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Rabat repatria a los marroquíes varados en Ceuta y Melilla, pero otros entran por mar
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este miércoles, regresarán unos 200

Rabat repatria a los marroquíes varados en Ceuta y Melilla, pero otros entran por mar

La devastadora crisis económica que padece el noroeste de Marruecos impulsa a muchos jóvenes a arriesgar sus vidas y nadar hasta Ceuta

Foto: Un policía nacional vigila el proceso de repatriación de varios marroquíes en el paso fronterizo del Tarajal, en Ceuta. (EFE)
Un policía nacional vigila el proceso de repatriación de varios marroquíes en el paso fronterizo del Tarajal, en Ceuta. (EFE)

Más de seis meses después del repentino cierre de sus fronteras terrestres con España, las autoridades de Rabat aceptan, por fin, repatriar al grueso de sus ciudadanos varados desde marzo en Ceuta y Melilla. Pero mientras unos se disponen a regresar, la devastación económica que padece el noroeste de Marruecos empuja a otros muchos, jóvenes en su mayoría, a emigrar a Ceuta a nado o en barquitas hinchables.

La delegada del Gobierno en Melilla, Sabrina Moh, anunció el martes “el retorno de todas aquellas personas que se encuentran en la ciudad y desean volver a su país”. Hoy miércoles, regresarán unos 200, a los que se deberían añadir al menos otros 600 en tres salidas programadas para principios de octubre. En su gran mayoría, han sido hasta ahora mantenidos por la ciudad autónoma en diversas dependencias.

Foto: Los primeros marroquíes cruzaron la frontera terrestre de Melilla con Marruecos el viernes. (Foto: DR)

Ya hubo, en mayo, una primera repatriación de marroquíes, pero solo se beneficiaron de ella las personas que figuraban en una lista enviada a Melilla desde Nador, la capital provincial marroquí, situada a 15 kilómetros de la ciudad autónoma española. La policía española constató entonces que los elegidos eran personas bien vestidas que pertenecían a una clase social acomodada. Uno de ellos era Rafik Majit, alcalde de Nador (162.000 habitantes).

También en Ceuta arranca hoy el regreso de los marroquíes aún varados que la Delegación del Gobierno calcula que pueden ser hasta un millar. Rabat ha puesto aquí condiciones diferentes, porque en un primer momento solo podrán volver mujeres —un centenar debería hacerlo a lo largo del día—, que tendrán que someterse previamente a un test de detección del covid-19. Solo aquellas que resulten negativas podrán atravesar la frontera de vuelta a casa.

En un primer momento, solo podrán volver mujeres, que tendrán que someterse previamente a un test de detección del covid

Estas operaciones puntuales de repatriación no significan que Rabat reabra sus fronteras terrestres con las ciudades autónomas, clausuradas hace seis meses y medio para tratar de impedir la propagación del virus. Las fronteras marítimas con España también permanecen cerradas y solo se puede viajar en avión entre los dos países.

Tampoco afectan estas operaciones a los menores no acompañados marroquíes acogidos en las dos ciudades, y que rebasan los 1.500. Entre enero de 2019 y marzo de 2020, se cursaron desde España a Marruecos 403 solicitudes de repatriación de menores tutelados por Ceuta y Melilla, pero “las autoridades consulares marroquíes no han respondido”, según indica el Gobierno español en respuesta a una pregunta de Teresa López, diputada ceutí de Vox. Rabat sigue en su línea de no contestar nunca a estas peticiones.

Foto: Melilla, en vilo por el futuro de su aduana comercial. (EFE)

Mientras algunos marroquíes se van a marchar de Ceuta, otros entran por mar en la ciudad. Son generalmente jóvenes vecinos de Castillejos (77.000 habitantes), la ciudad marroquí que linda con Ceuta. A lo largo de este mes, ha sido un goteo constante de nadadores o pequeñas embarcaciones —con las que no podrían atravesar el Estrecho— que a veces son repelidas por la Guardia Civil antes de que lleguen a los espigones del Tarajal o de Benzú.

A principios de mes, circularon vídeos en los que se veía a decenas jóvenes agolpados al anochecer en la playa de Castillejos con la intención de echarse a la mar sin medios o, como mucho, una barquita de juguete. La policía marroquí incrementó su vigilancia y colocó barreras metálicas en ese tramo de la costa para impedir su salida, pero aun así se siguen colando.

Foto: Un preso desinfecta una puerta en una cárcel de Marruecos. (Reuters)

Desde Beni Enzar (56.000 habitantes), la ciudad colindante con Melilla, también intentan algunos jóvenes la travesía, pero los Grupos Especiales de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil consiguen pararlos sistemáticamente en colaboración con la Marina Real marroquí. En términos generales, la inmigración irregular ha caído en España este año un 22% —solo llegaron 15.985 'sin papeles'— con relación a 2019.

Algunos nadadores marroquíes perecen en el intento. Hay varios desaparecidos. En la playa ceutí de Restinga apareció, el 7 de septiembre, el cuerpo de un joven de 17 años, oriundo de una pedanía de Castillejos, que se ahogó en la travesía, quizá porque ese día soplaba un fuerte viento y el mar estaba revuelto.

“La juventud de la ciudad [Castillejos] soñaba con vestirse con ropa de boda, pero las hojas se esparcían y su ropa se convertía en ropa de playa”, escribió un vecino hispanófono de esa ciudad marroquí en una carta publicada por el diario 'El Faro de Ceuta'. “Los jóvenes, tras el cierre de todos sus horizontes y la falta de oportunidades laborales, no han podido diferenciar entre la muerte y la vida”, se lamentaba. “El mar se ha convertido en la única esperanza para la inmigración hacia destinos desconocidos”, concluía.

Foto: Varias de las temporeras atrapadas, en un vídeo.

A causa del largo confinamiento y de las posteriores restricciones, Marruecos padece, como otros muchos países, una crisis económica y social sin precedentes. El trance es aún peor en los alrededores de Ceuta y Melilla. Allí ha desaparecido además el contrabando, que empleaba a decenas de miles de personas, y los 12.000 marroquíes que entraban a diario en las dos ciudades se han quedado sin trabajo. Una mayoría carecía de 'papeles', pero otros muchos estaban dados de alta y podrían haber tramitado los ERTE si las fronteras estuvieran abiertas. Ni siquiera los jubilados residentes en Marruecos pueden ahora sacar sus pensiones de los bancos españoles.

“Todo el mundo está volviendo al trabajo”, constataba quejoso Chakib Merouane, sindicalista y trabajador fronterizo en Ceuta, en declaraciones al semanario 'Tel Quel', de Casablanca. “¿Por qué no también nosotros, los fronterizos?”, añadía. “Las autoridades no pueden ser más crueles que la pandemia”, concluía. La situación es tan grave que hasta 'Le 360', un diario digital afín al palacio real, titulaba un reportaje: “Castillejos: fin del contrabando y covid-19. El comercio de la ciudad agoniza”.

placeholder La policía marroquí disuelve pacíficamente en Nador el conato de manifestación del 13 de septiembre para reivindicar la apertura de la frontera con Melilla.
La policía marroquí disuelve pacíficamente en Nador el conato de manifestación del 13 de septiembre para reivindicar la apertura de la frontera con Melilla.

Para atenuar el impacto de la supresión del contrabando, que rondó en Ceuta los 750 millones de euros en sus años de esplendor, las autoridades marroquíes anunciaron la construcción en Castillejos de una zona franca comercial que debería inaugurarse en el verano de 2021. A causa de la pandemia, las obras han empezado con tres meses de retraso y se efectúan con lentitud.

En dos ocasiones, el 13 y 16 de septiembre, dos organizaciones sindicales, el Sindicato Nacional Mediterráneo de Transportes y la Unión Marroquí del Trabajo (UMT), convocaron concentraciones ante el Gobierno Civil de Nador para reivindicar la reapertura de la frontera con Melilla. En Rincón, cerca de Ceuta, la UMT hizo otro tanto el 22 de septiembre. Todas ellas fueron prohibidas y aquellos manifestantes que, pese a todo, acudieron a las citas fueron disueltos pacíficamente por la policía. Las sentadas no fueron autorizadas porque, según se informó a los sindicatos, pueden poner en peligro “la preservación del orden, de la seguridad general y de la salud pública”. Marruecos vive desde marzo en estado de emergencia sanitaria.

Más de seis meses después del repentino cierre de sus fronteras terrestres con España, las autoridades de Rabat aceptan, por fin, repatriar al grueso de sus ciudadanos varados desde marzo en Ceuta y Melilla. Pero mientras unos se disponen a regresar, la devastación económica que padece el noroeste de Marruecos empuja a otros muchos, jóvenes en su mayoría, a emigrar a Ceuta a nado o en barquitas hinchables.

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