Instituto Confucio: ¿clases de chino o un brazo de la propaganda de Pekín?
La polémica comienza a rodear en varios países del mundo al Instituto Cervantes chino, una institución que varias voces consideran parte de la propaganda del Gobierno de Pekín
En poco más de una década, uno de los múltiples brazos extendidos por China en su ofensiva diplomática ha llegado a miles de universidades y aulas de todo el mundo. Se trata del Instituto Confucio, una institución que promueve el aprendizaje del chino y la cultura del país milenario en más de 140 países al estilo del Instituto Cervantes. Su misión: que el motor del dragón chino se abra paso no solo en lo económico, sino también hacia lo cultural. Pero la polémica rodea a esta institución a la que varias voces acusan de servir al lavado de cara del Gobierno de Pekín mediante prácticas poco transparentes para extender su influencia en el mundo.
La expansión del chino en el sistema educativo español se ha visto acelerada desde que España firmara un acuerdo en 2005 con China sobre el establecimiento de centros culturales. Los datos de Hanban cifran en 10.504 los estudiantes de chino en los centros españoles del centro. En España, el Instituto Confucio cuenta con siete centros y nueve aulas. Tiene sedes en Madrid y Barcelona, además de los centros con los que cuenta en los campus de las universidades de León, Granada, Valencia, Zaragoza y Las Palmas de Gran Canaria.
Hace dos semanas la Consejería de Educación de Castilla y León firmó un convenió con el Instituto Confucio para que los centros educativos de la región puedan abrir aulas en sus instalaciones. Lo mismo hizo Andalucía en 2011 para ofertar chino como asignatura extraescolar, acuerdo que renovaría cuatro años después para integrarlo en el currículo académico de la región y contar con aulas en cada provincia. Según información de la Junta de Andalucía, mediante el convenio que firmó la Consejería la región se comprometió a habilitar aulas en los centros y sufragar los gastos de alojamiento y seguro sanitario del profesorado chino.
Por su parte, el Instituto Confucio se hace cargo de la financiación de los gastos de funcionamiento del programa, del coste de los recursos humanos, de la dotación de recursos y materiales didácticos y de la selección del personal para la enseñanza del chino. Son precisamente la "falta de transparencia" en la selección del profesorado la gran crítica, explica Fernando Romeo, miembro de la plataforma Stop Instituto Confucio, que critica la actividad de este organismo en centros públicos españoles.
una oferta laboral de
Hanban
para el Instituto Confucio de Zaragoza en 2017,
se afirma que
la
documentación del candidato
debe
incluir “una
carta de recomendación para
los
profesore
s
, en ella se
indicarán SUS IDEAS POLÍTICAS”.
una oferta laboral de
Hanban
para el Instituto Confucio de Zaragoza en 2017,
se afirma que
la
documentación del candidato
debe
incluir “una
carta de recomendación para
los
profesore
s
, en ella se
indicarán SUS IDEAS POLÍTICAS”.
En cuanto al material bibliográfico utilizado para enseñar chino en los Institutos Confucio, Romeo ha recopilado una serie de polémicos contenidos en cursos superiores que incluyen desde odas a Mao Zedong hasta canciones revolucionarias que hablan de "la historia de cómo un chico joven se convierte en soldado del Ejército Rojo del Partido Comunista Chino", asegura Romeo.
Fuentes de la Consejería de Educación de Castilla y León aseguran que el currículo a desarrollar en las aulas de la región se encuentra en el marco de las competencias que la ley atribuye a las comunidades autónomas. Asimismo, aseguran que los profesores son elegidos y pagados por la Junta de Castilla y León mientras que el papel del Instituto Confucio se limita a facilitar los materiales docentes como libros de texto y vídeos para desarrollar las clases de Chino, así como otros materiales de decoración y ambientación de las aulas; a informar de cuantas becas, concursos o actividades culturales se realicen.
En la Universidad de Zaragoza, el acuerdo suscrito ha hallado la crítica entre algunos de los profesores de la institución. En una tribuna publicada en Heraldo de Aragón, Javier Juberías Calvo, subdirector del Centro Universitario de Lenguas Modernas de la universidad aragonesa criticaba que "los IC son el mejor vehículo de exportación de las ideas del régimen chino al mundo. Y por definición, una Universidad debe ser el foro de debate, de reflexión y de crítica más ejemplar que pueda existir".
¿Enseñanza o propaganda?
En una polémica entrevista con la BBC, Xu Lin, directora de Hanban, aseguró que los profesores del Instituto Confucio no tienen ningún tipo de control político. Sin embargo también declaró que todos tienen que escribir un informe al final del año sobre si han sido preguntados por algún "tema sensible por parte de los estudiantes". Preguntada por los Falun Gong, una creencia prohibida en China, dijo que "era materia de la ley china" y que "todos los profesores que mandemos dirán que Taiwán pertenece a China. Deberíamos tener una China única. Sin dudar". Después solicitó al periodista de la BBC eliminar esta parte de la entrevista.
De acuerdo con Ángel Badillo, investigador principal de lengua y cultura del Real Instituto ElCano, uno de los aspectos más controvertidos de la expansión de los Confucio se ha producido por la "política de contratación, la supuesta vigilancia a los estudiantes chinos en los campus, las restricciones a la libertad de expresión –en torno a temas como derechos humanos, los acontecimientos de la plaza de Tiananmén, la situación en el Tíbet o Taiwán– o de conciencia y religión –sobre todo en torno al Falun Gong". Para entender esta política, "es como si el Ministerio de Educación de España dijera a los profesores del Instituto Cervantes lo que tienen que explicar a sus alumnos sobre la situación en Cataluña", arguye Badillo.
"Las acciones diplomáticas de China tienen una dimensión complicada", explica, y es que las cuestionables políticas de Pekín en lo que se refiere a Derechos Humanos y Libertad de Expresión ponen en un aprieto a cualquier relación del país con instituciones públicas en el extranjero. El Instituto Confucio, al contrario que sus homónimos como el Cervantes, desarrolla la mayor parte de su actividad en universidades e instituto públicos, por lo que, en opinión de Badillo, es necesario que China entienda que países como España van a "vigilar que no se produzcan situaciones controvertidas". Y esto no se soluciona de "manera sencila -prosigue-, queremos una buena relación con China a la vez que buscamos exigir el cumplimiento de nuestras normas y, como en este caso, mejorar la calidad educativa".
"El modelo de expansión del Instituto Confucio ha sido de sus políticas blandas más agresivas de China", explica este investigador. Es precisamente esto, opina Badillo, uno de los puntos más complicados para el país. A la vez que busca cómo mejorar su expansión cultural, los límites en libertad de expresión son muy estrictos. "O gana el control o gana la pluralidad", opina.
1.500 sedes en 14 años
China gastó en solo dos años un total de 8.900 millones de dólares para "ganarse las mentes y los corazones de los extranjeros", explica en su libro Josep Nye, inventor del término 'soft power', que hace referencia a las políticas enmarcadas en la cultura del denominado poder blando que ha llevado al país a lanzar numerosas iniciativas para mejorar la percepción en el exterior que se tiene del gigante asiático.
La misión del Instituto Confucio comenzó en 2004 y está financiada por Hanban, abreviatura de Oficina del Consejo del Idioma Chino Internacional, institución que depende del Ministerio de Educación del país. En 2009, los objetivos de Hanban fueron descritos por el entonces jefe de propaganda del gobierno chino Li Changchun como "una parte importante de la configuración propagandística en el exterior de China". Para el Partido Comunista, este Instituto está enmarcado en el contexto de la iniciativas 'soft-power' diseñadas para influir en la percepción de China y sus políticas en el exterior.
Desde entonces, China ha gastado cientos de millones de euros en esta iniciativa para expandirse a lo largo de todo el mundo. Cuenta ya con 1.500 sedes y ha provisto a más de 400 universidades e institutos de secundaria de todo el mundo con subvenciones para pagar estos programas. Así como el dinero, Pekín también provee de los profesores de chino y libros de texto en muchas de las aulas que tiene el Instituto Confucio. Mientras muchos los han recibido con los brazos abiertos, otros tantos han criticado que se encuentran bajo la influencia del Gobierno chino así como la falta de libertad académica en sus aulas.
Es precisamente ahora cuando el escrutinio de los gobiernos occidentales está llegando a estos centros. La Canadian Association of University Teachers pidió en 2013 a las universidades canadienses que rompieran todo lazo con los Institutos Confucio por considerar sus prácticas una "violación fundamental de la libertad académica". Las universidades de Lyon, de Toronto, de Chicago y la de Estocolmo entre otras han decidido romper sus vínculos. Pero poco se ha escuchado desde la institución o el Gobierno chino para defenderse las acusaciones vertidas desde occidente que le acusan de ser parte del entramado del gigante asiático para expandir su influencia en el mundo.
Organizaciones como la National Association of Scholars de Estados Unidos (un grupo educativo conservador) han recomendado el cierre de estas aulas en las universidades del país por "comprometer la independencia y autonomía de los centros con estas relaciones financieras". Mientras tanto, explica Badillo, algunos centros españoles observan con preocupación cómo las autoridades educativas chinas impulsan actividades o implementan servicios sobre las que no reciben información directamente.
En poco más de una década, uno de los múltiples brazos extendidos por China en su ofensiva diplomática ha llegado a miles de universidades y aulas de todo el mundo. Se trata del Instituto Confucio, una institución que promueve el aprendizaje del chino y la cultura del país milenario en más de 140 países al estilo del Instituto Cervantes. Su misión: que el motor del dragón chino se abra paso no solo en lo económico, sino también hacia lo cultural. Pero la polémica rodea a esta institución a la que varias voces acusan de servir al lavado de cara del Gobierno de Pekín mediante prácticas poco transparentes para extender su influencia en el mundo.
- El carné por puntos que prepara China para distinguir entre 'buenos' y 'malos' ciudadanos Javier Ibáñez. Pekín
- Patriotismo, desarrollo y represión: Xi Jinping quiere ser el nuevo Mao Javier Ibáñez. Pekín