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Hazte a un lado, China: India se convierte en el pez gordo de la diplomacia de las vacunas
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Lidera donaciones de vacunas

Hazte a un lado, China: India se convierte en el pez gordo de la diplomacia de las vacunas

La producción y exportación masiva de vacunas auspiciada por el Gobierno indio le ha dado una ventaja diplomática frente a su principal rival regional

Foto: El primer ministro indio, Narendra Modi, recibe una dosis de la vacuna contra el covid-19. (EFE)
El primer ministro indio, Narendra Modi, recibe una dosis de la vacuna contra el covid-19. (EFE)

India y China cuentan con una larga historia de roces que recientemente ha sumado varios capítulos intensos. Los dos países más poblados del mundo chocaron violentamente en 2020, cuando las incursiones del Ejército chino a lo largo de la frontera en constante disputa llevaron a un enfrentamiento militar y a escaramuzas no vistas en décadas. Un año después, el Gobierno de Narendra Modi ha decidido abrir un nuevo frente en su creciente conflicto contrahegemónico contra Pekín. Uno en el que, por ahora, está ganando por goleada y en el que no será intercambiado un solo disparo: el suministro mundial de vacunas.

“Creo que las tensiones relacionadas con las disputas fronterizas de 2020 nos han llevado a un punto sin retorno en la relación”, argumenta Jabin Jacob, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Shiv Nadar con un doctorado en Estudios Chinos. “Para India la confianza en China se ha roto por completo y la diplomacia de las vacunas es, ciertamente, un área en la que India parte con ventaja sobre China y es probable que tenga mucho más éxito”, agrega.

Foto: El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, anfitrión del G7. (Reuters)

No debería ser una sorpresa que India, una gigantesca potencia farmacéutica que produce el 20% de los medicamentos genéricos y hasta el 62% de las vacunas del mundo, esté emergiendo como un claro vencedor en denominada diplomacia de las vacunas, es decir, la mejora de las relaciones con otros países y la extensión de influencia hacia ellos a través de la exportación y donación de los preparados. Los esfuerzos de la nación al respecto, no obstante, han pasado relativamente desapercibidos frente a los de Rusia y China, países que han convertido sus vacunas producidas por empresas estatales —Sputnik V por un lado y Sinovac, Sinopharm y CanSino por el otro, nombres que no dejan lugar a duda sobre el país del que proceden— en instrumentos de diplomacia.

Pero los números no mienten. Nueva Delhi ha donado más dosis que cualquier otra nación: 7 millones, de acuerdo con datos gubernamentales. En comparación, Pekín ha regalado 5.5 millones y las donaciones de Moscú se cuentan por miles. Estas entregas son solo la punta del iceberg, dado que India exporta decenas de millones de vacunas a precios asequibles en el marco de una campaña diplomática que cuenta incluso con su propio hashtag, #VaccineMaitri (“Amistad de las vacunas”).

Posición privilegiada

Durante las dos últimas décadas, China ha logrado avances significativos en sus relaciones con los países del Sur de Asia, considerados por India como parte integral de su esfera de influencia. Con una economía de un tamaño cinco veces superior al indio y guiado por una estrategia de expansión diplomática, el Gobierno chino ha podido sacar a relucir su cartera en las áreas de comercio, inversión e infraestructura a un ritmo que su rival regional no ha podido seguir. Sin embargo, la producción de vacunas en una de las áreas en las que India puede sacar músculo, una oportunidad que no ha sido desaprovechada.

Los vecinos en común han sido los primeros en ser seducidos por Nueva Delhi. China anunció que donaría 300.000 dosis a Myanmar, pero hasta la fecha este último no ha visto llegar una sola de ellas; mientras tanto, India ha suministrado rápidamente 1.7 millones de vacunas al país. Cifras similares se han visto replicadas en Camboya, Afganistán, Bangladesh o Sri Lanka. Una de las mayores donaciones de vacunas indias ha ido dirigida a Nepal, un pequeño país atrapado entre los dos colosos y, por lo tanto, estratégicamente importante para ambos.

Pekín también parte de un serio problema de imagen de cara a la comunidad internacional en lo relativo a la pandemia. “Dado que China es la responsable de la propagación original del coronavirus y dado su fallido intento de encubrir el problema en los primeros días, el país está intentando recuperar el terreno perdido con su diplomacia de vacunas. Comparativamente, es inevitable que India se beneficie más de la misma estrategia”, explica Jacob.

Foto: Vacuna de Johnson & Johnson en un hospital de Ciudad del Cabo. (EFE)

El coste del producto también juega a favor de India. Aunque a menudo resulta imposible conocer los precios exactos de las vacunas debido a los acuerdos de confidencialidad que imponen las farmacéuticas en sus contratos con los Gobiernos nacionales, existen los suficientes datos como para concluir que las dosis chinas no resultan particularmente baratas. Gergely Gulyas, el jefe de gabinete del primer ministro de Hungría, Viktor Orban, reveló recientemente un contrato en el que el país se comprometía a pagar 30 euros por cada vacuna de Sinopharm. Un acuerdo para la obtención del mismo preparado en Senegal estipula un precio de cerca de 16 euros por dosis, de acuerdo con un reporte de Reuters. En comparación, el Serum Institute de India está vendiendo las dosis de AstraZeneca que produce por 3 dólares (2.5 euros).

Sin prisas de puertas para adentro

La masiva operación de exportaciones y donaciones de dosis por parte de India tiene lugar en paralelo a una campaña de vacunación a cámara lenta. De acuerdo con datos de Our World in Data, el país solo ha suministrado 3 vacunas por cada 100 habitantes, una cifra inferior a la de China (4.5) y Rusia (5.6).

“A diferencia de algunos países de Occidente, India ha sido generosa a la hora poner la vacuna a disposición de otras naciones sin tener que esperar a que su población haya sido completamente inoculada”, indica Jacob, quien señala que la ayuda a países terceros en momentos de ayuda es un principio consagrado en la Constitución india. Otros expertos, no obstante, han alzado la voz contra un envío de vacunas que consideran desproporcionado. “Esta generosidad ha privado a muchos indios de sus dosis mientras unas 17.000 personas se enferman cada día y más de 100 mueren a diario de covid-19 en el país”, declaró a Agencia Anadolu Manoj Joshi, investigador de la Observer Research Foundation, un ‘think tank’ indio.

La capacidad de India para fabricar vacunas supera con creces la de inocular a sus propios ciudadanos

Gran parte de la razón de esta generosidad, no obstante, reside en que la capacidad de India para fabricar vacunas supera con creces la de inocular a sus propios ciudadanos. El Gobierno del país ve con buenos ojos que el excedente de dosis generado a raíz de esta discrepancia —dada la certeza de que la producción no va a ralentizarse, por lo que no es necesario contar con grandes reservas— se dirija al exterior, algo que beneficia tanto a India como a los países receptores. El Serum Institute produce una tasa diaria de alrededor de 2,5 millones de dosis, un ritmo que le ha permitido a India enviar vacunas hasta Brasil o Marruecos.

Por otra parte, dado que la población india tiene una edad media de 28 años, el covid-19 no ha resultado especialmente mortal. Hasta la fecha, en un país que cuenta con 1.350 millones de habitantes, el virus es responsable de unas 160.000 muertes registradas, un tercio del número de personas que mueren cada año por tuberculosis en India. No obstante, los signos de que el país está cerca de sufrir una segunda ola de contagios han provocado una reciente aceleración en la campaña de vacunación.

Impulso multilateral

Por si fuera poco, la producción india acaba de recibir un importante impulso gracias a otras potencias preocupadas por la creciente influencia de China. Durante la primera reunión entre jefes de Estado del Diálogo de Seguridad Cuadrilateral, un foro estratégico conocido como ‘Quad’ que incluye a India, Estados Unidos, Japón y Australia y que es considerado como una especie de ‘OTAN del Pacífico’ contra Pekín, los líderes anunciaron un plan para ampliar la capacidad de fabricación de vacunas contra el coronavirus en India.

Foto: Fotografía de archivo de la primera reunión ministerial del Quad, en 2017. (Foto: Reuters)

“Las ventajas con las que cuenta India para la producción farmacéutica fueron reconocidas en una plataforma mundial de gran visibilidad”, afirma Jacob, quien considera la reunión como una gran victoria diplomática para India que podría tener consecuencias más amplias. “La decisión del ‘Quad’ también sugiere que India es una alternativa viable en otros sectores, ya que Occidente y Japón intentan trasladar las cadenas de suministro fuera de China para adelantarse a los intentos chinos de coerción económica y política”.

Tras el encuentro, la Corporación Financiera Internacional para el Desarrollo (DFC) de Estados Unidos hizo público que trabajará con el fabricante indio Biological E para financiar parte del esfuerzo de la empresa por producir al menos mil millones de dosis de aquí a finales de 2022.

El aparente liderato indio en la diplomacia de las vacunas supone una ventana de oportunidad para las aspiraciones internacionales del primer ministro Narendra Modi. Sin embargo, no supone una panacea ni compensa por completo las debilidades estructurales de India y de su Gobierno, el cual está recurriendo a prácticas cada vez más autoritarias y que espolea un nacionalismo hindú que pone en peligro a la minoría musulmana del país.

El ‘soft power’ tiene un límite si no se cuenta con el ‘hard power’ necesario para complementarlo. India, por el momento, se encuentra lastrada en sus otros instrumentos de poder duro, como la capacidad económica o el peso político. También carece de varios atributos del poder blando dados sus decrecientes estándares de responsabilidad democrática y las continuas tensiones religiosas en el país”, sentencia Jacob.

India y China cuentan con una larga historia de roces que recientemente ha sumado varios capítulos intensos. Los dos países más poblados del mundo chocaron violentamente en 2020, cuando las incursiones del Ejército chino a lo largo de la frontera en constante disputa llevaron a un enfrentamiento militar y a escaramuzas no vistas en décadas. Un año después, el Gobierno de Narendra Modi ha decidido abrir un nuevo frente en su creciente conflicto contrahegemónico contra Pekín. Uno en el que, por ahora, está ganando por goleada y en el que no será intercambiado un solo disparo: el suministro mundial de vacunas.

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