autocracia tendrá implicaciones para la relación bilateral. A menos que Abás fije una nueva fecha para las elecciones, el bloque debe asegurarse de que su apoyo financiero directo a la Autoridad Palestina no beneficie a la oficina presidencial. Esto liberaría fondos que podrían reasignarse a otras líneas presupuestarias de la AP o a proyectos socioeconómicos locales.

Foto: Miembros de las brigadas Al-Qassam, el brazo armado de Hamás, rezan antes de un desfile en Ciudad de Gaza (Reuters).

La UE debería combinar esto con una mayor oferta de apoyo sobre el terreno para ayudar a organizar las elecciones en Jerusalén Oriental y superar cualquier posible obstrucción israelí que pudiera surgir.

Los palestinos merecen un liderazgo representativo e instituciones responsables. Estos son elementos indispensables en su búsqueda de la autodeterminación y la condición de Estado. Como principal financiadora de la Autoridad Palestina, la UE tiene la responsabilidad de garantizar que Abás no socave estas ambiciones. El mensaje europeo debe ser alto y claro: o la democracia palestina es restablecida o su apoyo se desvanecerá.

* Análisis publicado originalmente en inglés por el European Council of Foreign Relations bajo el título 'Cancellation costs: Abbas and Palestinian democracy'.

El presidente Mahmud Abás ha sumergido a los palestinos y su movimiento nacional en una nueva crisis, y lo ha hecho sin contar con una estrategia de salida. Al posponer indefinidamente las primeras elecciones en 15 años, el mandatario ha perdido una importante oportunidad de volver a poner Palestina en la vía hacia la reunificación nacional y el liderazgo responsable. Su decisión también agrava la fragmentación política y el autoritarismo que han marcado la política palestina desde los últimos comicios.

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